Monday, December 30, 2019

IQ: nuevo testimonio de perduración y resistencia



HOLA, AMIGOS DE AUTOPIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Un grandioso momento gozamos hoy en nuestro blog cuando presentamos el nuevo disco del legendario y aún activo grupo prog-sinfónico británico IQ, el cual se titula “Resistance”, un título muy idóneo tanto para este disco en concreto como para designar la conservación de energía creativa que este grupo mantiene imparable desde los ya lejanos inicios de la década de los 80s: se trata de su disco de estudio #12. De hecho, el pasado 21 de mayo se cumplió el aniversario #37 de la primera presentación de Peter Nicholls como frontman de IQ mientras aún tocaba allí el baterista Mark Ridout, antecesor de Paul Cook. Ahora, en el año 2019, la terna de Peter Nicholls [primera voz y coros], Michael Holmes [guitarras y guitarra-sintetizador], Neil Durant [teclados], Tim Esau [bajos y pedales bajos] y Paul Cook [batería y percusión] ha desarrollado con este nuevo ítem la misma estrategia que con su disco inmediatamente anterior “The Road Of Bones” (2014): encapsular en un primer volumen las composiciones que encajaban estrictamente con las coordenadas musicales que el grupo tenía en mente en el momento, y reservar un segundo volumen para otras canciones que, aunque no estaban perfectamente ensambladas con el espíritu general de las otras, tenían suficiente personalidad para no quedarse en el tintero. De hecho, dos de los cuatro temas incluidos en este segundo volumen duran unos 20 minutos… ¡Toma ya!* En el primer volumen, de hecho, todas las piezas se hilan en un continuum casi completo donde se apuesta mayoritariamente por la creación de climas y atmósferas por encima de la creación de melodías con gancho directo. En este primer volumen, todo el material está compuesto por el tándem de Nicholls y Holmes, mientras que en el tercero, tres de las cuatro piezas son de autoría de ellos dos más Durant. Hablando del disco en general, su sonido aguerrido, la generosa presencia de pasajes aguerridos y el empleo de efectos cibernéticos en varios pasajes estratégicos nos remiten a aires de familia con FROST, PORCUPINE TREE y THE PINEAPPLE THIEF, pero también hay varios giros retro en el segundo volumen que nos toman de sorpresa de una manera agradable. El sello GEP, como siempre, se encarga de la edición de este ítem con los formatos de doble CD y de triple vinilo. Holmes se encargó de la producción general del disco, el cual se realizó en diversas sesiones entre setiembre del 2017 y julio de este mismo año 2019. Las labores de ingeniería de sonido, como ya es habitual, corrieron a cargo de Rob Aubrey y de Niall Hayden, mientras que el arte gráfica, también como es habitual, estuvo a cargo de Tony Lythgoe. Bueno, vayamos ahora a los detalles de “Resistance”.  


Las cosas se ponen en marcha con ‘A Missile’, canción de poco menos de 6 ¾ minutos de duración que exhibe una garra y una musculatura inapelables. El carácter dramático impuesto por las bases y orquestaciones de los teclados y la prontitud con la que el canto de Nicholls entra en acción refuerzan la luminosa energía sónica impulsada por la dupla rítmica. Sobre el medio tiempo reinante se establece un vigor elegante y versátil que nos remite fácilmente a la canción que abría el álbum anterior, así como a ciertos aspectos de la faceta más agresiva de ese inolvidable disco “Dark Matter”. Algunos ornamentos siniestros de sintetizador durante el interludio calmado añaden más nervio al esquema general de la canción. Tras este vibrante inicio del disco, la dupla de ‘Rise’ y ‘Stay Down’ permite al quinteto reforzar meticulosamente sus nuevos bríos mientras explora variados enfoques musicales. ‘Rise’ comienza con unos golpes psicodélicos que parecen disolverse en un inescrutable vacío cósmico, aunque pronto emergen algunos retazos sonoros que van perfilando un aire de inquietante misterio, algo que el susurrante canto inicial de Nicholls realza. Ya cuando el bloque instrumental entero entra en acción, se nos muestra un podoroso motif cuya parsimoniosa cadencia capitaliza lo que ahora es una expresión de tensa vitalidad. A estas alturas, notamos que la batería de Cook ha estado asumiendo un rol crucial en el entramado grupal, y en esta ocasión específica, su manera de apuntalar el talante oscurantista y casi espectral del esquema melódico en curso resulta totalmente efectivo. El desarrollo temático fluye naturalmente a través de su absorbente tensión inherente, llegando finalmente a una etérea coda de piano desde la cual emerge ‘Stay Down’. Esta tercera canción del álbum se estructura como una balada progresiva signada por un espíritu sobrecogedor que se maneja con cristalino estoicismo. A mitad de camino, la irrupción de la percusión programada anuncia el arribo de un mecanismo grupal aguerrido y furioso que, en buena medida, hereda el espíritu de la canción precedente. De hecho, su función es la de cerrar el círculo abierto por ‘Rise’, aunque mientras va evolucionando el desarrollo temático en los dos últimos minutos de ‘Stay Down’, se asienta una mayor dosis de sofisticación en los pasajes más exaltados. Todo termina con una tensa calma desde la cual se abre la puerta al ítem siguiente. 



Las cosas se ponen en marcha con ‘A Missile’, canción de poco menos de 6 ¾ minutos de duración que exhibe una garra y una musculatura inapelables. El carácter dramático impuesto por las bases y orquestaciones de los teclados y la prontitud con la que el canto de Nicholls entra en acción refuerzan la luminosa energía sónica impulsada por la dupla rítmica. Sobre el medio tiempo reinante se establece un vigor elegante y versátil que nos remite fácilmente a la canción que abría el álbum anterior, así como a ciertos aspectos de la faceta más agresiva de ese inolvidable disco “Dark Matter”. Algunos ornamentos siniestros de sintetizador durante el interludio calmado añaden más nervio al esquema general de la canción. Tras este vibrante inicio del disco, la dupla de ‘Rise’ y ‘Stay Down’ permite al quinteto reforzar meticulosamente sus nuevos bríos mientras explora variados enfoques musicales. ‘Rise’ comienza con unos golpes psicodélicos que parecen disolverse en un inescrutable vacío cósmico, aunque pronto emergen algunos retazos sonoros que van perfilando un aire de inquietante misterio, algo que el susurrante canto inicial de Nicholls realza. Ya cuando el bloque instrumental entero entra en acción, se nos muestra un podoroso motif cuya parsimoniosa cadencia capitaliza lo que ahora es una expresión de tensa vitalidad. A estas alturas, notamos que la batería de Cook ha estado asumiendo un rol crucial en el entramado grupal, y en esta ocasión específica, su manera de apuntalar el talante oscurantista y casi espectral del esquema melódico en curso resulta totalmente efectiva. Aquí encontramos una de las más impactantes líneas de Nicholls: Angels die, redemption rages / The age of man on an empty page / And chances are this will save your soul / Or break it in pieces. / Traitors stay where they may stay, / They will not take my courage from me. / They make me blind when I can see. / It goes together and it’s free.” El desarrollo temático fluye naturalmente a través de su absorbente tensión inherente, llegando finalmente a una etérea coda de piano desde la cual emerge ‘Stay Down’.




Esta tercera canción del álbum se estructura como una balada progresiva signada por un espíritu sobrecogedor que se maneja con cristalino estoicismo. A mitad de camino, la irrupción de la percusión programada anuncia el arribo de un mecanismo grupal aguerrido y furioso que, en buena medida, hereda el espíritu de la canción precedente. De hecho, su función es la de cerrar el círculo abierto por ‘Rise’, aunque mientras va evolucionando el desarrollo temático en los dos últimos minutos de ‘Stay Down’, se asienta una mayor dosis de sofisticación en los pasajes más exaltados. Todo termina con una tensa calma desde la cual se abre la puerta al ítem siguiente. También hay algunas líneas de Nicholls que vale la pena resaltar aquí: The samewinds that sailed you skyward / Will steal you back this last change / That we’ve been going through, / The time I would spend with no one but you.”  “If I mistake those vital signs for real, Then should I resist all the strength that failed / As it held me derailed in the silence? / Anyone left alive in the fire, / Hope expires without a sound. / Damn your eyes and you stay down. A fin de cuentas, ‘Stay Down’ sirvió como válvula de escape para los aspectos más tensos de las dos primeras canciones, las cuales instauraron sendos puntos culminantes del repertorio, así, con todo el descaro del mundo, desde el punto de partida. También cumple con la misión de sembrar la semilla de ‘Alampandria’, la canción más corta del disco con sus poco más de 3 ¾ minutos. Su prólogo se apoya en la flotante densidad de capas cósmicas de sintetizador, con algunos ornamentos de talante arábigo entrando a tallar en ciertos momentos estratégicos, y ya cuando se instala el cuerpo central, el grupo resuelve la tensa calma con la que había terminado ‘Stay Down’ empleando una atmósfera amenazante arropada por un uso estilizado del nervio rockero. Cuando llega el turno de ‘A Shallow Bay’, el grupo elabora una fastuosa y envolvente balada cuyo centro climático está ocupado por uno de los mejores y más electrizantes solos que Holmes elabora en todo el disco: de hecho, este solo está a cargo de guiar el camino hacia el cierre de la canción. ‘If Anything’ recoge abiertamente los ecos de la pasión oscura que inundó a la canción precedente para traducirlos a una instancia más reflexiva. Así, el encuadre melódico que acompaña a las letras y el canto de Nicholls tiene que ser sosegado, exorcizando a la dimensión más intimista del estándar melódico de la banda. Los fraseos de guitarra clásica de Holmes y el groove grácil de la dupla rítmica hallan su luz de faro en las suaves capas provistas por los teclados de Durant. Poco antes de llegar a la frontera del quinto minuto, todo vira hacia un clima gótico que parece anunciar el arribo de un nuevo momento tormentoso. Pero no es así realmente, sino el puente hacia el sonido de organillo en tiempo de vals con el que se inicia ‘For Another Lifetime’, la larga canción encargada de cerrar el primer volumen (dura poco más de 15 ¼ minutos). 


  

‘For Another Lifetime’ comienza con una secuencia de vals circense bajo un clima envolvente que pronto revela algunas sutiles aristas tétricas (al modo de una banda sonora de una película de horror B de los 70s). Para cuando el ensamble en pleno entra en acción, se da una proyección rockera bien encuadrada dentro de una parsimonia de efectistas síncopas, pero alrededor de la frontera del sexto minuto, emerge una sección más explícitamente ágil. Una tercera sección regresa a la parsimonia con una dosis extra de punche, casi coqueteando con el prog-metal, mientras algunos teclados retoman algunos ornamentos tétricos. Mientras tanto, Nicholls proclama: Tides are turning again. / Red letter deadhead mourning. / Can I comment to getting enough reminders? / If I learn to forget the reasons, I can’t forgive or live it down. / It’s in the ground, beneath my feet, / From miles below. / It’s in the air, it’s everywhere I know. / So it’s all in the mind, jet setter debt is over. / Should I condemn preserving an old sensation? / If I live to regret those actions all my days / In end out of sight.” Es al terminar esta exhortación a su mundo interior que el bloque instrumental vira hacia una solemne sección final, con un enclave melódico focalizado sobre oportunos toques dramáticos. Así las cosas, el terreno está preparado para que emerja un epílogo conmovedor, muy propio del estándar histórico de la banda. ‘The Great Spirit Way’ es la canción encargada de abrir el segundo volumen de “Resistance” y es, de hecho, la más larga de este doble ítem con sus 20 ¾ minutos de duración. También encarna otro momento cumbre del disco. Comienza a lo grande con un pequeño crescendo inicial que lleva a una pletórica combinación de pomposidad sinfónica (casi a lo ELP) y un combativo nervio rockero apoyado sobre un complejo e intenso swing. El groove vira hacia una instancia más calmada poco antes de llegar a la frontera del sexto minuto. De todas maneras, pronto surgirá otra sección potente que se pone a combinar aires de “The Road Of Bones” y de “Subterranea”. Nicholls se vuelve a lucir con pasajes poéticos como éste: Like a dead man waking up, not his vision, / I will confess, in a heartbeat I changed my mind. / On reflection, I’d settled for less. / If tomorrow should come too late, / Preparations will go to waste. / Wait much longer, I’ll lose the taste. / Late developer chased it underground. / Stay, do or die trying.” Una sección sobria y calmada, principalmente guiada por hermosos fraseos de guitarra acústica, se abre paso alrededor de la frontera de los 11 ½ minutos, una sección que realmente opera como un puente hacia un paraje flotante de talante cinematográfico. La siguiente sección, que asienta un terreno firme para el lucimiento de un brillante solo de sintetizador que rodea al canto de Nicholls, es una cosecha de los dos discos precedentes de la banda en tanto que hace gala de un señorío potente y ceremonioso. Finalmente, todo aterriza en una amalgama de agonizantes capas de sintetizador y evocadoras líneas de guitarra acústica. 


  

‘Fire And Security’ comienza con un preludio en clave de balada acústica, el cual es en realidad el germen para un poderoso cuerpo central donde el medio tiempo del swing armado por la dupla rítmica se dispone a sustentar un despliegue de majestuosa musicalidad muy entonada en un intermedio entre los PORCUPINE TREE de los últimos discos y los GENESIS de la fase 76-78. Hay otro espeluznante solo de guitarra a cargo de un inspiradísimo Holmes que añade una oportuna dosis de electrizante excitación al hermoso desarrollo temático. ‘Perfect Space’ se orienta hacia una esquematización más compleja y más extrovertida en comparación con la canción precedente, siendo así que el punche rockero de los aportes de la guitarra y los teclados se hermanan a la perfección con el vitalista entramado rítmico que enhebran y tejen Esau y Cook. Este último incorpora muchos elementos jazz-rockeros a lo largo de su labor creada para la canción, contando para ello con un impulso relevante de parte de algunas bases de teclado. También cabe destacar el fulguroso solo de sintetizador que emerge a mitad de camino. Sin duda, se trata de otro cénit del disco, y de paso, citamos nuevamente a Nicholls: “Sleepwalking through the rank and file / With a different sense of style. / Love and loss led along a crooked mile. / Was I resolving? / The die was cast that lost afternoon. / Welcome to phases of the moon. / Cutting back our chance too soon.” – “And the more I save my own skin, / So the more I’ve strayed from within, / But I have the feeling that I’m in a dangerous mood. / Break enough like never before to shake it off / And get without this thing in my head. / Remain beautiful, aching inside again.” Durando casi 20 minutos, ‘Fallout’ nos lleva al final del doble álbum por vía de una síntesis de ‘The Great Spirit Way’, ‘Rise’ y ‘Perfect Space’: para ser más específicos, recoge la versátil y exquisita opulencia de la primera, la oscura densidad emocional de la segunda y el vigor sofisticado de la tercera. Su comienzo en soñador transita entre lo contemplativo y lo melancólico, creando una atmósfera relajada que no tardará mucho en abrir paso a una sucesión de motifs más contundentes y ostentosos. Los grooves escogidos para cada una de ellas van desde los muy llenos hasta otros más dispersos, reiterando algunos modismos jazz-rockeros que escuchamos antes. Poco antes de llegar a la frontera del minuto 11, las cosas se relajan notoriamente para abrir camino a un bello pasaje de piano. Teniendo valía por sí mismo, este pasaje también es una vía hacia una sección semilenta sostenida por un esquema rítmico portentosamente grácil: esto suena bastante retro, muy a tono con los legados de YES y GENESIS a través de los filtros de unos KARMACANIC o unos BRIGHTEYE BRISON. La última sección es un regreso al prólogo ensoñador, esta vez con el añadido de abstractos efectos de percusión, pedales bajos y guitarra, los mismos que realzan los matices aportados por las capas de teclados. El encuadre sonoro se centra plenamente en lo onírico.
   

Todo esto es lo que se nos ha brindado en “Resistance”, y ha sido bastante, la verdad que sí. Desde nuestra perspectiva, en lo referente al ingenio compositivo y el flujo de los arreglos instrumentales, nos parece que la serie de piezas contenidas en el volumen 2 está mejor lograda que la del volumen 1, aunque no dejamos a apreciar éste como un gran ejemplo de lo que pueden hacer estos cinco maestros de IQ con sus armados de atmósferas variadas y sus sofisticadas estructuraciones de su esencial poderío rockero. Si bien consideramos que, en líneas generales, pierde en la comparación con su tan bien celebrado antecesor  “The Road Of Bones”, el hecho es que “Resistance” goza también de grandes méritos para una muy positiva apreciación estética desde el canon histórico de IQ. Este grupo no es el mismo de la fase 1982-85, ni tampoco el mismo que gestó esa obra magna del revival 90ero que es “Ever”, pero se nota que este disco está gestado para asentar los aires nuevos que se iban integrando a su paradigma durante la temporada de los dos discos precedentes. En resumen, este doble álbum “Resistance”, en tanto testimonio coherente de la perduración del ideario musical de IQ, merece toda la atención que se la ha prestado en las diversas redes dedicadas a la difusión del género progresivo. ¡Totalmente recomendable!


Muestra de “Resistance”.-
Stay Down: https://www.youtube.com/watch?v=aiYIdD1YuVw
Fall Out: https://www.youtube.com/watch?v=BY3D3vX_skE


A propósito, el término que da nombre de este nuevo doble álbum ya apareció antes en una canción sin álbum de inicios de los 90s que se titula ‘N.T.O.C. (Resistance)’, la cual se encuentra en el recopilatorio de canciones extra “The Lost Attic: A Collection Of Rarities (1983-1999)”. 

Sunday, December 29, 2019

Un nuevo gesto de fuerza de parte de los KUNGENS MÄN



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy comentaremos la más reciente obra fonográfica de la prolífica( hasta trabajólica) banda sueca KUNGENS MÄN: se trata de “Hårt Som Ben”, disco publicado exclusivamente en formato de vinilo por el sello Riot Season records en el penúltimo día del pasado mes de noviembre (edición limitada de 800 ejemplares, una mitad de color negro, la otra, de color rosado). También está vigente su difusión digital por vía del blog de Bandcamp del susodicho sello. La alineación vigente de KUNGENS MÄN está conformada por Hans Hjelm [guitarra], Mattias Indy Pettersson [batería y percusión], Mikael Tuominen [guitarra y bajo], Magnus Öhrn [bajo], Peter Erikson [sintetizador y caja de ritmos] y Gustav Nygren [guitarra y clarinete]. Este disco se gestó desde fines de mayo en el legendario Silence Studio (donde ha trabajado gente como BO HANSSON y el grupo MOTORPSYCHO), y a partir de varias sesiones de ensayo que generaron 13 horas de música se escogió el repertorio aquí contenido. El título del disco quiere decir duro como el hueso en el idioma español. Es una grata sorpresa que en los cuarteles de KUNGENS MÄN se haya contado con suficiente fuelle creativo para completar este nuevo disco, el cual sale al mercado solo siete meses después de su trabajo predecesor “Chef”; entonces, vamos ahora a repasar los detalles de “Hårt Som Ben”, ¿vale?

La pieza homónima es la que justamente abre el álbum, y su misión consiste en mezclar la densa viscosidad del post-rock y la tensa garra del stoner dentro de una capa sonora tejida por el brío sugerente muy propio del paradigma space-rockero. Los matices filudos aportados por los solos de guitarra (a medio camino entre los modelos de JIMI HENDRIX y de MANUEL GÖTTSCHING) y los parajes calculados donde el bajo hace resaltar sus cavernosas cadencias ayudan a generar una variedad atractiva durante el encauzamiento del jam básico. Luego sigue ‘Måttanpassad Minneslucka’, pieza que nos lleva de frente al krautrock sintetizado de unos HARMONIA o de los CLUSTER de la fase 1974-6. Si bien la caja de ritmos y las tenues capas de sintetizador conforman la fuerza ordenadora de la pieza, es el bajo el instrumento protagónico al establecer un groove robóticamente reiterado desde el cual se refuerza el swing programado en curso. Los retazos de las guitarras añaden un recurso de misterio al asunto. ‘Evigetern’ cierra la primera mitad del repertorio con un retorno claro y directo al imperio de las guitarras, siendo así que se erige como la pieza más ágil y compacta del álbum; de hecho, resuena como el cénit definitivo del mismo. Esta vez, la garra rockera no se centra tanto en una neurosis aguerrida como la de ‘Hårt Som Ben’, sino más bien en las ondulaciones de una luminosidad serena que oscila entre lo contemplativo y lo introspectivo: el enfoque consiste en explorar la dimensión más etérea de la psicodelia progresiva. Poco a poco, el volumen de los guitarreos múltiples va ascendiendo al modo de un vibrante esplendor que va emergiendo desde detrás de una neblina precedente. De todas maneras, el fulgor sonoro se mantiene firme dentro de una ingeniería sobria. Cuando llega el turno de ‘Rose-Maries Bebis’, el ensamble retorna a las exploraciones electrónicas: en comparación con el segundo tema del disco, éste refleja un paisaje sonoro más árido y grisáceo, en tanto que las capas de sintetizador adoptan un talante más envolvente en sus mecanismos de lúgubre expresividad. Por su parte, el carácter pictórico de los aportes de las guitarras, tal como se había mostrado en el tema #2, aquí acrecienta su talante impresionista mientras exhibe una musculatura nueva. Es como si tres integrantes de GODSPEED YOU! BLACK EMPEROR hubiesen decidido juntarse para remodelar una idea perdida de CLUSTER.

Durando casi 14 minutos, ‘Patriarkivet’ clausura el álbum con un replanteamiento de la espiritualidad contemplativa trabajada en el tercer tema del repertorio, pero con un empuje psicodélico un poco más pronunciado, lo cual le lleva a cierto parentesco con la pieza de apertura. Perserverando en esa matriz musical de psicodelia sutil y tenaz que juega a las variantes de su propia expresividad rockera, el cuerpo recurrente del jam. Así, nos da la sensación de que la misión de esta monumental pieza es la de cerrar el círculo de esta aventura sónica de una manera apropiada y elocuente. “Hårt Som Ben” es, desde nuestro balance general, un disco que ha de ser apreciado como un testimonio de la frescura nueva que el personal de KUNGENS MÄN ha focalizado dentro de su esquema sonoro en sus lanzamientos fonográficos producidos a lo largo de este año 2019 que ya se nos va. La vitalidad y el amor al arte de parte de este grupo es inagotable: a inicios de diciembre hizo una breve gira británica, y desde estos mismos instantes están proyectando nuevas ideas para un próximo disco de estudio. Ciñéndonos a este disco específicamente, lo consideramos como muy recomendable para los amantes acérrimos del rock experimental y progresivo que es tan aguerrido como versátil. 


Muestras de “Hårt Som Ben”.-
Hårt Som Ben: https://riotseasonrecords.bandcamp.com/track/h-rt-som-ben

Friday, December 27, 2019

Segunda jornada de vuelo en el parapente musical de ACTITUD MODULADA




HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Ahora se da el turno de presentar el reciente segundo trabajo fonográfico del colectivo peruano ACTITUD MODULADA, el cual responde al lacónico título de “II”. Publicado por el sello mexicano Azafrán Media y habiendo pasado por el mismo proceso de posproducción que el disco debut en los prestigiosos estudios británicos Abbey Road, “II” exhibe un paso evolutivo muy relevante respecto al de por sí impresionante material registrado en “I” (2018). A lo largo de los seis temas que conforman “II”, la gente de ACTITUD MODULADA ha demostrado un aumento en su cohesión logística instrumental junto a un afianzamiento sistemático de su garra expresiva a través de su caleidoscópica propuesta musical donde se entrecruzan, combinan y remodelan los discursos del rock progresivo sinfónico, el jazz-rock, la fusión afroperuana, la psicodelia y el rock duro melódico. El grupo da muestras de ellos en sus continuas presentaciones en su escena nacional, pero además, en el pasado mes de agosto, se lució a lo grande en el  FestivAlterNativo 2019, realizado en la localidad mexicana de Querétaro. El ensamble conformado por Daniel López Gutiérrez [teclados, Mini-Moog y percusión menor], Jorge Durand [batería y glockenspiel], Diego Sue [bajo], José Salvador Palacios Cussianovich [primera guitarra eléctrica], Alejandro Susti [voz, guitarras electroacústica y eléctrica, y percusión menor], Dante “Choclito” Oliveros [percusión] y Tavo Castillo [flauta traversa, guitarras pedal steel y electroacústica, y percusión menor] se ha mantenido siempre muy prolífico desde sus primeros pasos, en los últimos meses del año 2014. Es por esta razón que el grupo tenía mucho material de reserva tras las sesiones de grabación de su disco “I”, y por ello es que ya muchos estábamos familiarizados con todos los temas incluidos en este nuevo álbum desde hace algunos años. Es más, el grupo está actualmente concentrado en la preparación de su próximo trabajo de estudio, esta vez con el formato de sexteto tras la partida de Oliveros (radicado actualmente en los EE.UU.)… pero ésa será  la trama de otra historia futura. Por ahora, nos centramos en el presente y pasamos a los detalles del repertorio contenido en “II”.

  

‘Circo De Los Lobos’, la canción con más gancho del disco, abre el repertorio con su preclaro despliegue de estilización rockera. Con su letra abundantemente inspirada en el estupor y la ira que producen los sórdidos y corruptos recovecos de las instituciones políticas y legales de los eternamente inmaduros sistemas democráticos latinoamericanos, el ensamble elabora un muy cuidado engranaje musical donde se mezclan el vigor del rock duro y el groove grácil del jazz-rock. El solo final de primera guitarra es fabuloso... pero qué pena que sea tan breve. El segundo tema es ‘Ella’, una generosa exhibición de colores y fulgores jazz-progresivos sobre una cadencia afroperuana. Tras un inicio en clave plácida donde el sintetizador y la flauta introducen un motif sobre el sólido sostén rítmico de las percusiones de Oliveros, la canción se sumerge en una segunda instancia dentro de un encuadre sonoro un poco más filudo. La ocasión está dada para que surja un alucinante solo de guitarra steel antes de que el grupo vuelva al primer motif. El epílogo se centra en un retorno a la intensidad extrovertida, esta vez abriendo un espacio a un hermoso solo de sintetizador que culmina doblándose con la flauta. Con el arribo de ‘9:25’, el ensamble se reduce al cuarteto de López, Palacios, Sue y Durand, dejándose llevar cándidamente por sus inquietudes sinfónicas. Las influencias de GENESIS, PREMIATA FORNERIA MARCONI y YES se hacen notar sin volverse apabullantes. En el interludio del cuerpo melódico, Palacios nos brinda uno de sus solos más hermoso dentro del disco. Siguiendo adelante con el esquema prog-sinfónico, pero esta vez con un talante más tenso (incluso tétrico a veces), emerge ‘Círculos’. Todavía operando como cuarteto, el grupo trabaja con atmósferas sutiles que nos hacen entrever que algo ominoso está maniobrando en la trastienda de nuestras percepciones cotidianas. El modo en que los arpegios de piano se cruzan con los flotantes retazos de la guitarra mientras la dupla rítmica calibra una serie de golpes iniciales que anticipan el complejo swing que habrán de instaurar pronto es un indicio de la antes mencionada tensión a expandirse a través del desarrollo temático. La cosa suena ahora a un híbrido de KING CRIMSON y GENESIS. Hay un giro temático a mitad de camino que permite aliviar un poco la tensión antes de que el pasaje del último minuto y medio nos lleve de regreso a la orbicular tensión inicial. Tenemos en estas dos piezas a sendos puntos culminantes del disco.

  

El penúltimo tema del repertorio es el más extenso del mismo con sus poco más de 9 minutos de duración y se llama ‘Parapente’. Con el septeto en pleno, esta pieza empieza centrado en el estándar afroperuano del landó para articular un swing sobre el cual se apoya un desarrollo melódico manejado con cristalina elegancia. La parte cantada vira hacia un lento jazz-rock en clave bluesera, sutilmente ornamentada con florituras progresivas; la idea es dar la sensación de vuelo para un espíritu concentrado en su propia contemplación del entorno urbano. A poco de pasada la frontera del sexto minuto, hay una tercera sección donde se mezclan los discursos del jazz-fusion de la vieja escuela setentera y la fusión afroperuana. Hay un aura optimista y relajada que inunda al groove vigente hasta llegar a su conclusión. El punto final del repertorio llega de la mano de ‘Purussaurus’, una pieza instrumental explícitamente vigorosa que juega traviesamente con atmósferas inquietantes mientras exhibe su agilidad estructural. Ahora, el ensamble juega con una combinación de psicodelia progresiva y jazz-rock, concretando un ambiente denso que contrasta con la parte final de la pieza precedente. Los momentos puntales del jam central se producen durante los momentos de protagonismo para la primera guitarra, la guitarra steel y el sintetizador, terminando todo con una serie de fieros efectos generados desde el mecanismo de Palacios. Es el cierre ideal para el disco pues su aureola de sofisticada energía da la sensación de que la fiesta musical gestada por el grupo se termina en un momento climático y generosamente rimbombante. “II” es, como señalamos ya en el primer párrafo de la presente reseña. Un gol olímpico a favor de ACTITUD MODULADA: recomendamos este disco al 100% y lo valoramos no solo como un trabajo bien compacto en sí mismo sino también como una promesa de próximas expansiones sonoras en su siguiente álbum de estudio.


Muestras de “II”.-

Thursday, December 26, 2019

O.R.K.: sonido y furia del art-rock del nuevo milenio


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da el turno de O.R.K. y su nuevo álbum Ramagehead, el tercero en su discografía vigente: el disco en cuestión fue publicado durante la segunda mitad del pasado mes de febrero por el sello británico kscope. Este ensamble con sede en Londres está conformado por Lef [canto y teclados], Carmelo Pipitone [guitarras], Colin Edwin [bajos] y Pat Mastelotto [batería]. Tal como se ve en estos datos, el colectivo de O.R.K. está integrado por músicos que tocan o han tocado en una variedad grupos como OBAKE, MARTA SUI TUBI, PORCUPINE TREE, KING CRIMSON y STICK MEN. El esquema sonoro de la banda establece una encrucijada ecléctica entre los modelos del rock pesado de tenor alternativo, el prog-metal, la psicodelia, el grunge sofisticado a lo SOUNDGARDEN y una suerte de prog enérgico y modernizado. Lef, cuyo nombre verdadero es Lorenzo Esposito Fornasari, y Edwin son los autores alternados de las letras de las canciones, mientras que la música surge de las interacciones y arreglos de los cuatro integrantes. 
“Inflamed Rides” y “Soul Of An Octopus”, del 2015 y 2017, respectivamente, fueron los discos precedentes, y ahora Ramagehead” nos brinda un trabajo que, según muchos, es el mejor que ha hecho este grupo hasta el momento. Veamos ahora los detalles del mismo.



Sobrepasando la frontera de los 4 ½ minutos en su duración total, ‘Kneel To Nothing’ abre el disco con aires híbridos de los PORCUPINE TREE de la etapa 2002-9 y los SOUNDGARDEN de la etapa 1994-2012, con algunos toques a lo ANATHEMA. De hecho, el canto de Lef resuena claramente como un intermedio entre la garra furiosa de un Chris Cornell y el pesimismo airado de un Vinvent Cavanaugh, mientras el bloque instrumental remece el esquema melódico en curso ágilmente sobre un llamativo groove situado en una mezcla de rock pesado y stoner. Aquí hay bastante gancho para empezar, pero la gente de O.R.K. quiere empezar a desplegar las aristas más sofisticadas de su ideario artístico cuanto antes y para ello emerge acto seguido ‘Signals Erased’, una canción que sustenta una atmósfera similar a la de la pieza inaugural, pero con un swing un poco más exquisito (sobre un tempo de 6/8) y unos aguerridos factores rockeros que se proyectan hacia una emotividad incendiaria. La comunión entre el contundente nervio del paisaje instrumental y el canto es total, lográndose así gestar un cénit para el álbum. El tercer tema del repertorio se titula ‘Beyond Sight’ y pasa a una expresividad un poco más serena, pero una renuncia de la furia: se trata más bien de una exhibición más atenuada de la misma con el propósito de incluir matices de un talante reflexivo. El empleo de la guitarra acústica en el prólogo marca lo que será un desarrollo temático firmemente delineado. Para cuando llega el turno de ‘Black Blooms’, el grupo cuenta con la participación especial del invitado Serj Tankian (SYSTEM OF A DOWN) al canto. Siendo una balada propiamente dicha, esta canción ahonda fehacientemente en la aureola reflexiva introducida en el tema precedente para meterse de lleno parajes de nostalgia: para ese fin, lo lánguido predomina en el arreglo general de la instrumentación. Recién en el último tercio alcanza esta canción niveles de poderosa musculatura sónica, aunque este recurso sirve para realzar el espíritu general de la canción, no para romper con él. ‘Time Corroded’ se apoya sobre un compás de 7/8 para elaborar un cadencioso swing que abre puertas a una interesante mezcla de los climas de las canciones #2 y #4 (con prioridad de la última). Los arquitectónicamente refinados arpegios de la guitarra acústica y los ornamentos armónicos del teclado se contraponen a la intrincada labor de la batería de Mastelotto; de hecho, esta última sirve de garante para la recta consolidación de los pasajes más agresivos. Suena a un punto intermedio entre THE MUTE GODS y ANATHEMA, con alguno guiños a PORCUPINE TREE y, tal vez, también a los MARILLION del nuevo milenio.  La cellista Eleuteria Arena aparece como colaboradora. Es tal vez la canción más señorial del álbum. 

‘Down The Road’ comienza focalizándose en aires de balada acústica al estilo de PORCUPINE TREE con el rol protagónico de la guitarra acústica en la base armónica, ocasionales aportes de teclado y una masiva relevancia de arreglos corales. Más adelante entran a tallar arreglos percusivos, un factor que abre las puertas a la intervención del ensamble en bloque para darle una aureola más densa y más etérea al dramatismo propio de la canción. Hay un gancho extraño pero, a la vez, contundente que nos hace desear que durara más de los poco más que de 4 ½ minutos que el grupo otorgó a esta canción, especialmente porque su epílogo está signado por un hipnótico groove modernista. Dicho sea de paso, también nos hubiese encantado que ‘Signals Erased’ y ‘Time Corroded’ duraran más de lo que lo hicieron. La trilogía final del repertorio está conformada por ‘Some Other Rainbow (Pt. 1)’, ‘Strangled Worlds’ y ‘Some Other Rainbow (Pt. 2)’. En estos últimos 11’20” del disco, la gente de O.R.K. se centra en la labor de ajustar las últimas tuercas de su modelo sonoro a la par que le inyecta recursos de sofisticación musical en base a lo progresivo. Siendo una parca balada con apariencia árida, ‘Some Other Rainbow (Pt. 1)’ hace gala de los matices misteriosos que emanan de la base de piano mientras se deja envolver por flotantes capas de sintetizador que le dan una aureola grisácea al asunto. ‘Strangled Worlds’ se centra en un híbrido de pop-rock y hard rock al estilo de los PORCUPINE TREE de fines de los 90s. Antes de llegar a la frontera del tercer minuto emerge un puente melancólico que emula de cera al espíritu de la canción precedente, lo cual prepara el camino para la explosiva sección final. ‘Some Other Rainbow (Pt. 2)’, con sus poco más de 5 ½ minutos de duración, es la canción más larga del disco. Su groove y sus atmósferas centrales articulan una síntesis de los ambientes predominantes en las canciones #4, #5 y ‘Strangled Worlds’. Los vuelos instrumentales del intermedio, guiados por el cello (también de Eleuteria Arena) sobre un pavimento bien cimentado por la dupla de Edwin y Mastelotto, llevan al núcleo temático de la canción hacia su clímax conclusivo con una consistencia milimétricamente calculada, algo que aligera bastante la desnuda densidad emocional con la que había comenzado esta trilogía de cierre.  

“Ramagehead” es, ante todo, un disco de rock con ambiciones artísticas mientras se pone al servicio de la expresión de los diversos matices y aspectos que tienen la furia y la garra del espíritu humano. Muchas gracias al personal de O.R.K. por brindarnos un disco tan ameno y potente.


Muestras de “Ramagehead”.-


Tuesday, December 24, 2019

El espíritu de la vida musical del maestro FRANK WYATT



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy es el turno de un disco muy pero que muy especial, uno hecho por FRANK WYATT con la colaboración de una muy nutrida lista de colaboradores y amigos músicos de toda la vida. El mayor aporte de este músico especializado en teclados y vientos – aunque la mayor parte de su vida profesional la realizó en el oficio de San José de Nazaret – estuvo en su membrecía en la legendaria banda HAPPY THE MAN y los proyectos derivados ulteriores PEDAL GIANT ANIMALS y OBLIVION SUN. El disco que ahora reseñamos está firmado por FRANK WYATT & FRIENDS y se titula “Zeitgeist”: publicado en el primer día del pasado mes de noviembre por el sello independiente Crafty Hands Music, su repertorio de 10 temas fue compuesto íntegramente por WYATT, quien se encarga exclusivamente del piano y los sintetizadores. Muchos de los cooperantes son viejos colegas de HAPPY THE MAN: Stan Whitaker [guitarras y voz], Kit Watkins [teclados], Rick Kennell [bajo], Mike Beck [percusión], Cliff Fortney [voz], Ron Riddle [batería], David Rosenthal [teclados] y Joe Bergamini [batería]. También colaboran el baterista Bill Brasso, el bajista David Hughes, el baterista Chris Mack, el teclista Andrew Colyer y Peter Princiotto (sitar), el mismo que fue miembro fundador de HOWEVER a fines de los 70s. De hecho, entre ese último y WYATT se hicieron las orquestaciones para la suite que cierra el álbum. El disco fue inicialmente concebido como un segundo álbum de PEDAL GIANT ANIMALS, pero ahora es lo que es defininivamente. Pasemos ahora a los detalles del repertorio de “Zeitgeist”.


Durando poco menos de 8 minutos, la pieza titular se caracteriza por establecer un cristalino entramado entre un desarrollo temático refinado muy al estilo impresionista y un armazón rítmico sofisticado con trazas jazz-progresivas, todo ello envuelto bajo un fastuoso ropaje sinfónico donde los sintetizadores crean capas y fanfarrias complementarias a las bases del piano. Esta combinación de cromatismo y vivacidad vibra a través de un aura elegante propia de los paradigmas de OBLIVION SUN y de los HAPPY THE MAN del primer álbum. La fuerza de carácter de la batería hace que ésta haga lucir su garbo particular en medio del esquema melódico guiado por el piano. Una excelsa iniciación a esta experiencia. El segundo tema del disco se titula ‘Leaving’ y su primera parte está signada por un ambiente flotante donde las exquisitas bases de piano van ondeando con una sublime gracilidad. La segunda parte establece un dinamismo diferente donde la aureola de extroversión exhibe un fulgor juguetón. Para el breve epílogo, la montura de los teclados recapitula el motif central del prólogo en versión resumida. La dupla de ‘Twelve Jumps’ y ‘Eleventh Hour’ sirve para que los instrumentos actuantes efectúen renovadores recursos sonoros. En el caso de ‘Twelve Jumps’, WYATT y sus colegas de turno exploran unas vibraciones resolutivas muy emparentadas con los paradigmas de NATIONAL HEALTH y de HATFIELD AND THE NORTH, añadiéndose algunos aires de familia con los inolvidables A TRIGGERING MYTH (banda influida por HAPPY THE MAN, dicho sea de paso). También se incluye un breve solo de batería desde el que la pieza se impulsa para darle un redondeo idóneo a su desarrollo temático. Por su parte, ‘Eleventh Hour’ es una semibalada jazz-progresiva que proyecta refinados aires melancólicos dentro de un esquema melódico que se siente alegre. Su vitalidad, a la vez patente y constreñida, se estructura sobre la base del impulso de su propio magnetismo melódico. Una canción muy bella, claro que sí. Tras el ejercicio de sobria melancolía desarrollado en la rotundamente bella canción precedente, viene bien un suntuoso cénit prog-sinfónico como el que se exhibe en ‘The Approach’. Esta pieza goza de una generosa duración de poco más de 8 minutos y su línea de trabajo saca buen provecho de ello, remontándonos a esos clásicos dos primeros discos de HAPPY THE MAN. Tras un pasaje inicial de talante exótico marcado por dinámicos fraseos de sitar sobre una base armónica de sintetizadores, pronto se instaura el hogar para el desarrollo del motif central, el cual serpentea suntuosamente dentro de un sólidamente arquitectónico encuadre combinatorio de romanticismo e impresionismo. El añadido de ciertos matices renacentistas en algunos ornamentos corales sintetizados estratégicamente ubicados en algunos pasajes del desarrollo temático aporta una magia acrecentada al asunto. Como dijimos antes, todo un cénit del álbum. 

‘Fred’s Song’ es un instrumental sosegado donde se exorciza al espíritu de la nostalgia desde una actitud contemplativa. Todo fluye con naturalidad por una corriente musical serena cubierta bajo el manto del cielo de un atardecer otoñal. En ciertos pasajes estratégicos se dan algunos momentos fastuosos, especialmente durante el último minuto y medio, el cual se encuadra dentro de un señorío progresivo muy pulido. Los cuatro últimos ítems son sendas secciones de la suite ‘Perelandra’, portando los sucesivos títulos de ‘To Venus (Mvt. I, Andante)’, ‘The Green Lady (Mvt. II, Allegretto Con Moto)’, ‘The Golden Feast (Mvt.III, Allegro)’ y ‘Blessed Be He (Perelandra Mvt. IV, Presto)’. La suite supera los 25 minutos de duración. Tal como se evidencia en el título, la suite está inspirada en el segundo volumen de la Trilogía Cósmica de C.S. LEWIS. ‘To Venus (Mvt. I, Andante)’ se encuadra en un cruce entre lo intimista y lo opulento, asimilando muchos de los modismos románticos que hallamos en discos de THE ENID. Las notas y bases armónicas van flotando grácilmente cuales sedosas nubes prístinas a través de un hipnóticamente azul cielo de verano. Los parajes más robustos añaden una graciosa tensión al asunto, y a la par, resaltan la jovialidad contemplativa que signa al espíritu general de esta pieza en cuestión. Por su parte, ‘The Green Lady’, asume un talante más ceremonioso mientras recurre a algunos efectos cósmicos y asume el predominio de la aureola reflexiva, tanto para los pasajes centrales de piano como para los ornamentos orquestales que poco a poco irán ganando terreno. El tercer movimiento va contrapelo de lo inmediatamente anterior para establecer una atmósfera ágil y celebratoria, capitalizando con briosa elegancia la fastuosidad explícita del primer movimiento. El asunto suena como una cruza entre los maestro EDWARD ELGAR y GEORGE GERSHWIN. De este modo, ‘The Golden Feast’ prepara fehacientemente el terreno para lo que debe ser el golpe final provisto por el último movimiento, ‘Blessed Be He’. En poco menos de 6 ½ minutos, esta pieza elabora y refuerza un ambiente de colorida solemnidad; con un toque ensoñador y un donaire tremendamente afable, ‘Blessed Be He’ le da un giro más contenido al espíritu jovial.que se habia desplegado con tanta soltura en ‘The Golden Feast’. El clímax concluyente reitera el nexo estilístico con ELGAR. Un gran final para la suite y para el disco.


“Zeitgeist” es un disco que refleja algo más que el espíritu de un tiempo dentro del continuo impulso creativo de FRANK WYATT, es el espíritu de toda su vida musical. Todas estas nuevas composiciones aquí contenidas reflejan un ideario histórico y permanente dentro de lo que WYATT concibe y siempre ha concebido como su visión del rock artístico y ecléctico... progresivo, en una palabra. Este señor, con toda su veteranía, nunca ha conocido la decadencia creativa, y cómo no, sus compañeros de viaje en este disco han estado totalmente a la altura de estas insignes circunstancias musicales. La hermosura esencial de este disco reposa sobre su combinación de majestuosidad, colorido y calidez a través de una sana diversidad de esquemas sonoros: de lo mejor que nos ha dado el prog estadounidense en los últimos años, y con infinita solvencia. ¡¡Recomendado al 500%!! 



FELIZ NAVIDAD 2019 Y UN PRÓSPERO AÑO 2020


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.


En este 24 de diciembre tenemos como protagonista al maestro guitarrista indonesio DEWA BUDJANA, un señor músico cuya obra solista, focalizada en el jazz-progresivo, ha tenido varias veces tribuna en nuestro blog. Debido al significado de esta fecha para la cultura cristiana, aprovechamos la ocasión para publicar aquí un vídeo de BUDJANA que data del Día de Navidad del año 2016, donde aparece tocando dos canciones navideñas: ‘Gloria In Excelsis Deo’ y ‘Santa Claus Is Coming To Town’. En clave de jazz-fusión con base acústica y con la compañía de los músicos Jalu Pratidina (percusiones) y Saatsya (vientos), estas dos piezas adquieren un candor especial que intensifica con especial fulgor su luminosa expresividad.

La carrera musical de DEWA BUDJANA, virtuoso guitarrista y compositor nacido en la localidad de Waikabubak el 30 de agosto de 1963, tiene una larga trayectoria en tanto que es integrante del grupo GIGI, que es uno de los más afamados dentro de la escena pop-rock de su país. Más bien, en su carrera solista, él da rienda suelta a sus inquietudes más sofisticadas, las cuales se adentran de lleno en los discursos del jazz-fusión y el jazz-rock con talante progresivo. Discos como “Dawai In Paradise” y “Joged Kahyangan” – de los años 2011 y 2013, respectivamente – le abrieron las puertas a un público más amplio a lo largo del mundo, especialmente bajo la intervención del sello MoonJune Records. En su disco del año 2014 “Surya Namaskar”, contó con las ilustres colaboraciones de Jimmy Johnson y Vinnie Colaiuta, mientras que su álbum doble “Zentuary” (2016) encarna una de sus obras más ambiciosas. “Mahandini” (2018) completa una trilogía de puro esplendor sonoro dentro del versátil sendero jazz-progresivo. En el presente año 2019, la asociación que hizo con su compatriota TOHPATI gestó un hermoso disco titulado “Janapati”, el mismo que habremos de reseñar pronto aquí. 

Vayamos ahora a las dos composiciones recogidas en este vídeo navideño. ‘Gloria In Excelsis Deo’ es uno de los muchos salmos privados (psalmi idiotici) de composición anónima hechos bajo el modelo del Salterio (Libro de Salmos), los cuales fueron muy extendidos a lo largo de los siglos II, II y IV de nuestra era. De hecho, este himno en particular se convirtió en un cántico fijo en los rezos mañaneros, y aún hoy en día sigue siendo habitual su canto en los ritos ortodoxos griegos. La traducción al latín de este himno es atribuida al obispo San Hilario de Poitiers (quien vivió entre inicios del siglo IV y el año 368), como parte de la Vetus Latina, una selección de textos bíblicos traducidos desde la lengua griega a partir de la Biblia Septuaginta. Por lo general, en el contexto del ritual cristiano católico, este himno se canta en las misas después del Kyrie. Según las instrucciones estandarizadas de la Iglesia de Inglaterra, se deja este cántico para las instancias finales de la misa. En cuanto a las misas de la Iglesia Luterana, este himno se canta durante la liturgia eucarística.

En cuanto a ‘Santa Claus Is Coming To Town’, su origen es mucho más reciente: se trata de un estándar navideño estadounidense gestado por John Frederick Coots y Haven Gillespie, del año 1934. Su primera difusión radial tuvo lugar en el programa de Eddie Cantor, en noviembre de ese año 1934, convirtiéndose en un hit instantáneo con una venta de 300,000 ejemplares en un lapso de 24 horas. La versión de esta canción que grabó George Hall and His Orchestra para el sello Bluebird Records fue un bombazo navideño, pero un par de meses antes ya existía una grabación de esta canción a cargo del banjista Harry Reser y su banda, con Tom Stacks al canto. Lanzada al mercado en diciembre, fue un éxito de ventas aún mayor que la versión más suntuosa de George Hall. En setiembre del año siguiente, la canción volvió a ser un éxito de ventas de la mano de Tommy Dorsey & His Orchestra, con el dúo de Cliff Weston y Edythe Wright en la parte vocal. También hay versiones muy celebradas de parte de Bing Crosby, The Andresw Sisters, The Four Seasons, además de una versión especial a cargo de The Crystals que fue incluida en el disco de 1962 “A Christmas Gift for You from Phil Spector”, bajo la producción del propio SPECTOR. El encanto de la letra está en su simple llamado a la solidaridad para con quienes menos tienen, incluso en un país que todavía sufría los embates de la Gran Depresión.

He aquí el vídeo de la actuación de DEWA BUDJANA: https://www.youtube.com/watch?v=sZMTLV2yiiI


¡FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO 2020 PARA TODOS!