HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Nos complace enormemente hablar ahora sobre SCHERZOO,
ensamble jazz-progresivo dirigido por el músico y compositor François Thollot,
por motivo de la reciente publicación de su cuarto disco, el cual simplemente
se titula“04”. El sello Soleil Zeuhl se encargó de producir este disco y lanzarlo al mercado hace muy poco, el 12 de octubre pasado. Thollot, quien en este disco se restringe exclusivamente a
tocar el bajo, está acompañado por Antony Pontet [piano eléctrico y órgano], Grégoire
Plancher [piano eléctrico y mellotrón] y Clément Curaudeau [batería]. Bien es verdad que el enfoque tan dinámicamente ecléctico que el grupo aborda a su expansivo y caleidoscópico esquema sonoro, hace que sus devaneos con el Zeuhl, el Canterbury y hasta el paradigma Crimsoniano broten grácilmente en diversas ocasiones de su obra íntegra, y en el caso presente de “04”, no tenemos precisamente una excepción. Thollot es un multiinstrumentista que ha llegado a multiplicarse en labores de teclista y baterista en algunos discos precedentes de este proyecto (de hecho, fungía de baterista en los dos primeros discos de este ensamble), mas en esta ocasión se circunscribe al bajo. También tenemos aquí el primer disco de SCHERZOO sin vientos y sin guitarra, siendo así que el formato ahora vigente hace que los desarrollos temáticos y buena parte de las bases armónicas y atmósferas sustentables se gesten desde los incansables encuadres elaborados entre los dos teclistas, mientras que el líder de la banda usa su instrumento como afanoso puente intermedio entre lo rítmico y lo melódico. Como entidad musical, SCHERZOO siempre sabe hacer sentir su esquema sonoro lleno y tremendamente ágil, independientemente de la logística del momento. Adelantemos de una vez que “04” es un disco magnífico, pero ya es hora de revisar los detalles del catálogo incluido en él.
‘Three-Dimensional
Disorder’ ocupa los primeros 4 ¾ minutos del repertorio y lo hace con una rectamente focalizada exhibición de fuerza de carácter: tras una secuencia inicial marcada por unas singulares cadencias guiadas por la dupla rítmica, el cuerpo central se instala cómoda y raudamente sobre un complejo swing armado por la tríada de bajo-batería-piano eléctrico. Bien pronto, el órgano sale al primer plano con la misión de instaurar una bizarra ingeniería melódica. El segundo tema del
disco se titula ‘Kangouroo’ y acoge la misión de ahondar en los sofisticados juegos de cadencias jazz-progresivas heredados de la pieza inaugural para darle un refinamiento más pulido. El bajo se siente más intenso dentro del entramado instrumental porque el piano eléctrico asume un rol más sutil en el trasfondo armónico y también porque el órgano crea un esquema sonoro menos filudo. Hay muchas conexiones estilísticas con la vieja tradición del Canterbury en el modo en que se ha armado esta pieza (especialmente, con sus ilustres antepasados de MOVING GELATINE PLATES), pero bien cabe acotar que el vigor del bajo se acerca más a la movida avant-progresiva francófona. A traés de una línea más suavizada en comparación con los dos primeros temas del álbum, ‘Crime Et Châtiment’ se las apaña para desarrollar, al unísono, un énfasis en el factor Zeuhl aunque de una manera muy domesticada, por así decirlo, al estilo de POTEMKINE. También hay algún parentesco con la línea de trabajo del ensamble FORGAS BAND PHENOMENA. Bueno, como es de suponer, el bajo de Thollot sigue siendo el principal impulsor del bloque sonoro que el grupo arma con solvente lucidez. Aquí tenemos un culmen decisivo del álbum. Durando poco
menos de 3 minutos, ‘Chat Badin’, se caracteriza por una frontal jovialidad en su espíritu y su swing, casi coqueteando con el estándar del vodevil desde su bien perfilada provincia jazz-progresiva. Los relajados armazones melódicos del órgano y los ocupados repliegues del piano eléctrico se articulan en una grácil retroalimentación continua mientras la dupla rítmica celebra su soltura compartida con fulgurosa vivacidad. Un interesante contraste frente a la solemnidad señorial de ‘Crime Et Châtiment’.
‘Vingt-cinq’ aprovecha las mil maravillas su espacio de cinco minutos y medio instalando un cénit decisivo dentro del repertorio. En efecto, bajo un persistente manto de elegancia preciosista, la pieza contiene una primera mitad caracterizada por una grácil luminosidad que se sitúa en medio del candor primaveral y la sobriedad otoñal, para luego, en su segunda mitad, moverse en territorio focalizadamente vecino con estándares del Zeuhl aunque sin desviarse de la ruta jazz-progresiva con la cual se diseña las atmósferas centrales. La segunda mitad es intensa y contundente, siendo así que las vibraciones del piano eléctrico y la neurótica agilidad de la batería crean una hermandad fundante para la instrumentación global. Cuando llega el turno de ‘L’instabilité De Kelvin-Helmholtz’, el ensamble recoge algo de la intensidad de la pieza precedente pero lo hace de una forma más domesticada, con lo cual los núcleos temáticos creados para la ocasión pueden tender puentes con los ambientes centrales heredados de los temas #1 y #3, especialmente en lo respectivo a las vibraciones señoriales de este último. ‘Funambule’ exhibe mayores dosis de extroversión en comparación con ‘L’instabilité De Kelvin-Helmholtz’, y lo hace poniendo énfasis en el factor jazzero para el apuntalamiento de su primer centro temático. Más adelante, el vigor que solo era parcialmente patente en una primera instancia pasa a inundar de forma más sistemática y significativa a los encuadres sonoros enarbolados desde los diálogos entre los dos teclados, siendo así que la dupla rítmica tiene que agitar su propio nervio para hacer que todos sus matices latentes pasen ahora al frente para la sustentación de un coprotagonismo bien afiatado entre las proyecciones de los dos teclados y el dinamismo del tándem de Thollot y Curaudeau. En el nuevo estado de cosas, ahora el esquema sonoro se adentra en una fusión de Canterbury y RIO a lo HENRY COW (etapa de su primer disco); este vigor llega para quedarse hasta el último instante del tema. Por su parte, el clímax central nos recuerda un poco a los KING CRIMSON de la etapa 73-75. La verdad que podemos con rectitud afirmar que esta secuencia de ‘L’instabilité De Kelvin-Helmholtz’ y ‘Funambule’ establece una ascensión musical de gran clase, dejando el listón muy alto para el siguiente tema. Veamos cómo sale la faena con ‘Vortex’, el tema que asume tan exigente misión.
Siendo
la pieza más larga del álbum con sus poco más de 8 ¾ minutos de extensión, ‘Vortex’
también está a cargo de cerrarlo. Esta pieza comienza en clave ceremoniosa sobre un lento compás en 3/4, casi invitando a que se dé un imperio de lo sombrío bajo un flotante ropaje otoñal, pero pronto las cosas viran hacia algo más intenso donde los espectros del rock-in-opposition se apoderan de la situación. Primero asistimos a un juego de voraces juegos disonantes que suenan a algo así como una partitura perdida del primer disco de UNIVERS ZÉRO que ha sido remodelada por NAOM. Poco antes de llegar a la frontera del cuarto minuto, el asunto se pone punzante y siniestro bajo un engañoso disfraz de misterioso sigilo: ya estamos en terreno Zeuhl. Una vez que el bajo deja su juego de pulsátiles letanías mientras el piano eléctrico se explaya en inquietos efluvios marcados por una sutil agresividad, arma las bases para el foco central del puente con la intención de que la siempre reinante musculatura densa adquiera una renovada soltura. Así las cosas, el ensamble está preparado para mostrar su faceta más extrovertida sobre un groove razonablemente complejo; los diálogos e interacciones entre los dos pianos eléctricos está constituidos a través de un engranaje grupal bastante sólido, el cual mantiene su ímpetu expresivo incólume hasta el golpe final. Aunque nuestras preferencias van hacia ‘Kangouroo’, ‘Crime Et Chatiment’ y ‘Vortex’ tras el repaso general y meticuloso de los detalles individuales de “04” que hemos realizado, lo más preciso es admirar en este disco la hechura de una impoluta y compacta armonización interna del todo, una dinámica maciza y consistente de musicalidades gloriosamente inspiradas desde la cruza de jazz-rock, Canterbury y avant-prog. La gente de SCHERZOO ha vuelto a lucirse a lo grande en este disco que representa su cuarta jornada musical. ¡Totalmente recomendable!
Muestras de “04”.-
Crime Et Chatiment: https://scherzoo.bandcamp.com/track/crime-et-chatiment
[Reseña dedicada al prog-camarada Sergio De Lattantis.]