Wednesday, December 30, 2020

Un nuevo lugar para el veterano e inagotable genio de PAT METHENY



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy disponemos de una ocasión melómana muy especial porque es el turno del último disco del maestro PAT METHENY, el cual se titula “From This Place”, el cual fue publicado, tanto en CD como en vinilo doble por el sello Nonesuch Records, el pasado 21 de febrero. Este incombustible maestro del jazz contemporáneo y ecléctico que nació en la localidad de Lee’s Summit, Missouri el 12 de agosto de 1954, sigue adelante explorando, remodelando y revitalizando sus visiones e intuiciones estéticas. METHENY se hace cargo de todas las guitarras y algunos teclados, dejando el piano para Gwilym Simcock. Con la dupla rítmica del baterista Antonio Sanchez y la contrabajista Linda May Han Oh se completa el grupo de apoyo. Pero es que además de eso, METHENY cuenta con un ensamble orquestal dentro del entramado sonoro diseñado para “From This Place”: un gran colectivo a cargo de las cuerdas, maderas y bronces. Colaboradores ocasionales son Meshell Ndegeocello (canto), Gregoire Maret (armónica) y Luis Conte (percusión), y para añadir más fastuosidad al asunto, también se hace presente varias veces la Hollywood Studio Symphony, bajo la dirección de Joel McNeely. Tal como lo confiesa METHENY en los créditos del álbum, la idea central del concepto orientado a la gestación de esta hermosa y ambiciosa obra fue la de crear ideas melódicas y atmósferas que permitiesen al oyente evocar las lujosas atmósferas tan propias de la música para películas, y eso exigía, por lo menos, en la mayor parte del tiempo, la participación de un ensamble orquestal. Para el maestro PAT, este disco es la manifestación de una culminación de sus principales trayectos creativos: el espíritu mágicamente viajero del legendario PAT METHENY GROUP y los experimentos más vanguardistas de los últimos años (p.e., UNITY BAND), además de rendir honores a algunos de sus héroes de siempre como Don Sebesky, Herbie Hancock y Ron Carter.* Así pues, se hacía obligatoria una agenda de trabajo de carácter ampuloso y fastuosamente estilizado; veamos ahora los detalles específicos de este disco.    


  

Durando poco más de 13 ¼ minutos, ‘America Undefined’ abre el disco, muy a lo grande, comenzando con aires contemplativos y etéreos, para luego ir desarrollando pasajes marcados por una cristalina elocuencia a lo largo del camino. Siendo tan imponente la complejidad del groove general de la pieza, ésta es manejada con un nervio delicado, siendo así que la batería sabe en qué pasajes estratégicos debe dar un paso atrás, y también resultan muy importantes las vibrantes florituras de contrabajo en medio de las que se espera que la guitarra y el piano hagan mientras la pieza establece con pletórica gallardía su esencial magnificencia. Poco antes de llegar a la frontera del octavo minuto, el lima se torna introvertido con ciertos matices crepusculares; es así que el lirismo reinante adquiere tonalidades grisáceas que son meticulosamente realzadas por los impresionistas arreglos de cuerdas. Un momento de misterio en medio de la luminosidad dominante, la misma que retorna en los últimos minutos con un aura magníficamente ceremoniosa; estos seis últimos minutos de la pieza han derrochado un espíritu cinematográfico tremendamente envolvente. Como dijimos antes, el disco comienza a lo grande con una actitud tan cómoda y segura que ya casi parece magia más que arte musical, propiamente dicho. Sigue a continuación ‘Wide And Far’, una pieza determinada a elaborar un cálido retrato de refinada extroversión. Los fraseos de la guitarra son enérgicos en espíritu, aunque su concreción está planificadamente delicada, fluyendo como un riachuelo lento a través de su conmovedora musicalidad. La batería, definitivamente, se hace notar enormemente dentro del bloque sonoro global. ‘You Are’ ostenta un moto perpetuo (guiado por el piano) bastante parco en su estructura, pero que en manos del ensamble se convierte en un sublime ejercicio de sutilezas que se sitúa a medio camino entre el minimalismo y el impresionismo. Una pieza que exhibe su hermosura esplendorosa haciendo lucir su luz inherente de a pocos hasta que llega el momento de la última nota de piano. Por su parte, ‘Same River’ sigue en buena medida la huella trazada por el segundo tema del álbum, pero con un talante más melancólico, siendo así que los arreglos de cuerda y la exuberancia elegante de la batería operan como contrapeso de vivacidad para los aires de añoranza que inconfundiblemente brotan de la guitarra y del piano.

Los siguientes 14 ¾ minutos del álbum están ocupados por la dupla de ‘Pathmaker’ y ‘The Past In Us’, dos temas muy contrastados entre sí respecto a sus espíritus expresivos. El primero de estos temas exuda frontalmente un espíritu alegre, muchas veces penetrado por una saltarina jovialidad. Los diálogos entre guitarra y batería conforman un clímax muy dinámico para la esta pieza en cuestión, pero son los momentos centrados en el matrimonio de guitarra y orquesta los más propiamente emblemáticos de su estructura temática. El segundo de ellos, tal como elude en el propio título, está focalizado en un temple más sereno, incluso nostálgico, expuesto a un remanso contemplativo cuyos cimientos están asentados por la amalgama de piano y ensamble de cuerdas. La armónica, casi protagonista, entra a tallar y pone sus sobrios colores a disposición de la construcción de un refinado diálogo con la guitarra cuando el cuerpo central ya ha instalado un patrón melódico reconocible. Las notas y las bases armónicas van como flotando lentamente a través del cielo que corona los pensamientos del oyente empático. ‘Everything Explained’ se revela como una pieza muy bien estructurada, apuntalada por la estructura razonablemente rigurosa de su esquema melódico. Las joviales vibraciones emanadas del tempo y concretadas por la dupla rítmica con diáfana exuberancia son relevantes para que el vitalismo reinante se mueva  sus anchas a través de cada nota y cada paso. El octavo tema del disco es el que precisamente la da título; también es el más breve del mismo con sus poco menos de 4 ¾ minutos de curación. Básicamente, se trata de un balada que exhibe un talante crepuscular con un exquisita delicadeza, otro momento de lúcida introspección que es uno de los muchos puntos fuertes de este maestro. ‘Sixty-Six’ es un título muy simpático para el noveno ítem del disco porque hace alusión en su título a la edad que el maestro METHENY cumplió este año. Se trata de un tema razonablemente colorido sin llegar a ser realmente fastuoso: las capas orquestales se sienten bastante imponentes a lo largo del sencillo desarrollo temático, y también es de destacar un bello y señorial solo de contrabajo que emerge a mitad de camino para posicionarse como interlocutor legítimo de l guitarra en lo que queda por hacer. Aquí la idea es expresar una actitud celebratoria con una actitud refulgentemente ceremoniosa. 


‘Love May Take A While’, que dura casi 6 minutos, es el bonus track de la edición especial: su talante es reflexivo e introspectivo, siendo así que el núcleo temático dirigido por la guitarra está debidamente arropado por los arreglos orquestales. Todo esto fue lo que se nos brindó en “From This Place”, 76 minutos y medio de refinada y meticulosa belleza musical en su estado más trascendental. Con este disco, el maestro PAT METHENY ha establecido el asentamiento de un nuevo territorio dentro de su muy curtido cosmos musical. Según parece, dentro de poco publicará un nuevo disco, el cual ya tiene adelantado el título de “Road To The Sun” por lo que podemos seguir sintiéndonos afortunados por que su estado de gracia creativa siga rindiendo frutos a este ritmo tan irrefrenable. Por lo pronto, “From This Place” se ha destacado como una de las obras más notables dentro de la escena jazzera mundial del año 2020.


Muestras de “From This Place”.-


Tuesday, December 29, 2020

JOHN GREAVES: memorias de un rito de pasaje del año 1993



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Hoy tenemos el gran honor de presentar una publicación de nuestro bajista favorito de todos los tiempos: JOHN GREAVES. Se trata de “Passage Du Nord Ouest”, un registro en vivo de un concierto que tuvo lugar en París en el local justamente llamado Passage Du Nord Ouest el 22 de noviembre de 1993. El sello italiano Dark Companion realizó la publicación de este ítem el 10 de julio pasado, con un tiraje limitado de 300 ejemplares, y lo hizo para conmemorar la llegada del maestro GREAVES a la venerable edad de 70 años (nació en la localidad galesa de Prestatyn el 23 de febrero de 1950). Este excelso músico y compositor pasó por las filas de HENRY COW, NATIONAL HEALTH, SOFT HEAP, y más recientemente, THE ARTAUD BEATS… o sea, es todo un veterano del prog vanguardista RIO, del Canterbury y del jazz-rock contemporáneo. Pero también tiene una trayectoria solista donde explora el formato de canción dentro de diversas variantes de rock experimental, así como atmósferas vanguardistas con talante avant-jazzero, y en este concierto ambas facetas son las más presentes. Aquí encontramos piezas de los discos “Accident”, “Parrot Fashion”, “La Petite Bouteille De Linge”, así como de su entonces reciente disco a dúo con David Cunnighman, y cómo no, del disco “Kew.Rhone.” que hizo conjuntamente con Peter Blegvad y Lisa Herman poco antes de unirse a las filas de NATIONAL HEALTH. En este concierto, GREAVES se hizo cargo del bajo, el piano y el canto, teniendo la compañía de Sophia Domancich (piano), el antes mencionado David Cunningham (guitarra eléctrica, kalimba y efectos electrónicos), Paul Rogers (contrabajo), Peter Kimberley (percusión y coros) y François Ovide (guitarra acústica). La edición de “Passage Du Nord Ouest” está dedicada a las memorias del director artístico Michel Pintenet y de François Ovide, a quien conocemos principalmente por haber sido integrante de GWENDAL. La pianista Sophia Domancich fue efímeramente integrante de HATFIELD AND THE NORTH, del proyecto de Pip Pyle EQUIPE OUT y del quinteto de ELTON DEAN, además de tener una trayectoria solista. Cunningham es también un veterano en diversos grupos y proyectos solistas, además de un académico. GREAVES se ha rodeado de gente con el adecuado espíritu aventurero. Veamos ahora los detalles de lo que está contenido en “Passage Du Nord Ouest”.
 
Todo se inicia con la dupla de ‘One Summer’ y ‘The Price We Pay’, rectamente diseñada para ilustrar buena parte de las ambientaciones y estrategias sonoras que habrán de predominar a lo largo del evento. El primero de estos ítems es un preludio de kalimba y piano que nos conduce al segundo, signado por una atmósfera evocadora y señorial. Pasamos, entonces, de una suntuosidad circunspecta a un ensueño impresionista. Las cosas se sueltan un poco más con la secuencia de ‘The Mirage’, ‘The Magical Building’ y ‘Almost Perfect Lovers’. El primero de estos temas 
se explaya en una atmósfera onírica no exenta de cierta aureola misteriosa; dentro de este enfoque, las capas electrónicas minimalistas que emergen de la guitarra asientan el terreno para las sobrias florituras del bajo y el parco canto de GREAVES. Ya para la sección epilogar, el centro temático vira hacia un terreno situado entre lo sombrío y lo majestuoso, y para ello es crucial el rol de los soundscapes conclusivos. Por su parte, ‘The Magical Building’ establece un clima ceremonioso donde la imponente fastuosidad con la que fluyen las bases armónicas del piano arma un efectivo diálogo con el canto solemne de GREAVES. A mitad de camino, el piano abre una vía hacia un sendero de formas libres con las que se establece el fundamento para otro ejercicio de vibraciones ensoñadoras. Cuando el bajo de GREAVES retoma un rol protagónico con la compañía de las texturas de contrabajo, se anuncia el comienzo de ‘Almost Perfect Lovers’, una canción que capitaliza el señorío de la anterior y le añade una garra especial. El esquema compositivo es un poco más complejo, aunque no rompe para nada con el clima crepuscular predominante; en todo caso, la sofisticación jazzera se implanta con cristalina autoridad. Esta tríada es todo un cénit del disco. Cuando llega el turno de ‘Solitary’, el ensamble actuante opera con un groove blues-jazzero que resulta bastante llamativo. Con el bajo y el piano asociados en el armazón del swing, la guitarra acústica puede soltarse para crear fraseos envolventes alrededor del canto de GREAVES. ‘Dedans (Rose C’est La Vie)’, canción cantada en francés, se caracteriza por establecer un delicado ejercicio de dramatismo que se atenúa bajo su ropaje introspectivo y contemplativo. Así las cosas, ‘Deck Of The Moon’ se desvía por un sendero de agilidad jovial y delicado lirismo: muy cercano a los mundos de AL STEWART y SIMON & GARFUNKEL, pero con su obligatorio toque de jazz-fusion. Los fraseos de la guitarra acústica y el sensual groove de la percusión destilan un colorido muy conveniente para le espíritu esencial de la canción. 

 
‘For Bearings / Silence’ y ‘Kew Rhone’ son dos de las composiciones más emblemáticas de la larga carrera de GREAVES (coescritas con su colega de varios proyectos Peter Blegvad), y no podían estar ausentes en este concierto. El primero de estos temas impone un señorío contemplativo donde los pasajes de piano envuelven al canto en primer lugar, para luego amalgamarse con el bajo que habrá de entrar en acción poco después. Los pasajes finales muestran a la guitarra acústica añadiendo un colorido particular al ceremonioso dramatismo en curso. ‘Kew Rhone’ prosigue por esta senda de magnificencia contemplativa; el bajo llena los espacios dejados por el piano mientras la guitarra dialoga con éste de una manera sobriamente enérgica. ¡Dos momentos fundamentales del concierto! ‘The World Tonight’ es una balada cálida y gentil edificada bajo un ropaje crepuscular, el manifiesto definitivo de la faceta más contemplativa del repertorio; ‘Lullaby’ exuda una gentileza más pronunciada, además de un aura de jovialidad. Ya nos acercamos al final del evento cuando llega el turno de ‘Swelling Valley’, una canción penetrada por una imponente solemnidad, la misma que seguirá arropando de forma consistente a ‘How Beautiful You Are’, una canción que se caracteriza por una combinación de entrañable candidez y agridulce melancolía. Los oleajes del piano ostentan una irresistible firmeza espiritual. ‘Karen’ clausura adecuadamente el hechizo musical que ha tenido lugar a lo largo de este hora y cuarto con su manera de elaborar un clima juguetón sobre la base de un desarrollo temático bastante grácil. El truco está en el groove tanto como en el canto asertivo de GREAVES. Todo esto es lo que nos ha brindado en este entrañable documento que JOHN GREAVES y sus ilustres compinches musicales crearon para evento que quedó registrado en “Passage Du Nord Ouest”. Un ítem fonográfico rebosante de magia, uno de los testimonios fonográficos más exquisitos del año 2020. 

Sunday, December 27, 2020

La magnificencia de los residuos de HERD OF INSTINCT



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Hoy tenemos el agrado de usar este espacio para presentar la más reciente publicación de HERD OF INSTINCT, que se titula “Unravel” y tiene un carácter muy especial. Resulta que no es un disco nuevo per se, sino de una selección de temas que fueron dejados de lado en los discos anteriores (desde el álbum homónimo de 2011 hasta “Incantation”, del año 2019) y alguna que otra grabación reciente. En un ejemplo peculiar del primer caso, tenemos que el tema que abre este repertorio es el que titula al segundo álbum de la banda, a la sazón, “Conjure”…, y no entró en el mismo. (Bueno, también conocemos casos del pasado como ‘Houses Of The Holy’ de LED ZEPPELIN y ‘Brain Salad Surgery’ de EMERSON, LAKE & PALMER). Mark Cook [Warr Guitar, bajo sin trastes, guitarra eléctrica, teclados, percusión, efectos, sampleos y programación de ritmos] es el único músico omnipresente en el repertorio de “Unravel”, con Jason Spradlin [batería, percusión y programación de ritmos] estando presente en todos los temas menos el último. Bill Bachman es el encargado de la batería en ese tema en particular. La lista de los demás colaboradores que van y vienen es bastante nutrida, incluyendo a miembros oficiales del pasado: Gayle Ellett (mellotrón, sintetizador Moog, órgano Hammond y piano eléctrico Fender Rhodes), Joel Adair (trompeta), Bob Fisher (flauta), Joe Blair (guitarra lap Steel), Mike Davison (guitarra acústica de 12 cuerdas), Eric Yacula (efectos electrónicos y sampleos), Stephen Page (violín), Rick Read (Chapman Stick), Markus Reuter (U8 Touch Guitar) y Dave Streett (bajo). Este disco fue publicado a mediados de octubre pasado; todas estas piezas que datan entre los años 2011 y 2020 fueron grabadas en Arlington (Texas) y Topanga (California). Las labores de mezcla y masterización estuvieron a cargo de Mark Cook. Veamos ahora los detalles del repertorio contenido en “Unravel”.

Tal como dijimos más arriba, ‘Conjure’ es la pieza encargada de abrir el álbum. Sus aires de hibridación entre los mundos de los STICK MEN y GORDIAN KNOT comienzan apoyándose sobre un complejo groove tribal para luego impulsarse sobre otro un poco más directo. A lo largo del camino se van alternando pasajes filudos y otros más contenidos, logrando con ello que este encantador ejercicio de psicodelia progresiva sazonada con ambientes space-rockeros encuentre algunos pasajes cálidos a lo largo de su trayecto. Luego sigue el extenso ítem de 10 ¾ minutos de duración ‘Alice Krige Parts 1 & 2’: hasta ahora, solo conocíamos la Primera Parte, también incluida en el disco que mencionamos unas líneas más arriba. Lo que tenemos aquí es un despliegue de atmósferas cósmicas instauradas sobre un groove étnico y arropadas bajo un clima cósmico de talante electrónico. En una primera instancia, las cadenciosas pulsaciones de las percusiones programadas arrastran al bloque instrumental por un ambiente ritualístico; luego, las percusiones se detienen y emerge un breve interludio signado por excelente florituras de flauta, el cual, a su vez, abre la puerta a poderoso jam en clave de heavy prog. Para el epílogo, volvemos al ritual percusivo inicial pero con un tenor más suntuoso, algo que es oportunamente acentuado por la trompeta. Los ornamentos de teclado  ‘Torso’ se asienta bastante cómodamente sobre el terreno del jazz-prog con ribetes Crimsonianos y leves coqueteos con el jazz-fusion. Tras un denso y breve preludio marcado por un omnívoras capas de mellotrón, emerge el poderoso y magnético cuerpo central que ostentosamente se apoya en el groove creado por la dupla rítmica mientras los fraseos de la guitarra se encargan de darle un colorido extra al asunto. ‘National Anthem’ prosigue en parte por esta senda del jazz-prog ecléctico, pero con una intervención más relevante de recursos sintetizados y cibernéticos en clave space-rockera dentro del armazón instrumental, el cual porta iguales dosis de espesor y gracilidad. La atmósfera general es flotante con sus matices oportunos de musculatura: aquí hay aires de familia con los DJAM KARET de la fase 2017-2019. El quinto tema del álbum se titula precisamente ‘Unravel’ y, en lo básico, maneja una remodelación del clima principal de la pieza de entrada, pero recibiendo un claro empuje de las facetas más vigorosas de los dos temas precedentes. El nervio de los guitarreos, tanto en los riffs como en los cósmicos fraseos que entran a tallar de vez en cuando, se hace notar más en medio de la generosa gama de teclados operantes.

  
En la secuencia de las dos piezas precedentes hemos disfrutado de un momento realmente culminante del álbum, pero lo que se nos viene con ‘Furnance’, que con sus 11 minutos de duración, es la pieza más extensa del álbum, es el cénit definitorio del álbum. Aquí está el maestro Reuter como invitado y el ensamble actuante está dispuesto a explorar, según sus coordenadas estilísticas, una modalidad progresiva de space-rock que incluye elementos de stoner. Comenzando sobre un compás de 10/8 y pasando luego al 4/4, el ensamble explora un combinación incendiaria de exorcismo, erupción volcánica y furiosa tormenta. Las cadencias razonablemente machaconas de la batería permiten a las dos guitarras (Warr y Touch) confiar en el terreno que pisan mientras dialogan con férreo ímpetu. Para la sección final, el jam varía hacia un cadencia un poco más calmada donde los músicos buscan calmar las aguas y asentarse seriamente en la orilla donde todo tendrá que acabar. Hay que ver con cuánta velocidad volaron los minutos de esta estupenda pieza. ‘The Plot’ cierra el disco con un evocador ejercicio de Crimsonismo sazonado con aromas de DJAM KARET y de GORDIAN KNOT sobre una ingeniería rítmica compleja. En algunos pasajes estratégicos, el ensamble desarrolla unos pasajes calmados para añadir un halo de misterio a la densidad reinante. La grandeza de este tema le permite lucirse en el momento final aún tras el tránsito por tormentosos cauces de fuego que supuso ‘Furnance’. En resumen, todo este catálogo recogido en “Unravel” es una serie de maravillosos viajes musicales que nos muestra una perspectiva más amplia del embrujo musical que es capaz de crearse desde el laboratorio de alquimia de HERD OF INSTINCT, uno de los referentes más relevantes de la avanzada estadounidense del último decenio. Parece mentira que este disco sea, literalmente, una recopilación de residuos más algún jam adicional; tengamos en cuenta este detalle crucial a la hora de apreciar la concreción y el desarrollo de la voz musical de HERD OF INSTINCT dentro del gran escenario mundial y multivalente del rock progresivo, una voz pletórica de vigor y de magnificencia.

 
 
Muestras de “Unravel”.-
Conjure: https://herdofinstinct.bandcamp.com/track/conjure
Furnance: https://herdofinstinct.bandcamp.com/track/furnance
The Plot: https://herdofinstinct.bandcamp.com/track/the-plot

Friday, December 25, 2020

Evocando el ciclo musical de NIRGAL VALLIS como legado de gran alcurnia para la historia progresiva mexicana



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión tenemos el gratísimo honor de hacer una retrospectiva sobre uno de los hitos indiscutibles e inapelables de la escena progresiva mexicana de los 80s: “Y Murió La Tarde” de NIRGAL VALLIS. En este disco que tiene una historia muy peculiar en cuanto a su gestación y su presentación definitiva al público, el personal original de NIRGAL VALLIS estaba conformado por José Luis Fernández Ledesma [pianos acústico y eléctrico Fender Rhodes, sintetizadores, jarana, kalimba, flautas dulces y guitarra acústica de 12 cuerdas], Ramón Nakash [violines acústico y eléctrico, mandolina y flauta dulce tenor], Claudia Martínez de Alba [voz], Alejandro Schmidt [guitarras eléctrica, acústica y de 12 cuerdas] y Rafael González [batería y percusión]. El nombre del quinteto enuncia una estructura geológica del planeta Marte que parece un surco fluvial. Tres de sus integrantes eran amigos desde los tiempos de la secundaria y la academia de música. Como invitado ocasional aparece Julio Sandoval al bajo y la guitarra acústica en la segunda parte de suite ‘Memorias De Un Cometa’. Ahora bien, una vez pasados muy por deprisa estos datos técnicos sobre este álbum que muchos (incluidos nosotros) consideramos como uno de los máximos estandartes de la movida progresiva mexicana de los 80s, debemos aclarar que la edición en CD que realizó el sello francés Musea Records es la definitiva en tanto que es la más fidedigna a la creatividad realizada por la banda en aquel entonces. Pero en ese entonces, el grupo no contaba con el presupuesto suficiente ni la logística adecuada para producir un LP entero, por lo que, en un inicio, la entidad de “Y Murió La Tarde” se reducía a solamente un lado de un LP publicado en el año 1985, cuyo otro lado estaba ocupado por la obra de ARTURO MEZA y MAJA RUSTIGE “In Principio Erat Verbum”: el sello a cargo de publicar este ítem fonográfico compartido fue Gente De México. El contenido de este medio LP estaba conformado por los temas 1-4 del CD que ahora revisamos. Los temas de NIRGAL VALLIS fueron grabados en un largo lapso entre el otoño de 1984 y el invierno de 1985, en los Estudios G.S. de la capital de México. El grupo duró solo unos cuantos años más, pero no solo tenía otras piezas ya compuestas en su repertorio, sino que también se dio abasto para crear otras nuevas, siendo Fernández Ledesma el principal compositor. De hecho, llegó a registrar un casete titulado “El Orfebre” en 1991, con el formato de cuarteto y solo dos integrantes de la formación original. De todas maneras, el fin de NIRGAL VALLIS no fue el final de su trayectoria, pues el ensamble se reunió para grabar temas con los cuales podía completar el mencionado CD producido por Musea Records, el cual incluye 4 temas más. Ya para el tiempo de esta reunión cuya función consistía en cobrarse una revancha con el destino, el maestro Fernández Ledesma estaba asentando una trayectoria solista y contaba con un estudio privado, y éste fue utilizado para grabar el resto del material; es aquí que entra en escena el músico Julio Sandoval como invitado ocasional. 


Bueno, veamos ahora el repertorio de esta magna obra. Los primeros 5 minutos y pico del disco están ocupados por ‘La Espera (Un Ser Llamado Muerte)’, un tema profundamente sereno que se enfila por la onda del MIKE OLDFIELD bucólico con aires estilizados que nos remiten a una cruza entre la música de cámara, la faceta lánguidamente introvertida de los PINK FLOYD de la etapa 73-75 y una espiritualidad ambiental con ribetes cósmicos. Un comienzo no muy impactante en el sentido más convencional de la expresión, pero que sí pone absolutamente en claro el compromiso de NIRGAL VALLIS por el desarrollo de prístinos climas melódicos y aún más prístinas atmósferas contemplativas. Una mención especial debe ir para la hermosa poesía que ilustra la idea de esta canción de apertura: “Y en su lecho empolvado, tu sombra es su cara, Tu invierno, su piel, bajo su manto ya duermes / Oyendo sus pasos muy cerca de ti.” Luego sigue el tema homónimo, que dura casi 10 minutos y contiene cuatro secciones que reciben los sucesivos títulos de ‘Introducción’, ‘Solsticio’, ‘Luz Hiriente’ y ‘Luz Sangrante’. Todo comienza con una ambientación muy semejante a la del tema de entrada, aunque se nota una intención de derivar esta atmósfera de lirismo envolvente y contemplativo hacia un área más abiertamente épica, teniendo en cuenta que el barroquismo estructural de las orquestaciones de teclado que muy pronto entran a tallar exhiben un preciosismo cristalino y envolvente. También hay una secuencia de guitarra acústica que no solo es cautivadoramente hermosa, sino que también marca buena parte del cuerpo central a ser desarrollado en pasajes posteriores donde el teclado y el violín comparten el rol protagónico (algunas influencias de YES y GENESIS se pueden advertir en el mencionado cuerpo central). Para la secuencia de las dos últimas secciones, que comienza en clave contemplativa, las variantes temáticas se van agilizando con miras a gestar finalmente un clímax en 7/8, suntuoso y, a la vez, bastante medido en su expresividad, portando ciertos aires Cameliano-Genesianos. El cálido canto de Claudia refleja a la perfección la sobria extroversión de este momentum conclusivo: “Tiró del arco la flecha / Y a su enemigo de muerte hirió, / Que, al ir cayendo envuelto en sangre, / De rojo encendido el cielo tiñó.”


‘Alberich’ es un breve preludio a la pieza que le habrá de suceder: sus cósmicas orquestaciones de sintetizadores apoyadas sobre una vibración marcial de tambores nos suena muy a lo WAKEMAN del “No Earthly Connection” con matices de THE ENID. Una vez terminado el último redoble de tambores, se concreta la  emergencia de ‘Hiperdulía Al Fracaso’, pieza que permite al ensamble dar un viraje impactante a un sinfonismo mesuradamente fastuoso y penetrado por una espiritualidad jovial. Su fulgor sonoro se va desarrollando dentro de una ingeniería sólidamente armada; los sintetizadores, que ocupan un lugar dominante, no llegan a estorbar en las manifestaciones de las líneas de violín y las sobriamente estilizadas elaboraciones armónicas de las guitarras acústicas. Hay ciertas coincidencias con lo que percibimos en los discos clásicos de YES y los legendarios HAPPY THE MAN, pero con unas vibraciones de talante folklórico que también se hacen sentir en algunos pasajes estratégicos. A través del magno colorido de la amalgama instrumental se revela una prosa denunciante y hasta amarga. Las palabras finales son así de drásticas: “No voltees al jardín de tu pasado, / Ahora las flores marchitas están. / Tus aguas que eran tan claras / tornáronse en color pardo, / Proclamando tu maldad.” Pasamos ahora al repertorio adicional de “Y Murió La Tarde” con una continuación expansiva de la tendencia a la creciente intensidad expresionista que se inició en el cuarto tema. Para esta ocasión nos topamos con la suite de más de 12 minutos de duración que se titula ‘Memorias De Un Cometa’: sus tres secciones se llaman ‘Primeros Viajes’, ‘Entre Tanto’ y ‘Epiciclos’, respectivamente. Se puede reconocer la confluencia con los paradigmas de ANTHONY PHILLIPS (etapa del “The Geese & The Ghost” y “Wise After The Event”), los GENESIS de la fase 70-72 y el MIKE OLDFIELD del “Incantations”, pero en esencia se trata de una exploración en la propia visión llevada hasta una retoma convincente de su faceta más épica. Las incesantes variantes de motivos, atmósferas y compases se engarzan en un bloque melódico contundentemente compacto, pero también hay ajustes variados de algunos motivos recurrentes. La pieza es instrumental y el rol vocal se centra en tarareos realizados en algunos pasajes estratégicos. En suma, esta pieza encarna la más sublime magnificencia de la propuesta del grupo. A continuación llega el turno de ‘Persistencia’, tema grácil que está armado sobre un ágil ritmo folklórico en tiempo de 3/4, algo de por sí muy recurrente en las diversas tradiciones criollas latinoamericanas. NIRGAL VALLIS logra encuadrar esta estrategia musical perfectamente en un esquema de trabajo prog-sinfónico. Hacía falta la celebratoria calidez de esta bella canción tras la ambiciosa fastuosidad de la pieza anterior.

Esa instanciación de jubilosos aires folklóricos se intensifica acto seguido en 'El Tiempero', agradable pieza de abierto talante fusionesco cuya inherente calidez está manejada con suprema finura bucólica: su continuo compás en 5/4 permite crear cadencias razonablemente sofisticadas a lo largo de su desarrollo temático, lo cual resulta muy oportuno a la hora de introducir variantes atmosféricas dentro del interludio del desarrollo temático, unas variantes que poco a poco nos llevan a un área más decididamente introspectiva. El retorno final al fulgor originario emerge con una dosis extra de colorido. Finalmente, ‘Premonición’ es una suerte de balada progresiva que nos remite, una vez más, a lo paralelos con PHILLIPS y OLDFIELD que hemos señalado en algunas ocasiones anteriores. El aire resignado de la letra se contrapone ingeniosamente con el poderío impresionista de la instrumentación, bien amalgamada bajo la guía compartida del violín y la primera guitarra hasta el último instante del fade-out. Todo esto es lo que se nos ofrece para la posteridad en “Y Murió La Tarde”, un manifiesto definitivo del norte estético al cual apuntaba entonces NIRGAL VALLIS desde la provincia marginal de la vanguardia mexicana; hubo que esperar a un momento postrero para que volviese a salir a la luz este legado y pudiese no solo manifestarse con completitud, sino también ser apreciado como lo que es, una obra maestra de la música progresiva mexicana de ayer y de siempre. La trayectoria de este grupo fue un ciclo de gran alcurnia estética para aquella generación de música progresiva mexicana de los 80s. Citando algunas palabras de ‘Premonición’ la apreciación que actualmente recibe este disco originalmente publicado (y a medias) 45 años atrás es todo lo opuesto al aviso de un cruel destino para un sueño que no se podrá contar jamás, sino un acto de justicia dentro del goce melómano disponible a todos los que tengas oídos para escuchar con una óptica inspirada.


Muestras de “Y Murió La Tarde”.-



[La presente retrospectiva está inspirada en la reseña originalmente publicada en La Caja De Música: https://www.dlsi.ua.es/~inesta/LCDM/Discos/nirgalvallis_ymuriolatarde.html]  

Thursday, December 24, 2020

¡¡FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO 2021!!

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Ya se acaba el año 2020 y se nos viene encima un nuevo año 2021 lleno de desafíos especiales y urgentes, no solo los que advienen a cada persona particular, sino también los propios de nuestra especie humana debido a la pandemia mundial que, no solo condicionó y trastocó nuestras vidas en todas sus facetas, sino que planteó cuestionamientos serios a los modos de funcionar de los colectivos humanos, los países y las asociaciones internacionales en asuntos relativos a la salud, el bienestar y demás elementos esenciales de la sociedad humana como conjunto. Y parece que la cosa tiene para largo... En fin.
 

Hoy nos centramos en una reliquia del grupo IQ, un popurrí instrumental de dos villancicos: God Rest Ye Merry Gentlemen y Have Yourself A Merry Little Christmas, uno del folclore inglés del siglo XVI y otro creado para la edad de oro del cine de Hollywood. El popurrí fue humorísticamente titulado ‘For Christ’s Sake’ y registrado por el cuarteto original del guitarrista Mike Holmes, el teclista Martin Orford, el bajista Tim Esau y el baterista Mark Ridout. El grupo aún no tenía en sus filas a su histórico y aún vigente frontman Peter Nicholls, pues el grupo era casi exclusivamente instrumental, y, en su entonces escaso repertorio, el encargado de hacer la primera voz en las pocas letras era Orford. Claro, él pasó a la segunda voz cuando Peter Nicholls entró a bordo, no solo aportando sus propias letras a una nueva canción llamada ‘Fascination’ sino también una balada pacifista titulada ‘For The Taking’, la cual traía consigo desde una banda precedente donde estaba. En fin, pocas semanas después del ingreso de Nicholls, el quinteto concretó su primera alineación clásica cuando Paul Cook reemplazó a Ridout. Este quinteto fue el que grabó ese celebrado álbum debut de 1983 titulado “The Last Human Gateway”, pero desde octubre de 1982, IQ ya tenía, de forma independiente, un primer ítem fonográfico: el casete “Seven Stories Into Eight”, que recogía la versión en vivo de ‘For Christ’s Sake’ junto a siete canciones grabadas de manera muy artesanal, en condiciones muy precarias, y producidas en condiciones no mucho mejores. Era lo que el grupo tenía a su disposición en su momento: grabaciones estrictamente caseras realizadas con miedo a recibir quejas de la vecindad, tanto de cuatro piezas que el grupo ya tenía en su currículum antes del ingreso de Nicholls como otras cuatro nuevas con el formato de quinteto. Algunas ediciones contenían una canción extra titulada ‘Eloko Bella Neechi’. El modo de compra de “Seven Stories Into Eight” era por pedido a través del correo; Nicholls, que además era perito en arte gráfica, se encargaba de madrugar para elaborar los casetes y sus portadas. Gajes del oficio para esos tiempos pujantes de entonces.
 

Tal como dijimos más arriba, ‘For Christ’s Sake’ es un popurrí instrumental de dos villancicos que el grupo utilizaba para explorar matices folclóricos dentro de su esquema de trabajo sinfónico modernizado, en sus tiempos de cuarteto. El grupo incluso llegó a utilizar esta pieza para un concurso… que no ganó, aunque ya desde entonces se les notaba dueños de punche, agilidad y calidad técnica. Se destaca especialmente la guitarra de Holmes (muy a lo Hackett), y también era un pretexto para que la dupla rítmica transitara de un frenesí inicial a un ulterior pasaje más reposado; mientras tanto, los teclados llenas espacios y crean bases armónicas rotundas. Ya cuando más adelante la gente de IQ tenía un público de culto, se convirtió en un estándar infaltable dentro de sus conciertos prenavideños (bautizados como The IQ Christmas Bash). Mientras la banda seguía avanzando a lo largo de los 80s y reforzando su posición dentro de los 90s (incluyendo un periodo de partida y posterior regreso de Nicholls), fundó su propio sello GEP (Giant Electric Pea). Dadas las grandes recepciones que tuvieron sus álbumes “Ever” (1993) y “Subterranea” (1997), y contando con el bajista John Jewitt como reemplazante de Esau desde inicios de los 90s, el grupo decidió volver a poner a circulación ese casete primerizo que ya estaba descatalogado desde 1984, y lo hizo con un doble CD de 1998 titulado “Seven Stories Into ‘98”. Su primer volumen consistía en versiones nuevas – un par de ellas, con arreglos totalmente remodelados – de esas viejas canciones, ya contando con una logística buena para la ingeniería de sonido, la mezcla y la masterización. Eso sí, se hizo todo en una semana para darle un aire de urgencia al asunto, como imitando esas circunstancias duras bajo las que se grabó ese casete, así como su primer álbum de estudio. El segundo volumen contiene las versiones originales, remasterizadas para que se pudiesen mejorar un poco (solo se logró un poco, es verdad). Esto de la Navidad siempre fue una gran ocasión musical para la gente de IQ, y, de hecho, a fines de 2017, el grupo publicó un CD de temática navideña titulado “Tales From A Dark Christmas”. Ya en este tiempo, la alineación de IQ consiste en Nicholls, Holmes, Cook, el regresado bajista Esau y el teclista Neil Durant. El grupo no pudo ni quiso evitar la tentación de incluir allí una versión más extensa de ‘For Christ’s Sake’.
 
 
Aquí hay un enlace para disfrutar de esta pieza en su versión de 1998: https://www.youtube.com/watch?v=4BSIdcp8rdA
Y para quienes tengan curiosidad por la versión de 1982: https://www.youtube.com/watch?v=wqX2RZbzW8I
¿Qué tal la versión de 2017?: https://www.youtube.com/watch?v=9tNOvKbLdnw
 
 
¡¡FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO 2021
 PARA TODO EL MUNDO!!



Tuesday, December 22, 2020

La progresiva fantasía lunar de DELUGE GRANDER

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Como un estupendo regalo navideño progresivo adelantado llega a nosotros la nueva obra fonográfica de DELUGE GRANDER, el grupo estadounidense formado y liderado por el muy talentoso compositor y multiinstrumentista Dan Britton, residente en Maryland. El disco en cuestión se titula “Lunarians” y salió al mercado el pasado 15 de diciembre, por vía del sello del propio Britton Emkog Records. El estilo de este nuevo disco establece un punto intermedio entre el colorido fastuoso de “Oceanarium” (2017) y la majestuosidad etérea de “Helotians” (2014), siendo así que algunas ideas melódicas contenidas en estos discos fueron retomadas en algunos pasajes de este nuevo álbum. Al igual que en el caso del penúltimo disco, el de ahora tiene una edición de CD + vinilo con letras y créditos escritos a mano, portadas individualizadas bajo un formato común y numeradas (una cantidad limitada de 283 ítems). También hay una edición solamente de CD. El personal a cargo de concretar el repertorio contenido en “Lunarians” consta de Dan Britton [teclados, guitarras y voz], Brett d’Anon [sobrenombre de Britton, bajo y guitarras] y Patrick Gaffney [batería], con una mención especial para Christopher West por sus contribuciones compositivas. La presencia de colaboradores es muy grande, especialmente en lo referente a los instrumentos de viento: Neil Brown (trompeta), Steve Churchill (oboe), Brian Falkowski (flauta y clarinete), Denis Malloy (clarinete bajo), Corey Sansolo (trombón), Aaron Gage (voz), Natalie Spehar (cello) y Zack Stachowski (violín). Los procesos de grabación y mezcla del álbum, al igual que el de las portadas de la edición de vinilo + CD, fueron realizados de forma entrañablemente artesanal en la casa de Britton. Bueno, veamos ahora los detalles de 
“Lunarians”.


 
El disco comienza con ‘Terrestrial Debridement’, que dura poco más de 8 ¾ minutos. Con una entrada ceremoniosa cercana al patrón histórico del chamber-rock continental (y, de paso, a FAR CORNER y FIVE-STOREY ENSEMBLE), la pieza impone un aire señorial, denso y misterioso. Poco a poco, las cosas van ganando intensidad y luminosidad mientras la densidad va perdiendo impacto; así, poco antes de llegar a la frontera del cuarto minuto, nos topamos prácticamente con una canción totalmente diferente que se sitúa dentro de un sinfonismo retro que acoge también elementos de talante pastoral. Es como un hibrido de los YES de la época 73-74, los GENESIS de la fase 70-72, ANTHONY PHILLIPS y algo de WHITE WILLOW. Con el rol pujante que tiene el mellotrón dentro de las orquestaciones masivas de teclados para la última sección, la pieza regresa a la densa ceremoniosidad del inicio con un aire triunfante. Un gran punto de inicio para el álbum. El segundo tema del álbum se titula ‘The Rabbit And The Buffalo’ y, ocupando un espacio de cerca de 14 minutos, es el más extenso del álbum. De entrada, su agilidad elegante y su preciosismo sistemáticamente sofisticado lo sitúa en una exultante encrucijada entre el prog sinfónico y el Canterbury con algunos trazos de tensión disonante delicadamente delineados; algo así como una fusión entre HAPPY THE MAN, HATFIELD AND THE NORTH, GENTLE GIANT y GENESIS. Hay ciertos pasajes estratégicos donde el piano lleva la batuta del bloque global, mientras que hay otros que se articulan en torno a los arreglos de maderas, y estos últimos suelen ser los más saltarines de la pieza. En contraste, los otros tienden a ser más sosegados, lo cual sirve muy oportunamente par acentuar el magnífico y ambicioso lirismo del cual se hace gala en toda la pieza. Un momento especial ocurre a poco de pasada la frontera del décimo minuto, pues se crea un ambiente envolvente y cálido que termina siendo crucial para ahondar en la faceta contemplativa del ensamble. El breve epílogo retoma de lleno la grácil y pletórica agilidad del inicio con toda naturalidad, dando un cierre muy conveniente para este cénit fundamental del álbum. 


‘Sepharial Academy’ comienza recogiendo los ecos de sobria grandilocuencia de la maratónica pieza precedente, remodelándolos dentro de un aura de exquisita introversión. Luego, en la segunda mitad, iniciada cuando todo se acalla para que se hagan sentir las pulsaciones del bajo, emerge una nueva atmósfera más vivaz y colorida, bien metida en el estándar jazz-progresivo mientras saca buen provecho del poder expresionista inherente a los matices orquestales provistos por los vientos. Las breves líneas de violín que ornamentan al efímero epílogo también son particularmente notables. Otro cénit del álbum. ‘Provisional Derangement’ sigue por la senda del primer tema del álbum, y, de paso, establece canónicos nexos estilísticos con los dos álbumes precedentes, siendo así que lo etéreo y lo cósmico regulan con mano de hierro el tipo de dinamismo compartido que unifica e integra a todos los instrumentos actuantes. En pocos momentos como éste se destaca tanto el elemento orquestal, y un buen ejemplo de ello es la sección intermedia con cadencia de vals sinfónico que emerge con una gracia moderadamente fulgurosa. Dicho interludio, tal como advertimos de inmediato, signa el camino por el que deberá transitar y desarrollarse el swing global de la sección final del álbum. ‘Torn Ammonder’ es básicamente un ejercicio de música impresionista donde la amalgama de piano y teclados refleja una espiritualidad serenamente crepuscular, siendo así que a lo largo del camino se suman ciertos matices suavemente grisáceos que van sacudiendo las vibraciones emanadas de los teclados. La labor discreta de la batería ayuda a darle un cimiento al asunto, aunque se percibe claramente que su labor es de apoyo, no de impacto directo en el centro temático. Se trata de una pieza muy bella que tal vez hubiésemos deseado que tuviese un espacio mayor que el de dos minutos y casi tres cuartos que se le dio, pero es que ya llega el momento del broche final del repertorio, el momento del arribo de ‘Lunocand Of Ruia’. Su enfoque estructural se remite básicamente a una recuperación de la atmósfera contemplativa que signó a la primera mitad del tema #3 y a los pasajes más suntuosamente majestuosos del monumental tema #2. Además, Britton y sus compañeros de viaje están resueltos a crear una atmósfera palaciega puntualizadas por algunos elementos bucólicamente introvertidos.  


Todo esto fue “Lunarians”, tres cuartos de hora y pico de fabulosa y sublime música progresiva que se congregan en un nuevo repertorio destinado a reforzar el lugar de aristocrática alteza que siempre ha tenido el proyecto de DELUGE GRANDER dentro de la avanzada estadounidense del nuevo milenio. Como dijimos en el primer párrafo de la presente reseña, este disco es un autentico regalo de Navidad adelantado para todos los melómanos progresivos del orbe. De lo mejor de este año, recomendado al 200% (un 100% por Dan, el otro, por Brett).

 
 
Muestras de “Lunarians”.-
The Rabbit And The Buffalo: https://delugegrander.bandcamp.com/track/the-rabbit-and-the-buffalo
Sepharial Academy: https://delugegrander.bandcamp.com/track/sepharial-academy
Lunocand Of Ruia: https://delugegrander.bandcamp.com/track/lunocand-of-ruia

Saturday, December 19, 2020

El tercer desafío progresivo de ELLESMERE



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da la ocasión de presentar el nuevo disco del proyecto italiano ELLESMERE, el cual expone uno de los momentos más notables de la escena internacional progresiva a fines del año 2020. El disco en cuestión se titula “Wyrd” y fue publicado en el cuarto día del presente mes de diciembre. Este proyecto progresivo fue fundado y dirigido por el músico y compositor italiano Roberto Vitelli desde inicios del segundo milenio del presente milenio, como una alternativa creativa a su presencia en TAPROBAN. Él se hace cargo de los bajos, las guitarras y los pedales bajos. El disco en cuestión sucede a “Les Châteaux De La Loire” (2015) y “From Sea And Beyond” (2018). La élite de ilustres invitados que acompañan a Vitelli a lo largo del repertorio de “Wyrd” está conformado por el baterista-percusionista Mattias Olsson, los teclistas Tomas Bodin, Fabio Liberatori, Fabio Bonuglia y Tony Pagliuca, el violinista David Cross, el flautista John Hackett, el saxofonista David Jackson; también aparecen los vocalistas y Giorgio Pizzala. Como vemos, aquí aparecen nombres asociados a THE FLOWER KINGS, VAN DER GRAAF GENERATOR, KING CRIMSON, ÄNGLAGÅRD, LE ORME, RACCOMANDATA RICEVUTA RITORNO... una estupenda pléyade. Además, para añadir más aires de leyenda al asunto, el mismísimo Rodney Matthews (ELOY, ASIA, THIN LIZZY, MAGNUM, RICK WAKEMAN, HAWKWIND, etc.) se hizo cargo del arte gráfica de la portada. En fin, cabe acotar que Bonuglia es el teclista permanente y que Olsson es el otro colaborador presente en todas las cinco canciones que forman parte del disco aquí reseñado. El sello AMS se encargó de la publicación de este disco tanto en formato de CD como de descarga digital desde el blog de Bandcamp de ELLESMERE. La propuesta de este proyecto está bien metida en el paradigma del prog sinfónico.  Al igual que los dos discos que le precedieron, “Wyrd” prosigue por el concepto de las exploraciones y los viajes que enriquecen el espíritu y nos invitan a abrir nuestras mentes a perspectivas nuevas. Permítasenos adelantar que este disco es impactante y exultante en lo instrumental, aunque en la parte vocal está su punto más flojo... aunque no importa mucho porque no es predominante. Veamos ahora el repertorio mismo de este disco.  


Durando poco menos de 7 minutos y medio, ‘Challenge’ funge como obertura del disco y lo hace con un esplendor arrebatado que comienza con una aureola extrañamente mágica, mezclando lo romántico con lo gótico bajo la guía del piano. Ya sobre la frontera del segundo minuto, se impulsa un cuerpo central majestuosamente ubicado sobre una muy compleja arquitectura rítmica y una densa ilación de motivos claroscuros que nos remiten a una cruza ideal entre los universos de GOBLIN, KING CRIMSON, YES y EMERSON, LAKE & PALMER. En este sentido, la clave esencial de esta pieza se centra en la alternancia entre pasajes de explosivo tenor tenebroso con otros signados por una fastuosidad explícitamente fulgurosa. Hay un bello pasaje lírico donde se permite al violín invitado añadir oportunas florituras en medio de las siempre ampulosas orquestaciones de los teclados. Cuando llega el turno para el arribo de ‘The Eerie Manor’, Vitelli y sus compinches preparan para una nueva manifestación de magnificencia progresiva con miras a acentuar y apuntalar los contrastes entre lo tenso y lo relajado, entre lo oscurantista y lo luminoso. En lo referente a la comparación con la pieza de entrada, la soltura de este segundo tema del álbum es más o menos la misma, su agilidad es más llevadera, su ímpetu aumenta sin perder de vista la meticulosidad melódica. Una mención va para las ocasionales florituras de flauta que emergen en pasajes estratégicos, pues ayudan bastante a reforzar la vivaz y altanera pomposidad a los que se arroja el desarrollo temático en tales momentos. Con la dupla de ‘Endeavour’ y ‘Ajar’, el colectivo de ELLESMERE sigue explorando recursos musicales exquisitos y explosivamente preciosistas. El primero de estos temas comienza con climas un poco más introspectivos y serenos que los desarrollados en los dos temas anteriores. En esta situación, el ensamble se acerca más al discurso retro-progresivo de inspiraciones Genesianas y Yessianas. Más adelante, el asunto vira hacia una explosividad de raigambre disonante (muy a lo VDGG) en un exorbitante interludio que deja una huella muy fuerte aún en el regreso a los climas serenos precedentes. Todo se torna más muscular irremediablemente, y cómo no, la puerta sigue abierta para que en cualquier momento resurja otro pasaje de tenor disonante... lo cual efectivamente ocurre en el epílogo. 

‘Ajar’, por su parte, regresa presta y deliciosamente a la fastuosidad explosiva de los dos primeros temas, aunque esta vez es la lógica del esplendor augusto y grandilocuente lo que predomina. Aires de familia con los paradigmas de KARFAGEN y el PÄR LINDH PROJECT hay, así como con los primeros álbumes de THE FLOWER KINGS. Las orquestaciones y desarrollos temáticos destilan un inmenso espesor que parece proyectarse hacia serpenteos infinitos e inagotables. El tema más extenso del disco supera el espacio de 13 minutos se titula ‘Endless’; también está a cargo de darle el broche final y, claro está, con todo lo que ha venido anteriormente, está a cargo de establecer la revelación definitiva de la estrategia musical diseñada para el álbum. La ambiciosa secuencia multitemática de esta maratón se centra inicialmente en una absorción de los legados de YES y ELP con una contundente exploración de esquemas melódicos imperiales (en afinidad con nombres veteranos como los de GLASS HAMMER, LOGOS y los propios TAPROBAN). Cuando toda esta fastuosidad integra una ilación de ida y vuelta entre momentos serenos y otros más impetuosos, también entra a tallar el legado de los CAMEL de la fase 78-81. He aquí la faceta lírica de ELLESMERE exhibiéndose desnuda como un nutrido grupo de ninfas que va danzando por el bosque mientras lo ilumina con su luminosa alegría. A poco de pasada la frontera del octavo minuto y medio, el asunto se pone un poco más agresivo y explosivo, pero siguiendo lealmente la senda sinfónica al modo del PAR LINDH PROJECT. El epílogo inserta un recurso de atmósferas cósmicas al modo de un WAKEMAN filtrado por el óleo sacramental de VANGELIS mientras algunos retazos flotantes de guitarra añaden algunos matices colaterales al asunto. Todo esto fue “Wyrd”, un gran disco que sirve para mantener a la escena italiana como parte importante del centro neurálgico de la más notable música progresiva hecha en el año 2020. En las postrimerías de este año, el colectivo de ELLESMERE ha concretado su obra más notable hasta la fecha: muchas gracias al maestro Vitelli por componer todo esto y a sus compañeros de viaje por terminar de articularlo.


Thursday, December 17, 2020

Una expedición muy personal de LOST IN KIEV


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da la ocasión de presentar al cuarteto francés LOST IN KIEV, cultor del post-rock, so pretexto del lanzamiento de su disco “Persona”, publicado a fines de abril del pasado año 2019: se trata de su tercer trabajo de larga duración, y fue publicado por Pelagic Records tanto en CD como en vinilo (negro, transparente y con manchas doradas). El disco de debut de LOST IN KIEV “Motions” data del año 2012 y tiene al grupo como quinteto, pero desde hace varios años opera con el cuarteto de Yoann Vermeulen [batería y sampleos], Maxime Ingrand [guitarra y sintetizador], Jean Christophe Condette [bajo y sintetizador] y Dimitri Denat [guitarra]. Muy tarde llega esta reseña, es cierto, y de entrada pedimos perdón por eso. Centrándonos específicamente en este trabajo fonográfico, se trata de un álbum conceptual sobre el rol de lo humano en nuestras vidas en esta sociedad contemporánea, tan moldeada y controlada por la tecnología como está, desde una mirada futurista y distópica. El enfoque de este concepto no es tan político como existencialista, y los viajes instrumentales contenidos aquí tienen la función de retratar las sensaciones e ideas de personajes ficticios que la gente de LOST IN KIEV imaginó dentro del contexto arriba descrito. El material contenido en “Persona” fue producido, grabado y mezclado por Antony Josse en el Telemaque Studio, siendo después masterizado por Jean-François Di Rienzo en su estudio The Office. Veamos ahora los detalles estrictamente musicales de este disco, ¿vale?

   

Ocupando los primeros 4 ½ minutos y medio del álbum, la pieza homónima comienza con unos enclaves cósmicos de sintetizador que asientan las bases para un ejercicio de robusta parsimonia, el mismo que se estructura dentro de una ingeniería del crescendo. La presencia de los diversos pasajes aguerridos está bastante acomodada a momentos estratégicos, los cuales finalmente empujan a una intensificación del groove general para las instancias finales. Tras este interesante inicios de álbum sigue ‘Lifelooper®’, pieza que se inicia apenas termina el soliloquio que sirvió como coda para el tema de entrada, y que desde el primer momento da muestras de su intensión de establecer un nervio más afilado y un esquema rítmico agitado por juegos de síncopas a través de su inherente vivacidad. Los riffs y trazos armónicos que constituyen el desarrollo temático son manejados fluidamente por las dos guitarras mientras la dupla rítmica se enfila hacia un mecanicismo ágil arrollador en los últimos minutos. Tenemos aquí un cénit del repertorio. Con la dupla de ‘The Incomplete’ y ‘XM3216’, el grupo sigue explorando diversos recursos expresivos. El primero de estos temas ostenta unos ciertos coqueteos con compases inusuales para darle un impulso tan evocador como contundente al motif central, el mismo que nos remite tanto a OCEANIC como a la faceta más ligera de PAPIR. O sea, algo de space-rock se mete dentro de la ingeniería sonora del ensamble. Por su parte, el segundo tema vira hacia unas vibraciones introvertidas que son manejadas con una actitud cinematográfica. Las secuencias de acordes con las que se arman los núcleos centrales de la pieza exudan un aura de añoranza a través de la ceremoniosa pesadez del bloque sonoro. La breve pieza ‘Pygmalion’ – dura menos de 2 ¼ minutos – consiste en una atmósfera cibernética gestada a partir de una envolvente y gentil secuencia electrónica a lo TANGERINE DREAM, pero con una densidad que parece esconder ecos dramáticos cerrados en su propio misterio. De este modo, se prepara el terreno para el arribo de ‘Mindfiles’, pieza que va a contrapelo de la anterior con su groove llamativo y mesuradamente contundente. Con algunas partes cantadas, el asunto adquiere un nivel de tensión emocional que pronto es reemplazado por un interludio ceremoniosamente lánguido. El regreso final al motif inicial marca un refuerzo del colorido predominante de la pieza. Algo muy afín al patrón de GOD IS AN ASTRONAUT.             

   

‘Psyche’ vuelve a lo introvertido, pero esta vez con una gracilidad envolvente que se articula a partir de un lirismo electrónico que impulsa un colorido flemático para la interconexión entre los guitarreos y los diversos ornamentos cibernéticos. Los aires de familia con OCEANIC volvieron a surgir y lo hicieron a lo grande. ‘Thumos’ y ‘Mecasocialis’ son las dos únicas piezas del álbum que sobrepasan los seis minutos de duración y también son las que completan la dupla final del mismo. En el caso de ‘Thumos’, tenemos un regreso de lleno a la dimensión más extrovertida e intensa del grupo, siendo así que los ornamentos cibernéticos le añaden un matiz space-rockero al asunto al mismo tiempo que el tenor machacón de la dupla rítmica nos remite a una psicodelia muscular y enfurecida. Más adelante, tanto el esquema rítmico como las marañas de los guitarreos se tornan un poco más dispersas, lo cual permite a la pieza asumir un poco de frescura y otro poco de sobriedad contemplativa. Este intermedio sirve para que el grupo coja fuerzas suficientes para edificar convincentemente un final atractivo y frenético. Por su parte, ‘Mecasocialis’ regresa al espíritu central del primer tema del álbum con una musculatura aumentada y un fulgor sonoro más poderoso. También notamos en algunos pasajes ciertos ecos del dinamismo machacón que estuvo presente en la pieza anterior. Los ornamentos de guitarra distorsionada y los entrecortados soliloquios femeninos que se explayan en la coda cierran el álbum con un talante inescrutable. La verdad que estas dos últimas piezas han instaurado la culminación perfecta para un disco realmente estupendo. Ha sido para nosotros una muy agradable sorpresa descubrir a LOST IN KIEV a través de “Persona”, por lo cual recomendamos a cualquier amante del post-rock y del rock experimental en general que investigue en toda la discografía que tiene el susodicho grupo por ahora. Esperamos noticias de producciones fonográfica futuras de su parte muy pronto.