HOLA, AMIGOS DE
AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
En esta ocasión
tenemos el enorme gusto de presentar el nuevo trabajo de la veterana y robustamente
vigente banda estadounidense KANSAS, el cual se titula “The Absence Of Presence”.
El grupo sigue adelante con el empuje creativo conquistado en el disco
precedente “The Prelude Implicit”, de hace 4 años atrás, pero esta vez con un vigor más pronunciado dentro del planteamiento sonoro general. La formación del ahora
septeto es casi la misma que gestó el mencionado disco con la permanencia de Phil
Ehart [batería y percusión], Rich Williams [guitarras eléctricas y acústica],
Billy Greer [bajo y voz], Ronnie Platt [voz], David Ragsdale [violines y coros]
y Zak Rizvi [guitarras eléctricas], pero ahora el teclista Tom Brislin
reemplaza a David Manion. A él le conocemos como integrante ocasional de
RENAISSANCE, YES y CAMEL, cofundador del proyecto THE SEA WITHIN, entre otras
cosas. No solo trae Brislin su virtuosismo y visión sofisticada del rock a esta
legendaria banda, sino que también compone él solo cuatro de los nueve temas incluidos
en este disco, y por si esto fuera poco, hasta asume el rol de vocalista principal en
uno de éstos (además de hacer coros en otras canciones). Con un repertorio que ocupa un espacio total de poco menos de 47 minutos y medio, “The
Absence Of Presence” salió al mercado a mediados del pasado mes de julio por vía
del sello alemán Inside Out Music en asociación con Sony Music, tanto en CD como en ediciones especiales de vinilo (azul, verde o lila), además de CD con Blu-ray y un formato que incluye entrevistas a los miembros de la banda. Al igual que con el disco precedente, Rizvi se hizo cargo de la producción principal de la banda junto con las adicionales labores de coproducción asumidas por los eternos Ehart y Williams. Veamos ahora los detalles específicamente musicales del disco.
Durando poco más de 8
¼ minutos, la pieza homónima abre el álbum con un despliegue de vitalismo expresionista que se mueve cómodamente en la senda del paradigma prog-sinfónico. En sí mismo, el groove de la canción es más solemne que intrépido, pero exhibe una convincente garra rockera a través de la conexión de diversos pasajes que transitan entre lo rápido y lo lento, utilizando a veces algunos tempos complejos, y también abriendo campo a un efectivo interludio en clave hard-rockera (casi a lo URIAH HEEP) con variantes Emersonianas. Con algunos ornamentos orquestales de teclado y las estratégicamente ubicadas intervenciones del violín, el esquema grupal se siente rico en matices a lo largo del camino con impecable consistencia, lo cual repercute muy positivamente en la elaboración de un hermoso clímax epilogar. Un gran inicio de álbum, sin duda, un clímax de entrada. ‘Throwing Mountains’ sigue a
continuación con la misión de jugar con un medio tiempo mientras desarrolla un foco temático marcado por un gancho señorial y ceremonioso; de esta manera, el punche dominante de la canción asume una majestuosidad serena que ayuda al nervio sonoro a desarrollarse con claridad melódica. La pomposidad de talante orquestal que entra a tallar para abrir la puerta al intermedio instrumental es algo propio del paradigma de KANSAS, mientras que los dos solos sucesivos de guitarra arrastran ese empuje a la par que guían el camino de regreso al motif central. El gran impacto inicial sigue vigente en este momento. ‘Jets Overhead’ es una semi-balada penetrada por una calidez luminosa que, desde su propia aureola de constricción, permite que las oleadas de las guitarras se asienten con gracilidad mientras el violín asume un rol particularmente protagónico. Los teclados, desde un segundo plano, se encargan de armar un trasfondo orquestal oportunamente discreto. Con la dupla del instrumental ‘Propulsion’ y la balada
‘Memories Down The Line’, la banda nos brinda un espacio de casi 7 minutos para
expansiones sonoras que apuntan hacia algo razonablemente bombástico dentro de la esencia más puramente histórica del sinfonismo propio de KANSAS. El primero de estos temas es vibrante, luciendo orgullosamente sus magníficos centelleos a lo YES-con-ELP, y es así como la última nota sostenida de órgano, mientras se va desvaneciendo, anuncia el arribo de la primera nota de piano con la que habrá de comenzar el siguiente tema. Como dijimos antes, se trata de una balada, siendo así que está signada por una aureola reflexiva que tiene algo de vulnerabilidad. Al principio, es el violín el instrumento protagónico dentro del armazón instrumental general, pero luego son las guitarras las que centralizan el acrecentamiento expresivo con el que termina la canción.
‘Circus Of illusion’ nos muestra al septeto volviendo de lleno a la exploración de su faceta más propiamente extrovertida: un esquema rítmico marchoso, un desarrollo melódico amigable, un uso ingenioso de las diversas armonías y riffs de las dos guitarras, y, como no puede faltar, una irrupción estratégica del violín que aporta un magnetismo majestuoso al elegante nervio rockero en curso. Tampoco puede faltar un viraje de tonalidades en el intermedio que afiance la esencia progresiva de la ingeniería grupal. ‘Animals On The Roof’ instaura, a paso firme, una continuación de los aires extrovertidos y preciosistas que ya disfrutamos en la canción precedente (así como en las dos primeras del repertorio), aunque su peculiaridad está ahora en que el groove armado por la dupla rítmica .tiene una soltura más notoria y una agilidad más fresca. Esto es posible porque el motif principal es más vivaz que en ‘Circus Of illusion’. Eso sí, prestemos atención a un detalle genial que nos toma de sorpresa: alrededor de la frontera del segundo minuto y medio, el grupo apela a un recurso de espléndido colorido cuando arma un intermedio envolvente al estilo de una cruza entre YES y GENTLE GIANT, y aunque el grupo no tarda mucho en volver al cuerpo central, este interludio dejó una pista a seguir para los últimos segundos de la sección epilogar. La secuencia de estas dos canciones tan bombásticas ha significado una importante dosis de frescura para la espiritualidad que se exuda desde esta serie de nuevas ideas musicales creadas por la banda. ‘Never’ es la única composición del álbum donde Platt interviene en la letra. Es la otra balada del álbum, y al igual que ‘Memories Down The Line’, se explaya cabalmente a través de un ambiente de tersa vulnerabilidad. Se abren espacios para sendos solos de violín y de guitarra (uno de los más bellos solos de guitarra del álbum) a fin de que el desarrollo temático adquiera solventes dosis de esplendor y corpulencia dentro del garbo afectado que la ocasión impone. ‘The Song
The River Sang’ – la canción donde Brislin hace la voz principal – cierra el
álbum, y lo hace como lo que es, el cénit concluyente y apodíctico del mismo. La combinación de músculo, vitalidad y sofisticación influye positivamente en el modo en que el esquema melódico, sostenido por vivaces compases inusuales, va hilando todos sus componentes individuales. Las estrategias de articulación entre el violín y los teclados en el intermedio acogen grácilmente los ecos de todo lo que sucedió anteriormente, y el espíritu sentencioso que marca al epilogo es manejado con un brío rotundo y contundente. El final abrupto acentúa efectistamente la majestuosidad ínsita en este espléndido fin del camino.
Todo esto fue lo que se nos brindó en “The
Absence Of Presence” de parte de esta comunidad de KANSAS que da muchos indicios de buena salud creativa en esta nueva etapa de su longeva carrera, una carrera afortunadamente vigente dentro de la escena actual del rock artístico. Tal como señalamos en el primer párrafo de la presente reseña, este álbum nos muestra una garra nueva y acrecentada en los tiempos actuales de KANSAS, por lo que resulta ser, a fin de cuentas, un disco muy digno de la tradición que le precede desde aquella lejana década de los 70s. Toda esta nueva sangre que se ha metido impetuosamente en las venas del organismo de este grupo desde 2015 ha servido para darle un empuje de nueva cosecha a una campiña que preserva su esencia artística de manera coherente y perseverante.