HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy
nos complacemos a lo grande al descubrir a esta banda británica llamada MAGIC
BUS por motivo del reciente lanzamiento al mercado de su disco “Phillip The Egg”.
Formado en una pequeña localidad de Devonshire llamada Totnes, este grupo crea
una fresca mezcla de los legados inmortales de las figuras pioneras del
Canterbury (SOFT MACHINE, CARAVAN, EGG), el space-rock de primera generación y
el rock psicodélico de fines de los 60s. Entre sus integrantes hay un músico
que alguna vez perteneció a KULA SHAKER y otro que alguna vez apoyó a las
megaestrellas de OASIS a los teclados. Siendo más específicos, la lista de
integrantes de MAGIC BUS está conformada por el guitarrista-vocalista Paul
Evans, el teclista Jay Darlington, el guitarrista Terence Waldstradt, el
bajista Wihll Mellorz, la flautista Viv Goodwin-Darke y el baterista Mitch Pike.
“Phillip
The Egg”, el disco que tenemos en nuestras manos, es el tercero de la
discografía de MAGIC BUS tras su álbum homónimo del 2010 y “Transmission From
Sogmore’s Garden” del 2014. “Phillip The Egg” salió al mercado en el primer día del presente mes de mayo por vía del propio sello discográfico del grupo Back To The Garden Records, tanto en CD como en vinilo. Pasamos ahora a revisar los detalles del disco en cuestión.
Abre el disco ‘Mystical Mountain (i) Twelve Kings’, canción que
dura poco menos de 9 minutos. Su talante amable y cálido encuentra el encuadre
perfecto en la relajada armazón rítmica y el cómplice ideal en los ornamentos y
capas brindadas por los teclados. Estamos asistiendo al hermanamiento de los
CARAVAN del primer álbum y los EGG del primer álbum con algunos resquicios de
la fase primitiva de PETER GREEN’S FLEETWOOD MAC en su faceta más introspectiva.
A poco de pasado el ecuador de la presente canción, el ensamble se dispone a
virar hacia un recurso de acrecentada sofisticación cuya estructura de
crescendo es manejada con un pulso sumamente elegante: de este modo, el renovado
vigor rockero sabe hacer lucir su resplandor esencial sin desbordarse ni un
ápice, y así se garantiza total fluidez para el asentamiento del envolvente
epílogo. Tras este impactante punto de arranque llega el turno de ‘Fading
Light’, una pieza lenta que nos remite a los PINK FLOYD de la fase 69-71 pero
con el señorío propio de unos NEKTAR: su motif de tendencia minimalista cuenta
con bastante atractivo como para extenderse un poco más de los 3 ½ minutos que
la banda se ha concedido para la ocasión. Con ‘Trail To Canna’, el ensamble se
dispone a explayarse con convincente consistencia en su paleta sonora. ‘Trail
To Canna’ sintetiza los espíritus de las dos canciones precedentes fusionando a
CARAVAN con NEKTAR a través del empleo de un agradable lirismo etéreo en la
instalación del cuerpo central. En algún momento se desarrolla un breve
interludio psicodélico en el que el grupo coquetea con el estándar del
space-rock a lo STEVE HILLAGE (combinando los legados respectivos de KHAN y de
su primer álbum solista).
El cuarto tema del álbum se titula ‘Zeta’ y se hace cargo de
exponer por primera vez las aristas extrovertidas del ideario grupal con
particular entusiasmo. Los ornamentos de flauta y los sucesivos solos de
teclado y guitarra se ajustan grácilmente dentro de la luminosa ingeniería
diseñada para la ocasión. Aquí tenemos un momento cumbre del álbum y este
esplendor musical en curso amenaza con perpetuarse un poco más cuando llega el
turno de ‘Distant Future’. En efecto, la banda se siente segura para seguir
ahondando en esta táctica de efectismos y refinamientos típicamente progresivos.
Las variaciones de ambiente y ritmo están a la orden del día mientras los
diversos motivos se van hilando en un espíritu de gloriosa musicalidad. Las referencias
a CARAVAN permanecen firmes, aunque esta vez nos remiten a sus legendarios
discos segundo y tercero. También hay algún matiz propio de los VAN DER GRAAF
GENERATOR pre-“Pawn Hearts”. Estas dos canciones nos han brindado juntas 11 ¾ minutos
de deleite melómano hasta el punto de instaurar un inapelable cénit dentro del repertorio.
‘Kepler 22b’ es un instrumental que recibe el impacto de la estupenda dupla
precedente para traducir sus elementos básicos en un nuevo momentum de
prestancia majestuosa: sus tres secciones se titula ‘The Root’, ‘Zapruder’ y ‘Myrrh And Honey’, respectivamente. He aquí una exaltación del art-rock en una dinámica
donde confluyen el Canterbury, el space-rock y el jazz-rock a través de unos
desarrollos multitemáticos donde la vitalidad expresada por cada instrumento
individual se pasea naturalmente por lo primaveral y lo invernal de acuerdo al
riguroso esquema general en curso. El cénit parece no acabar nunca.
Falta poco para que concluya el repertorio del álbum cuando llega
el turno de ‘Kalamazoo’, una relajante pieza de talante bucólico que nos sirve
de inspiración para un relax emocional tras las muestras de sofisticación
expuestas por los tres temas precedentes. En fin, ‘Yantra Tunnels’ ofrece el
broche de oro del disco con una remodelación de los legados del primer STEVE
HILLAGE y ciertos guiños a los GONG de la etapa 71-73, aunque enfatizando lo atmosférico
y bajando el aspecto neurótico. Eso sí, los ornamentos de sintetizador y el
creciente frenesí de la batería durante el pasaje final que termina
desvaneciéndose en un fade-out vehiculizan solventemente un momento de pura
exaltación progresiva. De hecho, nos preguntamos si este fade-out no será
realmente anticlimático… a lo mejor sí, pero eso no ha de quitar nada a la idea
de que “Phillip The Egg” es un magnífico muestrario de música retro-progresiva. Hemos
descubierto un poco tarde a MAGIC BUS pero nos alegramos mucho de haberlo hecho
ahora, que es mejor que más tarde y también que nunca. Vale la pena explorar su
discografía y esperamos que la banda siga dando de sí en próximos años.
Muestras
de “Phillip The Egg”.-
Mystical
Mountain: https://www.youtube.com/embed/TtWReqmU-3c
Kepler 22b: https://magicbus2.bandcamp.com/track/kepler-22b