HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.
Después de un tiempo de hiato y proyectos diversos, el quinteto chileno ENTRANCE regresa a los estudios de grabación y escenarios para desarrollar su tercer trabajo de estudio, el mismo que finalmente se convierte en "Entre Dos Mundos". Este grupo conformado por Jaime Rosas (teclados), Richard Pilnik (guitarras), Jaime Scalpello (voz), Rodrigo Godoy (bajo y voz) y Alex von Chrismar (batería) logra cuajar un disco potente y melódicamente inspirado, gestando así una fina confluencia entre el progresivo sinfónico clásico (YES, ELP, RUSH), el rock duro melódico (RAINBOW, DEEP PURPLE) y el prog metal (el DREAM THEATER con Kevin Moore). A través de estas influencias, ENTRANCE sabe crear su voz propia.
“Entre Dos Mundos” comienza y termina con sendas suites compuestas por Jaime Rosas. ‘Mágica’ ocupa los primeros casi 15 minutos del disco, con unos introductorios efectos de agua que pronto abren paso a una exhibición de órgano y sintetizador, la que a su vez dirige el desarrollo de la primera sección. La parte cantada está armada sobre un esquema férreo, mientras que el despliegue instrumental que comienza a poco de pasado el tercer minuto y medio se enmarca fluidamente dentro de un clima de ostentación progresiva de compases inusuales y mutaciones de ambientes en torno a unos motivos recurrentes. Al llegar al octavo minuto, la segunda sección llega con un piano lento y un canto introspectivo. Posteriormente, la polenta y la pomposidad explícita vuelven a adueñarse de la escena (incluyendo un fabuloso solo de Richard Pilnik) para articular la base de la última parte cantada a fin de llevarla hacia un clímax en el cual se retoma una de las escaladas de teclado que formaron parte de la sección instrumental intermedia. La suite de cierre es ‘Voces Ahogadas’. Ésta comienza con sonidos de guerra, dando paso al poco rato a una ilación melódica encuadrada bajo una predominancia de ambientes nostálgicos en medio del estilizado frenesí progresivo. En el sexto minuto brota por un momento el ambiente etéreo que había estado latente desde un principio, sucedido luego por un pasaje donde resalta un hipnótico solo de guitarra. Poco después hay un pasaje que suena a cantata religiosa, con unos mágicos sonidos que emulan un órgano de fuelles y un Jaime Scalpello que trabaja finamente los matices más evocativos de su estilo vocal. La última sección de esta suite saca a la luz un despliegue de complejidad que impresiona bastante: el bajo de Rodrigo Godoy fluye en inmaculadas espirales bajo el canto de Scalpello, mientras que el interludio instrumental nos revela a un Rosas en su dimensión más pletórica.
¿Qué hay en medio de estas composiciones con estructuras tan ambiciosas? Un repaso por la faceta más netamente rockera del grupo, donde por lo general se elabora una confluencia dinámica de rock duro melódico y prog metal, llevada con gancho y punche: ‘Promesas’ e ‘Invisible’ son sendas piezas contundentes cuyos arreglos ulteriores sirven como vehículos para la inserción de elementos progresivos. La primera contiene un bloque intermedio instrumental donde el sinfonismo se erige como un factor esencial antes de que regrese el riff básico del motivo principal; la segunda tiene un esquema más directo y conciso, pero se da abasto para incorporar compases de 7/8, solos de guitarra a lo Alex Lifeson y escalas de sintetizador a lo Wakeman en algunos momentos estratégicos. ‘Ilumina’ es una composición de Godoy (él también asume el rol de vocalista principal) que establece una complejidad más patente en su desarrollo melódico, especialmente en lo que se refiere a su colorido e intenso interludio. Sin siquiera llegar a los 3 ‘10” de duración, ‘Ilumina’ establece un viaje musical de gran envergadura progresiva. ‘Los Hijos de Bagdad’ es una balada rock compuesta por Scalpello: cálida y emotiva como es, en manos del ensamble de ENTRANCE adquiere un carácter más filudo en su desarrollo global.
En fin, ENTRANCE nos vuelve a regalar una nueva manifestación de su propuesta rockera progresiva con especial acento en lo rockero. Después de conquistar una madurez estilística en su segunda obra “En la Tierra” (ya hace muchos años de entonces), “Entre Dos Mundos” revela un robustecimiento convincente de dicha maduración. Entrance renació con más fuerza de la que ya tenía en su “primer ciclo vital”.
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