HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.
Con la presente quiero enviar mi última reseña del año 2009 con un comentario sobre el que para mí (y, en realidad, para muchos melómanos) ha sido la más destacada re-edición progresiva de este año que ya se nos va – me estoy refiriendo a la más reciente edición del séptimo disco de estudio de KING CRIMSON, “Red”, dentro de la serie dedicada al 40mo. Aniversario del disco debut del mencionado Rey Carmesí (el fundamental “In The Court Of The Crimson King”). Se trata de mi opus crimsoniano favorito de todos los tiempos, y ciertamente esta re-edición en formato doble de CD + DVD es un ítem prácticamente obligatorio para todo aquél que se precie de ser coleccionista progresivo. Así de simple.
Hace ya un tiempo que publiqué en el e-zine mexicano Manticornio [http://www.manticornio.com/rock-progresivo/K/KING-CRIMSON/red.html] y en la página española La Caja De Música [http://dlsi.ua.es/~inesta/LCDM/Discos/kingcrimson_red.html] una reseña de “Red”, al cual sigo valorando como una obra crucial para la expansión y maduración del rock progresivo a medida que la década de los 70s llegaban a su Punto de Ecuador. Aquí transcribo parte de la reseña en cuestión.-
“El tema homónimo que abre el disco es toda una lección de cómo encajar progresiones disonantes de acordes en un contexto de hard rock; los diálogos y contrapuntos que establecen Fripp, Wetton y Bruford a través de los motivos centrales y el siniestro interludio están inteligentemente armados, mostrando un despliegue combinado de nervio e inteligencia. Este enfoque será recurrente en una multitud de pasajes del repertorio remanente: el tema ‘Red’ queda como emblemático de la faceta más aguerrida del disco, y justamente tenemos en la férrea ingeniería sonora emanada de la guitarra de base el truco para que el despliegue de tal faceta sea sumamente exitosa. ‘Fallen Angel’ alterna esta aspereza espartana con otros momentos más marcadamente melódicos, basados en los acordes de guitarra acústica que arman las bases de las mudanzas; las secciones cantadas se abren a lo lírico con una calidez conmovedora, pero con el suficiente toque de gris otoñal como para enrumbarse fluidamente hacia las tormentosas amalgamas instrumentales sobre las que se arman los estribillos. En efecto, es de destacar el eficaz contraste entre las texturas controladas de mellotron, oboe y retazos de guitarra para las mudanzas con los efluvios más libres y tensos de corneta que entran a contrapelo de los explosivos riffs controlados de Fripp durante los estribillos y hasta el fade-out. Con ‘One More Red Nightmare’ la banda construye una combinación atractiva de rock’n’roll y jazz con ocasionales toques de R’n’B, ayudando a levantar el espíritu tras un tema tan desgarrador como el precedente. La presencia del saxo sirve para acentuar el calor durante los pasajes instrumentales – además, una mención especial debe ir para la labor percusiva de Bruford, sin duda, uno de los momentos más inspirados de toda su extensa y diversa trayectoria.
Dando inicio a la segunda mitad del álbum, ‘Providence’ es básicamente un jam que sirve como testamento formal de David Cross antes de que KC se convierta en un power-trío para sus últimos meses de existencia en los 70s. Tomado de un concierto, el jam comienza con un violín flotante, que poco después deja campo para que la guitarra de Fripp asuma el protagonismo, hasta que finalmente, el violín y la guitarra confluyen en una extroversión psicodélica inteligentemente articulada. La sección rítmica se porta fenomenalmente, añadiendo aportes adecuados para los climas que se van evocando sucesivamente a través de las intervenciones de los dos solistas. Lo mejor de lo mejor queda reservado para la última pieza: ‘Starless’ es en sí misma una gema progresiva absoluta. El tema comienza como todo lento típicamente crimsoniano, con un mellotron que dirige el sendero melódico desplegando capas etéreas y un tempo lento manejado con distinción y precisión. La guitarra establece ocasionales contrapuntos frente la mellotron, mientras que el saxo soprano complementa majestuosamente las impactantes líneas vocales de Wetton. Ninguna otra melodía podía encajar mejor dentro del ambiente espiritual exhibido en la letra, la misma que retrata el contraste entre los fulgores últimos del atardecer y la oscuridad inescrutable del yo interior. Tras concluir esta sección, viene a continuación el solo minimalista de guitarra más famoso de la historia del progresivo: el cuadro unicolor que pinta Fripp es enriquecido por las elegantemente perversas líneas de bajo marcadas por Wetton y los creativos matices percusivos a cargo del siempre brillante Bruford. La parte final de este alucinado interludio se engarza muy bien con el clímax parcial que se crea con el jam ultra-pesado, en el cual el saxo alto y la guitarra alternan sus solos. Finalmente, el motivo inicial es retomado en el espléndido clímax final, siendo así que el cello, el contrabajo y el oboe completan el conmovedor cuadro orquestal soberbiamente centrado en el mellotron. Solo una canción tan cautivante y perturbadora como ‘Starless’ podía cerrar con broche de oro un disco tan estupendo como éste.”
Con el paso del tiempo, mi apreciación de “Red” en los términos expuestos no solo se mantiene sino que se incrementa en proporciones geométricas – es así, con toda la energía del corazón y toda la focalización de la mente, que las joyas musicales deben apreciarse, entenderse, amarse. El CD contenido en esta re-edición de 40. Aniversario contiene, además del repertorio oficial de cinco temas, las tomas primigenias de estudio de ‘Red’ y ‘Fallen Angel’ y la versión completa de ‘Providence’, recuperando así su clímax real, el cual se extendía por un par de minutos más: esta coda recuperada para el gran público porta un groove funk-psicodélico con ciertos aires stoner: ¡un final alevosamente Crimsoniano! El librito contiene algunas fotos del último concierto que dio KC durante la etapa con Wetton, que también fue la última actividad de Cross en la banda. También hay anécdotas reveladoras y/o graciosas en torno a la grabación de este disco, el cual habría de marcar el final de una época crucial para el rock experimental. Una que revela claramente el contraste entre el creciente entusiasmo de Wetton y la crisis existencial de Fripp es que el primero fue el principal impulsor del armado del repertorio de este álbum, empezando con el instrumental homónimo y terminando con la poderosa ‘Starless’ al modo de un setlist para un concierto... todo ello mientras Fripp aguardaba el momento para decir que había tomado la decisión de disolver a KING CRIMSON tras la grabación del nuevo álbum. De nada sirvió que Wetton iniciara una especie de lobby para que Ian McDonald volviera al grupo y encaminara al grupo desde su posición de grupo de culto a estrella de rock. Pero bueno, de todos modos, ‘Starless’ era una canción que había fungido de inapelable encore durante varios de los conciertos de la última gira del todavía cuarteto por lo que su lugar en el disco se imponía de una manera u otra. El aguerrido instrumental homónimo ya había sido ensayado en su primer formato embrionario en pruebas de sonido, pero cuando Fripp le dio forma acabada para presentarlo al grupo, Bruford expresó una inicial falta de interés [“no me conecto con esta pieza, per osi vosotros dos decís que es buna, entonces la hacemos”], a lo cual reaccionó el autor con una actitud de “está bien, no tenemos que grabarlo”: Wetton fue quien insistió en utilizarlo para dar el inicio impactante al disco. Respecto al vibrante y estridente sonido de los platillos en el arsenal percusivo utilizado para ‘One More Red Nightmare’, pues resulta que el buen Bill cogió dichos platillos adicionales de un cubo de basura, con los cuales quería emular el sonido del maestro BILLY COBHAM.
Y de paso, vayan mis deseos por que todos ustedes, amigos de AUTOPOIETICAN, tengan un Próspero y Dichoso Año Nuevo 2010.