Sunday, November 17, 2019

GUADALQUIVIR y la aventura de volver a la fuente originaria



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos una entrañable noticia con el disco de reencuentro de GUADALQUIVIR, el cual se titula “40 Aniversario”. El nombre de este ítem fonográfico lo dice todo: se trata de un tributo que el grupo hace a varios de sus momentos más inspirados dentro de su brillante (aunque breve) discografía, la cual se inició hace cuatro décadas, o para ser más exactos, en el año 1978, con su disco homónimo. El colectivo de los actualmente reunidos GUADALQUIVIR está liderado por los dos guitarristas Luis Cobo “Manglis” y Andrés Olaegui, completándose el núcleo histórico con el también veterano saxofonista-flautista Pedro Ontiveros. Los tres organizaron los arreglos del material aquí presente. Los arsenales del “Manglis” y de Olaegui incluyen guitarras eléctricas de 6 y 12 cuerdas, acústica, española, guitarra-sintetizador, guitarra acústica sintetizada, órgano, sintetizadores y clavinet. Claro está, hace falta una dupla rítmica, y ésta se integra con el bajista Javier Santana y el baterista Valentín Iturat, mientras el percusionista Nantha Kumar aporta abundantes golpes exóticos con sus implementos orientales (tablas, mirdanga, kanjira) en casi todos los temas del álbum. La lista de colaboradores se completa con las ocasionales aportaciones de Luis Gallo (guitarra flamenca), Ken Slaven (viola y violín), Joaquín Rodero (laúd turco), Carlos Guerra (bansuri), y los percusionistas Manuel Sutil y Miki Moreno. La labor de retorno a la fuente originaria aquí plasmada es simple y llanamente hermosa, enriquecida por vía de un enfoque más exuberante de las inquietudes fusionescas que el grupo siempre tuvo como bandera estética. Con un repertorio de seis temas donde el más breve dura poco más de 6 minutos y el más largo se extiende hasta los 11 minutos y tres cuartos, esta versión reformulada de GUADALQUIVIR se concentró en escoger cinco piezas del disco homónimo y la pieza titular del segundo disco (que data del año 1980). La cosa es que este resurgimiento no es una cuestión iniciada hace poco tiempo sino que se remonta hasta el año 2005, cuando se requirió literalmente la resurrección del grupo para que formara parte de carteles de diversos festivales a través de varios años: la Abuela Rock de Montilla, Festival Lago de Bornos, Bienal de Flamenco de Sevilla 2009, etc. En fin, ahora este disco es una realidad y va dedicado a las memorias de varios grandes de la tradición andaluza del rock y la fusión: Larry Martin (el baterista original de GUADALQUIVIR, precisamente), Rafael Gil, Manuel Marinelli, Jesús de la Rosa, “Tele” Palacios, Marcos Mantero y Diego Fopiani. Gente grande de TRIANA, ALAMEDA, CAI, IMÁN CALIFATO INDEPENDIENTE... 

Ciñémonos ahora a los detalles del repertorio. La dupla de ‘Guadalquivir’ y ‘Baila Gitana’ no puede ser más llamativa para poner inicio a las cosas. La pieza de entrada recibe un colorido extra con la intervención del violín para el motif central mientras que los ulteriores espacios expansivos reciben una garra nueva: en una primera instancia, el grupo se enfoca en una vibraciones jazz-rockeras que bien nos remiten a la faceta más enérgica de unos MAHAVISHNU ORCHESTRA; en una segunda instancia, el ensamble se enrolla solventemente en un jam jazz-progresivo cuya esencial suntuosidad es explorada con detenida meticulosidad. Es en este extenso paraje donde el encuadre establecido entre las guitarras y la dupla rítmica asume una convincente aureola psicodélica a través del refinado swing jazzero en curso. En cuanto a ‘Baila Gitana’, la estrategia de remodelación no es tan radical como en el tema de apertura, pero las percusiones orientales se hacen sentir con un cimbreante fulgor dentro del armazón rítmico. De este modo, la agilidad propia del original asume ahora una mayor dosis de vitalidad. ‘La Danza De Los Tigres’ y ‘Generalife’ son las piezas más extensas del álbum, durando la primera casi 11 ¾ minutos y la segunda, más de 11 ¼ minutos. ‘La Danza De Los Tigres’ comienza con un largo preludio de vientos étnicos antes de que el cuerpo central entre a tallar con el nuevo enriquecimiento proporcionado por la mezcla de lo flamenco y lo oriental dentro del cautivador swing fusionesco sobre el cual se proyectan los solos, especialmente los del saxo protagónico. La intervención de la guitarra acústica sintetizada le da un momento mágico al asunto, mientras que los vientos étnicos y el ocasional cántico konakol (a cargo de Kumar) se encargan de la provisión de matices telúricos. ‘Generalife’ (que es probablemente nuestra pieza preferida de todo el catálogo histórico de GUADALQUIVIR) recibe aquí un ambicioso tratamiento jazz-progresivo con amplia raigambre fusionesca que nos remite a aquella escena de los 70s. El encanto esencial del motif central es preservado con sesuda prestancia mientras la caleidoscópica instrumentación (cuerdas, percusión extra, laúd turco) se encargan de potenciar una renovada exuberancia para el mismo. El nuevo solo de flauta que emerge a mitad de camino es simplemente celestial, a la vez que sensual; por su parte, los solos de guitarra añadidos se centran más en lo muscular pero desde una óptica tremendamente refinada. La virtuosa participación del baterista Iturak incluye un breve pero impactante solo inmediatamente antes de la retoma del motif central.

‘Camino Del Concierto’ es el único tema del segundo disco que hace acto de presencia aquí (y justamente le daba título). El principal aporte de este nuevo arreglo es el de hacer más largas las expansiones instrumentales en torno al esquema compositivo básico: esta versión dura casi 9 minutos. La presencia de un solo de guitarra sintetizada funciona muy bien como complemento a las líneas de saxo soprano que entran a tallar, y ello sirve para que el talante evocador del tema se adorne con soltura. ‘El Manglis’, pieza que abría el lado B de ese primer disco, está ahora a cargo de cerrar este álbum con su respectivo arreglo expandido. Al igual que con el tema precedente, la labor renovadora no se apartó demasiado de las pautas y grooves ya establecidos en las versiones originales, pero se nota que los nuevos arreglos percusivos intensifican la aureola extrovertida de la pieza: se refuerza así la frescura y el garbo que siempre estuvieron allí, y de paso, se remodelan el lugar y el carácter de las florituras de bajo que en el original eran un centro neurálgico del groove. Hay algo de irresistiblemente entrañable en el modo en que el colectivo de GUADALQUIVIR decide concluir el disco sin explayarse en el colorido suntuoso de otras piezas del álbum. Es como terminar la fiesta con una actitud de jovial serenidad. Este genial aquelarre de maestros ha llevado su renamiento musical a los escenarios en el evento GUADALQUIVIR 40º ANIVERSARIO que tuvo lugar en la Sala Malandar de Sevilla hace muy pocos días, el 14 de noviembre, para ser exactos. Respecto al propio disco “40 Aniversario”, solo nos queda expresar nuestro enorme agrado.


[Dedicamos esta reseña a Rafael Tardío por su generoso gesto de obsequiarnos un ejemplar de este disco.]

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