HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.
La noche de DREAM THEATER y BIGELF en la Explanada del Estadio Monumental de Lima fue brutal, intensa, apasionada e impactante. Se trataba de la primera vez que DREAM THEATER y sus ilustres teloneros de turno venían a escenarios limeños: la atracción principal era, por supuesto, el quinteto formado en los pasillos de la Berklee College of Music y que hoy por hoy, desde hace poco menos de 20 años, reina como monarca supremo del género prog-metal. El 22 de marzo era el día signado por el destino para que James laBrie, John Petrucci, John Myung, Jordan Rudess y Mike Portnoy tuvieran una cita con la comunidad rockera peruana… bajo cielos peruanos.
Comencemos con los teloneros. Teniendo en cuenta que DREAM THEATER iba a comenzar su actuación a eso de las 9.30 PM si no más tarde, era razonable que BIGELF iniciara su actuación a poco de pasadas las 8.00 PM. Este grupo formado en Los Angeles encarna un enérgico eslabón perdido entre URIAH HEEP y BLACK SABBATH a través de filtros de DEEP PURPLE, además de los estándares de la psicodelia heavy clásica de fines de los 60s. El uso extensivo de wah-wah y flanger en la guitarra y la presencia exclusiva del Hammond y el mellotron en el arsenal del cantante-teclista son pautas infaltables en el vigoroso sonido retro que esta banda enarbola como innegociable propuesta musical. En un espacio de casi 50 minutos, se generó una química inapelable entre el grupo y el público que recién se conocían en el transcurso del momento. Si en el tema con el cual abrieron su intervención lograron llamar la atención de manera plena, el grupo se ganó decisivamente al público con los temas que siguieron, ‘Money Machine’ y ‘Neurosychopathic Eye’. ‘Blackball’ y ‘Painkillers’ también llenaron de polenta el ambiente, siendo así que el nombre del grupo era coreado en varios momentos por el respetable. Un momento particularmente emocionante fue cuando el frontman Damon Fox dedicó el tema ‘Disappear’ a la memoria de Andy Butler-Jones, quien fuera anterior guitarrista de la banda. En fin, cuando el grupo dejó la escena deshaciéndose en emocionados agradecimientos para con la gente, estaba claro que BIGELF dejaba un gran recuerdo en las retinas y mentes de los asistentes más puntuales.
... ¿Y QUÉ CON DREAM THEAER? ¡¡¡GENIALES!!! Su derroche de virtuosismo se complementaba perfectamente con su nervio para extenderse a veces en jams, y sobre todo, el ingenio musical y el feeling de los cuales siempre han hecho gala pero que no se suele mencionar tan recurrentemente como su destreza técnica. Su actuación, que comenzó poco antes de las 9.45 PM, resultó intensa incluso desde antes de tocar la primera nota. La pista de un pasaje orquestal que emergió mientras se apagaban las luces y bajaba lentamente el telón y la subsiguiente secuencia de tormenta y rayos anticipaban furiosamente el arribo de la monumental pieza ‘A nightmare to remember’, que abre el más reciente disco de la banda “Black Clouds & Silver Linings”. El grupo instaló su incombustible vitalidad en total armonía con el entusiasmo explícito de un público que ya estaba entregado desde horas, días y semanas antes de la realización fáctica de este evento, entregado a la arrolladora magia de los solos de Petrucci y Rudess, el carisma escénico de un dinámico LaBrie, el vigor avasallador de un Portnoy que se luce en su nutridísima batería de tres bombos mientras gesticula y ocasionalmente gruñe, la potente y rica base que aporta un impecable Myung. Todos estos elementos individuales saben brillar por sí solos mientras que el bloque entero derrocha su grandeza sin dejar una sola gota de creatividad en el tintero. De todo esto podía percatarse el neófito que había asistido a ver a la banda “a ver qué pasa”… pero lo que pasa no es un misterio para quienes han seguido a esta banda por años. Valiéndose de la comunicación virtual a través de las pantallas, Portnoy saludó al público antes de iniciar su sección de “growling” – desde ese momento, el genial baterista asumió su rol de co-animador con la complicidad del público.
‘A rite of passage’ prolongó esa infaltable combinación de fastuosidad, electricidad y buenas vibraciones que el grupo brinda en proporciones épicas en cada una de sus piezas fuertes. Justo en este momento, Rudess ya ha exhibido su Continuum y su Ipod Touch. No será la última vez, por cierto. Una versión extendida de ‘Hollow years’ brinda el primer momento de melancolía y romanticismo de la noche – el solo introductorio de Petrucci, que incluía un pasaje del tema central de la película "La Lista de Schindler", generaba un poder emotivo contagioso, siendo así que el público se hizo debido eco de esa sensación. Recién al finalizar este tema, cuando ya llevábamos un poco más de ½ hora de concierto, LaBrie se dio abasto para saludar a los asistentes. Era hora de continuar con la faceta más explícitamente filuda de la banda, y ‘Constant motion’ era la canción adecuada para mostrar este frenético temperamento: una vez más, Petrucci se adueñó de la ciudad con sus férreos riffs y exaltados solos, excesivos y a la vez tremendamente musicales. El delirio de este momentum viró hacia niveles cósmicos con el solo múltiple de Rudess, y con múltiple me refiero a sus acciones exploratorias con su keytar, Continuum y Ipod Touch, antes de pasar a concentrarse en su teclado. Un momento entrañable y humorístico llegó justamente cuando en la pantalla se reflejaba una caricatura de Rudess en una guisa de Merlín psicodélico – este genio forjado en las aulas de Julliard exhibe su chiva blanca del mismo modo que Rick Wakeman exhibía su lacia melena blonda y capas de mago. ¿Qué mejor manera de cerrar el solo que con el inicio de un instrumental tan fabuloso como ‘Erotomania’? Pues bien, eso fue lo que sucedió, y ciertamente la reacción inmediata del público confirma por enésima que la etapa 1989-94 sigue siendo de especial devoción para los seguidores de la banda. Rudess se ciñó al libreto respetando las ideas básicas que Kevin Moore aportó a la versión oficial de estudio. Quien no lo hizo fue Portnoy, pues él interrumpió un pasaje para jugar con el público, aprovechando la magia de la imagen engrandecida en la pantalla – se nota que este grupo gusta, ante todo, de divertirse, de no tomarse a sí mismo demasiado en serio a pesar de que su repertorio está anclado en la necesidad de insuflar inteligencia al rock de nuestros días. Aunque no fue tocado en su totalidad, ‘Voices’ supuso una bien lograda continuidad de la vibración establecida en ‘Erotomania’: justamente se recordará su sección introductoria como uno de esos momentos en los que el bajo de Myung logró sobresalir con luz propia a través de una mezcla de sonido que habitualmente daba prioridad a los instrumentos de sus tres compañeros de viaje.
Tras la sensación de inconsolable neurosis que destila una canción tan intensamente amargada como ‘Voices’, llegaron los primeros acordes de piano en un compás lento de ¾ para el arribo de ‘The spirit carries on’, power-ballad de inspiración góspel que viraba la atmósfera emocional hacia unas sensaciones más relajantes, movidas por una serena celebración de la inmortalidad y transmigración del alma. No me cabe duda de que esta pieza dio pie para el mejor momento de LaBrie como comunicador e intérprete, fungiendo como arcángel de palpitaciones conmovedoras en los corazones y mentes de los asistentes. También sirvió para que Petrucci volviera a adueñarse a su antojo del rol protagónico sobre el escenario. En esta secuencia de contrastes, las ideas cósmicas de ‘The spirit carries on’ fueron ipso facto sucedidas por la electrizante manifestación de autoafirmación de ‘As I am’, un tema aguerrido y voraz – la entrada signada por el efecto en reversa del eco de una nota de piano y las armonías de bajo de Myung abrieron la puerta a un nuevo vendaval de furia inteligente. Como DREAM THEATER sabe que su segundo disco “Images And Words” es una piedra angular de su historia viviente, no debía faltar una muestra del mismo en esta presentación primeriza: es así que el medley de ‘Pull me under’ (hasta el segundo estribillo) y ‘Metropolis, Part 1’ salió a colación para encuadrar a lo grande la primera despedida de la banda. Como ya sucedió en muchísimos conciertos anteriores, Petrucci y Rudess se enfrascaron alegremente en un duelo guitarra vs. keytar inmediatamente después del pasaje solista de Myung (dicho sea de paso, fue el momento en que más se dispararon las ovaciones para con este supremo maestro de obras del sonido DT). Por supuesto, ‘Peruvian skies’ fue reclamado por el público en varios momentos del concierto, y dado que el grupo abandonaba el escenario, los reclamos se intensificaron… y vaya si el golpe de efecto dio resultados, pues al volver al escenario y ponerse a tocar esta canción, el público asumió el rol de apoyo vocal con un compromiso total. Al finalizar la canción, la explosión de júbilo fue explosiva hasta niveles tremendos y terribles, pero aún quedaban unos 20 minutos más para que la jornada llegara a su fin, y sería el tema épico ‘The Count of Tuscany’ el que estuviera a cargo de ocupar todo ese espacio. Tratándose de una pieza fastuosa al más puro y entrañable estilo DT, su carácter místico apoyado en su esquema extremadamente articulado lo convertía en un ideal broche de oro progresivo. Siempre recurriendo a exhibiciones de destreza y colorido excesivo, el asunto es que ‘The Count of Tuscany’ desarrolla una musicalidad única, distribuida a través de sus variados motivos en una arquitectura bien nivelada e implementada a punta de fineza performativa. Rizando el rizo de las influencias de RUSH, YES, METALLICA, IRON MAIDEN, KANSAS y PINK FLOYD sin perder la frescura ni el ingenio, la pieza se sostiene cabalmente sobre los riffs y bases de turno sobre los recovecos rítmicos. Una vez que llegamos al interludio etéreo donde las notas de la guitarra flotan cuales destellos de nebulosa, nos preparamos para recibir el epílogo que nos canta una despedida cortés y emocionada – “Cuéntales de mí, soy el Conde de Toscana”… pues bien, eso estoy haciendo ahora, contar la historia de DREAM THEATER (y BIGELF) en su primera aventura peruana.
Resumiendo, el setlist fue.-
A nightmare to remember
A rite of passage
Solo de Petrucci / Hollow years
Constant motion
Solo múltiple de Rudess / Erotomania / Voices
The spirit carries on
As I am
Pull me under / Metropolis, Part 1 (inc. duelo Petrucci-Rudess)
Encore:
Peruvian skies
The Count of Tuscany
En total, fueron poco menos de 2 horas y 10 minutos de colorido musical en manos de una de las bandas más importantes de la actual avanzada progresiva y, definitivamente, la puntera de la escena prog metal mundial.
Aquí podemos ver al grupo ofreciendo su tema ‘Peruvian skies’, naturalmente obligado para la ocasión - http://www.youtube.com/watch?v=bllywfnXZLA
Por haber instalado todo un hito en la historia de los conciertos de rock en escenarios limeños… ¡¡GRACIAS POR EL SHOW, BIGELF Y DREAM THEATER!!
Sigo tan sediento de absoluto como cuando tenia veinte años, pero la delicada crispacion, la delicia acida y mordiente del acto creador o de la simple contemplacion de la belleza, no me parecen ya un premio, un acceso a una realidad absoluta y satisfactoria.
Wednesday, March 24, 2010
DREAM THEATER y BIGELF - monumental conmoción rockera en Lima
Saturday, March 20, 2010
THE WATCH y la regeneración del planeta neo-progresivo
El disco que comento en esta ocasión es el más reciente lanzamiento del ensamble italiano THE WATCH, el cual sigue caminando por su sendero musical signado por explayamientos retro a lo GENESIS de la mano del frontman Simone Rossetti – “Planet Earth?” es el nombre de este disco nuevo. El grupo se muestra irremediablemente interesado en ahondar en la línea retro de su esquema sonoro, y ello se nota masivamente en el arsenal de teclados antiguos (Hammond, mellotron, sintetizadores) que utiliza Valerio De Vittorio… especialmente en el timbre tan Banksiano que trabaja en el Hammond. Por lo demás, cabe notarse que el punto de referencia más recurrente para este álbum está en el esquema genesiano de la etapa 76-77, lo cual, a su vez, significa que el grupo da preferencia a sonoridades etéreas similarmente a lo hecho en “Primitive” y no tanto a las más aguerridas que se habían exhibido en los dos primeros álbumes (e incluso en el disco de THE NIGHT WATCH, banda nodriza de THE WATCH).
‘Welcome to Your Life’ abre el disco en un clima de pleno entusiasmo donde las referencias genesianas a ‘Eleventh Earl of Mar’ y ‘One For the Vine’ se reciclan ágilmente a través de los desarrollos melódicos en curso. Se puede muy bien describir a esta canción como una reelaboración de atmósferas propias del “Wind And Wuthering” en clave de un híbrido entre el GENESIS más entusiasta del “Nursery Cryme” y el MARILLION pre-“Misplaced Childhood”. En cambio, un tema como ‘Something Wrong’ exhibe un dominio de los ambientes más lánguidos, con alusiones indirectas pero claramente pautadas a ‘Entangled’ y ‘Can-Utility’. La arquitectura elaborada por las guitarras duales marca la capa básica sobre la cual se desarrolla la pieza, y más adelante, los sonidos cósmicos vertidos por el mellotron y los sintetizadores habrán de incorporar algo de inquietante misterio al asunto. ‘Earth’ es un tema más emparentado con los despliegues combinados de colorido y energía que ya la banda ha mostrado desde el primer disco – tema realmente típico de THE WATCH, aunque siempre hay que tener en cuenta el esquema sonoro abiertamente retro que la banda emplea para este álbum, lo cual permite al tecladista ocupar un rol líder en el esquema general. Y ahora que mencionamos específicamente al teclista, éste se afianza en su rol importante dentro del grupo en la pieza ‘All the Lights in Town’, la más larga del disco – sus dinámicos arpegios de piano marcan eficazmente el prólogo de otro tema atractivo y enérgico dentro de su ya conocida estrategia genesiana. Hay ciertos aspectos teatrales casi al estilo de cabaret que nos traen a la mente algunos de los aspectos más juguetones de la obra conceptual “The Lamb Lies Down on Broadway”, así como un pasaje dirigido por rasgueos de múltiples guitarras que sacan a colación una rememoración de la faceta más renacentista del viejo GENESIS.
‘The World Inside’ es un tema a medio tiempo que comienza con una medida actitud contemplativa, pero que poco a poco avanza hacia climas sonoros un poco más densos sin que se dé un dramático giro en sus motivos de base. Por su parte, ‘New Normal’ sí desarrolla de manera más persistente el relajamiento contemplativo ya introducido en la pieza precedente – como tesoro para los “fetichistas genesianos” de siempre, la presencia de John Hackett como flautista invitado completa el aura de tributo genesiano que THE WATCH abiertamente convierte en su leit-motiv progresivo. En fin, el disco se cierra con ‘Tourist Trap’, pieza que se encarga de reinstalar el entusiasmo flotante y colorido que tan buenos réditos ha dado en los temas 1 y 4, logrando que el bloque de “Planet Earth?” resulte un disco tan agradable. También es poco novedoso, pues THE WATCH se conforma con seguir ahondando en su propuesta neo-prog dogmáticamente planificada bajo un sello retro a despecho de las líneas desarrolladas por PENDRAGON o ARENA. Mi balance general sobre este disco es positivo – este grupo todavía me resulta atractivo.
Wednesday, March 17, 2010
"Clivages" y la plenitud perpetua de UNIVERS ZERO
Todavía no concluye el primer cuarto del año 2010 y ya tenemos a “Clivages”, el trabajo más reciente de UNIVERS ZERO, como un miembro necesario e irremediable del Top 5 progresivo del año. UNIVERS ZERO, a despecho del ritmo pausado de su producción fonográfica desde su reformación que tuvo lugar a fines de los 90s, se mantiene persistentemente como un monarca indiscutible de la vertiente progresiva RIO. En verdad… ¡qué gran disco que es “Clivages”! – todo un regreso a sus raíces más tenebrosas tal como quedaron desarrolladas y plasmadas en sus primeros cuatro discos (desde “1313” hasta “Uzed”). Los sortilegios atmosféricos que tuvieron una fuerte presencia en discos inmediatamente anteriores a “Clivages” ya no tienen una presencia tan relevante, siendo así que este ensamble belga se enfila más concienzudamente hacia la construcción de ambientes poderosos en un calibre oscuro muy fiel al típico estilo histórico de la banda. Con la constante guía del baterista/percusionista Daniel Denis y la estrecha cooperación del oboísta/fagotista Michel Berckmans como leal lugarteniente, el grupo ha creado todo un clásico instantáneo del RIO. El guitarrista Andy Kirk no se dio abasto para continuar su membresía en UZ (ahora un sexteto), pero antes de dejar sus filas, coopera tocando en dos temas e incluso componiendo uno de éstos.
Vayamos ahora al repertorio mismo. Los primeros cuatro minutos y pico del disco están ocupados por el grácil tema ‘Les Kobolds’, el cual destila aires vanguardistas bien equipados bajo una arquitectura sonora muy sensible a las tonalidades exóticas de raigambre indoeuropea – la clave de la pieza se centra en los ágiles colores dibujados por las maderas y el violín. A continuación sigue uno de los dos temas épicos del disco, ‘Warrior’, compuesto por el guitarrista Andy Kirk, quien fuera miembro de la banda y ahora solo es un invitado (de lujo) ocasional. Sobre un trasfondo casi “mecanizado”, el preludio genera un aire de expectativa que poco a poco prepara la emergencia de oscura languidez que se instala desde antes del minuto 2. El violín empieza ocupando un lugar central en la instrumentación, lo cual ayuda bastante a sustentar el clima tétrico tan oportuno para el momento. No se puede negar el uso de reminiscencias tanáticas a la etapa del “Heresie” y el “Ceux Du Dehors”. Bajo una apariencia de solemne monotonía se realiza un inteligente juego de variantes sobre ciertas cadencias básicas que se va robusteciendo hasta que poco después de la barrera del sexto minuto, se genera un clímax encendido que aterriza en otra demoledora sección misteriosa en la que el fagot y el clarinete bajo comparten el rol central; a partir de ahí, se arma otro clímax, menos explícito pero igualmente denso. ‘Vacillements’ entra en acción para incorporar algo de fresco lirismo al asunto después del despliegue de tensa oscuridad que tuvo lugar con la pieza precedente. Por su parte, ‘Earth Scream’ se basa en el sampleo de masivos sonidos industriales, un experimento de musique concrete en su estado más primigenio a cargo del maestro Daniel Denis; en este aparente desbalance entre la evocación naturista del título y el talante industrial del esquema sonoro, me parece que el título satiriza la capacidad del hombre de enajenar el ser natural del mundo y convertirlo en una extensión de las máquinas (en fin, especulaciones mías). ‘Soubresauts’ nos despierta a majestuosos sobresaltos que emergen desde enérgicas cadencias académicas perfectamente sobrellevadas a través de variados juegos de matices que me hacen recordar un poco a “Uzed”. Las maniobras de síncopas que se elaboran a partir de los 4 3/4 minutos son sencillamente impresionantes.
No me canso de repetir que estamos ante una labor de recuperación de la esencia primigenia de UZ, y temas como ‘Apesanteur’ y ‘Three Days’ se encargan de realzar esta idea infinitamente – los ágiles juegos de las maderas en el primer tema hallan un efectivo cimiento en la impecable dupla rítmica de Denis y Evers, mientras que la arquitectura tímbrica de las cuerdas y maderas en el segundo se explayan en una belleza misteriosa, muy a lo Rachmaninov con Stravinsky y Grieg. A continuación sigue ‘Straight Edge’, el otro tema épico del disco. El doliente solo de violín con que comienza el tema se ve pronto acompañado de amenazantes escalas de piano, y así empieza a armarse el cuerpo central. A poco de pasada la barrera de los 3 minutos, el grupo ya se halla en un trance espectacular, el cual se extiende hasta el minuto 7, que es cuando el ensamble pasa a recorrer unos senderos más sutiles, reposados aunque inquietantemente intrigantes. Cuatro minutos después, lo intrigante abre su ventana para que la oscuridad exterior se apodere de todo, permitiendo que el cuerpo central se retome en un magnífico reprise intensificado. El golpe final de ‘Straight Edge’ es brutal, y puesto que no se trata de la última pieza del disco, es de agradecer que ‘Retour De Foire’ nos brinde una brisa un poco más refrescante a través de sus climas más reposados. De todas maneras, el gusto por lo grisáceo y lo tenso no desaparece realmente, y ciertamente, prestando atención al armado del compás lento de este tema uno puede imaginar una triste procesión en el purgatorio. Todo tiene su fin, y el fin de “Clivages” llega con ‘Les Cercles d’Horus’, tema que nos muestra a un invitado especial en la batería - Nicolas Denis, hijo de Denis. El tono lánguidamente marcial de esta pieza patentemente minimalista le permite operar como un pertinente complemento al tema inmediatamente precedente, siendo así que el tono elegíaco se siente, a la vez, reforzado y más etéreo.
“Clivages” es una gozada de principio a fin que no defraudará para nada a los seguidores acérrimos de las vertientes más decididamente vanguardistas del género progresivo, y en especial, de UNIVERS ZERO.