Hoy descubrimos algo del no muy difundido pero ciertamente existente
rock progresivo cubano: NARANJA MECÁNICA. Este grupo emergido en 1991 bajo la
iniciativa del trío nuclear de Igor Urquiza [guitarras
eléctrica y acústica], Ernesto García [bajo, guitarra española y voz] y Manuel
Clúa [flauta y percusión], pronto se amplió a su quinteto definitivo con los
ingresos del tecladista-vocalista Alejandro del Valle y de bateristas como
Jorge Luis “El Piro” Barrios y Alden del Toro. La última actuación de la banda
tuvo lugar en la Sala Ernesto Che Guevara de la Casa de las Américas en marzo
de 1995, y es justamente de esa presentación de donde sale la mayor parte del
repertorio del CD “1993-1995”,
publicado por el sello mexicano Luna Negra en el año 2001.
‘En Algo…’ es el breve prefacio de menos de 2
minutos de duración que inicia el festival con aires de fusión tropical bajo el
encuadre rítmico pautado por el piano y con las florituras de la flauta. Así
las cosas, el grupo se prepara para entregarnos ‘Liturgia’, una pieza llena
espacios a granel con su sólida mezcla de sinfonismo a lo YES y jazz-rock a lo
MAHAVISHNU ORCHESTRA, además de los elementos de fusión centroamericana que se
harán recurrentes en el esquema sonoro de la banda. Cerca del final parece que
se da una cita del riff principal del clásico inmortal de KANSAS ‘Carry On
Wayward Son’… vaya, qué curioso. ‘Desnudo (Historia De Un Acto)’ se enrumba más
decididamente por el terreno del sinfonismo, adoptando un aura cínica en la
letra, la cual se centra en la sátira social desafiando los estereotipos
moralistas. ‘Abraxas’ cambia de registro para llevarnos hacia terrenos sonoros
más etéreos, focalizado principalmente en atmósferas místicas aunque sin caer
nunca en la languidez, por el contrario, el groove se mantiene casi siempre
intenso y además, hay algunos pasajes donde el fulgor rockero de la guitarra
brinda un oportuno complemento al lirismo cándido de la flauta. Tenemos aquí
una de las composiciones más majestuosas del álbum, sin duda. ‘En La Fiesta’ es
una cantata folklórica donde el grupo vuelva a prodigarse en cantar temáticas
de sátira social: la dupla de guitarras acústica y española arma las bases
armónicas mientras la flauta entra de vez en cuando para añadir matices
juguetones al asunto. ‘Ficción Rural’ y ‘Crónica De La Cobardía’ muestran a la
banda procurando explorar más a fondo su interés por las sonoridades acústicas.
El primero de estos temas es un cálido instrumental de tenor pastoral
ornamentado con algunas florituras manieristas de piano y percusiones latinas,
mientras que el segundo despliega una sobria vitalidad folklórico-fusionesca en
cierto modo emparentada con las líneas de trabajo de bandas como 0.720 ALEACIÓN
(de México) o CONGRESO (de Chile).
Cuando llegamos al turno de ‘Rosa De Corcho’, la
banda vuelve de lleno al área del sinfonismo dentro de sus propias pautas
particulares: la arquitectura desde donde se traza el hilo temático de los
motivos sucesivos es simplemente magistral, trazando diálogos pulcramente
fluidos entre flauta, guitarra y teclado. El guitarrista Urquiza es autor tanto
de este tema como de ‘Abraxas’: si en éste había explorado recursos expresivos
mayormente reflexivos, ahora en ‘Rosa De Corcho’ explota meticulosamente la
personalidad ecléctica del grupo, guiando el ensamblaje instrumental hacia una
firmeza cohesiva a través de las variantes que tienen lugar. ‘El Muro De Las Lamentaciones’
también traza algunos recovecos progresivos muy interesantes, emulando en este
sentido la estrategia musical de la pieza precedente, pero cabe advertir que en
algunos pasajes el grupo decide bajar un poco la dosis de energía, creando un
nexo estilístico con ‘Liturgia’. Hay un pasaje aflamencado que permite a la
banda explorar coloridos nuevos dentro de su ya reconocible propuesta. ‘La
Rueda De La Fortuna’, durando casi 8 ½ minutos, es el tema más extenso de este
repertorio: su enfoque melódico es más conciso, aunque esto para nada significa
que el grupo se dedica a practicar la monotonía: por el contrario, la banda
sabe cómo mantener la vivacidad de la espiritualidad alegre inherente a la
pieza y mantener intensos intercambios instrumentales entre las secciones
cantadas.
‘La Ciudad Jardín’ nos devuelve un poco al
magnetismo etéreo de ‘Abraxas’, aunque también cabe destacar el importante rol
que mantiene el bajista dentro del entramado sonoro global: de esta manera, la
pieza adquiere un filo expresivo emparentado con el vigor de ‘El Muro De Las
Lamentaciones’ y ‘Rosa De Corcho’. El epílogo del álbum es ‘… En Nada’, y se
trata básicamente de un reprise extendido de ‘… En Algo’: el solo de guitarra
es simplemente espectacular, evocando tanto a JEFF BECK como al SANTANA de las
mejores épocas. Esta enérgica despedida del disco es el broche de oro perfecto
para este solitario disco de NARANJA MECÁNICA, genial testimonio y brillante
testamento de la vanguardia progresiva cubana.