HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy se nos ocurre hacer una retrospectiva sobre los tres primeros discos de SYMPHONY X, grupo estadounidense que es, hoy por hoy, uno de los referentes máximos de la consistencia y la fortaleza de la tradición del prog-metal. La principal motivación de ello es que entre fines del presente mes de julio y la primera semana de agosto, el grupo tiene planeada una mini-gira latinoamericana que le llevará por escenarios de México, Perú, Chile, Argentina, Bolivia y Brasil. La secuencia de “Symphony X” “The Damnation Game” y “The Divine Wings Of Tragedy” que se publicó sucesivamente entre los año 1994 y 1997 encarna un camino de veloz y segura maduración de una voz musical que comenzó con agitando sus alas con una prestancia a medio pulir y terminó afianzando su vuelo con alas divinas a través de un cielo y un firmamento con carácter propio. La
historia de este grupo afincado en New Jersey se inició como una extension del
proyecto solista del guitarrista Michael Romeo, quien a inicios del año 1994
grabó un disco solista llamado “The Dark Chapter”. Él ya había pasado por los
grupos PHANTOM’S OPERA y GEMINI, y ahora quería dar rienda suelta a sus propias
inquietudes para desarrollar una obra que tendiera puentes entre el metal
neoclásico propio de STRATOVARIUS e INGWYE MALSTEEM con el prog-metal que, en
esos tiempos, era una sensación para los músicos metaleros que buscaban nuevas
vías de complejidad y fastuosidad para el género. El teclista Michael Pinnella,
a quien Romeo conoció como colega docente en una escuela de música, colaboró en
un tema de este disco. A diferencia de Romeo, quien solo estudió teoría musical
por un par de años, Pinnella era licencado en piano, teoría musical y
composición, y compartía al 100% los gustos preferenciales por la cámara
romántica y barroca, el metal y el rock progresivo de Romeo, por lo que la idea
de formar un grupo no tardó mucho en emerger en las cabezas de ambos. Ya con el
nombre puesto y habiendo convocado al bajista Thomas Miller, al baterista Jason
Rullo y al vocalista Rod Tyler, lograron grabar su primer disco, titulado al
igual que el grupo, en elos meses de agosto y setiembre de 1994. Antes de que terminara el año
en cuestión, el sello japonés Zero Records (actualmente extinto), publicó el
disco. Aunque las condiciones de esta producción todavía no eran del todo satisfactorias para el quinteto ya que varias secciones instrumentales odavía no habían evolucionado lo suficiente desde su fase de maquetas, el hecho es que el grupo quería tener cuanto antes algo publicado en el mercado, un punto de referencia inicial para expandir su público potencial más allá del público de culto que ya empezaba a crecer de a pocos en la zona de la Costa Este de los EE.UU. Dos años más tarde, “Symphony
X” fue reeditado por Inside Out Music en Europa, y más adelante, también a
inicios del 2004 por el mismo sello a nivel internacional.
El breve prólogo ‘Into the
Dementia’ se engarza con ‘The Raging Season’ para brindarnos en
estos primeros 6 minutos y pico del álbum una demostración de la suntuosidad
vitalista que el grupo quiere desarrollar e instaurar como su voz propia dentro
del ya bien definido mundo del prog-metal. Con la poderosa influencia de DREAM
THEATER encima, los elementos individuales que se van uniendo dentro delo
bloque grupal se orientan con cierto énfasis en el modelo del metal neoclásico
(YNGWIE MALSTEEM, STRATOVARIUS), los recursos corales de QUEEN, los aspectos
más ambiciosos del estándar de IRON MAIDEN durante los 80s, y cómo no, los factores
académicamente progresivos motivados por las influencias de YES, KANSAS y
EMERSON, LAKE & PALMER en sus facetas más explícitamente esplendorosas. El mencionado
prólogo establece un clima estilizadamente tétrico que sirve de empuje para la
instalación del vendaval pretencioso de ‘The Raging Season’. Sus estrofas iniciales revelan claramente la temática
tanático-dionisíaca de la canción: “For
whom the Gods destroy they first make mad / Casting shadows on our fears.
/ Malicious designs built strong and iron-clad / Catastrophic conclusion,
/ Judgement closes near.”* Un inicio impactante pero que no ostenta, a fin de
cuentas, un armazón sonoro totalmente cohesivo. Las canciones que sí lo hacen
son las tres siguientes: ‘Premonition’, ‘Masquerade’ y ‘Absinthe And Rue’. La primera
de ellas es una pieza muy hermosa que elabora un ofoco melódico muy bien
definido tanto en su preludio en 7/8 como en su cuerpo central, el cual exhibe
una espiritualidad evocadora y romántica, todo un cántico a la anticipada
nostalgia por un enorme tesoro que se anuncia como pronto a escaparse de
nuestras manos. Suena como el eslabón perdido entre los MARILLION de los 80s y la
faceta más gentil de un JOE SATRIANI. ‘Masquerade’ – tal vez la canción mejor
valorada por los fans de SYMPHONY X de este disco – explora mecanismos de
prestancia aguerrida semejantes a las de ‘The Raging Season’ pero con un foco
más compacto y un fragor mejor organizado en su fastuosidad barroca. Los sucesivos
momentos de hermanamiento y duelo entre guitarra y teclado cargan solventemente
sobre sus espaldas ese foco temático, a la vez fluyente y estricto.** La canción
que termina esta tríada, ‘Absinthe And Rue’, es la segunda más larga del álbum
con sus 7 ¼ minutos de duración. Volviendo a la temática del desgarro y la
locura místicas (“Absinthe and rue. /
Twisted wings of paranoia. / Twilight runs through eyes of ignorance”), ahora
el asunto suena de lo más señorial hasta ahora debido a la manera intrincada de
articula diversos motifs tanto en las ilaciones de mudanzas y estribillos como
en los ampulosos recovecos creados para el intermedio instrumental que precede
al último estribillo. Algunos pasajes armónicos del bajo de Miller son simplemente
increíbles, y esa siniestra secuencia de piano que va desapareciendo tras la
última palabra cantada por Tyler transmite muy bien la imagen de un despertar
de la embriaguez.
‘Shades Of Grey’ es la balada del disco
y su activación conmovedora se deja sentir durante su desarrollo temático, el
cual incluye algunos interludios en compases inusuales después de cada uno de
los dos primeros estribillos. La producción de sonido no permite que los
teclados logren capturar y realizar una orquestación más efectiva para realzar
el aire de sobria tristeza que atraviesa a la canción, pero sin duda, se trata
de una canción muy inspirada en lo compositivo. Con la caña frontal y agresiva
de ‘Taunting The Notorious’, el quinteto vira drásticamente hacia una actitud
de garra metalera rotunda que se sitúa cerca de una cruza entre IRON MAIDEN y
SCORPIONS. Durando menos de 3 ½ minutos, es todo lo que le hace falta para
transmitir su gancho particular, y de paso, incluir uno de los solos más
llamativos de Romeo en todo el disco. La dupla de las canciones hiladas ‘Rapture
Or Pain’ y ‘Thorns Of Sorrow’ sirve para tender un puente entre el patrón elegante
de ‘Masquerade’ y la gracia rockera de ‘Taunting The Notorious’. Opera
en ambas canciones una estrategia de equilibrio entre las pretensiones
progresivas de talante barroco y el dinamismo frontal del metal con pretensiones
sofisticadas, tal vez con un ligero predominio de lo primero. Los últimos 12 minutos y pico del repertorio
de “Symphony X” están ocupados por la impresionante suite ‘A Lesson Before
Dying’, cuyos aires dramáticos se anuncian desde su inicial pasaje sereno
apoyado sobre el entramado de guitarra acústica y piano: (“A chill grows near, you’re faced with fear, / A
darkened day you’ll see it clear. / Your shadows call while you stand tall, / Watch
before me while you fall. / Times are changing, rearranging. / Where’s the
answer we've all been looking for?”). Una vez
integrada la ingeniería grupal dentro de un encuadre progresivo desde el cual
se focalizará toda la serie diversa de índices temáticos, el grupo asume el
señorío más intenso de todo el disco. El quinteto está totalmente convencido de
querer cerrar el disco a lo grande, y eso se nota especialmente en la
magnificencia que sustenta al estribillo como en la secuencia de diversos
motifs que hilan la maraña intermedia que precede al estribillo final (“Living a timeless tale / Behold
the truth unveiled. / Passion and glory fill my heart, / Knowing my fate. / Nightmare
of fantasy, / Untrue reality. / Learning the lesson as we fight to stay alive.”) El fade-out es guiado por elegantes acordes
de guitarra clásica mientras que las etéreas capas del sintetizador aportan un
cariz otoñal y, en simultáneo, las vibraciones de la triangulación de guitarra eléctrica,
batería y bajo exponen un nervio pulsátil que se resiste a desvanecerse en la
nada. A pesar de los recurrentes vacíos en la producción de sonido, esta canción brinda un gran cierre al álbum.
Llega
la hora crucial del segundo álbum y el grupo se toma las cosas con bastante
ímpetu, siendo así que antes de que el disco de debut cumpliera su primer
aniversario, “The Damnation Game” ya era un ítem real en el mercado
fonográfico, siempre por vía de Zero Corporation. El estilo y el registro de
Tyler, que tenía aires de familia con los de Klaus Maine de SCORPIONS, no
encajaba del todo con lo que la banda quería proyectar en el aspecto vocal, y
él mismo se dio cuenta de ello. No le despidieron sino que se fue, no sin antes
recomendar que hicieran una audición un amigo suyo llamado Russell Allen, un
tipo con registro rabioso y viril, afín a los de Ronnie James Dio y Paul
Rodgers. Sus excompañeros le hicieron caso y el hecho de que Allen siga siendo
el frontman de la banda indica elocuentemente cuán exitosa fue la audición. Ya estaba
la mitad de las canciones del nuevo álbum compuestas, así que, en realidad,
retomar las cosas y completarlas no fue tampoco una labor ardua y estresante. Vayamos
ahora al repertorio de “The Damnation Game” en sí. Ocupando los primeros 4 ½ minutos del repertorio, la canción homónima establece un cuadro musical muy metido en la
hibridización de MALSTEEM, los IRON MAIDEN de la fase 82-86 y QUEEN, siendo así
que el resultado es portentoso en su llamativo fulgor. Lo mismo pasa con la
pieza siguiente, titulada ‘Dressed To Kill’ y que incluso dura un poco más, 4 ¾
minutos. Aquí se da una acentuación del factor prog-sinfónico en los pasajes
instrumentales, especialmente los muy complejos juegos de síncopas orquestales
y barroquismos marcados por el matrimonio de teclado y guitarra que se suceden
durante el interludio. Es la mini-suite ‘The Edge Of Forever’ – que casi
completa los 9 minutos de duración – la pieza del álbum que lleva al grupo a
explorar con férrea meticulosidad sus inquietudes más estilizadas, siendo así
que su sección inicial de más de dos minutos establece un clima sereno en medio
de la tristeza envolvente y misteriosa que inunda a los dominantes arreglos de
teclados. En algunos pasajes del desarrollo melódico entran a tallara unas muy
ingeniosas puntuaciones del bajo. La letra es muy elocuente en esta relativamente extensa sección
prologar: “Pictures of what used to be
/ Lie in pieces on the floor. / Finds himself in an empty room, /
Her voice calls out to him, / He opens the door, but there's no one there,
/ No one there.” Una vez que la canción pasa a asumir un carácter
filudo, ya no hay salida de allí y el
ensamble se dispone a elaborar un convincente retrato de la furia como disfraz
de la permanente melancolía, intercalándola con unos pasajes más contenidos
donde las atmósferas se sienten sombrías, aunque sin perder su gracilidad. “Close your eyes and try to
remember / Discordant lullabies of days gone by. / Close your eyes on the edge
of forever. / A chance to dream, fast asleep your nightmare ends. / Oh, my love
never dies...” El mismo sentido de estilizado dramatismo lo hallaremos pronto en la
balada ‘Whispers’, aunque su menor duración obliga a los recursos
progresivamente fastuosos utilizados para la ocasión a tener un fulgor un tanto
aminorado. Eso sí, su compás predominante de 6/8 ayuda a muy eficazmente a
preservar el aura de solemnidad que marca al carácter romántico de la canción. “Whispers from you, calling out
from above. / Visions I can’t see, like the wind and your love. /
Whispers to you, calling out through the night. / Words I can’t hear,
graceful figure in white.” Teniendo
una justa duración de poco menos de 5 minutos, se hace extrañar esta canción
una vez terminada. De paso, hay que resaltar con bombos y platillos el solo de Romeo, la más intensa intervención de la guitarra en todo el disco.
Entre las dos canciones
antes mencionadas se sitúa la muy cañera ‘Savage Curtain’, cuyo principal
mérito es el de preservar parte de los ecos de las dos primeras canciones
aunque a una escala menor de sofisticación estructural: de todas maneras, con
ello, asienta el terreno para el próximo arribo de piezas aguerridas, lo cual
se habrá de cumplir con las canciones sexta y séptima: ‘The Haunting’ y ‘Secrets’.
Con esta dupla que en conjunto ocupa un espacio de poco más de 11 minutos, los
SYMPHONY X se concentran en crear nuevos espacios de aguerridas vibraciones
metaleras dentro de su enfoque prog-metalero neoclásico. La dupla rítmica está
particularmente exigida para lidiar con la imponente trepidación del punche
utilizado para los armazones melódicos y los ostentosos solos de guitarra y de
sintetizador (mayormente de la primera) que tienen lugar; mientras tanto, Allen
nos convence al 100% de que su destino como vocalista del grupo ya resulta
incuestionable, pues se luce enormemente en ambas canciones. La dupla interconectada
de ‘A Winter’s Dream I: Prelude’ y ‘A Winter’s Dream II: Ascension’ ocupa los
últimos 8 ¾ minutos del álbum. El Preludio consiste básicamente en una balada
acústica, con una guitarra clásica muy al estilo del sinfonismo pastoril de
unos GENESIS de aquellos años 70s mientras que las orquestaciones de
sintetizador y las escalas de piano nos remiten al modelo de KANSAS. Por su
parte, la Ascensión exhibe un ejemplo muy inspirado de activación de la garra
rockera a través de una espiritualidad ceremoniosa; ello obliga al groove a no
hacerse muy trepidante pues hará falta realzar ciertos matices en las de por sí
sobrias orquestaciones de los teclados y en los arreglos corales. De hecho, los
juegos vocales son muy importantes dentro del bloque compositivo general, el
cual también incluye las usuales exhibiciones
de virtuosismo barroco y manierista dentro de una mezcla de vigor y dramatismo.
Merecen citarse una parte de la segunda mudanzs y el
estribillo: “When the story fades and all
is said done, / I cannot wait, pray for daybreak. / Will it escape me?
/ Awoke at dawn to calm the storm inside of me / Take my last breath as
I fall into eternity. / Risen to an astral flight, / I wander through the
serene with you. / Answers to the voices I hear / In a Winter's
Dream, a dream.” Cabe señalar que en setiembre del 2004, el sello Inside Out Music hizo una reedición remasterizada de “The Damnation Game” a nivel internacional, y lo hizo en simultáneo con el tercer disco, el último que apreciaremos en la presente retrospectiva.
Mientras el quinteto se adaptaba con premura y mucho entusiasmo al nuevo tipo de energía creativa que implicaba el ingreso de Allen, las propuestas para tocar en conciertos iban aumentando mientras también aumentaba el público de culto. Aún así, a pesar del mayor peso y la ampliación del espectro geográfico de sus conciertos (incluyendo conciertos en Japón), el grupo todavía no podía salir del perfil generalmente bajo dentro de la escena prog-metalera... aunque eso estaría a poco tiempo de cambiar con el arribo de su tercer álbum de estudio, el cual sigue siendo hasta el día de hoy uno de los más celebrados de su carrera. Nos estamos refiriendo a “The Divine Wings Of Tragedy”, un disco más largo que cualquiera de los dos anteriores y cuya extensa suite homónima, inspirada en el concepto de la perpetua lucha entre la Luz de Dios y la oscuridad de Lucifer de la escatología cristiana a través de la óptica de JOHN MILTON, y abundante en citas de la música de cámara, supuso un hito fundamental para otras composiciones de largo aliento que habrán de formar parte de futuros discos de la banda.*** Bueno, estamos adelantando un poco las cosas y es mejor que sigamos el orden cronológico de esta retrospectiva. El material de “The Divine Wings Of Tragedy”,
que dura casi 65 ½ minutos en total, fue grabado en el Trax East Recording
Studio in South River, New Jersey y en el nuevo estudio de Romeo, llamado
Symphony X Dungeon. El disco ostenta una producción de sonido más fluida y una precisión más clara en la interconexión y los constrastes entre los instrumentos presentes. Fue publicado a inicios de 1997 por Zero Corporation, y ahora en simultáneo por Inside Out Music, pero en este último caso, solo para el mercado europeo. Las tres primeras canciones de “The Divine Wings Of Tragedy” erigen un pináculo robusto de musicalidad prog-metalera. Desde el punto de partida, ‘Of Sins And Shadows’ exhibe a todo dar esa mágica combinación de armazón de fuerzas individuales con refinamiento maduro de las inspiraciones melódicas y enfoque en los arreglos. Iniciando el riff inicial como un trueno distante en los primeros segundos, todo el atronamiento pasa al primer plano para no dar marcha atrás. Los ocasionales coros Queenesianos ayudan bastante a realzar la solemnidad inherente al vitalismo señorial que destila a través de cada poro de cada sonido de esta canción que casi llega a tocar los 5 minutos de duración. Los solos alternados de guitarra y de sintetizador en el intermedio, así como los masivos arreglos corales para el último estribillo asientan ingeniosamente la magnificencia reinante. Así las cosas, emerge a continuación ‘Sea Of Lies’ para explorar este mismo terreno con una autoridad más propiamente progresiva en lo relativo al manejo de las variantes temáticas y los diversos niveles de robustez metalera con las que se enfila su desarrollo temático. Algunos quiebres cuasi-arábigos en las líneas vocales de los estribillos añaden un toque especial a una canción tan impresionante como la que le precedió. Menciones especiales van para las espléndidas ondulaciones duales de guitarra y sintetizador que hay en el intermedio así como para las diversas virguerías de bajo que entran a tallar en varios pasajes estratégicos, incluyendo al prólogo. Esta canción es, de hecho, una de las eternamente favoritas de los fans de SYMPHONY X… ¡y con justa razón!
Más breve, más intrépida en su groove y con un despliegue de barroquismos más contundente se revela ‘Out Of The Ashes’, tema que sigue activando el clímax inicial del disco, haciendo que la hoguera
rockera vaya aumentando su volcánico poder incendiario. En medio de los
patentes ejercicios de virtuosismo que elaboran los instrumentistas en la
ingeniería melódica en curso, el carácter personal de la letra muestra una
dirección existencialista y rebelde que ayuda bastante a realzar el dramatismo
furioso de la canción. Pongamos estas dos estrofas de ejemplo: “In the house of my
master, / Beyond the chains there is a bed / Of snakes where evil
lays. / Oh, I hear laughter. / I forged the iron bars that
someday will imprison me” – “I’ve been beaten with his words / and
whipped with his lies. / He will not break me down, no matter how
hard he tries” . Más
adelante, el séptimo tema del álbum, titulado ‘The Witching Hour’, sigue por esta
misma línea en cuanto al empleo de factores clasicistas en un contexto metalero
y el empleo de un esquema rítmico gozosamente intrépido, aunque esta vez su
letra es más esotérica (lo más habitual en el ideario poético de la banda). Su introducción es un extracto de la Sonata de Piano en Do Mayor de WOLFGANG AMADEUS MOZART. Pero
antes de llegar a este tema nos toca disfrutar de otros tres, siendo el primero de ellos ‘The Accolade’, un tesoro esencial del disco y de todo el catálogo general de SYMPHONY X. Esta
fastuosa mini-suite que dura más de 9 ¾ minutos tiene una letra basada en el ideal de los soldados cruzados de luchar en el mundo físico por un ideal teológico, es un himno al compromiso total por una causa que se valora más allá de la vida terrenal:“Across the seas through sands of time, / Knight of the Templar. / A
charging steed through lands unkind, / A legend forever.” Como canción en sí, el desarrollo melódico está delicadamente equilibrado en sus transiciones de las partes suaves a las fuertes por medio de un sólido lirismo que atraviesa a su diversificada ingeniería multitemática. En algún momento hay un dueto de voz y órgano de solemne corte gótico, seguido por un no menos solemne contrapunto que emula cuerdas, maderas y campanas (con clara influencia de ese clásico
de KANSAS titulado ‘Miracles Out Of Nowhere’). Una belleza de canción, un acto conmovedor de fe en la trascendencia del arte del sonido en un contexto prog-metalero bajo el predominio de lo sinfónico. Allen roza la gloria celestial como pocos en varios pasajes de ‘The Accolade’. 22 años después, sigue siendo uno de nuestros 5 temas preferidos de SYMPHONY X de todos los tiempos.
Los
otros dos temas anteriores a ‘The Witching Hour’ son ‘Pharoah’ y ‘The Eyes Of
Medusa’, los cuales cumplen con la misión de retomar el aura de magnificencia épica de las dos primeras canciones del álbum con la adición de atmósferas que el grupo ya había creado con firmeza en sus dos primeros discos. El segundo de ellos tiene mayor complejidad progresiva, incluyendo un interludio instrumental con el nombre propio de ‘The Isle Of Deadly Shores’. Claro está, el objetivo principal del disco es lucir
su mejor baza, la suite homónima que dura poco más de 20 ½ minutos y medio. ‘The Divine
Wings Of Freedom’, tal como dijimos antes, está conceptualmente centrada en el conflicto entre Lucifer y Dios al
modo de los poemas épicos de JOHN MILTON y consta de siete secciones, siendo la
primera un canto de estilo románico titulado ‘At The Four Corners Of The Earth’:
“On the edge of Paradise / Tears of woe fall, cold as ice. / Hear my cry. /
Renounce, have you, thy name. / Eternal is my pain. / Eternal is
the pain that leads me / To the thrones of temptation…” Eso sí, la inspiración del pasaje musical mismo no es románica sino barroca, pues es la Misa en Si Menor de JOHANN SEBASTIAN BACH. Luego
sigue la sección instrumental ‘In The Room Of Thrones’, la cual tiene varias
partes citadas de la famosa pieza de GUSTAV HOLST Marte, de su opus Los
Planetas. Las dos siguientes secciones, ‘A Gathering Of Angels’ y ‘The
Wrath Divine’, se embarcan en sendas exhibiciones de rock melódico donde se empieza con un predominio de las gentiles tersuras bajo la primordial guía del piano, y luego la cosa deriva hacia algo más orgánico y fulguroso, aunque todavía con un foco bien centrado en un lirismo cristalino. Es la quinta sección, titulada ‘The Prophet’s Cry’, la que
ostenta las más consistentes dosis de fiereza rockera. Sobre el sustento de sus intrincados esquemas rítmicos se perfilan patricios solos alternados de guitarra y sintetizador, con lo cual se arma el empuje para el visceral cuerpo central, el cual culmina con grandilocuentes atmósferas tétricas donde el bajo encuentra algunos espacios de lucimiento sobrehumano. Así se prepara el terreno para el arribo de la otra sección
instrumental de la suite, ‘Bringer Of The Apocalypse’, donde, a su vez, se conectan tres subsecciones con
sus propios títulos autónomos: ‘Eve Of Sacrifice’, ‘Armies In The Sky’ y ‘Dies
Irae’. Las variantes de motivos y los recuentos de otros que ya se habían anunciado en momentos precedentes se hilan con increíble fluidez, gestando así un tour-de-force monumental. Pero nada se pierde en el virtuosismo gratuito sino que todo este virtuosismo está al servicio de un fulgor musical bien integrado en su propio diagrama de evocación de imágenes de centelleos recios y vaivenes en el imparable fragor de la guerra entre la Luz y la Oscuridad. Pero al final gana la primera, lo cual resulta en que la sección final, titulada ‘Paradise
Regained’, porte un espíritu solemne, de hecho, el más ceremonioso de todas las secciones cantadas. El epílogo instrumental repite extractos de secciones precedentes pero con una garra un poco más controlada; en todo caso, se entiende que el aire marcial de los últimos segundos (replicando el inicio de ‘In The Room Of Thrones’) sea tan efusivamente rugiente. ¡Qué suite tan excelsa!
Cuando todos podríamos estar perfectamente contentos con que la suite
traiga el broche final del disco, todavía quedan 6 ¾ minutos de música a ser
ocupados por ‘Candlelight Fantasia’, una bellísima canción cuyo embrujo
melódico la convierte en el auténtico cierre ideal para este disco tan redondo.
Es que este triste homenaje al creador aislado y poco reconocido destila una belleza
envolvente y contundente a través de su sinfónicamente orientada ingeniería
melódica. “From within the mirror’s
eyes / I’m forced to run away and hide, / I feel those mystic
eyes subside / And leave me blind. / Through passages in time,
I’m prisoned and locked behind the door. / Lonely roses slowly wither
and die.” El espíritu general de esta canción se sitúa sólidamente dentro de un ambicioso pero no exorbitante
contexto musical donde los aires del romanticismo y el impresionismo –
aportados por las orquestaciones y capas de los teclados – dictan las
coordenadas bajo las que se dirigen las pautas melódicas. A veces se nos
recuerda a BIZET y a TCHAIKOVSKY. Los momentos en los que se lucen los solos de
guitarra están, pues, bien arropados dentro de una estructura ágil y bien
focalizada. El solo de guitarra más emotivo se da durante el fade-out mientras Allen canta el último
estribillo, acentuando la intensidad triste del contexto dramático. Russell,
una vez más, se luce como un auténtico dios del canto. Así concluye el que para nosotros es uno de los tres mejores discos de SYMPHONY X hasta ahora, una tríada suprema donde también se incluye a a su concept-album del año 2000 “V” y alguno otro más… pero eso
ya podrá ser un tema de otro texto. Por ahora, nos quedamos aquí. “The Divine
Wings Of Tragedy”, el primer disco de SYMPHONY X que causó un impacto realmente importante en la provincia metal-progresiva, fue el último de su primera formación clásica pues para
el siguiente disco, “Twilight In Olympus” (1988), Thomas Walling aparecía como reemplazante de Rullo. Pero a los pocos años, las cosas dieron un giro
inesperado cuando Rullo volvió al grupo para el antes mencionado disco “V” mientras
el bajista Miller dejaba la banda para ser reemplazado por Michael Lepond. Esta alineación
de Allen, Romeo, Pinnella, Lepond y Rullo es la que sigue vigente hasta ahora;
en sus redes sociales, el grupo ha anunciado su intención de empezar a componer
material nuevo para un próximo disco tras su gira latinoamericana, el cual
habrá de suceder a “Underworld” (2015). Bueno,
limitándonos a los discos en los que nos hemos
detenido hoy, nos ha sido muy grato evocarlos y recordar las buenas emociones
que nos despertaron en su momento. No sólo recordarlas, reavivarlas también.
Muestras de
SYMPHONY X (1994-97).-
* Como anécdota, la misma primera
línea de esta canción volverá a utilizarse en ‘Orion – The Hunter’, del álbum “Twilight
In Olympus”.
** La alineación de SYMPHONY X de 1998 hizo una nueva versión de esta canción con una introducción más larga y suntuosa en los teclados, así como un postludio más expandido.
*** Este concepto será retomado y
ampliado para el repertorio general del álbum “Paradise Lost”, del año 2007.