HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
LITTO NEBBIA, cantante, músico y autor
natural de Rosario (21 de julio de 1948, como Félix Francisco Nebbia Corbacho),
es en sí mismo una polivalente institución de la historia del rock argentino,
una historia que aún sigue vigente y viviente en nuestros días. En los 60s como
miembro de LOS GATOS él fue uno de los gestores del rock argentino, y desde
1969 fue forjando una carrera solista prolífica y entusiasta, donde se paseaba
por el rock, el folklore y el jazz a punta de curiosidad y versatilidad. Fue a
mediados de los 70s que él decidió reformular su visión musical por unos
senderos más complejos que lo que había estado surcando hasta entonces,
impulsado por sus propias investigaciones aventureras plasmadas en los discos
“Muerte En La Catedral” (1973) y “Melopea” (1974). Este último en particular
supuso un hito para la evolución estética de NEBBIA, quien se planteó la idea
de ir más allá de la estructura habitual de la canción y jugar con desarrollos
sonoros más propios del jazz en oposición al limitado estándar del rock. El
movimiento rockero progresivo y la fusión calaron hondo en sus renovados
intereses musicales de aquel entonces, y fue en este contexto que él creó tres
discos que conforman su etapa progresiva, aquella en la que las ideas fluyen
con mayor holgura: “Fuera Del Cielo”, “Bazar De Los Milagros” y “El Vendedor De
Promesas”. Ya para esta época, NEBBIA tenía una relación con la poeta Matha
Defilpo, quien aportó su gran talento literario a las letras de esta época de
nuestro héroe. El sello Viajero Inmóvil ha hecho una estupenda y encomiable
labor a la hora de rescatar los legados de estos tres discos en sendas reediciones
con bonus tracks incluidos: (años 2003, 2005 y 2002, respectivamente), aunque también el mismo NEBBIA se encarga de mantener todo su catálogo vigente desde los cuarteles de su propio sello Melopea. Comenzamos la presente retrospectiva con “Fuera Del Cielo”, disco en el que
NEBBIA se multiplica en los roles a los pianos acústico y eléctrico, órgano,
clavinet, guitarras acústica y eléctrica, percusión y canto, con el efectivo
apoyo de Jorge González [bajo, contrabajo, percusión, coros] y Néstor Astarita [batería,
percusión, coros]. Las letras de autoría de Delfipo conforman una manifestación
especial de la grandeza artística expuesta en este disco y los otros dos que
comentamos en la presente retrospectiva. El repertorio de “Fuera Del Cielo” se
registró en poco más de treinta horas de sesiones en el Sound Center Studio de
Buenos Aires: estos fueron el tiempo y el lugar para la creación de esta magia
musical cuyos detalles repasamos a continuación.
La
pieza homónima ocupa los primeros 17 minutos y pico del álbum, comenzando con
efectos de percusión y contrabajo bastante oníricos para crear una conveniente
expectativa para el motivo central, mayormente romántico y evocativo. Durante
el desarrollo del motivo y la inserción de variantes a lo largo del camino, la
musicalidad se asienta sólidamente en aires fusionescos manejados con
consistente sobriedad. El clavinet con fuzz es el instrumento líder en la
plasmación de los desarrollos melódicos de la pieza: NEBBIA aprovecha muy bien
el potencial de sonoridad exquisitamente cósmica que se puede verter desde
dicho instrumento. Los últimos minutos de la pieza se asientan en un alegre
motivo en 5/4 en el que los punteos de guitarra y el tarareo de NEBBIA se
explayan elegantemente sobre la cadencia elaborada por la dupla rítmica y el
teclado. ‘Negocio Celestial’ cierra la primera mitad del disco con ágiles aires
jazzeros reciclados a través de una aureola progresiva afín tal vez al CAMEL
pre-“The Snow Goose” o a GREENSLADE. ‘Arcano Del Loco’ abre la segunda mitad
del repertorio oficial con una combinación de capas misteriosa de órgano,
percusiones atmosféricas y precisas intervenciones del bajo y la guitarra que
se sitúan a medio camino entre el blues y el jazz: si no fuera por la presencia
del bandoneón – cortesía del ilustre invitado Juan José
Mosalini –
en medio de la ordenada amalgama instrumental, uno podría jurar hasta cierto
punto que está escuchando un tema perdido de BO HANSSON. Ya la sección cantada
desarrolla un lirismo marcado, trabajado con sencillez mas no exento de
sofisticaciones jazzeadas en su concreción. ‘Sin Decir Nada, Sin Despedida’
despliega un fragor jazzero más contundente en comparación, lo cual ayuda
gravitantemente a iluminar el aire extrovertido inherente a la composición.
Posiblemente
esta última pieza que acabamos de comentar y ‘Negocio Celestial’ sean las que
condensan mejor el encuadre instrumental gestado por NEBBIA, González y Astarita.
‘Nino Y La Invitada’ cierra el repertorio oficial del disco. Se introduce con
una atmósfera solemne signada por acordes sostenidos de órgano y casuales
rasgueos de guitarra acústica, para luego pasar a un cuerpo central donde se
alternan los tempos de 5/4 y 4/4, basado en un sólido esquema fusionesco y
asentado sobre los trazos marcados por el piano acústico. Los tres bonus tracks
son piezas compuestas por NEBBIA como parte de una cantata titulada “Historia
de un hombre”, arreglada por el legendario Rodolfo Alchourrón: ‘Amor’, ‘Niñez’
y ‘Vejez’ son básicamente baladas amables, destacando ‘Amor’ por sus bien
logradas cadencias jazzeras, y en general, se trata de piezas armadas sobre
ingeniosos desarrollos melódicos, y eso es algo que revela el impulso inicial
de NEBBIA por proyectarse hacia el tipo de música que poco después habría de
concretarse en “Fuera Del Cielo”. Éste es, como valoración general, un disco concebido
como el inicio de algo grande que acaba de emerger, y que tendrá que crecer en
el siguiente disco “Bazar De Los Milagros”. NEBBIA se hace cargo de los pianos acústico y eléctrico, el órgano, el sintetizador Mini-Moog, la guitarra
de 12 cuerdas, alguna intervención a la batería, y claro, el canto. Asociándose
con el guitarrista Daniel Homer y dejando pendientes subsiguientes empresas
musicales con el dúo rítmico de Jorge González y Néstor Astarita, el buen LITTO
NEBBIA acometió el segundo ítem de esta etapa progresivo-fusionesca con un
entusiasmo enriquecido. Teniendo en cuenta el carácter casi totalmente
exclusivo del dueto Nebbia-Homer, la sección rítmica quedó dividida entre ambos
de manera “menos experta”, lo cual hizo que este disco se concentre más en los
desarrollos sonoros intimistas y bucólicos en las guitarras y los teclados.
Aquí tenemos las primeras incursiones de NEBBIA en el mundo del Mini-Moog, pero
todavía es utilizado como un proveedor de matices y no tanto como un
instrumento nuclear: ese rol más bien lo ocupa la dupla de guitarras acústicas
de parte del propio NEBBIA y su invitado permanente Homer. Con los ocasionales
de Manolo Juárez [piano eléctrico en ‘Para Daniel’] y Chany Suárez [coros en
‘Bazar De Los Milagros’, ‘Bituca’ y ‘Transeúntes’] se completa el esquema
instrumental del disco.
El repertorio de “Bazar De Los
Milagros” se grabó en marzo de 1976. El tema instrumental homónimo, que dura poco menos
de 8 minutos, da inicio al disco con cálidos aromas de folk acústico donde se
insertan fluidamente aires jazzeros por vía del piano eléctrico y etéreos
matices sinfónicos a través de los arquitectónicos solos de sintetizador Moog.
‘El Nuevo Testamento’ cambia la luminosidad patente del tema de entrada por una
suave niebla de atardecer otoñal: la contemplativa solemnidad transmitida por
el canto de NEBBIA y las sobrias líneas de piano eléctrico arman el cuerpo
central, para que en el minuto final un solo de sintetizador irrumpa con el fin
de aportar una dimensión cósmica al asunto. ‘Bituca’ es un nuevo instrumental
marcadamente bucólico, un primo cercano de ‘Bazar De Los Milagros’ aunque con
una prestancia menos imponente, más bien creando un puente con facetas jazzeras
sencillas que sirven para brindar agilidad a la calidez reinante. Por su parte,
‘Para Daniel’ cierra la primera mitad del disco con un tenor melancólico tan
delicado como envolvente, intimista y revelador a la vez. ‘Transeúntes’ inicia
la segunda mitad del repertorio oficial con un tono muy distinto, más
extrovertido, muy a lo bossa nova: el aporte vocal de Cheny Suárez ayuda a
realzar el espíritu juguetón del motivo melódico central. ‘La Muerte Y La
Mirada’ contiene la que nos parece de las letras más desafiantes de Defilpo
para la obra musical de NEBBIA: “Poseo por
herencia a aquellos que me muestran / Su extraño corazón de muerte acurrucada.”
– “Ahora me abandono en el profundo
centro / A merced de los días y de las grandes noches / Que sin remordimiento
se resisten a sueño.”. Respecto a la canción en sí, la musicalidad se hace
más sofisticada en los bucólicos arreglos de las guitarras acústicas y la
eléctrica así como en los muy elegantes aportes del sintetizador.
‘La
Caída’ se hace eco del escalonamiento de expresividades extrovertidas que se ha
venido dando desde los dos temas precedentes, ofreciendo así una recapitulación
conjunta del colorido de ‘Transeúntes’ y el refinamiento exquisito de ‘La
Muerte Y La Mirada’. ‘Reflexiones Sobre La Soledad’ cierra la obra con un clima
de sereno ensimismamiento, solamente variado en los pasajes finales con la
presencia de ágiles cortinas de Moog. Los bonus tracks pertenecen a la banda
sonora de la película “Bobeta, ilusión y despertar” de Julio Pantano: en ellos,
NEBBIA cuenta con la complicidad de sus socios habituales Jorge González
(batería y percusión) y Néstor Astarita (bajo y contrabajo), más el genial
Gustavo Moretto (quien por entonces ya fungía como líder del genial grupo ALAS,
uno de las máximos exponentes de la tradición progresiva argentina de los 70s)
en la trompeta en el caso de ‘Tema De Amor’. Este tema es el más jazzero de
este lote, bien insertado en el esquema de Latin jazz, mientras que los demás
(‘Tema De Los Títulos’ y ‘Tema Del Final’) recurren a atmósferas reposadas y
suaves. El cuadro musical que da así completo, listo para ayudarnos a apreciar
los estándares de musicalidad que NEBBIA forjaba en este periodo particular de
su obra… la cual todavía nos tiene reservada su momento cumbre con la magna
obra del año siguiente, “El Vendedor De Promesas”. En efecto, “El Vendedor de
Promesas” conforma el punto culminante de esta etapa que tan fehacientemente
impulsó las ambiciones estéticas más rotundas de NEBBIA. Esta opinión está
generalizada entre los conocedores aunque, claro está, no es un indicio de una
verdad inobjetable ni nada por el estilo. Este trabajo es un disco conceptual
que gira en torno a la idea del rol del destino en las vidas de los hombres;
las letras de Mirtha Defilpo portan una magia lirica que se amolda
perfectamente al espectro sonoro concebido por NEBBIA. Los dos grupos de cuatro
temas reunidos en sendos lados del vinilo están distribuidos en ilaciones
fluidas, lo cual ayuda a realzar la intención de unidad. Para esta ocasión,
NEBBIA añade el sintetizador ARP String Ensemble al Moog mientras completa su
arsenal de teclados con los pianos eléctrico y acústico y el clavinet (en
desmedro total del órgano), además de las guitarras eléctrica y acústica.
Astarita y González vuelven en pleno como firme dupla rítmica para las sesiones
de grabación, realizadas en un total de 90 horas del mes de marzo de 1977, como
siempre, en el Sound Center Studio de Buenos Aires.
La
hermosura sistemática de “El Vendedor De Promesas” radica en el ingenioso
manejo de las ideas melódicas básicas a través de arreglos sumamente
exquisitos, los mismos que son guiados por la confluencia de la estilización de
urdimbres musicales al más puro estilo del prog sinfónico (CAMEL, YES) y la
magia vibrante del jazz-fusión estadounidense (WEATHER REPORT, RETURN TO
FOREVER) con raigambre latinoamericana. Los dos
grupos de cuatro temas reunidos en sendos lados del vinilo están distribuidos
en ilaciones fluidas, lo cual ayuda a realzar la intención de unidad. Los teclados
son las fuentes sonoras predominantes, especialmente el piano eléctrico y los
sintetizadores. En líneas generales, el producto resultante me parece bastante
afín a lo que sus compatriotas del trío ALAS hicieron en su homónimo disco
debut, gestado también en el mismo año. La secuencia de las dos primeras piezas
del disco, ‘Obertura’ y ‘El Vendedor De Promesas I’, nos pone cara a cara con
el tenor general del disco, destacándose especialmente los posicionamientos del
piano eléctrico y el Moog en un compacto matrimonio regido por la ley de la
textura, orientando así los diversos grooves que se explayan en los alternados
momentos de calma y extroversión. La autoridad con la que ‘El Vendedor De
Promesas I’ impone su cautivadora ilación multitemática es simplemente
irresistible: la coda instrumental de ‘El Vendedor de Promesas I’ conforma uno
de nuestros momentos favoritos del disco y confirma plenamente que se trata de nuestra
canción preferida de toda esta etapa de NEBBIA. ‘El Hombre del Adagio’ ofrece
un ambiente general más melancólico, aunque el empleo de recursos de intensidad
expresiva en un breve interludio y el final, así como la inclusión de un solo
de batería, ayudan a meter una dosis extra de polenta en medio del carácter
eminentemente nostálgico. Está muy bien lograda la idea de resaltar el
alucinante solo de Moog al final de ‘El Hombre del Adagio’ por vía del
contraste con la lánguida magia del breve ‘Final Instrumental’ con el que
llegamos al descanso de intermedio del disco.
‘Preludio’
es el equivalente de ‘Obertura’ para las instancias iniciales de la segunda
mitad del álbum, una bella pieza ejecutada al piano clásico que, en cierto
modo, se nos hace que tiene un dejo Emersoniano en su faceta más relajada (¿o
tal vez el lado contemplativo de Patrick Moraz?). Acto seguido, con sus casi 12
minutos y medio de duración, emerge ‘Sueños De Ofelia’ para mostrarnos la mayor
cantidad de variantes estilísticas dentro de las coordenadas generales del
disco: la temática feminista de la letra muestra una actitud de sobria denuncia
en busca de una esperanza por un nuevo día, y todo esto se refleja
adecuadamente en la dinámica vitalidad del trío. Este tema incluye un envolvente
solo de bajo desde el cual el esquema sonoro adquiere un matiz renovador en
medio de la sofisticación reinante que se regenera con una vibración orquestal
en la última sección instrumental. ‘El Vendedor De Promesas II’ desarrolla una
maravillosa exhibición de esplendor sinfónico, haciéndose eco a la vez del
talante ensoñador de ‘Sueños De Ofelia’ y del hechizo nostálgico de ‘El Hombre
Del Adagio’. No hay espacio para interludios u ornamentos extrovertidos como en
el primer ‘Vendedor’, pues ahora la perspectiva no es de expectativa ante lo
que será sino de contemplación de lo que ha sido y que ahora se muestra como
imparable hado. El breve ‘Final’ que
cierra el disco sustenta una oportuna réplica de atmósferas etéreas al piano
eléctrico en un sencillo desarrollo temático, sintetizando algunos motivos
ocasionalmente integrados en otras piezas más largas del repertorio. La reedición
del año 2002 contiene tres bonus tracks – ‘Ellos, Los Mares’, ‘Manías De
Graciela’ y ‘Limpia Silueta’. Estas piezas están basadas en melodías
cristalinas y relativamente sencillas de seguir, en las cuales el piano y el
canto marcan la pauta: optando por un esquema de trabajo más despojado frente a
las ambiciones jazz-progresivas expuestas en “El Vendedor De Promesas”, su
valía estética se muestra en la capacidad de NEBBIA para crear ideas musicales
efectivas y evocadoras.
Todo esto refleja muchas de nuestras
emociones y pensamientos que se activan en nosotros al escuchar estos discos de
la fase progresiva de LITTO NEBBIA: no sabemos cómo llenar esta conclusión sin
recurrir a una fútil reiteración de elogios vertidos en párrafos anteriores,
así que solo diremos emocionadas palabras de agradecimiento a NEBBIA por haber
organizado esta milagrosa excursión fuera del cielo y cumplir la promesa de
sublime deleite melómano. “Pescando el
drama no tenemos relevo / Pero el pez es muy corriente. / El alimento es pascua
prolongada… /Por un pez que pescado / No podemos tirar de nuevo al agua...”
Muestras de LITTO NEBBIA.-