HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy
nos topamos con el cuarteto instrumental suizo SONAR, el cual publicó un muy
potente disco de música progresiva de escuela Crimsoniana el año pasado a
través de Cuneiform Records: el título del disco en cuestión es “Black Light”. Se
trata de la tercera oferta de este grupo formado en Zürich a fines del año 2010,
siendo los dos anteriores “A Flaw Of Nature” (2012) y “Static Motion” (2014; el
primero en ser publicado por Cuneiform). Los integrantes de SONAR son los
guitarristas Stephan Thelen y Bernhard Wagner, el bajista Christian Kuntner y
el baterista Manuel Pasquinelli. Decimos que el estilo de la banda es
primordialmente Crimsoniano, y con ello nos referimos a su fase 80era, pero
también notamos la absorción de influencias de los estándares del math-rock y
de la tradición psicodélica con resabios space-rockeros, y tal vez algún que
otro coqueteo sutil con el rock-in-opposition aguerrido al estilo de PRESENT.
Aires de familia con los franceses de YANG
y los españoles de DIFÍCIL EQUILIBRIO son fáciles de notar, sin duda,
pero el caso de SONAR es uno de apuesta total por la sutileza y el empleo de
espacios vacíos con una relevancia tan crucial como la de los espacios sonoros. Posiblemente sea que este modus operandi del grupo sea el de hacer de cada golpe de ruido un indicio de sombra mientras que deja instantes vacíos abiertos para que se muestre una luz tan intermitente como consistente: confirmaremos esta conjetura en el posterior análisis del repertorio de “Black Light”. Un dato curioso es que el productor de este disco es David Bottrill, el reputado
canadiense que cuenta con un amplio e impresionante CV donde se incluye los
nombres de TOOL, KING CRIMSON, PETER GABRIEL, DREAM THEATER, DAVID SYLVIAN & ROBERT FRIPP, SMASHING PUMPKINS, RUSH, y un largo etcétera. Bueno, vamos
al disco mismo de una vez…
Durando
9 ¼ minutos, ‘Enneagram’ abre el disco con una actitud decidida respecto a la
intención de anunciar claramente al oyente el tipo de arquitectura musical que
el grupo sostiene como leitmotiv. Tras un pasaje inicial minimalista y
sigiloso, las armonías polícromas de las dos guitarras van dibujando el paisaje
cubista sobre el que se siembra el motif central mientras la dupla rítmica
construye y reconstruye unas síncopas tan sobrias como efectivas. Podemos muy
bien describir a esta pieza como una mezcla de grave serenidad y tensión
contenida, siendo así que la sensación permanente en la mente del oyente es que
se está elaborando lo que parece ser un crescendo pero, en realidad, es una
elaboración sonora de un paisaje abstracto. La segunda pieza del disco es la
que justamente le da título: ‘Black Light’ despliega unos juegos de síncopas
tan precisos y preciosistas como en la pieza de entrada, pero esta vez el nivel
de musculatura es mayor, lo cual hace que la tensión sónica se haga más
patente. Incluso se puede decir que la batería se erige como instrumento líder
dentro del ensamble global. Con ‘Orbit 5.7’, el cuarteto decide retrotraerse al
terreno de ‘Enneagram’ pero esta vez con un carácter más majestuoso y con una
sobriedad notoriamente incrementada, ello merced al aura mágica que proporciona
el empleo de ciertos ornamentos cósmicos en torno al dueto de las guitarras.
Todo el vigor que se muestra en esta pieza está diseñado para que el bloque
instrumental integral despliegue un señorío flotante. ‘Angular Momentum’ se
sitúa más bien en una zona intermedia entre ‘Enneagram’ y ‘Black Light’, y en
ciertos momentos llega a igualar el ambiente sutilmente amenazador de este
último.
La
penúltima pieza del repertorio se titula ‘String Geometry’ y su función básica
consiste en seguir potencializando el modus operandi del disco aunque con un
acento jazz-rockero particularmente pronunciado. La alevosa monotonía que
sustenta la estrategia musical en curso apunta a gestar una tensión serena que
ya hemos apreciado en temas precedentes. ‘Critical Mass’, con sus poco más de
10 ½ minutos de duración, es el tema más extenso del álbum y también el que le
da cierre. También se trata del más fastuoso en base al empleo ocasional de
algunos riffs llamativos en ciertos lugares estratégicos, y sin duda, también
se debe a la vitalidad renovada que emplea la dupla rítmica: esta vez no solo
la batería sino también el bajo sale al frente en medio de la amalgama integral
del cuarteto, siendo así que la banda saca de sí una espiritualidad densa que
era poco de sospechar en la secuencia de las cinco piezas previas. Con este
intenso broche de oro culmina el repertorio de estudio, mas todavía quedan 3
piezas como bonus tracks, 2 en vivo y una mezcla diferente de ‘Orbit 5.7’. Los dos
temas en vivo son ‘Tromsø’ y ‘Twofold Covering’, procedentes de sus trabajos de
estudio precedentes. La ingeniería de matices persistentes del primero y la
armazón de densidades diversificadas del segundo completan muy bien el retrato
de SONAR ante los ojos y oídos del recién iniciado. En cuanto a la mezcla de
‘Orbit 5.7’, ésta muestra una afinidad moderada con los recursos electrónicos,
lo cual refuerza más – si cabe – el patronazgo intelectual del KING CRIMSON
81-84 sobre el ideario estético de este cuarteto.
Pues
bueno, es hora de hacer un balance final y éste debe señalar una evaluación muy
positiva para con SONAR, grupo que recién conocemos pero que nos ha fascinado
sin atenuantes. “Black Light” es un trabajo cabalmente inspirado dentro de la
vanguardia progresiva del momento. Vale la pena seguirle la pista así como
investigar en sus discos anteriores, claro que sí.
Muestras de “Black Light”.-
Critical Mass: https://cuneiformrecords.bandcamp.com/track/critical-mass-2
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