HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA
CÉSAR INCA.
Hoy estamos de fiesta porque la Divina
Entidad Máxima del Rock JETHRO TULL engalana nuestros estantes con su nueva oferta
fonográfica titulada “RökFlöte”, la #23 de su vasta discografía. Publicado el 21 de abril pasado por el sello Inside Out Music a un año de su predecesor
“The Zealot Gene”, y al igual que con éste, “RökFlöte” es un ítem con varios formatos de edición, desde el CD simple hasta doble CD más Blu-ray, pasando por otro de doble vinilo (para elegir entre los colores azul, plateado y verde oscuro). La alineación de JETHRO TULL está comandada, como es
natural, por el maestro Ian Anderson [flautas, flûte d’amour, flautín irlandés
y voz]; ella se completa con David Goodier [bajo], John O’Hara [piano, sintetizadores
y órgano Hammond], Scott Hammond [batería] y Joe Parrish-James [guitarras
eléctricas y acústica, y mandolina]. Al igual que el disco precedente que antes
mencionamos y los últimos discos solistas del buen Ian, se trata de un álbum
conceptual. “RökFlöte” nació con la idea de hacer un disco puramente
instrumental con una fuerte orientación folk-rockera, pero pronto Anderson se
sintió atraído por la idea de hacer letras sobre diversos personajes y relatos
de la historia nórdica y su mitología pagana. Anderson se tomó esta nueva
inspiración muy a pecho, pues una vez que resonó en su mente creativa el
vocablo Ragnarök (el fin de los tiempos), prestó atención a sus propios
orígenes ancestrales, los cuales se remontan a los tiempos en que ciertas
poblaciones escandinavas se asentaron en el territorio que ahora identificamos
como anglo-céltico. El sufijo rök alude al destino hacia el que nos lleva el camino de la existencia. Que quede bien claro que lo último que pretende Ian es hacer un disco estrictamente religioso: en sus propias palabras, “no pretendo promover la vieja religión nórdica ni religión alguna. Mi preferencia personal va por la vía del esoterismo panteísta. n veo la necesidad de una representación visual antropomórfica e imaginaria de Dios, tampoco de símbolos, ídolos, iconos, reliquias y los rituales de rezos para una divinidad intervencionista. El problema es que estas ideas inspirarían un disco de rock muy aburrido.” “RökFlöte” fue grabado en los Western Audio
Studios de Swindon, con la ingeniería de sonido a cargo de Claire Sutton, siendo posteriormente mezclado por Bruce Soord (el mismo líder de THE PINEAPPLE THIEF) y masterizado
por Steve Kitch. El propio Anderson se hizo cargo de la producción y la
posproducción. En cuanto al diseño gráfico de la portada, muy inspirado en la imaginería antigua de la cultura nórdica pre-cristiana, James Duncan Anderson
colaboró con su padre Ian. Se habrá notado que Anderson no toca en ninguna parte de este nuevo álbum ningún instrumento de cuerda, lo cual posiblemente se deba al hecho de que la idea inicial era hacer un disco exclusivamente instrumental; como sea, se trata de la primera vez que sucede algo así desde los tiempos de ese primer álbum del año 1968 “This Was”, y encima hay que tener en cuenta que cuando Mick Abrahams todavía formaba parte del grupo, los JETHRO TULL grabaron el tema ‘Love Story’ como lado B de un single, y allí hacía Anderson sus pininos con la mandolina. Pero bueno, desde las primeras maquetas, Anderson evitó presentar a los músicos ideas basadas en la guitarra acústica, poniendo a la flauta como protagonista excluyente de las mismas. La reivindicación de la flauta como un instrumento que puede liderar el rumbo de un ensamble rockero es la razón de que el título del álbum termine con la palabra Flöte, que es flauta en alemán. Bien es verdad que toda la carrera musical de JETHRO TULL se ha centrado casi siempre en dicha labor de reivindicación.
Ahora que ya
sabemos cuál es el concepto central de este álbum, veamos algunos detalles
importantes. Los dos primeros temas están sucesivamente inspirados en la
profecía manifestada al dios Odín por la vidente cósmica Völva y en Ymir, el
proto-ser que conforma la raíz primigenia del cosmos; el último versa sobre el esplendoroso
resurgimiento del mundo tras su conflagración (Ragnarök). Entre ellos, hay
otros inspirados en: el omnisciente Odín; su esposa Frigg; Thor, el arquetípico
dios del trueno; Fenrir, el lobo fiero que se enfrentó a Tyr; Baldr, el hijo de
Odín y Frigg que era un personaje vivaz, hermoso y con clase, pero que terminó
muerto en manos de su hermano ciego Lodr a instancias del ladino Loki; el
propio Loki, paradigma de la malicia y las travesuras con mala intención; los
hermanos Freyr y Freya, propulsores de las cosechas, la prosperidad, la paz y
la fertilidad; Njord, figura vinculada al mar y las travesías marinas, y
también a la prosperidad y la fertilidad; finalmente, Heimdal, el tenaz
vigilante de los inmensos parajes del Asgard que hace sonar su corno Gjallerhorn
cada vez que algún extraño se acerca a dichos parajes. Las letras escritas por Anderson siguen un patrón métrico recurrente, como si fueran secciones diversas de un solo poema épico: un recurso poético muy ingenioso, ciertamente. Ya es hora de pasar a los aspectos estrictamente musicales del repertorio. La dupla de ‘Voluspo’ y ‘Ginnungagap’ da inicio a las cosas indicando con clara certidumbre el enfoque sonoro que ha de marcar al álbum entero per se. ‘Voluspo’ (Vǫluspá o Völuspá es el nombre del más famoso poema contenido en la Edda Poética, que recoge varios mitos y leyendas escandinavos y germánicos) comienza con unos aires misteriosamente etéreos y un soliloquio femenino en islandés declamado por la actriz, cantante e instrumentista Unnur Birna Björnsdóttir. A partir de allí, el colectivo instrumental entra en acción con un nervio contenido sobre la base de una ingeniería musical ceremoniosa, un tanto grisácea en su espiritualidad. Anderson emite su propio soliloquio en el centro del desarrollo temático. ‘Ginnungagap’, por su parte, nos brinda un ejercicio de soltura y extroversión donde la flauta guía el empuje del ensamble entero, el mismo que cuenta con espacios suficientes para exhibir una razonable musculatura rockera. Las alternancias entre grooves veloces y medios tiempos situada mayormente sobre un compás inusual le da un aura sofisticada al gancho esencial del esquema melódico.
Realmente, no nos hubiera molestado que la segunda pieza del álbum durara un poco más, teniendo en cuenta el magnetismo que tiene la coda que sucede al último estribillo, pero es que llega el turno de ‘Allfather’, otra canción ágil que ostenta un cálido fulgor pastoral en medio de otro ejercicio de estilizado vigor rockero. Las implementaciones ocasionales de grooves jazzeros de parte de la batería permite que los pasajes más movidos intensifiquen su cualidad saltarina; cómo no, la flauta se explaya a sus anchas a la hora de ornamentar las bases melódicas en curso. “Allfather,
learn from the symbols / Born in these waters, a gift for the giving / To
others who fawn at the feet of the master / And bathe in the presence, the dead
and the living.” He
aquí una hermosa manera de describir el vínculo entre el hombre y las
divinidades mayores cuando aquél brinda ofrendas devotas a éstas. Cuando llega el turno de ‘The Feathered Consort’, el grupo juega con ambientes un poco más delicados sin abandonar del todo las vibraciones rockeras. Lo que sí queda claro es que la atmósfera diseñada para esta canción es bastante solemne, y lo mismo vale decir sobre ‘Hammer On Hammer’, incluso con mayor énfasis. De hecho, este aumento del talante solemne resulta muy conveniente para realzar las florituras prog-sinfónicas que los teclados insertan en medio de los riffs y solos de guitarra, y sobre todo, para redondear la intensidad rockera inherente a la composición. Un cénit del repertorio, no nos cabe duda al respecto... pero pudo durar un poco más, algo que debemos confesar otra vez.* Con su espacio de casi 5 minutos, ‘Wolf Unchained’ resulta ser la pieza más extensa del álbum. Su misión consiste básicamente en ahondar en los referentes de estilización rockera expuestos en las canciones #2 y #3 para darles mayor margen de maniobra; de paso, también funciona como algo con gancho ameno. Una mención especial va para algunas líneas de bajo bastante atractivas que ornamentan grácilmente el esquema rítmico. También la merecen estas estrofas: “From out the marsh with jaws agape / And
angry howls, the wolf does run / All set to roam and havoc make / Amongst the
nine worlds of the sun. / But soft as silk, strong fetters fixed / To calm,
restrain the rage awhile, / Invite the hand between sharp teeth / To prove good
faith, to reconcile.” ‘The Perfect One’ se inicia con un encanto especial provisto por aires pastorales, pero muy pronto vuelve a la senda del rock marcado por un músculo sereno para, a partir de allí, ir jugando con ambos recursos a lo largo del camino. Son bastante efectivos los aires evocadores de esta canción, y cabe destacar que ella contiene uno de los solos de guitarra más notables del álbum.**
‘Trickster (And The Mistletoe)’ tiene una sección inicial que es lo más jovial que hallamos en este disco, una celebración bucólica bien apoyada sobre la triangulación de flauta, acordeón y guitarra. Una vez instaurado el centro temático, el nervio rockero se erige como la columna vertebral del bloque sonoro grupal con miras a brindar una electricidad renovadora para los aires célticos dominantes. ‘Cornucopia’, por su parte, se explaya en una espiritualidad bastante serena, encarnando así el primer momento auténtico de relax en lo que va del disco; esto significa que los músicos cuentan con ciertos espacios solventes para explorar los colores intrínsecos al desarrollo melódico. He
aquí una celebración de las buenas cosechas: “The barley grows and ripened,
feeds / The hungry souls who toil and sweat. / They gather to give thanks and
praise / For wealth and peace, repay the debt.” Y he aquí una oda a la
opulencia amorosa: “My sister joins the happy throng / To dance and sing
with all who care / To lie with her in soft repose. / Gold diadem in golden
hair.” Sólo en el pasaje final se agilizan las cosas para gestar una coda efectistamente suntuosa, haciendo gala apropiada de una garra que sabe por dónde no debe desbordarse. Este recurso anuncia el modo en que ‘The Navigators’ regresa a la actitud marchosa que signó a varias canciones precedentes. Cabe destacar el modo en que la flauta dibuja sus motivos con aires exóticos que nos remiten a los tiempos de “Root To Branches”; de hecho, su particular protagonismo en las secciones instrumentales le permite preservar la candidez atractiva de la canción como un todo. Muy elocuentes son las
últimas estrofas: “Crab pots stacked, fat diesel straining / At the white and
foam-flecked wave. / Echo sounding, seaman rounding. / Dark mull skirts a
watery grave / Which calls to lure brave navigators / Who venture far from
harbour home. / Burning with that lust of feisty / Fisher-folk who live to roam.” Los 7 ½ minutos finales del
repertorio están ocupados por la secuencia de ‘Guardian’s Watch’ e ‘Ithavoll’. El primero de
estos temas mencionados se centra en otro ejercicio de estilización rockera con tintes folklóricos, yendo muy a tono con lo que hemos disfrutado en ‘Allfather’ y ‘Wolf Unchained’. En cuanto a ‘Ithavoll’ (Iðavöllr es la grafía nórdica de esta palabra que designa el lugar de reunión de los dioses), se trata, en parte, de un retorno a los aires solemnes de la pieza que abrió el álbum, incluyendo otro soliloquio de Unnur Birna, pero también hay unos pasajes explícitamente vibrantes que hacen que la canción adquiera matices épicos. Así las cosas, la estructura de esta pieza le permite ser muy eficaz a la hora de finiquitar el repertorio.
“RökFlöte” es, a fin de cuentas, un testimonio entusiasta y legítimo de lo que significa la flauta dentro de la tradición del rock, y sinceramente, JETHRO TULL es el grupo adecuado para dar cátedra al respecto pues llevó a dicho instrumento más allá de lo anecdótico y al nivel de leyenda. Sin habernos impresionado tanto como “The Zealot Gene” en líneas generales, “RökFlöte” merece elogios por ser lo que es: un disco muy dinámico que contiene una generosa cantidad de ideas musicales inspiradas. ¡Que viva y siga viviendo JETHRO TULL!
* En algunas de las canciones de este álbum, se introducen elementos referentes a personas o eventos ajenos al concepto del álbum. Éste es el caso de ‘Hammer On Hammer’, donde las dos últimas estanzas exhiben una diatriba contra el mismísimo Vladimir Vladimirovich Putin, quien en 1992 era el teniente alcalde de San Petersburgo. Anderson y Martin Barre conocieron a Putin y al alcalde de la mencionada ciudad, Anatoly Sobchak, cuando participaron en el festiival musical White Nights. (“Vlad,
the bad, seethes and schemes. / An empire past he must renew. / Tough man in
waiting, stares at me / At White Nights, 1992. / Sabres rattle, pipelines
tremble. / Wasted opportunity / To build a better motherland / A nobler place
in history.”)
** Aquí hay otro caso de alusión a algo foráneo a la temática explícita del álbum. Las tortuosas y torpes ansias de rivalidad que Hodr alimenta en su corazón contra Baldr hallan correlatos más contemporáneos en las tempestuosas (y hasta destructivas) relaciones de amor-odio entre Joe Orton y Kenneth Halliwell, Francis Bacon y George Dyer, y otras parejas del mundo de las letras y las artes.