HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Una y otra vez vuelve
a la carga IQ para regalarnos un nuevo referente importante de la (ya veterana)
tradición del rock neo-progresivo… ¿y qué mejor noticia para los amantes y
coleccionistas de este género?, ¿verdad? Bueno, yendo al grano, en esta ocasión
traemos a colación “The Road Of Bones”, el nuevo disco del quinteto británico
originado en Plymouth en 1980 desde las cenizas de THE LENS. 34 años después,
tomándose su tiempo para hacer cada nuevo disco de estudio, todavía es IQ capaz
de provocar gestos de complacido asombro en los rostros de quienes escuchamos
con atención lo que aún tiene que ofrecer el grupo. “The Road Of Bones” marca
el segundo debut de estudio para el baterista-percusionista Paul Cook (quien
dejó a la banda pocos meses después de la edición del master opus “Dark
Matter”, pero volvió poco después de que su propio sucesor Andy Edwards
participara en “Frequency” para la gira correspondiente) y el bajista Tim Esau
(quien hizo lo propio al finalizar la gira de promoción de “Are You Sitting
Comfortably?”, al final de los 80s, pero que también volvió para reemplazar a
su sucesor John Jowitt), así como el debut absoluto del teclista Neil Durant
(en reemplazo de Mark Westworth, y que dicho sea de paso, también es integrante
del excelente grupo SPHERE3). El frontman Peter Nicholls y el
guitarrista Mike Holmes siguen luchando en el frente… aunque no debemos olvidar
que a inicios de los 90s Nicholls volvió al grupo para reemplazar a su sucesor
Paul Menel. En fin… una cronología muy llamativa la de este grupo. Y sobre
todo, se trata de un grupo que cuida bien sus tiempos para convocar a las musas
y preparara cada lote de nuevo material: este disco llega a nosotros 5 años
después del precedente “Frequency”. El arsenal sonoro de la banda incorpora
pedales Taurus y Roland a cargo de Esau, un piano de cola Steinway a cargo de
Durant, además de mandolina y banjo eléctrico que se añaden a las guitarras
eléctricas y acústicas de 6 y 12 cuerdas y clásica de Holmes; este último
dirige la producción general de “The Road Of Bones”, y de hecho, desde la
partida de Martin Orford, Holmes bien asentado este rol prominente de Holmes,
quien parece sentirse muy cómodo en su coalición con Nicholls para brindar un
enfoque certero a las nuevas proyecciones musicales de IQ.
Veamos el repertorio central
de “The Road Of Bones”. Comenzando con un breve prólogo sintetizado muy sutil (incluyendo la voz de Bela Lugosi en una de esos clásicos de horror B de Drácula),
‘From The Outside’ da inicio al disco con un punche monumental e inapelable que
dura 7 ¾ minutos. La ilación de riffs guitarreros y la maciza base rítmica de
Esau y Cook establecen el esquema donde se ha de explayar el desarrollo
temático. Los teclados oscilan entre colchones orquestales y capas cósmicas, y
en algún momento ocupan un rol protagónico cuando emerge un interludio etéreo
de base space-rockera. La siguiente pieza es justamente la que da título a la
placa, y ciertamente su ingeniería sónica sigue por la misma senda que la del
tema precedente, pero su talante es diferente, definitivamente más
introspectivo y menos fulguroso, y al dar menos espacio a la luz regala éste a
la bruma de la incertidumbre y la inquietud emocional a través de una patente
electricidad rockera. Esta bruma espiritual angustiada se muestra a través del
inconfundible canto de Nicholls – maestro indiscutible del arte de ser un
frontman de rock progresivo – que va hilando el relato de sus misteriosas
sensaciones e intuiciones sobre una base flotante de teclados que va preparando
el camino para el armado de un swing parsimonioso y una ambientación
psicodélica estilizada, cuyo momento cumbre genera orquestaciones atractivamente
opresivas. Es casi como volver a los tiempos de “The Wake” bajo el diseño
sonoro de “Frequency” y la relativamente fuerte influencia del PORCUPINE TREE
de los dos últimos discos… además de algunas confluencias con la labor hecha
por otros famosos de la hornada progresiva del nuevo milenio como RPWL y FROST.
Para los dos últimos minutos, la garra rockera vuelve al frente con el fuego a
flor de piel, capitalizando así el impacto de ‘From The Outside’. ‘Without
Walls’ es la primera de las dos piezas maratónicas del disco, ocupando un
espacio de 19 ½ minutos. En líneas generales, podemos decir que hay un tenor cósmico especialmente pronunciado en la labor de teclados
plasmada en ‘The Road Of Bones’ y ‘Without Walls’: es como una mezcla de THE
LENS con el IQ de los dos discos anteriores. La fastuosidad es menos sinfónica
y más psicodélica... pero ojo, todavía queda la esencia sinfónica firme en el
ideario musical de esta banda, y
es justamente ‘Without Walls’ quien refleja mejor la fusión entre el IQ
actualmente rejuvenecido y el IQ paradigmático de los últimos 14 años. La
ilación de los diversos motivos es compacta mientras que el manejo de los
contrastes entre ambientes luminosos y otros más grisáceos funciona con una
solidez impecable: en algunos de los primeros hallamos las intervenciones más
notables del dúo rítmico, lo cual resulta crucial para que se exploten los
despliegues de musculatura en los sucesivos solos de sintetizador y guitarra.
Por Dios… ¡cómo dominan estos tipos el arte de componer piezas de largo
aliento! Los momentos relajados donde domina una languidez un tanto cósmica se
llenan oportunamente con el canto de Nicholls, quien adopta una ceremoniosidad
reflexiva como ha hecho en varias canciones de discos anteriores en momentos
que ameritaban una espiritualidad sosegada.
Después de las
ambiciosas expansiones de ‘Without Walls’ llega la canción más corta del álbum:
‘Ocean’. Su misión es la de transportarnos por los parajes más serenos de la
ideología musical de la banda, algo que ya le conocemos de otros álbumes: su
plan de trabajo es como una versión simplificada de ‘Closer’, la hermosa
semi-balada que cerraba “Frequency”, pero con una languidez melódica más
pronunciada, como elevando una plegaria en medio de un clima de sobria
tristeza. La otra pieza maratónica del disco es ‘Until The End’, durando un
total de 12 minutos y encargándose de cerrar el mismo. Los primeros tres
minutos están signados por una calma contemplativa en base la dupla de canto y
guitarra acústica; acto seguido, se arma un bloque sonoro grupal llamativo
donde el colorido del teclado y el de la guitarra se hermanan de una manera
elegante, haciendo que la patente vibración rockera del momento adquiera una
aureola de fuerza elegantemente controlada, algo muy útil para dejar que las
líneas vocales y el desarrollo melódico se luzcan por sí mismos. Poco antes de
llegar a la barrera del sexto minuto y medio, el punche aumenta un poco de
velocidad sin desatender a la preservación del sentido del equilibrio. La
sección final baja la velocidad del ensamble para brindar una típicamente
fastuosa ceremoniosidad al asunto, lo cual a su vez sirve para asentar el
terreno para la coda acústica, muy intimista. En conjunto, esta pieza
concretiza una estupenda síntesis de los momentos extrovertidos y los
introvertidos que se han venido desarrollando a lo largo de los cuatro temas
precedentes.
Además de la edición
de un solo CD, “The Road Of Bones” también goza de una edición especial con un
bonus disc, siendo así que éste no contiene un DVD o leftovers que
potencialmente sean de interés para los fans más acérrimos, sino seis temas
compuestos y arreglados con la vitalidad e ingenio propios de un disco oficial,
ocupando un total de 49 minutos y pico. Vamos, que Nicholls, Holmes, Esau,
Durant y Cook se encontraban en un particular estado de gracia mientras se
inspiraban para crear nuevo material, el mismo que se grabó entre diciembre de
2013 y marzo de 2014 en los Aubitt Studios. El primer tema del disco 2 se
titula ‘Knucklehead’ y apunta a un énfasis penitentemente concienzudo en los
elementos modernos que conformaron la mayor parte de los momentos climáticos
del repertorio del otro volumen: esto se cumple especialmente para la
naturaleza cósmica de las bases y ornamentos de los teclados. La acidez emocional
de ‘The Road Of Bones’ y la expresividad muscular de ‘From The Outside In’ se
retoman aquí con nervio y oficio. Comenzando con un breve sampleo de la
‘Overtura 1812’ del gran maestro Piotr Ilich Tchaikovsky, ‘1312 Overture’ es un
instrumental poderoso armado sobre alternancias rítmicas de 13/8 y 12/8, y a
pesar de la complejidad estructural de este recurso, los instrumentistas
mantienen un gancho para el desarrollo melódico, el cual en realidad es muy
sencillo. Luego sigue ‘Constellations’, tema que dura casi 12 ½ minutos y que
se inicia como un medio tiempo en 7/8 marcado por una cándida estructura
melódica y una atmósfera dulcemente reflexiva. En los momentos cuando la banda
decide subir la dosis de polenta, lo hace en base al swing cuasi-jazzero que
arma la dupla Esau-Cook. Poco antes de llegar a la barrera del sexto minuto, el
filo rockero de la pieza aumenta mientras se vira hacia un interludio que, a
decir verdades, nos frustra un poco por no ser más extenso. Pero bueno, lo que
sigue no es nada desdeñable, pues nos adentramos en un nuevo motivo generado
desde la esencia más genuina del rock sinfónico: con una abundante artesanía de
teclados y la cándida tonalidad del canto de Nicholls nos retrotraemos a los
tiempos del “Ever” como quien no quiere la cosa. Una nueva sección rockera
emerge para darle a la espiritualidad reflexiva predominante un fulgor
revigorizante, siendo así que persiste el dominio del 7/8 como patrón rítmico.
¿Acaso hacía falta otra definición del sinfonismo moderno? Bueno, por si acaso,
IQ creó otra canción paradigmática de ello y usó su buen oficio de siempre para
ello.
‘Fall And Rise’
puntualiza y capitaliza la faceta pensativa heredada de la pieza anterior para
encuadrarla en un esquema melódico sereno. El bajo sin trastes de Esau apoya de
manera fundamental al groove general de la pieza, el cual recurre (una vez más)
a un juego de compases inusuales que el grupo maneja con una soltura
refrescante. ¡Atención al hermoso solo de Moog sobre el cual se centra el final
de la canción! La dupla de ‘Ten Million Demons’ y ‘Hardcore’ ocupa los últimos
17 minutos del segundo volumen. El primero de ellos utiliza una armazón
tecnificada en su cadencia básica, la cual sostiene un punche rockero
estilizado con algunos ademanes lúgubres; el segundo, por su parte, regresa a
la dinámica fastuosa y variada de las dos suites del primer volumen (‘Without
Walls’ y ‘Until The End’), aunque dando espacios más prolongados a climas
lánguidos y atmósferas misteriosas. El extenso cierre instrumental adquiere una
fuerza emotiva con los alternados solos de guitarra acústica y eléctrica. De
acuerdo a su diseño y dramatismo melódico, funciona muy bien como cierre para
cualquiera de los dos volúmenes.
Tenemos, pues, en “The
Road Of Bones” un nuevo ejemplo de la maestría y energía vital que IQ porta en
su ADN rockero, un muy digno sucesor de “Frequency” desde el cual la banda
impulsa su sensibilidad sinfónica madurada desde los tiempos del doble
concept-album “Subterranea” y que se benefició de un impulso especial con la
dupla de “The Seventh House” y “Dark Matter”. IQ se desafía razonablemente a sí
mismo con este nuevo disco adoptando nuevos matices y una robustez reavivada
dentro de una identidad propia que le permite mantenerse como figura líder del
prog sinfónico posterior a los 70s. Si su actuación en la edición 2011 del
Night Of The Prog Festival fue una reivindicación de la alineación que devolvió
a Paul Cook y Tim Esau a las filas de IQ, “The Road Of Bones” es el sello de
validación de su aún saludable creatividad. ¡Disco recomendado!,
¡muy pero que muy recomendado!
Muestra de “The Road Of Bones”.-
Without
Walls: https://www.youtube.com/watch?v=SGPd5tm5IC4
Constellations: https://www.youtube.com/watch?v=CgK-OJaHAKM