HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
¡JETHRO TULL es todo!
Cosas así nos dan ganas de exclamar cuando redescubrimos, en sendas reediciones
de lujo de doble CD y DVD doble, obras fundamentales del legado eterno de
JETHRO TULL como “A Passion Play” y “WarChild”. Hoy es el turno de este último
titulado oficialmente como “WarChild – The 40th Anniversary Theatre Edition”,
realizado por el omnipresente Steven Wilson y publicado a fines de noviembre
pasado. Wilson hace una estupenda labor equilibrando los lugares de los
instrumentos, permitiendo así que los guitarreos de Martin Barre se hagan
sentir más en comparación con la experiencia original, y eso implica manejar
con delicada sutilidad los ricos arreglos orquestales que se reparten en varias
piezas del álbum; por supuesto, siendo tales arreglos tremendamente
exuberantes, su presencia siempre está llena de magnificencia y pomposa estilización. Y claro... tenemos también su meticuloso tratamiento de los bonus, sobre cuyos detalles iremos entrando en próximos párrafos de esta reseña.
“WarChild” fue el LP
originalmente publicado en octubre de 1974 donde el grupo volvía al formato de canciones
no muy largas tras esos dos ambiciosos y exhaustivos álbumes conceptuales
“Thick As A Brick” y “A Passion Play”. Para este nuevo momentum del grupo, Ian
Anderson seguía expandiendo su colección de saxos soprano, sopranino y tenor (para nunca más volver a
utilizarla) mientras mantenía sus roles en la
flauta y la guitarra acústica. Los demás socios también añadían ítems
interesantes para la capitalización de la paleta sonora de la banda: Martin
Barre a las guitarras eléctricas y española; John Evan al piano, órgano
Hammond, sintetizadores y acordeón; Jeffrey Hammond-Hammond al bajo y
contrabajo; Barriemore Barlow a la batería y diversos instrumentos percusivos
como el glockenspiel, el marimbáfono, tarola, campanas tubulares, castañuelas,
cascabeles, etc. Y por si todo eso fuera poco, la labor del entonces David
Palmer (actualmente Dee) en el armado de las orquestaciones para casi todas las
canciones del álbum completaba una armazón sónica que se regodeaba alegremente
en su propia fastuosidad. Pero aquí no acaba la labor de Palmer en esta fase de
la historia de JETHRO TULL, pues el proyecto inicial de “WarChild” incluía una
película para la cual debía haber una banda sonora con grupo y orquesta, y
resulta que él se encargó de hacer avances con la música orquestal que debía
servir como fondo incidental para la susodicha película. Aún sin película, los
demos de estas grabaciones orquestales se recuperaron y estuvieron en manos de
Steven Wilson para mostrárnoslos en todo su esplendor. ‘The Orchestral WarChild
Theme’ es una fastuosa expansión de un par de motivos de la canción mentada en
clave de ELGAR y con un rol destacado del piano de Evan en algunas secciones,
mientras que ‘The Mime Sequence’ es un bello desarrollo de climas manieristas
en base a un motivo compuesto por Martin Barre a la guitarra clásica. ‘Field
Dance’ es una breve muestra de bellísima soltura extrovertida, mientras que en
‘Waltz Of The Angels’ – que conocemos como ‘WarChild Waltz’ en una reedición
anterior de este álbum – muestra la devoción de Palmer por los estándares de
TCHAIKOVSKY y CHOPIN: justamente en el fade-out de ‘Waltz Of The Angels’ se
reconstruye el motivo céltico introductorio de ‘The Third Hoorah’, el cual
cuenta con su propio arreglo orquestal autónomo y completamente desarrollado. Las
dos secciones de ‘The Beach’ también trabajan con la inspiración del colorido
meticuloso de TCHAIKOVSKY. Sí, el terreno empezaba a prepararse para que
Palmer se convirtiera pocos años después en algo más que un socio ilustrado de
Anderson.
Volvamos al quinteto
protagónico de todo esto. El ensamble de JETHRO TULL funciona a las mil
maravillas, como una maquinaria elegante y extravagante, terriblemente lúdica y
aplicadamente seria, colorida como ninguna y focalizada como pocas. Por
ejemplo, el líder Ian Anderson disfrutaba de añadir el saxo alto a la última
manifestación de su arsenal de vientos ajenos a la flauta: una y otra vez ha
manifestado su arrepentimiento por haber hecho tan gran uso de estos tubos de
metal, pero como decimos, siente un aprecio especial por el alto en medio de
todo. El maestro Barlow sigue haciéndose merecedor del apelativo de “mejor
baterista de Gran Bretaña” que le endilgaron varios colegas prestigiosos al seguir
afilando sus conocimientos técnicos a
disposición de sus versátiles conceptos de musicalidad, afianzando así una voz
propia inconfundible en la batería y una soltura tremenda en los recursos
percusivos. Hammond-Hammond y Evan, como ya señalamos en el párrafo anterior,
tocaban más instrumentos que en discos anteriores, siendo el caso del primero
de ellos especialmente meritorio debido a que era el integrante con menos consistente formación musical… y aún así, se dio maña para manejar con solvencia
el contrabajo, cosa que repetirá también en el disco y gira siguientes. Fue
justamente la gira del “WarChild” aquella donde el buen Jeffrey inauguró su
inmortal atuendo de rayas blancas y negras (terno, sombrero, bajo, contrabajo…
incluso una cebra de rayas blancas y negras que en algún momento defecaba
pelotas de tenis, por supuesto, rayadas en blanco y negro). Por su parte, Evan
vuelve a ser objeto de elogio por su creatividad musical, especialmente en el
testimonio del ingeniero de sonido y asistente técnico de la banda David
Morris: “él era simplemente un loco, pero adorable al mismo tiempo – él era un
gran músico propiamente dicho, pero también gustaba de hacer travesuras”. Una
de las violinistas que formaron parte del cuarteto de cuerdas femenino que
acompañaba al grupo en la gira, Bridget Procter, dice de John que “era un tipo
brillante. Siempre hacía bufonadas pero se notaba que tenía muy buena preparación”.
Tanto estas chicas como Morris tienen palabras de elogio y agradecimiento para
con la banda por su cordialidad y accesibilidad: bueno, por lo visto, Ian se
hizo muy amigo de Morris pero no socializaba con las integrantes del cuarteto
de cuerdas tanto como los otros cuatro. Barre y Barlow eran definitivamente los más conversadores y chistosos tras bambalinas. Palabras de Morris: “¿Os imagináis lo que es
trabajar en una empresa donde el jefe está allí todos los días, una
organización multimillonaria sometida a constante presión, y resulta que te
llevas realmente bien con él y con todos los demás tipos, y te tratan realmente
muy bien? Ojalá todos los empleadores fueran como JETHRO TULL en el modo en que
tratan y lidian con la gente.”
El eclécticamente raro repertorio del “WarChild” contiene dos canciones ya completamente
concebidas de las fracasadas sesiones en el Chateau d’Herouville – ‘Skating
Away On The Thin Ice Of The New Day’ y ‘Only Solitaire’ – y otra cuya incepción
original data de las sesiones para el emblemático “Aqualung” – ‘Two Fingers’,
antes ‘Lick Your Finfers Clean’ – canciones que se enfilan hacia el lado
acústico y folclórico de la banda. Pero además, las nuevas composiciones del
momento nos agasajan con viajes hacia el burlesque con la canción homónima que
abre el álbum y hacia la cámara de aires aflamencados de ‘Ladies’, pasando por
la sarcástica alegría de los cantos de piratas que se encarna en ‘Queen And
Country’. En este último caso, la imaginería de Anderson al equiparar las
pillerías de los piratas con las que realizan los jefes bursátiles de la
macroeconomía de la sociedad moderna es impecablemente ingeniosa. Como dijimos, hay un raro eclecticismo manifestándose aquí. Desde siempre
nos ha parecido que el culmen del álbum está en la electrizante dupla de
‘Back-Door Angels’ y ‘SeaLion’, y ahora tenemos en esta reedición una
espléndida confirmación de este favoritismo personal. Es que cada vez que
escuchamos ‘Back-Door Angels’ nos parece que la alternancia de triste lirismo
en las partes cantadas y aparatosa magnificencia rockera en las partes
instrumentales, bajo el encuadre de las genialidades realizadas por la guitarra
de Barre y la batería de Barlow, es capaz de dar energía eléctrica a una gran
ciudad por tres noches seguidas. Y dado el ingenioso engarce con la estilizada
farsa pródiga en vibrantes cromatismos que se da en ‘SeaLion’, la gente de
JETHRO TULL logra trasladar toda la tensa pasión de la canción anterior a un
ambiente febrilmente lúdico, definitivamente surrealista, pero haciendo que esa
inquietud propia de lo surrealista se proyecte con un aire de complicidad para
con el oyente: “Look how we balance the world on the tips of our noses, like
SeaLions with a ball at the carnival.” Aunque los orígenes de la idea para esta
canción se remontan hacia las sesiones francesas previas a la grabación del “A
Passion Play”, esta versión definitiva se derivó a una cosa muy diferente. Algo
que descubrimos en el libro es que tanto esta canción como ‘Skating Away…’, que
abría el lado B, tratan con la deflagración del medio ambiente. Tomando cada
canción por separado, podemos interpretar la calidez pastoral de esta última
como un acto de serena reflexión mientras que ‘SeaLion’ resulta todo un acto de
rebeldía bajo un revestimiento de jolgorio. ‘Bungle In The Jungle’ fue el hit
del álbum en las radioemisoras estadounidenses, y de hecho, Anderson admite que
esta canción le agrada pero le parece demasiado “atractiva” para su gusto,
incluso diciendo que a lo mejor sonaba más adecuada para que la cantara Paul
Rodgers (de FREE y BAD COMPANY) o Lou Gramm (de FOREIGNER). En fin… cosas del
muy peculiar humor del buen Ian; eso sí, su letra que retrata la perversidad de
la competitividad en la sociedad moderna encaja muy bien con el aura de
conflicto que se trasluce en las letras de ‘WarChild’, ‘Queen And Country’ y
‘The Third Hoorah’. La última de estas tres canciones vuelve de lleno a la idea
de lunática festividad en su estructura musical, esta vez con el esquema de una
danza céltica. Cómo no, la atmósfera de vitalidad lúdica se perpetúa
exitosamente para el cierre que brinda ‘Two Fingers’.
¿Y cuál es el asunto
con los bonus tracks? Pues bueno… ¡nos parecen fabulosos!... y de hecho, nos
parece genial que sean tan abundantes, abriendo un espectro muy amplio para que
se nos revelen todas las facetas del cosmos musical ecléctico de JETHRO TULL.
Muchas de estas canciones se grabaron con la mira puesta en la producción de
algún single y no tienen nada que ver – enfatiza Anderson – con el concepto del
álbum “WarChild”. Para el grupo, grabar un single implicaba necesariamente
apartarse del modus operandi de la concepción de un long-play, a pesar de que a
veces han extraído simples de discos, claro. Los dos primeros bonus, ‘Paradise
Steakhouse’ y ‘Saturation’, son sendos ejercicios de rock al estilo Tulliano,
en cierto sentido, guardando cercanos aires de familia con el espíritu general
de las piezas más filudas del “Benefit”: los guitarreos de Barre son
simplemente fabulosos, feroces, fantásticos. ‘Tomorrow Was Today’ es una
canción que también se ajusta muy bien a esta línea de definición,
estableciendo nexos con la etapa pre-“Thick As A Brick”, pero esta vez se notan
ciertos arreglos musicales festivos, muy a tono con el espíritu general del
“WarChild”… especialmente por esos interludios donde las partes de teclado
están al acordeón y la dupla rítmica adopta un ritmo que parece circense. El groove llamativo, las florituras de flauta en medio de los riffs de guitarra y los sobrios arreglos orquestales provistos por David Palmer convierten a esta canción en una joya autosuficiente, una gema que merece valorarse más dentro de la vasta producción del grupo. Espíritus muy parecidos hallamos en las también estupendas canciones ‘Good Godmother’
y ‘Rainbow Blues’, siendo éste el menos misterioso de los bonus tracks debido
que lo conocemos desde el recopilatorio “M.U.”, del 1971. ‘Glory Row’ tiene un carácter más metido en el estándar
del folk-rock, un elemento siempre presente a lo largo de toda la trayectoria
del grupo: la presencia de la guitarra acústica como marcadora de la base
temática de la canción la hacen incluso “extrañamente” anticipadora del
espíritu predominante en la etapa 77-79. Esos diálogos de flauta y guitarra
eléctrica en el pasaje final son simplemente deliciosos, enérgicos y gráciles
de un modo que solo puede resultar a partir de la esencia artística de Ian
Anderson & cía. ‘March, The Mad Scientist’ es la intimista balada acústica
que nunca falta… y nunca es mala hora para decir cuán genial letrista ha sido
siempre Ian Anderson: “What would you like for Christmas: a new polarity? /
You’re binary, and desperate to deal in higher figures / that lick us with
hotter flame.” Esto es para medalla de oro, vamos.
Con los bonus cuarto,
quinto y sexto tenemos una curiosidades muy pero que muy peculiares: ‘SeaLion II’ es un experimento de
entretenimiento con miras a explotar el extravagante y surrealista humor del buen Jeffrey; otro entretenimiento, ‘Quartet’ es un
instrumental donde se mezclan jazz suave, cabaret y manierismo, una deliciosa
farsa en la que el magistral Evan se luce sucesivamente al acordeón, clavicordio,
órgano y sintetizador, mientras las percusiones tonales añaden color a las
líneas dirigidas sucesivamente por el saxo y la flauta, y con mención especial
al arreglo coral de Hammond-Hammond; ‘WarChild II’ es una versión más breve y
con instrumentación un tanto alterada de la canción que da título al álbum, una
ocurrencia sobre cuyos detalles Anderson no recuerda mucho, y solamente se pone
a especular que se trató de un intento de grabar un single para las
radioemisoras. ‘Quartet’ es un bonus de particular vigencia en un buen tramo de la longeva carrera musical de JETHRO TULL: por muchos años fue parte del solo de flauta de Ian Anderson dentro de un medley que también incluía al emblemático ‘Bourée’, y además fue utilizado como fondo introductorio para una gira que tuvo lugar en 1976, cuando Hammond-Hammond ya no estaba en el grupo. ‘Pan Dance’ es una estupenda danza palaciega en 3 /4 compuesta
para el pequeño show del ensamble femenino de danza moderna PAN’S PEOPLE, designado para abrir un puñado de conciertos de la gira del “WarChild” con una secuencia de danza y pantomima. Dicho
sea de paso, hay información curiosa y amena sobre el involucramiento de este
grupo de danza moderna en un puñado de conciertos de la gira, incluyendo menciones obligatorias a su
atuendo tan farsescamente lascivo, el mismo que fue objeto de picantes comentarios en la prensa musical británica de ese tiempo.
El libro incluye, como dijimos antes, un testimonio al ingeniero de
sonido David Morris y una entrevista a
algunas integrantes del cuarteto de cuerdas femenino que acompañó al grupo en
la gira. Morris no solo cuenta cómo se hicieron los efectos electrónicos de
explosiones y bombazos para la canción “WarChild”, sino toda una meticulosa
revisión de su etapa formativa y todas las labores que hizo para la gente de
JETHRO TULL a lo largo de los años, dentro y fuera del negocio musical. Pero
hay dos anécdotas especialmente llamativas: la primera consiste en describir
cómo su primer trabajo para JETHRO TULL fue formar parte de una de las
coreografías de la película de “A Passion Play” (sí, ‘The Story Of The Hare Who
Lost His Spectacles’) por sugerencia de Hammond-Hammond; la otras es cómo él
era uno de los dos asistentes que se vestían de cebra para una de las rutinas
del mismo Hammond-Hammond. El libro incluye también una meticulosa
transcripción de las ideas básicas que tenía Anderson para el argumento de la
película: una joven llamada Evelyn muere y seguidamente se encuentra en el más
allá, en medio de los tejes y manejes del conflicto cósmico entre el Paraíso y
el Infierno. Cualquier parecido con el concepto del “A Passion Play” es
cualquier cosa menos coincidencia. ¡Cómo no, también hay una copiosa cantidad
de fotos del grupo luciendo su carisma inmenso y sus extravagantes vestuarios
sobre el escenario! El diseño definitivo del “Lechero Favorito de Todo el
Mundo” que ostenta John Evan es un fuerte competidor frente al atuendo Gran
Bufón de la Corte que ostenta Ian Anderson, con el cual le daba su propio matiz
personal a la imagen del rockero glam, pero nada supera al excelso ropaje a
rayas de Jeffrey Hammond-Hammond, llevando la expresión “circo del rock’n’roll”
a su máxima expresión. Verlo asumir a ratos el rol de frontman mientras canta
una versión de ‘How Much Is That Doggie In The Window?’ o mientras juega con las pelotas
de tenis vertidas tan poco respetuosamente por la cebra… ¡fotos imperdibles!
También es imperdible la anécdota que cuenta Ian Anderson de su primera
experiencia como productor, específicamente, para el disco de STEELEYE SPAN
“Now We Are Six”. Ian Anderson, mientras estaba en preparativos el álbum “WarChild” de JT, fungió de productor en el álbum de Steeleye Span “Now We Are Six”, siendo así que en una de las canciones del álbum se
convocó a David Bowie para que tocara saxo como invitado especial. Para Ian fue
muy difícil ese día porque al ser Bowie el que tocaba saxo, no solo todos los
músicos del grupo querían estar en el estudio sino también amigos del susodicho
rock star llenaban el estudio de grabación. Bowie hizo su parte en dos tomas,
muy buenas las dos, y no hizo ningún reclamo de dinero. Años más tarde, Ian se
encontró con David en un aeropuerto y le dio las gracias por su generosidad y
camaradería, las cuales le inspiraron a él mismo para no cobrar nunca cada vez
que tocara de invitado en discos de otros artistas - usualmente la flauta. La respuesta de David fue algo
así como: “¿Qué? ¿Mi mánager de entonces nunca te envió el recibo por mis
honorarios?”
De los dos DVD que
forman parte de este ítem, cabe destacar el segundo porque contiene un
vídeo-clip de ‘The Third Hoorah’ con imágenes de conciertos del 1973, y sobre
todo, imágenes de la conferencia de prensa que brindó el quinteto en la ciudad
suiza de Montreux a mediados de enero del 1974. Esa conferencia sirvió para que
la banda anunciara sus planes de hacer un disco y una película con el concepto
de “WarChild”, pero también para donar las ganancias de un concierto benéfico
realizado un par de años antes en Zurich al Ayuntamiento de Montreux a fin de
que se utilice para crear un centro de actividades musicales para la juventud
local. Los graciosos comentarios que hace el mismo Ian Anderson y la música de
fondo que proviene de ‘Quartet’ le dan un tono jocoso a este importante pero
mudo documento fílmico de la banda: las imágenes donde se ve a los cinco
músicos posando para la prensa antes de que la conferencia comenzara nos
muestran el humorístico desparpajo y amplia camaradería que por entonces
reinaba entre los integrantes de una de las más veneradas alineaciones de este grupo esencial para el rock de los 70s. Bueno, concluiremos esta reseña volviendo a exclamar como al
inicio: ¡JETHRO TULL ES TODO!
Muestras de la
reedición del “WarChild”.-
[Dedico esta reseña al
maestro baterista-percusionista Jorge González por ayudarme a conceptualizar el
genio musical de JETHRO TULL en algunas expresiones vertidas en la presente
reseña.]