Tuesday, June 27, 2023

ARTEFACTRON: un tiempo y un espacio para la nueva generación del rock progresivo mexicano

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy viajamos a México y nos topamos con el grupo ARTEFACTRON y su disco homónimo de debut, el mismo que fue publicado de forma independiente (y con ulterior ayuda distributiva de parte del sello Azafrán Media) a inicios del mes de abril del pasado año 2022 (llega un poco tarde esta reseña, es verdad). El personal que grabó el material de “ArtefacTron” consta de Axel Margalli [guitarras y voz], Álvaro Zenil [bajo y voz], Eduardo García Orozco [teclados y coros], Héctor Aveleyra [teclados, guitarra y voz] y Mauricio González [batería y voz], y su enfoque musical está situado en el prog sinfónico de vieja escuela, con amplias referencias estilísticas a los paradigmas de YES, EMERSON, LAKE & PALMER y GENESIS, además de sus ilustres compatriotas de ICONOCLASTA (dos primeros discos) y también algunos vínculos con la primera etapa de otros legendarios, PREMIATA FORNERIA MARCONI. Los orígenes del grupo se remontan al año 2018 cuando, tras disfrutar de un concierto de los insignes suecos THE FLOWER KINGS, García Orozco y Zenil (integrantes de otras bandas) decidieron unir fuerzas y formar un grupo de rock progresivo que, a la vez, rindiera claro homenaje a las figuras legendarias del género y tuviese un sonido contemporáneo. Algo fastuoso y fresco a la vez. Una vez completado el quinteto, el proceso de composición de material comenzó bastante rápido, pero su compleción y su correspondiente grabación se ralentizaron por causa del distanciamiento social sistemático provocado por la pandemia. Para ser más específicos, el material de “ArtefacTron” se grabo entre los años 2020 y 2021 en el estudio Fábrica de Ideas, estando Eduardo Marine a cargo de la mezcla y la masterización. Fernando Garrido se hizo cargo de larte pictórico mientras que Abelardo Culebro hizo lo propio con el diseño gráfico. Pero bueno, llegó el año 2022 en su momento y el grupo pudo concretar el lanzamiento de este disco homónimo de debut: veamos ahora los detalles de su repertorio. 


Los primeros 8 minutos y pico del álbum están ocupados por ‘Tiempo Y Espacio’, una canción que se mueve plácida y orgánicamente a través de un suntuoso lirismo que da sus primeros pasos bajo un ropaje un tanto ceremonioso, para luego abrirse camino hacia un groove más grácil donde el esquema sonoro se da abasto para ostentar un genuino fulgor. Los vuelos instrumentales que se desarrollan en este momento exultante son manejados con un calculado manejo de la intensidad expresiva, siendo así que las orquestaciones de los teclados sirven de base unitaria para todos los ítems particulares. Los solos de guitarra portan una fuerza de carácter muy particular. Acto seguido llega el turno de ‘Nave Al Infinito’, una canción que recoge los ecos de la ceremoniosidad estructural de la precedente y la lleva hacia una instancia de agilidad incrementada. El swing jazz-rockero imprimido por la batería y reforzado por la guitarra permite a la banda estructurar un renovador recurso de vitalidad sinfónica que se siente, a fin de cuentas, bastante moderna. No se da aquí una sofisticación melódica tan grandilocuente como en la primera canción, pero sí hay una mayor expansión en los diálogos performativos entre los instrumentos actuantes. El sintetizador tiene una presencia más robusta dentro de la maraña sónica, lo cual le permite establecer un oportuno contrapeso a la guitarra, la cual gesta un grandioso solo cerca del final. ‘Doble Propósito’ tiene la misión de regresar a la senda de señorío prog-sinfónico que marcó antes a ‘Tiempo Y Espacio’, aunque esta vez con un esquema expresivo un poco más insistente en la exploración de matices y grooves complejos a partir de los índices melódicos creados para la ocasión. Un gran instrumental, sin duda. Cuando llega el turno de ‘Har Megiddo’, el grupo explora una faceta dramática que asienta un productivo precedente para la suite que vendrá más adelante. Centrándonos en este tema en particular, su groove en base de blues-rock es explorado con buen pulso a través de un preciosismo simultáneamente basado en una confluencia entre los paradigmas de GENESIS (etapa 73-78) y el del STEVE HACKETT del nuevo milenio. Por su parte, algunas intervenciones del órgano Hammond están más en línea con los patrones de UK y ELP. El fatalismo apocalíptico de la letra fluye diáfanamente a través de los estilizados y macizos pasadizos instrumentales.


‘Ayer Y Hoy’ nos muestra la faceta más intimista del cosmos musical de ARTEFACTRON. Se trata de una balada en 3/4 que comienza en clave bucólica y pronto se deja arropar por un atuendo bluesero. Poco a poco, la canción va cogiendo garra en base de la creciente presencia de la guitarra eléctrica así como de la de los ornamentos de los teclados. Dicho sea de paso, la guitarra nos brinda otro genial solo en algún lugar del medio. La miniatura ‘Redención’ sirve como antesala a la suite de casi 18 ¾ minutos ‘Hijo Pródigo’ que cierra el repertorio: la miniatura en cuestión se explaya en una atmósfera cósmica ornamentada con modismos sinfónicos de teclado, lo cual se prosigue cabalmente con los primeros instantes de la antes mencionada suite. A lo largo de su ambiciosa extensión, ‘Hijo Pródigo’ incluye dos secciones autónomamente tituladas ‘Inferno’ y ‘La Carta’; su esquema de trabajo general se centra en tender puentes entre los paradigmas clásicos de GENESIS y YES. Las diversas ilaciones melódicas cubren unos espectros refinados y estilizados que anclan los explayamientos dramáticos de las partes cantadas. Más que nunca, la labor de los teclados encauza la armonización de todos los instrumentos actuantes dentro del expresionismo comunitario: es muy significativo que sea el sintetizador quien dirija el camino del primer clímax y también lo es el que sea el piano quien esté a cargo de iniciar el rumbo de la segunda parte. A partir de aquí, el grupo de rienda suelta a la expansión de motivos inspirados en el romanticismo y el barroco, siempre centrada en una claridad melódica bastante cristalina. El ímpetu contundente de la coda es un cierre muy efectivo para la suite y el álbum a la vez. Bueno, todo esto es lo que se nos brindó en “ArtefacTron” desde los cuarteles de ARTEFACTRON, un muy interesante testimonio de lo que se gesta en el tiempo de la nueva generación del rock progresivo mexicano para deleite de los fans del género a lo largo y ancho del mundo.

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