Monday, November 20, 2023

El prontuario neo-progresivo de los alemanes RPWL



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy presentamos el más reciente trabajo de la banda neo-progresiva alemana RPWL, la cual opera actualmente con la alineación de Yogi Lang [voz y teclados], Kalle Wallner [guitarras y teclados], Marc Turiaux [batería] y Markus Grützner [bajo]. “Crime Scene” es el título del disco que hoy comentamos y fue publicado a mediados del pasado mes de marzo por el sello Gentle Art Of Music, tanto en CD como en vinilo (con opciones de color rojo, azul, amarillo o el habitual negro). “Crime Scene” es el primer disco como cuarteto tras haber grabado una serie de tres discos como quinteto con un teclista extra entre los años 2012 y 2019 (“Beyond Man And Time”, “Wanted” y “Tales From Outer Space”). Haciendo un poco de historia, RPWL (llamado así por las iniciales de los apellidos de los integrantes del cuarteto original, que eran Phil Paul Risettio, Chris Postl, Waller y Lung) se originó en el año 1997 como una banda tributo a PINK FLOYD que enfatizaba su material de 1973 en adelante, siendo así que su enfoque de sinfonismo moderno permitió a la banda madurar su propia modalidad neo-progresiva. Empezando a hacer sus propias composiciones, la gente de RPWL hizo su debut fonográfico ante las puertas del nuevo milenio con el disco “God Has Failed”. Este disco debut llamó la atención del mismo público aficionado a MARILLION, MOSTLY AUTUMN, PORCUPINE TREE, y posteriormente, GAZPACHO, RIVERSIDE y THE PINEAPPLE THIEF. De hecho, a lo largo de su carrera fonográfica, este grupo ha venido estableciendo varias conexiones estilísticas con los grupos mencionados. El disco que ahora comentamos es un trabajo conceptual sobre crímenes tristemente célebres. Por ejemplo, la canción ‘Red Rose’ está inspirada en la depravación necrofílica que el radiólogo germano-estadounidense Carl von Cosel impuso sobre el cadáver de María Elena Milagro-Hoyos; también está ‘A Cold Spring Day In ‘22’ se inspira en la masacre de la villa de Hinterkaifeck, la cual significó una cruel matanza de seis integrantes de una familia entera.
 
 

Todo empieza con ‘Victim Of Desire’, canción que se desempeña muy bien en la elaboración de los desarrollos temáticos y los estilizados ambientes que rodean a éstos tras un preludio cósmico de ciertos ribetes densos. Una vez instalada la pronta ingeniería grupal, la banda muestra sus afinidades con MARILLION, PALLAS y THE PINEAPPLE THIEF (y, de forma colateral, con COLDPLAY) mientras va transitando fluidamente por sus diversas secciones temáticas. Un giro cibernético que se da poco antes de llegar a la frontera del cuarto minuto y medio sirve para explorar efímeramente el sendero del space-rock, y, de paso, dar una breve carta blanca a la batería para que se luzca. Un truco bastante interesante que nos toma de sorpresa y que, tal vez, merecía una expansión un poco mayor. Tras este atractivo inicio llega el turno de la bella canción ‘Red Rose’, cuya estrategia expresiva consiste en adentrarse en un aura contemplativa y reflexiva sobre un tempo de 7/8 en clave lenta. Esta inspirada balada progresiva sabe hacerse arropar por una atmósfera amable mientras la letra desgrana los oscuros deseos del alucinado protagonista, lo cual conlleva literalmente una cruza entre Eros y Thanatos: “All my help appeared to fail / But down to your last breath, / I know that you’re my bride to be. / Not a world we need to say.” – “In the absence of your light / I nearly fell apart, / But now we start a brand-new day. / I know how scared you are, / But, please, come back to life. / You’re my haven in a heartless world.” Una mención especial va para el Gimouriano solo de guitarra que entra a tallar cerca del final debido a su eficaz manera de realzar la base melódica creada para la ocasión. ‘A Cold Spring Day In ‘22’ es una agradable canción a medio tiempo que nos remite, simultáneamente, a los MARILLION de 2004 y a los PORCUPINE TREE de la fase 1999-2000. Cuando llega el turno de ‘Life In A Cage’, el grupo regresa parcialmente a la majestuosidad estilizadamente densa que signó a la pieza de apertura. Eso sí, se nota aquí una actitud un poco más constreñida en el manejo del punche rockero activado para el esquema sonoro. Todo comienza con un tenor un tanto etéreo y luego vira hacia un swing moderado donde las vibraciones melódicas de la guitarra asumen el nuevo mando del bloque sonoro integral. Hay mucha conexión con los PINK FLOYD post-Waters para la música que acoge a esta letra inspirada en la mentalidad de un sociópata presidiario que se siente tan prisionero del régimen carcelario como de su propia mente.


Durando poco más de 12 ¾ minutos, ‘King Of The World’ se erige como la pieza más extensa del álbum, estando explícitamente diseñada para elevar a éste a una cima de fastuosidad musical. Para empezar, tenemos la sección prologar más vivaz de todas las canciones que conforman este repertorio, una bien delineada excursión musical donde los instrumentos aportan sus propios lucimientos para el refuerzo de la maquinación comunitaria. El mismo bajo aporta florituras muy interesantes para el realce de la orquestación, muy metida en espíritu en el paradigma neo-progresivo británico de los 80 (no podemos evitar evocar a esos primeros discos de PENDRAGON, MARILLION y IQ cuando percibimos todo lo que sucede en el primer minuto y cuarto). Una vez que ingresa el canto, las cosas se serenan para que se dé la oportuna cuota de ceremoniosidad para la canción, y así siguen las cosas por un buen rato a fin de que la atmósfera emocional brinde la forma adecuada al esquema melódico en curso. A mitad de camino, las cosas se sofistican comedidamente y es aquí donde el escenario se siente apropiado para un buen solo de sintetizador a lo Banks y otro buen solo de guitarra a lo Rothery. El hecho de que este renovador fulgor sea manejado con sobria soltura garantiza que la sección cantada se asiente sobre un suelo compacto mientras asume una acrecentada potencia rockera. El final del repertorio llega de la mano de ‘Another Life Beyond Control’, una canción que regresa de lleno a las convergencias estilísticas con THE PINEAPPLE THIEF y los PORCUPINE TREE de fines del pasado milenio. Su constante medio tiempo y su manera tan particular de filtrar con sistemática elegancia el punche rockero de la banda se alimentan eficientemente del groove principal y los diversos ornamentos de teclados que surgen a lo largo del camino. Todo esto fue lo que se nos brindó con “Crime Scene” desde los cuarteles de RPWL, una veterana banda que ya tiene un nombre propio dentro del universo neo-progresivo del nuevo milenio. Desde nuestra perspectiva, se trata de una de las obras más notables de este grupo que, hoy por hoy, ya cuenta con un público muy leal, y claro que es algo merecido.


Muestras de “Crime Scene”.-

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