HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
El
legado de JETHRO TULL sigue fresco en la memoria perenne del rock: “Aqualung”
tuvo su reedición especial de 40mo aniversario en el año 1971 en
formatos de LP y Blu-Ray con la inclusión de un libro con copiosa información
retórica y visual, pero en abril pasado se hizo una versión nueva de dicha
reedición en 2 CD y 2 DVD. La formación de entonces para el grupo consistía en
Ian Anderson [voz, flauta y guitarra acústica], Martin Barre [guitarra
eléctrica y flauta dulce], John Evan [piano, órgano Hammond y mellotrón], Clive
Bunker [batería y percusiones] y el nuevo integrante Jeffrey Hammond-Hammond
[bajo, flauta dulce y coros extravagantes]. Lo que conocemos tradicionalmente
de “Aqualung” es la segunda serie de sesiones de grabación que se repartió en
dos temporadas, diciembre de 1970 y febrero de 1971, en los Island Studios y los Morgan Studios. El
primer intento tuvo lugar a mediados de 1970, estando Cornick todavía en la
banda, con la grabación de unas cuantas canciones que, a fin de cuentas, dejó
bastante insatisfecho a Anderson. En perspectiva, tampoco se mostró satisfecho
con cómo quedó el producto final, pero aprecia mucho el disco por la energía de
las ejecuciones y el tipo de ecléctica vitalidad que muestra desde la primera
hasta la última canción. El día 19 de marzo de 1971 fue la fecha de salida al mercado de este ítem fonográfico, siempre por vía del sello Chrysalis (en asociación con Island Records) en Europa, y por vía de Reprise Records en los EE.UU., Japón y Oceanía. Todo se disparó gloriosamente; en muy poco tiempo se erigió como el referente comercial definitivo para la banda, y hasta el día de hoy ostenta el honor de ser el disco más vendido de JETHRO TULL. Hay tres canciones totalmente emblemáticas dentro del amplísimo catálogo histórico de la banda en este repertorio: la canción titular, ‘Cross-Eyed Mary’ y ‘Locomotive Breath’, siendo esta última el centro para el cierre de los conciertos de casi todas las giras posteriores. También fueron estas canciones las que terminaron por afianzar el estereotipo de la faceta rockera de JETHRO TULL en las mentes y oídos del Norte de América, algo que también jugó un poco en contra de la expresividad de Ian Anderson: en los conciertos estadounidenses y canadienses de JETHRO TULL, el público mostraba muy poca paciencia con las piezas acústicas y folk, haciendo ruido y reclamando más muestras de rock. En fin, cosas de la vida de una estrella de rock... bueno, en este caso, cinco estrellas de rock.
‘Aqualung’
es algo más que el título del cuarto trabajo de estudio de JETHRO TULL y algo
más que el título de la primera mitad de dicho trabajo: es el título de un
himno rockero de gran alcurnia y que brilla con luz propia en el parnaso de la
música popular de los 70s. A este respecto, el testimonio de la primera esposa
de Ian Anderson, Jennie Franks, quien entonces estudiaba en la Escuela de Arte,
resulta revelador y emocionante. En un día de ese año de 1971, Jennie estaba
tomando fotografías a unos vagabundos de la Salvation Army de Victoria para un
proyecto de la Escuela, y mientras capturaba esas imágenes, se sentía impactada
al oírles contar sus historias de cómo pasaron todos ellos rápidamente de
llevar una vida productiva normal a otra donde tenían que buscar restos de
comida en los parques. Un vagabundo en especial le llamó la atención, llegando
incluso a hacer buenas migas con él: ella se ofreció a obsequiarle las fotos que le
tomaba una vez que haya terminado la exposición, idea que el vagabundo en
cuestión tomó con escepticismo. Cuando Jennie fue al cuarto oscuro para
trabajar con los revelados de los rollos, se topó con que no había película en
la cámara. A los pocos días de esta frustrada aventura estético-social, ella se
puso a idear una letra para unas armonías de guitarra acústica que su entonces
esposo estaba creando. Las palabras y las rimas le venían fácilmente a la
mente, concentrada como estaba en la memoria de ese vagabundo con quien se pasó
conversando mucho tiempo: “salvation à la
mode and a cup of tea” es su línea preferida. Así nació ‘Aqualung’, canción
que ella siempre consideró como triste, y con la adición de las secciones
rockeras, también contiene mucho enojo. Aunque a ella no le importaba tanto eso
de tener créditos como co-autora, Ian se aseguró de que así se oficializara el
dato en los créditos del disco… algo poco habitual en esos tiempos en que la
presencia femenina en la fuerza creativa de la industria musical no era muy
tomada en cuenta. En la larga entrevista publicada en el libro, Ian elabora
reflexiones preocupadas sobre el trato, o mejor dicho, la falta de trato (y
sobre todo, de suficiente manejo humanitario) que se promueve en la sociedad
moderna ante los desposeídos de la Tierra. Esa ceguera selectiva que nos
permite seguir caminando por las calles sin dejar que nos atormenten las
visiones de mendigos y pordioseros genera siempre en Ian una reacción muy
fuerte… y es por eso mismo que nunca le cansaba cantar ‘Aqualung’ en cada
concierto de JETHRO TULL y de sus giras solistas: “No es difícil pararse y cantar una canción así y seguir sintiéndola.
La repetición no borra lo que sigue sucediendo allí afuera.” Barre dice que una canción no pasa de moda ni se vuelve vieja si es que se sigue tocando: más preciso, imposible. Por supuesto,
no puede dejarse sin mencionar la importancia que tiene negar y seguir negando
que “Aqualung” es un disco conceptual: más bien se trata de una serie de
canciones sueltas en la que algunas del lado A se centran en estereotipos de
personajes marginales mientras que otras del lado B adoptan una temática
anticlerical desde una genuina preocupación por la espiritualidad. Anderson
dice claramente que le preocupan los dogmatismos y formalismos de la religión
institucional, pues él está más en sintonía con la idea de que la fe y la duda
deben ir de la mano. A partir de aquí, podemos ver un enlace entre los dos
índices temáticos del álbum: el espíritu religioso tiene menos que ver con
certezas y más con modos de sentir el significado de la vida, lo cual implica
una actitud ante el mundo que nos rodean y la humanidad con la que convivimos…
incluyendo de forma especial a los marginados. Esto se refleja perfectamente en la rotundamente contestataria leyenda de la contraportada: un llamado a la conciencia re-creadora de Dios con la exigencia de reconocer a ese mismo Dios en los rostros de los desposeídos. Además, hay también una canción de amor y otra sobre la preocupación por la salud del padre de Ian: es, a fin de cuentas, un disco como cualquier otro anterior de Anderson, Barre y cía., un disco con canciones de diversas temáticas.
La grandiosa apertura homónima del disco comienza con uno de los riffs de guitarra más
celebrados de la historia del rock, y con ese rotundo y minúsculo redoble a cargo
de Bunker, el ensamble íntegro pone su maquinaria sonora a funcionar. El efecto
de megáfono para el primer interludio acústico simboliza la actitud de llamado
a la conciencia, mientras que el genial solo de guitarra de Barre y la garra
aumentada en el reprise del motivo inicial expresan el fuego airado del
espíritu desesperado de nuestros tiempos. Es un clásico innegable, nada más ni
nada menos. ‘Cross-Eyed Mary’ es, qué duda cabe, el otro gran himno rockero del
lado A de este álbum. Esta nueva mezcla resalta cabalmente la confluencia de
órgano, bajo y guitarra sobre el cual se construyen los riffs centrales de la
pieza, y eso se traduce en la manifestación de una musculatura renovada para
este sórdido retrato de una quinceañera prostituta con afanes de Robin Hood. El
final de esta serie de esbozos de personajes llegará con ‘Up To Me’, canción
cañera de claro talante blues-rockero con una base folk al modo de DONOVAN y el folklore celta:
cabe destacar el esplendor tan electrizante con el que la guitarra de Barre se
coloca al frente así como algunas florituras del piano de Evan, recursos
siempre útiles a la hora de reflejar el descaro constructivo de la libre
voluntad que se justifica a sí misma en su propio actuar. La faceta acústica no
es ignorada por las tres canciones situadas en el intermedio, como, por
ejemplo, la jovial ‘Mother Goose’ con su serie de imágenes surrealistas en
torno a la pérdida de la inocencia y el descubrimiento del infinito placer de
agitar el gallinero. Las suaves síncopas proyectadas por las percusiones y los
cándidos colores de las flautas dulces – cortesía de Barre y Hammond-Hammond, quienes las compraron a precio muy módico en una tienda muy cercana al estudio –
sirven de oportuno fondo para el canto de Anderson. Yendo al aspecto más sereno
de las cosas, ‘Cheap Day Return’ y ‘Wond’ring Aloud’ exhiben sendos viajes
introspectivos signados por una amable delicadeza: esta nueva mezcla realza
oportunamente algunos matices del órgano de Evan que habían quedado un poco
ocultas en la versión de ‘Cheap Day Return’ que todos hemos llegado a conocer,
mientras que los arreglos de cuerdas para ‘Wond’ring Aloud’ se exponen con una
prestancia más diáfana. Bueno, cada día ‘Wond’ring Aloud’ suena más hermosa,
siendo como es una de las baladas más emblemáticas de toda la carrera de JETHRO
TULL. Esta faceta notoriamente relajada no volverá hasta que nos topemos con
otra canción breve en el ecuador del lado B del disco: nos referimos a
‘Slipstream’, balada cuya cristalina delicadeza introspectiva queda eficazmente
ornamentada por unos etéreos arreglos de cuerda que terminan flotando en una
espiral de disolución cósmica.
‘My
God’ inicia la segunda mitad del álbum y le da título global a la misma… y cómo
no, se trata de otro himno inmortal del mundo musical de JETHRO TULL. Diseñada
al modo de un blues-rock progresivamente ambicioso, sus diversas secciones y
atmósferas fluyen en un ilación compacta, logrando abrir espacios naturalmente
para el momentum rockero que se inicia a partir de la segunda mudanza. La letra
introduce las apreciaciones ácidamente críticas que Anderson dirige hacia la
displicencia arbitraria y la cerrazón dogmática de los discursos oficiales de
las religiones institucionalizadas (tema en el que se habrá de ahondar
posteriormente en ‘Hymn 43’ y la canción de cierre ‘Wind Up’). El interludio
sustentado por un electrizante solo de flauta y una imponente coral de
múltiples pistas vocales de Hammond-Hammond añade un satírico dramatismo al
asunto: esa mezcla de furia y jocosidad que se trasluce con intensa claridad en
este pasaje sirve de bisagra para la última sección cantada. Pasando específicamente
a ‘Hymn 43’, Anderson se atreve a retorcer el espíritu originariamente devoto de los salmos del Antiguo Testamento para denunciar agriamente la combinación de hipocresía, frivolidad y autoritarismo que reina en el pensamiento colectivo de la comunidad
cristiana moderna: líneas como “If Jesus saves, well, He’d better save Himself from
the gory glory seekers who use His name in death” y “I saw Him in the city and on the mountains of the moon, His cross was rather bloody, He could hardly
roll His stone” surgen como reclamos
brutalmente elocuentes, y sobre todo, finamente acertados. Esta canción
establece un nexo entre el ímpetu anticlerical de esta segunda mitad del disco
y la desgarrada crítica social del primero. ‘Locomotive Breath’ instaura el
clímax decisivo del álbum, con un legendario motivo introductorio de piano
compuesto por Evan y un contagioso groove maquinista para el cuerpo central.
Este cántico es una llamada de alerta a la continua e imparable explosión
demográfica que asola a nuestro planeta, el cual sigue siendo saqueado
irracionalmente por el género humano, aparte de mal administrado. No resultó
fácil para el grupo armar el esquema rítmico que ahora es un clásico de su
discografía así como un estándar de la historia del rock. Es una canción que
exige que se explaye en una energía contenida al modo de una caldera: “debe tener ese aire de inminente fatalidad
y explosión sin volverse demasiado ruidoso ni estrepitoso”. Anderson decidió
grabar él mismo la base de hi-hat y bombo junto a una versión primitiva del riff
de guitarra, siendo así que Bunker y Barre completaron los demás sonidos de
batería y guitarra eléctrica.
Si
en ‘Locomotive Breath’ el asunto anticlerical pasa a un segundo plano, éste vuelve
de lleno en ‘Wind Up’, pero ahora sin centrarse tanto en intuiciones teológicas
como en una inquietud existencial: en efecto, la letra reclama una mayor
atención al cultivo de la espiritualidad inherente a nuestro yo interior (por
donde se puede buscar la luz divina) y una condena definitiva de la política
clerical de lavado de cerebros (“Well, you can excommunicate me on my way to Sunday school / And have
all the Bishops harmonize these lines.”
“I don't believe you, you had the whole damn
thing all wrong / And he's not the kind you have to wind up on Sundays.”). Esta canción
sabiamente fusiona la suave calidez del folk y el vigor descarado del rock, y
bien puede interpretarse como una síntesis de todo lo que ha venido sucediendo
en el repertorio de “Aqualung”, un broche perfecto para el álbum. Los temas
bonus son de especial interés porque muestran tanto los preámbulos a este
momento especial de JETHRO TULL sino también el siguiente paso que tuvo lugar
en el reciclaje de la alineación de la banda: el reemplazo de Bunker por
Barriemore Barlow, lo cual significaba que ahora JETHRO TULL constaba de Ian
Anderson, sus tres amigos más cercanos de los orígenes de la banda, más Martin
Barre, afianzado éste como el guitarrista esencial del colectivo. Barlow es el
baterista de JETHRO TULL por antonomasia, así como Bill Bruford lo es para la
tradición de KING CRIMSON y Phil Collins lo es para la de GENESIS: con él a
bordo, el grupo concluyó la gira promocional del “Aqualung” y grabó el EP “Life
Is A Long Song”, publicado en setiembre del propio año 1971 y cuya canción homónima supuso
un nuevo single exitoso para la banda. Algo bueno surgió del arribo de Barlow a
las filas de JETHRO TULL, una exuberancia nueva y una vitalidad sofisticada en
los grooves de las canciones, ya fuesen de tenor folklórico o rockero; es entonces que el grupo se sentía preparado para asumir misiones más ambiciosas con miras a seguir desarrollando la ecléctica visión musical de Ian Anderson & co. Pero
bueno, no es tiempo ahora de ir más allá de fines del año 1971 (“Thick As A
Brick” y todo lo demás) sino de destacar el grácil colorido de ‘Life Is A Long
Song’ y ‘Up The ’Pool’, así como el vigor juguetón de ‘From Later’ y el
barroquismo cálido de ‘Dr. Bogengroom’. ‘From Later’ tiene un groove rockeramente irresistible que dice mucho en cerca de 2 minutos mientras que ‘Up The ‘Pool’ destila una entrañable aura campechana que, estando marcada por un ácido sarcasmo, se deja llevar grácilmente por su muy agradable esquema melódico. Anderson seguía explorando sesudamente
su faceta de cantautor en esta fase de JETHRO TULL, así que no es de extrañar
que el cierre del EP venga con la serena y breve balada acústica ‘Nursie’.
Anecdóticamente, tenemos en ‘Up The ‘Pool’ la primera de ínfimas intervenciones
de Anderson al violín. Sobre el caso específico de ‘Life Is A Long Song’, se
trata de una canción que celebra el hecho de estar vivo y disfrutar de las
cosas pequeñas de la vida: el giro expuesto en la línea final “But the tune ends too son for us all”
combina cinismo, candidez y vulnerabilidad, todo a la vez, con una brillante
concisión.*
Barriemore
Barlow (cuyo nombre de pila es simplemente Barrie) recuerda la forma tan accidentada en que un parcialmente beodo John Evan
llegó a su casa para llevarle a la suya: no le gustó mucho que le
interrumpieran el disfrute de una final de la Copa de Inglaterra de Fútbol, y
menos aún que le avergonzara frente a sus amigos vertiendo unas palabras un
tanto altisonantes, pero quedó complacido de que le transmitiera la invitación
a integrar JETHRO TULL en reemplazo de Bunker. “¿Que si quiero el puesto de baterista en el grupo? ¿Dolly Parton
duerme boca arriba? Pensé ‘Por todos los demonios, he aquí la oportunidad
de vivir mi sueño con mis mejores amigos. ¡Por supuesto que quiero el puesto,
maldita sea!’” Tras una audición tan
breve como exitosa en una parroquia cercana a la casa de los padres de Ian
Anderson, lo primero que había que hacer era grabar el EP “Life Is A Long Song”
en un estudio de Chelsea, y a pocas semanas, iniciar la primera de dos giras
estadounidenses a fines del año 1971. Entre las otras canciones extra hay una
versión temprana de lo que después vendría a ser ‘Two Fingers’, la canción de
cierre para el álbum “WarChild” (de 1974): con menos ornamentos que ésta,
resulta una versión más grácil y más áspera, y responde al título de ‘Lick Your
Fingers Clean’. También hay otra versión temprana, esta vez de ‘My God’, la
cual data de cuando Glenn Cornick aún estaba en el grupo. Con algunas
diferencias en la letra y en el interludio de flauta y coral, tenemos aquí un
interesante testimonio del proceso de crecimiento para este opus especial de
“Aqualung”. Cornick también está presente para ‘Wond’ring Aloud, Again’:
presentada originalmente en una versión reducida de casi 4 ¼ minutos en el
recopilatorio doble “Living In The Past” bajo el recortado título ‘Wond’ring
Again’, ahora lo tenemos en su formato original de 7 minutos y pico. Con letra
ampliada y un dramatismo más pronunciado en medio de la reinante serenidad
contemplativa, la canción asume un aura más concienzuda en sus vibraciones
emocionales. Las líneas “There's the stillness of death on a deathly
unliving sea / And the motor car magical world long since ceased to be / When
the Eve-bitten apple returned to destroy the tree” nos parecen particularmente notables. Con la
serenidad etérea de la breve balada acústica ‘Just Trying To Be’ (guitarra
acústica y la voz de Anderson más la celesta de Evan) tenemos nuestra cuota de tierna
introspección antes de llegar al material del EP “Life Is A Long Song”.
El
libro que acompaña a esta reedición también contiene copiosa información sobre
los entretelones, preámbulos y perspectivas a posteriori de “Aqualung”. Además
de lo que ya se observó antes sobre la gestación del himno rockero homónimo y
las demás canciones, también hay información de primera mano sobre lo que se
sentía ser un integrante de JETHRO TULL por aquel entonces. Tenemos unas
elocuentes expresiones del entonces nuevo vecino del barrio, Jeffrey
Hammond-Hammond, contando cómo pasó en muy poco tiempo de una frustrada intentona
para ingresar al programa de posgrado en pintura en las Royal Academy Schools a
tocar el bajo en uno de los grupos más candentes del rock británico, no
habiendo tocado un instrumento en cinco años… y eso que ni siquiera había sido
un verdadero experto en sus años mozos. Pero bueno, el disco “Aqualung” fue un
gran debut porque resonó de una manera muy especial. Un dato anecdótico es que
su imagen en el dibujo interior del disco como bebedor impertinente en una
iglesia no está basada en ningún hecho de la vida real, pues él es alérgico al
alcohol: una sola vez bebió un jugo de lima con generosas dosis de vodka que
algún amigo bromista vertió en su jugo... y quedó desmayado al instante. Barre,
Bunker y Evan guardan emocionados recuerdos del periodo de gestación y
grabación del álbum, señalando siempre que no se trataba de un disco conceptual
a pesar de que algunas canciones que compuso Anderson se centraban
específicamente en sus serias reservas ante las pretensiones y estándares de la
religión organizada. Ian Anderson también da rienda suelta a sus memorias y
reflexiones en torno a la vida en la carretera así como la moda progresiva en
la avanzada rockera británica de aquel entonces. Él confiesa que se sentía agradecido de vivir en un ambiente muy creativo y ecléctico, pero también tenía una preocupación grande (y más grande en años posteriores) por que la idea de la música progresiva se volviese demasiado pretenciosa.
David
Palmer (actualmente Dee) recuerda la primera vez que vio a JETHRO TULL, que fue
en el Sunbury Blues Festival de 1968, siendo así que fue lo único que le agradó
(y mucho) del evento. Al día siguiente, recibió una llamada de Terry Ellis,
manager del entonces cuarteto, para solicitarle que haga arreglos de bronces
para el primer disco de la banda. Para cuando llegó la hora de “Aqualung”, él
se sentía en casa haciendo y dirigiendo arreglos orquestales para algunas
canciones del grupo. Tal como recuerda Palmer, su amistad con Anderson se forjó
muy velozmente: “Tal era nuestra empatía
que nunca teníamos discusiones. Él me mostraba pistas de lo que estaba
escribiendo en el momento, yo me iba a casa para trabajar en ello y más tarde
lo grababa. Eso era todo.” Y cómo no, ya sabemos que Palmer llegó a ser miembro de la banda, lo cual expandió mucho más su rol como figura creadora dentro del cosmos de JETHRO TULL, pero mejor dejamos este detalle para otro momento. Terry Ellis admite que “Aqualung” es su disco
preferido de JETHRO TULL: “Me encanta la
combinación de material acústico con canciones potentemente rockeras. Canciones
como ‘Mother Goose’ son muy especiales porque establecen por qué la banda
significa tanto para mí.” Curiosamente, Evan también hace una mención
especial de esta canción y las breves piezas acústicas por su belleza traviesa y ensoñadora. También hay palabras de Glenn Cornick, quien estaba todavía en la
banda cuando se hizo el primer intento de grabar el álbum, por lo que sus
memorias de ese tiempo no pueden faltar: él destaca cuánto le gusta la versión
original de ‘Wond’ring Aloud’. Según parece, las exploraciones de cantautor de
Ian Anderson eran muy bien recibidas en su entorno inmediato. La lista de
conciertos y demás actividades del grupo entre abril de 1970 y febrero de 1972
es muy interesante: se anota las últimas actuaciones de Cornick y Bunker en el
grupo, las primeras de Evan y Hammond-Hammond, y también se muestra que la
preparación del siguiente disco “Thick As A Brick” comenzó antes de la última
gira estadounidense de 1971.**
En
fin, es un hecho histórico que “Aqualung” fue bien recibido por la crítica y el
público, convirtiendo a JETHRO TULL en parte del parnaso de los héroes del
rock.*** El titular de Disc & Music Echo que decía “Good Heavens, now Ian Anderson wants us to think!” es inolvidable,
un testimonio claro del impacto que causó en su momento. Pero tal vez sería más
justo señalar que aquí comenzó el impacto imperecedero de “Aqualung”: hasta el
día de hoy vemos mendigos caminando solitarios bajo un sol insípido con las
piernas adoloridas y los pies fríos, y esta música seguirá resonando en
nuestras almas en su honor.
Muestras
de “Aqualung” [40mo aniversario].-
* De hecho, al evocar el significado de esta bella canción en la entrevista, Ian Anderson muestra toda su ira reprobatoria contra la idealización de la muerte en el rock y la mistificación del ethos del “live fast, die young”.
**
Es emocionante leer en esta lista la mención del concierto del 10 de junio en
el Rod Rocks Amphitheatre (Morrison, Colorado), el segundo con Barlow en las
filas de JETHRO TULL. Dicho concierto fue realmente infame pues estuvo rodeado
de trifulcas entre grupos de personas que querían entrar sin pagar y agentes
policiales que arrojaron apresuradamente gas lacrimógeno a las ansiosas turbas.
Contraviniendo órdenes policiales, Ian Anderson gallardamente subió al
escenario con el resto de la banda, y tras dar instrucciones básicas de
seguridad al público, tocó los 90 minutos que tenían ensayados para la
presentación; por supuesto, esto le ganó a la banda lo contrario de la amistad
de parte de la policía. Este diálogo es imperdible: Barlow – ¿Será así cada noche? Anderson – Como regla general, solamente los martes y
jueves.
*** Bien es verdad que no todo es unánime en esta vida, y el caso de “Aqualung” no
puede ser la excepción. De todas maneras, es sintomático que en la Rolling Stone Ben Gerson señalara en su
momento que es “un disco serio e
inteligente” aunque “su seriedad
socava su calidad”. Extraño elogio… ¿o reproche contradictorio? Peor es lo
que dijo ese nefasto cretino de Robert Christgau: “Ian Anderson es como el librepensador del pueblo. Mientras uno quede
confinado al mismo pueblo, sus rudimentarios intereses culturales y ópticas
escépticas en torno a la religión y la conducta humana suenan refrescantes,
pero apenas uno se lo encuentre en la gran ciudad resulta ser un plomazo.”
Por Dios… ¡qué tío más “capullo”! Hacer de una labor de reseña un desvergonzado argumentum ad hominem es algo purulento. Pero bueno, no debemos subestimar la fuerza
de voluntad y el talento de alguien que logra ser más gilipuertas que Lester
Bangs… ¡porque hacen falta voluntad y talento para llegar así de bajo!