‘Black Sunday’ cierra
imponentemente el lado A del álbum, erigiéndose como la gema más excitante de
todo el repertorio. Portando una de las letras más detalladas que el buen Ian haya escrito jamás, esta canción versa sobre la naturaleza volátil de las cosas de la vida dentro de un mundo urbano cada vez más estresado. El personaje protagonista de la canción es un vendedor ambulante que viaja en avión de regreso a su hogar un domingo cualquiera... o más bien, un domingo que pintaba normal, pero que no resultó así. Hay tres instancias de desasosiego reflejadas en la letra: la incómoda urgencia de viajar que involucra rutinas agotadoras (“Tomorrow is the one day I would change for a Monday / With
freezing rains melting and no trains running / And sad eyes passing in windows
flimsy / And my seat rocking from legs not quite matching, / Got passport,
credit cards, a plane that I’m catching. / Black Sunday falls one day too soon.”); los momentos de reflexión donde uno se pone a pensar si realmente vale la pena vivir y trabajar a este ritmo (“Pick up my feet and kick off my lethargy, / Down to the gate with the old
mood upon me. / Get out and chase the small immortality / Born in the minute of
my next returning.”); y, por último, la visión de una casa vacía y descuidada junto a la lectura de la carta de despedida de la pareja sentimental, esa persona por cuya razón uno había iniciado sus viajes de trabajo en primer lugar (“And back at the house there’s a grey sky a-tumbling, / Milk
bottles piling on door steps a-crumbling, / Curtains all drawn and cold water
plumbing. / Notepaper scribbles, I read unbelieving, / Saying how sorry, how
sad was the leaving… / One day too soon.”). Anderson confiesa que buena parte de la inspiración para esta canción provino de la imagen de sí mismo haciendo giras en varios lugares por el mundo sin estar totalmente al tanto de las circunstancias cotidianas de su propio hogar. Esta canción tiene un encanto poderoso, focalizado éste en la mezcla de aguerrido dinamismo, lirismo melódico y arquitectónica fluctuación entre pasajes intrépidos y otros de tenor cósmico, y con toda justicia fue escogida como la canción de apertura de los conciertos de la gira (tras un preludio compuesto por Jobson que se centra en capas flotantes que, de a pocos, desembocan en un envolvente clima cinematográfico). Es que tiene un gancho convincente a pesar de los complejos vericuetos a través de los cuales se desarrolla su ingeniería rítmica. Esta joya de canción llega hasta el extremo de conectar varios tempos dentro de una sola estrofa; cómo no, el interludio etéreo sirve como un momento de relax para el oyente, una fugaz instancia de introspección (con vocoder incluido) en medio del agobiante entorno y su vertiginoso ritmo vivencial. ¡Qué gran canción! Tal vez es una de nuestras 10 favoritas de todo el catálogo de JETHRO TULL.
Abriendo el lado B del disco, ‘Protect And
Survive’ regresa a la temática del terror nuclear, esta vez centrada en los panfletos que daban instrucciones sobre cómo debía protegerse la ciudadanía ante una catástrofe bélica de tal envergadura; bueno, es mejor hacer algo que quedarse sin hacer nada, ¿verdad? De paso, nos muestra a
Jobson tocando por primera vez el violín eléctrico dentro del álbum. Exhibiendo una solvente dinámica progresiva con tintes folklóricos, el violín se erige como leal cómplice de la flauta para la instauración del motif principal mientras la guitarra busca su lucimiento principal en el realce de las líneas vocales. También hay ornamentos de sintetizador que se sitúan sobriamente en el apoyo de las partes cantadas, además de realzar el último pasaje instrumental. Con más
furia volverá el sonido del violín eléctrico en ‘Uniform’, otra canción de fuerte talante folk-rockero (combinando lo céltico y lo arábigo) que, en esta ocasión, exhibe el pináculo de nervio expresivo dentro del lado B del disco. Definitivamente, los nuevos vecinos del barrio Jobson y Craney se lucen hasta el punto de ser responsables de armar la columna vertebral del bloque instrumental. La letra regresa a un aspecto muy recurrente del ideario poético y existencial de Anderson: el hecho de que todos, de una manera u otra, llevamos uniformes en varias facetas de nuestras vidas. En medio de estos vibrantes
y exigentes temas se sitúa el inferior ‘Batteries Not Included’; se trata de
nuestra canción menos preferida del álbum con sus excesivas concesiones al
estándar del tecno-pop, aunque su groove todavía preserva una garra rockera
fácil de notar, además de unos interesantes quiebres rítmicos que entran a tallar ocasionalmente. La guitarra de Barre se amalgama naturalmente con las extrovertidas intervenciones de los sintetizadores, y tal vez el vocoder se siente más que en otras canciones. Por lo menos, les salió mejor que a CAMEL o GENESIS cuando
intentaron hacer lo mismo en sus discos de esa época (estamos pensando en los
tristes ejemplos de ‘Remote Romance’ y ‘Who Dunnit?’, pero… en fin, ésos son asuntos de otras reseñas). Además, está la gracia de que la voz del hijo de Ian, James, entonces con 3 años de edad, aparece en el intermedio. La
antepenúltima canción de “A” es un blues-rock arropado por grooves modernizados
que se titula ‘4 W.D. (Low Ratio)’, una pieza atractiva con un buen gancho que permite nuevamente a Craney ocupar un rol importante dentro del entramado grupal. Su sensibilidad jazz-rockera, porta una mezcla de maquinismo y abigarramiento, empujando a esta canción inspirada en el culto fetichista a los automóviles hacia un solvente señorío expresivo. ¡Grande Craney!
No hay mayor
contraste en la secuencia del repertorio del álbum que el que opera entre sus
dos últimas piezas: ‘The Pine Marten’s Jig’ y ‘And Further On’. La primera es
una feliz exaltación instrumental de los ambientes campestres célticos que
funcionan en base a las energéticas interacciones de violín, flauta y
mandolinas (una eléctrica y otra acústica). Al componer esta pieza, Anderson no tenía específicamente en mente a un animal como la marta, pero sabía que la cualidad campestre de esta danza folk-progresiva debía aludir a algún ilustre integrante de la fauna campestre, y el nombre de este animal le sonaba bien a Anderson. Por su parte, ‘And Further On’
exhibe una espiritualidad fatalista a través del crepuscular lirismo que marca
a su hermoso desarrollo temático. Esta canción anuncia que nuestros peores
temores sobre la amenaza nuclear se han hecho realidad, es una elegía a la
humanidad y al mundo que solía ser suyo: “We saw the heavens break / And all
the world go down to sleep, / And rocks on mossy banks / Drip acid rain from
craggy steeps.” – “The angry waves grow high, / Cut icy teeth on northern
shores. / Brave fires that flicker, cough / Give way to winds through broken
doors.”. También hay una alusión al más allá, un hipotético reencuentro en un plano celestial en los estribillos: “And with the last line almost drawn, / Wish you goodbye ’till
further on. / Will you still be there further on?”. La expansión melódica guiada por el piano y acentuada por las sobrias orquestaciones de sintetizador se beneficia mucho con el refinado solo de guitarra que llena el foco central del interludio instrumental. Las líneas del bajo también resultan bastante efectivas dentro del esquema grupal, tendiendo puentes entre el canto de Anderson y el bloque instrumental; otra mención especial va para el hermoso entramado de piano y guitarra clásica que sostiene al canto de Anderson en los estribillos. El talante trágico de este conmovedoramente bello epílogo del álbum se siente muy actual en nuestros tiempos de pandemia y distanciamiento social sistemático, signado por la incertidumbre, la vulnerabilidad y el duelo. Las repetidas notas agudas del piano en los últimos instantes reflejan a la perfección este lamento humanista, lágrimas en formato musical. Si tres de los cinco integrantes de JETHRO TULL consideran a ‘Black Sunday’ como su canción favorita del álbum y Barre prefiere a ‘Protect And Survive’**, Jobson da la medalla de oro a esta canción de cierre por su manera tan exquisita de desarrollar una melodía de inspiración céltica bajo una atmósfera melancólica como solo Ian sabe hacerlo (palabras del propio Jobson).
De todos los bonus tracks de este box set, el que indudablemente más destaca es el hermoso y sofisticado instrumental de seis minutos y medio ‘Coruisk’, el cual para nada hubiese estado fuera de lugar en “Heavy Horses” o “Stormwatch”. Titulado como uno de los muchos lagos colindantes con la Isla de Skye, situado específicamente en Black Cuillin. La pieza comienza con un sobrio diálogo entre flauta y piano que ostenta una aureola expectante, hasta que en la frontera del primer minuto, la flauta empieza a delinear el cuerpo central mientras el ensamble integro se arroja hacia un clima de jovialidad folk-progresiva. Ésta se deja arropar por una imponente aureola de sofisticación centrada en la alternancia entre pasajes serenos (a medio camino entre lo celta y lo impresionista) y otros explícitamente vibrantes que se asientan sobre complejos esquemas rítmicos. Hay un pasaje donde se destaca la guitarra que parece sentar un puente entre los JETHRO TULL de 1975 y los de 1980, antes de llegar a la coda exultante que ya se había hecho presente anteriormente. Parece mentira que hayamos tenido que esperar más de 40 años para descubrir esta hermosa joya escondida. Algo que descubrimos aquí es que en estas sesiones ya existía la miniatura ‘Cheerio’, aún en formato instrumental (sí, nos referimos al epílogo del siguiente álbum “The Broadsword And The Beast”), una curiosidad como lo es la versión completa de ‘Crosfire’, que incluye una introducción en clave de blues-rock bajo la pauta de Barre. La toma 4 de ‘Working John, Working Joe’ cuenta solamente con el cuarteto de Anderson, Barre, Craney y Pegg: esto permite notar cuán relevante seguía siendo la presencia de Barre dentro de este ensamble, aún en esos días en que la mente estaba puesta en el primer disco solista de Ian. La serie de bonus tracks del CD 1 termina con la ‘Slipstream Introduction’ que Jobson compuso como pista de entrada para los conciertos de la gira, pista que volveremos a escuchar en su contexto más real al iniciarse el registro en vivo que sintetiza los dos conciertos que dieron los JETHRO TULL en el LA Sports Arena, California, los días 11 y 12 de noviembre de 1980 (justamente, las dos últimas fechas de la parte estadounidense de la gira). Justamente hay un aire de majestuosidad futurista en esta introducción que permite al grupo acomodarse a la perfección cuando llega el turno de empezar a tocar con una canción tan grandilocuentemente ágil y compleja como es ‘Black Sunday’. ‘Crossfire’ sigue a continuación para mantener el foco en el nuevo álbum y preservar, esta vez con una intensidad más comedida, el fervor rockero del momento.
Luego sigue un par de gemas procedentes del año 1977: ‘Songs From The Wood’ y ‘Hunting Girl’. La primera de estas canciones tiene un tratamiento ligeramente resumido que comienza con el interludio y luego se centra en la primera mitad; la segunda obedece la estructura original sin mayores reparos. Con el arribo de ‘The Pine Marten’s Jig’, Jobson cuenta con la primera ocasión de lucirse al violín eléctrico, siendo así que la banda la ejecuta con mayores dosis de vigor y rapidez que en la versión de estudio. Todavía no estamos a media hora del repertorio y el público, con sus cerradas ovaciones, da amplias señales de que reconoce que frente a él brilla un grupo electrizante, ameno y grácilmente virtuoso. ‘Working John, Working Joe’ abre espacios en su sección intermedia para que Barre se luzca, y, de hecho, se seguirá luciendo cuando, acto seguido, llega el turno de ‘Heavy Horses’. Estando Jobson a cargo del violín durante las mudanzas y la primera parte de la sección intermedia, Anderson y Pegg realzan el carácter melancólico de aquéllas al conjugar sus labores respectivas a la guitarra acústica y la mandolina. Esta versión es simplemente espectacular. Tras la introducción de los músicos, llega el turno de una canción tradicional del catálogo Tulliano como es ‘Skating Away On The Thin Ice Of The New Day’: para este momento, Craney se pasa al bajo mientras Pegg toca la mandolina acústica y Jobson toca la mandolina eléctrica, todos ellos acompañando a Ian en los estribillos. Barre desaparece del escenario por un rato, pero hay unos sonidos percusivos en la última parte que nos hace pensar que él se hace cargo de los mismos. Tras este viaje pastoral arriba una pieza instrumental centrada en la flauta, la cual está acompañada en varias ocasiones por el violín. Su tenor es predominantemente folk, con modismos farsescos que el buen Ian utiliza desde la gira de 1976; en la breve instancia en la que entra en acción el grupo en bloque, se utiliza un motif barroco con remodelaciones jazzeras. ‘Trio Instrumental’ consiste en un trío de Barre, Pegg y Craney, el cual elabora un perfecto híbrido de prog, hard-rock y blues-rock. Barre es monumental y la dupla rítmica ornamenta las sucesivas atmósferas con pasión refulgente: vemos aquí el encuentro de los mundos de Beck y Blackmore en torno a una pieza hermanastra de ‘Conundrum’. A esto le sigue algo totalmente distinto, un solo de múltiples teclados donde Jobson comienza centrándose en la exploración de texturas cósmicas y orquestaciones fastuosas de talante cinematográfico; luego, pasa al piano para regodearse en estándares románticos y neoclásicos, haciendo gala de su enorme pulcritud. Cuando vuelve a los sintetizadores, las atmósferas cinematográficas reemergen con una prestancia renovada.
La
dupla de ‘Batteries Not Included’ y ‘Uniform’ nos devuelve al vitalismo
sistemático del nuevo álbum, siendo así que el segundo de estos temas nos
permite admirar nuevamente la sobrehumana habilidad de Jobson al violín. La coda
de esta canción consiste en un fabuloso – e igualmente sobrehumano – solo de
batería de parte de un Craney que parece poseído por un daimon
alucinado. ¡Tres hurras por el indio del grupo (tal como le presenta Anderson)! Dicho solo de batería termina con unos golpes tribales que se conectan con la ágil y llamativa ‘Protect And Survive’, la cual, a su vez, es seguida por un solo de violín con acompañamiento grupal… Más dosis de magnificencia de parte de un Jobson a quien Anderson da carta libre para
asumir el rol de co-frontman. Tras toda esta explosión de intensas sonoridades
progresivas, Anderson regresa a sus días del “WarChild” con la ejecución de ‘Bungle
In The Jungle’. Tras su ostentoso final, Anderson y el resto hacen su ceremoniosa falsa despedida al
respetable para que, tras unos minutos de silencio, Barre y Pegg perpetren el ‘Encore
Intro – Guitar And Bass Instrumental’. Técnicamente hablando, se trata de un solo de Barre con el ocasional acompañamiento de Pegg al bajo: el buen Martin elabora una espeluznante serie de ejercicios donde se alternan momentos de estilización académica (un poco a lo BEETHOVEN) con fraseos signados por una electrizante garra rockera. Así las cosas, el terreno está preparado
para el infaltable clásico ‘Aqualung’, ejecutado con el brío habitual. Todo termina con la triada de ‘Locomotive
Breath’, un intermedio instrumental y el reprise de ‘Black Sunday’. La primera
sección de ‘Locomotive Breath’ comienza con un groove distinto del original, el
cual se acentúa con los ornamentos prog-psicodélicos que Jobson gesta con su
adorado sintetizador Yamaha. Ya a partir de la segunda mudanza, la canción
recupera su esquema original, yendo bien enfilada hacia un poderoso pasaje
instrumental donde Jobson lucirá por enésima vez su virtuosismo al violín mientras el
buen Ian le reemplaza momentáneamente al sintetizador (no sin antes arrojar unos
globos rosados inmensos al público). El reprise de ‘Black Sunday’ es una
repetición del interludio cósmico con letras parcialmente alteradas y que
termina sin que se complete la última palabra: “Black Sunday… fell… one… day…
too… sss…” – Algo muy efectista que se deja acompañar con el apagado de la
última luz de proyector que quedaba encendida, y, de paso, refuerza la noción de la volatilidad de nuestras cosas mundanas.
Por supuesto, en esta reedición no podía faltar “Slipstream”, la película referencial de la gira del “A” que consiste en una mezcla de imágenes de los conciertos de Los Ángeles con vídeo-clips de otras canciones como ‘Dun Ringill’, ‘Fylingdale Flyer’, ‘Sweet Dream’ y ‘Too Old To Rock’n’Roll: Too Young To Die!’. Se publicó a fines de agosto de 1981, simbolizando con un talante entrañable el fin de esta breve y creativa fase de la banda. Justamente en el libro de esta reedición aparece una entrevista a David Mallet, el director de vídeos musicales que se hizo cargo de este documento audiovisual. Él cuenta que su vida profesional comenzó en la BBC en el año 1967, y el sello Chrysalis contrató sus servicios en 1979 por primera vez para hacer un vídeo-clip para cada canción del entonces nuevo álbum de BLONDIE; fue al año siguiente que Peter Wagg, el principal productor de vídeos para Chrysalis, quien le propuso a Wagg que hiciera un largo vídeo musical de la gira 1980-81 de JETHRO TULL al estilo de la serie televisiva de ciencia-ficción The Prisoner, lo cual explica las secuencias de los globos rosados persiguiendo a un Ian Anderson disfrazado del mendigo Aqualung. A lo largo del vídeo, Anderson se refugia en varios ambientes de la sala londinense Hammersmith Odeon, aunque el concierto filmado tuvo lugar en Los Ángeles. Guarda buenos recuerdos de la buena disposición de Ian para adaptarse a la dinámica de la actuación, y en general, de todos los miembros del grupo, en los vídeo-clips intercalados entre imágenes de los conciertos en Los Ángeles.*** También comenta con agrado que le parece que, visto con ojos contemporáneos, la producción de imagen y los efectos especiales desplegados en “Slipstream” han envejecido bien. Mallet tiene en su amplio currículum vídeo-clips para THE CLASH, THE BOOMTOWN RATS, AC/DC, el clásico ‘Ashes To Ashes’ de DAVID BOWIE (¡nada menos!), QUEEN, etc. Steven Wilson también se hizo cargo de la nueva mezcla de este ítem audiovisual. Hay más detalles sobre el concepto y la realización de “Slipstream” en la entrevista hecha al productor Peter Wagg (quien, entre otras cosas, ha pasado varios años produciendo espectáculos en Las Vegas y también ha organizado shows del CIRQUE DU SOLEIL), quien dio pautas básicas al guionista George Stone. Pero si se trata de apreciar el más entrañable de los testimonios de esa época, éste tiene que ser el texto que recoge la entrevista que Duane Perry (baterista-percusionista estadounidense de JETHRO TULL entre 1984 y 2012) hizo a Mark Craney en 1989, tras haber recibido un trasplante de riñón. Entre otras cosas, recuerda con bastante afecto la compañía y la cordialidad que le brindaron Ian, Dave y Martin, especialmente los dos últimos, con quienes pasaba mucho tiempo paseando por Londres y otras ciudades británicas, además de jugar tenis, tiro de dardos, tiro al blanco, beber cerveza, etc. Mucha diversión y mucha cordialidad en medio de todos los avatares de las sesiones de grabación y la ulterior gira. ¡Y pensar que la oferta de tocar en JETHRO TULL llegó cuando estaba preparándose para empezar a colaborar con el propio proyecto solista de Jobson! Una anécdota un poco incómoda que recuerda Ian es que él sospechaba que Craney se inyectaba heroína al ver una vez que llevaba consigo unas jeringas y un extraño paquete, por lo que tuvo una conversación seria en privado con él. Pues resulta que no, el buen Mark se inyectaba al menos una vez al día un líquido derivado de unas yerbas para manejar sus entonces leves problemas renales; Mark se sentía también avergonzado porque quería esconder este aspecto de su vida privada para no dar la imagen de ser un músico maltrecho y poco confiable. Asunto aclarado. En aquel año 1989 donde concedió la entrevista a Perry, Craney ya estaba planificando su retorno a la vida musical, lo cual se concretó tocando en las bandas de RANDY MYERS y ERIC BURDON, además de grabar sesiones para ALEX GREGORY y DWEEZIL ZAPPA, entre otros. Desgraciadamente, tras unos años de esta etapa de reactivación de su carrera, el trasplante de antaño produjo secuelas dañinas, las mismas que le llevaron a requerir de otro en el año 2004. Aún así, todavía pudo grabar algunas sesiones, pero, al poco tiempo, sufrió un cuadro severo de diabetes, y en 2005, padeció una terrible sucesión de ataque cerebral y neumonía, la cual le llevó al inevitable más allá.****
La presencia de Eddie Jobson como invitado especial del grupo y no como integrante del mismo no provino de ningún tipo de esnobismo de su parte, sino que se trató de su manera de asegurarse de seguir conectado a su plan de mudarse a la Costa Este de los EE.UU. e iniciar una carrera solista donde pudiese crear su propia propuesta de rock progresivo modernizado para la inminente nueva década. El resultado de esa exploración se habrá de traducir en la organización de su grupo ZINC y la publicación de “The Green Album” en 1983. Además, habiendo disuelto recién UK por sus crecientes desavenencias con (el sí divo) John Wetton, no se sentía muy atraído por la idea de volver a formar parte de un grupo. A pesar de tener tan solo 25 años de edad, ya tuvo suficiente experiencia como miembro de diversos grupos y tenía ganas de explorar su propio sendero de art-rock en la década venidera. Sin embargo, la idea de apoyar a Ian Anderson en su álbum solista no le sonaba del todo mal, y, como además había traído consigo a Mark Craney (con quien trabajaba en aquel entonces), pronto se empezó a gestar una armonía creativa. También influyó el hecho de que él consideraba (y sigue hasta hoy considerando) a la serie de conciertos de UK como teloneros de JETHRO TULL como los momentos más agradables de su actividad profesional. Luego, cuando el disco se convirtió en lo que se convirtió y se programó una gira estadounidense y otra europea (pasando por escenarios del Reino Unido, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Suecia y Francia), él y Craney ya eran parte de una cofradía de músicos genuinamente orgullosos del producto realizado, por lo que no faltaba motivación para hacer las cosas bien y a lo grande. Eso sí, el concierto final de la gira europea, que tuvo lugar en el Palais des Sports de Lyon el 24 de febrero de 1981, era el día de la despedida del buen Eddie. El grupo se sintió tan bien haciendo la gira como haciendo el álbum, y claro, Dave y Martin seguían interesados en seguir adelante con JETHRO TULL... pero Eddie no. Para él, la etapa del “A” fue una serie de eventos fortuitos que le llevaron de ser un colaborador de estudio para un disco solista de alguien a llevar una agenda cargada de conciertos por unos meses en un grupo de gente que él admiraba y con quienes forjó una fuerte amistad, pero él tenía que seguir adelante con su propio proyecto: “No se puede orquestar una evolución como ésta; es algo que sucede naturalmente cuando las personalidades y los elementos van encajando entre sí. Hasta el día de hoy, especialmente en los EE.UU., el haber tocado con JETHRO TULL sigue siendo una de mis más impresionantes credenciales. [...] Sigo siendo amigo de Ian, Martin y Dave, tres de los más consumados profesionales que conozco en el negocio musical. Muchas gracias a Ian y a toda la gente de TULL por el buen trato que le brindaron a este muchacho de 25 años de edad y por ofrecerle una experiencia para toda la vida”. Pegg recuerda que mucha gente lo veía afeminado y vanidoso, pero en realidad era un tipo muy sencillo que sabía disfrutar de la compañía de chicas. El mismo Ian le describe como un típico caballero británico al que hay que distinguir de su faceta escénica (el señor que se sombrea los ojos y polvorea las mejillas al estilo glam y se pone a chupar cámara ante el público). En los escenarios, él gustaba de hacerse notar, imponiendo una presencia muy cercana a la del líder de la banda, casi como queriendo demostrar que él no era realmente un miembro de la misma. Tenía su propio vestuario y tenía su propia pedalera de iluminación para cuando llegaban los momentos de sus solos, pero Ian ni Martin ni Dave tenían problemas con nada de eso: ante todo, lo aprecian como un gran músico y un gran colega. Jobson tuvo incluso la oportunidad de utilizar el órgano de fuelles del prestigioso Royal Albert Hall para el momento de su solo de teclado en las dos únicas fechas británicas de la gira.