HOLA, AMIGOS DE
AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy llega el turno de
presentar el disco “Nim Quartet” del músico NIM SADOT, residente en Londres; como
bajista y compositor, SADOT lleva bastantes años cultivando una modalidad de jazz-rock
contemporáneo que incorpora elementos progresivos, psicodélicos y de nu-jazz a
su inteligentemente ecléctico enfoque artístico. El título del disco se
corresponde con este proyecto de cuarteto que se completa con el teclista Hamish
Balfour, el trompetista Nick Walters y un baterista que a veces puede ser
Laurie Lowe y, en otras, Yuval “Yuba” Wetzler. En un tema del disco, el
baterista es Bence Bolygo; también aparecen como invitados ocasionales el
violinista Mei Segev y el armonicista Graham Pike. La publicación de este material data de la primera mitad del pasado mes de enero, siendo así que sus elegantes e imponentes despliegues de gran personalidad estética lo convierten en un ítem sumamente importante para el afianzamiento del jazz contemporáneo. Bueno, veamos ahora los detalles de “Nim Quartet”.
Durando 6 minutos exactos, ‘John’ abre el repertorio ostentando una
espiritualidad serena que se siente genuinamente etérea, casi como absorbida
por una leve niebla otoñal. Mientras el bloque instrumental va exhibiendo sus
vibraciones espirituales con un lirismo sobrio, nos damos cuenta que la
parquedad de los primeros segundos no tarda en abrir paso a una luminosidad más
definida, aunque siempre permaneciendo fijamente encuadrada en lo otoñal. Luego
sigue ‘Woodo 3’, pieza encargada simultáneamente de ahondar en la herencia de
climas etéreos del prime tema mientras desarrolla un fulgor sonoro más amplio:
lo segundo se nota en la aureola más extrovertida que dirige las expresividades
de los sucesivos solos de trompeta y piano que van surgiendo a lo largo del
camino, mientras que lo primero se nota en los pasajes donde la batería se
detiene para dejar que las capas de teclado ocupen el espacio central del
desarrollo temático en un interludio estratégico. El tercer tema del disco se
titula ‘Ima’ y es el más extenso del mismo con sus poco más de 8 ¼ minutos de
duración. El pasaje inicial de piano solo se engarza con la labor que el propio
piano hacía en las instancias finales del segundo tema: cuando emerge el cuerpo
central, recibimos el groove más llamativo del disco hasta ahora, al menos,
durante los primeros cuatro minutos y medio. A partir de entonces, la
pieza vira hacia una atmósfera melancólica e introspectiva, siendo así que las
frases de la trompeta y las contenidas líneas del bajo se encargan de encuadrar
el recto equilibrio entre la libertad flotante del desarrollo melódico y el
swing reciamente calmado sobre el que ahora reposa la instrumentación global.
La pieza termina como empezó, con un solo de piano, pero esta vez el
instrumento ostenta una aureola crepuscular, a diferencia del solo inicial, que
más bien parecía anunciar la inminente plenitud de un fabuloso amanecer. Tal vez
éste ha sido el paisaje sonoro retratado por esta bella pieza, el tránsito del
día a la noche con un preludio de alba y un intermedio de atardecer. Definitivamente, esta pieza presenta un culmen definitivo del álbum.
Cuando llega la hora de ‘MTB’, el ensamble retoma su faceta más extrovertida y, de hecho, empieza a elaborar recursos de auténtica exuberancia bajo un clima contagiosamente expresionista. Los solos de sintetizador se dejan llevar por su propio esplendor inherente mientras que la dupla rítmica exhiba una soltura tremendamente llamativa. Bajo el amenazante título de ‘Obey The Fist’ emerge una pieza aún más vitalista que la precedente, siendo así que el bajo asume un rol más explícitamente virtuoso que en cualquiera de los temas anteriores dentro del repertorio. Por supuesto, la trompeta sigue abriéndose campo para sus oportunos lucimientos bajo las pautas trazadas por el colectivo sonoro, y también volvemos a disfrutar de nuevas oportunidades de lucimiento para el sintetizador. Con la dupla de ‘Children’s Crusade’ y ‘Good Cat, Bad Cat’, el ensamble se dispone a seguir expandiendo su bien definido núcleo estilístico tras haber abierto las puertas de la jovialidad y la vivacidad. Así, ‘Children’s Crusade’ recoge con elegante sobriedad el legado de colorido sonoro recibido del crescendo elocuente expuesto en la cadena de las tres piezas precedentes y lo utiliza para volver, con renovadas reglas de juego, al mundo de lo reflexivo y lo introspectivo. El peculiar sonido de la armónica y el bello solo de piano eléctrico en los que se centran los dos primeros tercios de esta pieza dejan el terreno preparado para que el bajo de SADOT nos obsequie un impresionante solo de tenor evocativo antes de que regrese la armónica para la conclusión del motif central. Por su parte, ‘Good Cat, Bad Cat’ nos transporta hacia una cruza entre los WEATHER REPORT de la fase 1976-80 y el legado del Canterbury a través de los modelos de GILGAMESH y NATIONAL HEALTH. Esta dupla conforma conjuntamente el testimonio perfecto de lo más estilizado y lo más elocuente que late dentro de las esferas más consistentes dentro del área estilística del ensamble; la importancia de este testimonio se asienta en su transición interna de lo introvertido a lo extrovertido. esta dupla conforma, como no podía ser de otro modo, el cénit definitivo del álbum. Cierra el álbum ‘This ‘N’ That’, pieza que se caracteriza por explorar un groove funky a la vieja usanza (no ajena a la tradición de los nuevamente mencionados WEATHER REPORT) pero con matices contemporáneos que se emparentan con el paradigma de eso que se ha dado por llamar nu-jazz.
“Nim Quartet” es, ante todo, un disco excelso y radiante, un disco que exuda lozanía y fuerza de carácter sin apelar en ningún momento a esquemas sonoros que puedan cabalmente describirse como filudos o agresivos. NIM SADOT no es ningún novato en el negocio musical pero se siente como nueva y muy fresca esta música que ha creado para el cuarteto cuya propuesta hemos disfrutado una barbaridad. Ojalá broten más obras de este ensamble en el futuro próximo: por lo pronto, refrendamos a “Nim Quartet” como un ítem apropiado para sibaritas de la vanguardia jazzera y la escena progresiva de proyecciones eclécticas.
Cuando llega la hora de ‘MTB’, el ensamble retoma su faceta más extrovertida y, de hecho, empieza a elaborar recursos de auténtica exuberancia bajo un clima contagiosamente expresionista. Los solos de sintetizador se dejan llevar por su propio esplendor inherente mientras que la dupla rítmica exhiba una soltura tremendamente llamativa. Bajo el amenazante título de ‘Obey The Fist’ emerge una pieza aún más vitalista que la precedente, siendo así que el bajo asume un rol más explícitamente virtuoso que en cualquiera de los temas anteriores dentro del repertorio. Por supuesto, la trompeta sigue abriéndose campo para sus oportunos lucimientos bajo las pautas trazadas por el colectivo sonoro, y también volvemos a disfrutar de nuevas oportunidades de lucimiento para el sintetizador. Con la dupla de ‘Children’s Crusade’ y ‘Good Cat, Bad Cat’, el ensamble se dispone a seguir expandiendo su bien definido núcleo estilístico tras haber abierto las puertas de la jovialidad y la vivacidad. Así, ‘Children’s Crusade’ recoge con elegante sobriedad el legado de colorido sonoro recibido del crescendo elocuente expuesto en la cadena de las tres piezas precedentes y lo utiliza para volver, con renovadas reglas de juego, al mundo de lo reflexivo y lo introspectivo. El peculiar sonido de la armónica y el bello solo de piano eléctrico en los que se centran los dos primeros tercios de esta pieza dejan el terreno preparado para que el bajo de SADOT nos obsequie un impresionante solo de tenor evocativo antes de que regrese la armónica para la conclusión del motif central. Por su parte, ‘Good Cat, Bad Cat’ nos transporta hacia una cruza entre los WEATHER REPORT de la fase 1976-80 y el legado del Canterbury a través de los modelos de GILGAMESH y NATIONAL HEALTH. Esta dupla conforma conjuntamente el testimonio perfecto de lo más estilizado y lo más elocuente que late dentro de las esferas más consistentes dentro del área estilística del ensamble; la importancia de este testimonio se asienta en su transición interna de lo introvertido a lo extrovertido. esta dupla conforma, como no podía ser de otro modo, el cénit definitivo del álbum. Cierra el álbum ‘This ‘N’ That’, pieza que se caracteriza por explorar un groove funky a la vieja usanza (no ajena a la tradición de los nuevamente mencionados WEATHER REPORT) pero con matices contemporáneos que se emparentan con el paradigma de eso que se ha dado por llamar nu-jazz.
“Nim Quartet” es, ante todo, un disco excelso y radiante, un disco que exuda lozanía y fuerza de carácter sin apelar en ningún momento a esquemas sonoros que puedan cabalmente describirse como filudos o agresivos. NIM SADOT no es ningún novato en el negocio musical pero se siente como nueva y muy fresca esta música que ha creado para el cuarteto cuya propuesta hemos disfrutado una barbaridad. Ojalá broten más obras de este ensamble en el futuro próximo: por lo pronto, refrendamos a “Nim Quartet” como un ítem apropiado para sibaritas de la vanguardia jazzera y la escena progresiva de proyecciones eclécticas.
Muestras de “Nim
Quartet”.-
Children’s Crusade: https://nimquartet.bandcamp.com/track/childrens-crusade
Good Cat, Bad Cat: https://nimquartet.bandcamp.com/track/good-cat-bad-cat
2 comments:
Hermosa reseña
Gracias por tu interés y tu comentario.
César Inca
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