La cuarta dimensión de los maestros del prog sinfónico japonés ELECTRIC ASTURIAS
HOLA, AMIGOS DE
AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy es el turno
de exponer nuestra apreciación sobre el más reciente trabajo del ensamble
japonés ELECTRIC ASTURIAS, el cual se titula “Dimensions” y fue publicado el 4
de octubre del pasado año 2023, siendo distribuido por el sello Musea Records. El
quinteto conformado por Yoh Ohyama [bajos], Satoshi Hirata [guitarras], Tei
Sena [violín], Kiyotaka Tanabe [batería] y Eiji Nakamura [teclados] vuelve a
lucir sus galones de destreza para generar exquisita música prog-sinfónica para
nuestros tiempos. Siendo Ohyama el compositor de la banda y uno de sus
fundadores en la época originaria de 1983-1993. Fue con su retorno al estrado público a
inicios del nuevo milenio a través del frente triádico de ASTURIAS, ACOUSTIC ASTURIAS
y ELECTRIC ASTURIAS que este grupo ha logrado hacerse de un sitial importante
dentro del actual escenario progresivo internacional. “Dimensions” es el decimoprimer
álbum desde el inicio de esta nueva fase y el cuarto que lleva la firma de
ELECTRIC ASTURIAS. Todavía recordamos el impacto tan positivo que nos dejó el
trabajo precedente “Trinity”, el cual data de enero de 2019. Veamos ahora los
detalles del repertorio contenido en este disco.
Durando poco
menos de 7 minutos, ‘La Porte De l’Enfer’ abre el repertorio con una exquisita demostración de preciosismo melódico encapsulado en un bloque de estilizada energía, algo que el grupo maneja a su antojo desde siempre. Asentándose mayormente sobre un tempo de 5/4, la banda elabora una cruza entre los paradigmas de YES, DARRYL WAY y sus ilustres compatriotas de KBB. La inclusión de un paraje intermedio donde predomina lo ceremonioso permite a la vivacidad esencial de esta pieza airearse un poco. Gran inicio de álbum al cual sigue de inmediato ‘Stone Circle’, una pieza mágicamente cautivadora que se inserta sólidamente en el área del sinfonismo clásico, lo cual pone a la gente de ELECTRIC ASTURIAS en consonancia con TEE e IL CASTELLO DI ATLANTE. Esta vez, los teclados se hacen cargo de la dirección general del entramado sónico grupal, siendo así que también se incluye algunas florituras de bajo en ciertos pasajes de tendencia introspectiva. De todas maneras, que quede claro que todavía opera en el centro nuclear el fulgor extrovertido que antes signó al tema de apertura. ‘Karma’ se explaya por un generoso espacio de casi
8 minutos y su misión principal consiste en expandir el potencial de versatilidad expresiva que tiene el grupo. Todo comienza con un enclave ceremonioso de un motif jazzero al estilo romántico, usando un motif que se toma su tiempo para dejar constancia de su presencia. Tras un interludio aguerrido guiado por estilizadamente oscuros riffs de guitarra, el vals se reinstaura con confianza para erigirse ya como el cuerpo central al que apuntaba. Cuando llega el turno de ‘Shippuu Jinrai’, la banda capitaliza e incrementa los réditos de su faceta más extrovertida, creando una pieza llamativa cuya mezcla de luminosidad e intrepidez la convierte en la versión violín-céntrica de uno de sos estándares más ágiles de la leyenda de FOCUS. Hay espacio para algún solo de sintetizador en medio del camino, algo que impulsa la adición de cromatismos interesantes al asunto.
La suite ‘Fourth
Dimension’ ocupa un espacio de poco menos de 20 ¼ minutos y, claro está, carga
sobre sus espaldas la misión de encapsular los registros más grandilocuentes y
palaciegos dentro del ideario grupal. Tras un breve preludio de violín y teclado, la instrumentación global se instala a sus anchas en la concreción de dinamismos razonablemente sofisticados bajo la sempiterna guía del prog sinfónico. Alrededor de la frontera del tercer minuto y medio, la cosa vira hacia un motif intenso y sofisticado donde el grupo gesta uno de los momentos más fastuosos del disco; dicho motif aterriza finalmente en una senda un poco más relajada bajo la guía del violín, siendo así que el ensamble pronto recupera algo de la vivacidad precedente. De hecho, ésta se remodela agudamente en el siguiente motif, el cual establece vínculos con los legendarios paradigmas de YES y ELP. Un pasaje solemne signado por una atmósfera fastuosamente gótica emerge antes de llegar a la frontera del undécimo minuto, algo que siembra el camino del lirismo envolvente y evocador en base a una gentileza cristalina. Cuando el violín se pone a hacer escalas virtuosas, se anuncia el arribo de otra sección vivaz y contundente, la misma que se explaya a paso firme hasta el climático momento final. La magnificencia de siempre es sistemáticamente engalanada por una agilidad especial. El cierre del disco llega de
la mano de ‘Solace Of The Caged Bird’, pieza que tiene la peculiaridad de
contar con las letras y el canto de Kazuhiro Watanabe. Se trata, en lo esencial, de una balada progresiva que algunas confluencias tiene con el paradigma de HAPPY THE MAN, especialmente en lo referente a la inserción de recursos de jazz-fusion y Canterbury en medio del claro imperio de lo sinfónico. Las vibraciones ensoñadoras creadas para la ocasión inundan la espiritualidad nostálgica de la canción a través de meandros donde se alternan lo contemplativo y lo festivo.
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