HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
El ensamble catalán PLANETA IMAGINARIO sigue dando pasos de gigante de forma coherente y sostenida en su misión de llevar la vertiente jazzeada del género progresivo a lo largo del nuevo milenio. Ahora que el segundo decenio del nuevo milenio acaba de empezar, PLANETA IMAGINARIO da nueva cuenta de su ingenio musical con “Optical Delusions”, por vía del sello Cuneiform Records. Teniendo en cuenta que el grupo ya no cuenta con un guitarrista en sus filas como sí lo hacía en sus dos discos anteriores, el sonido grupal asume la nueva situación con un manejo más intensivo de su ensamble de vientos (el cual, a su vez, adquiere mayor vigor con la presencia de invitados), a la vez que los teclados de Marc Capel asumen un lugar más destacado dentro del bloque sonoro a la hora de armar las bases de cada pieza. La presencia de The Hien-Trinh al trombón y Natsuko Sigao a la trompeta genera una interesante dimensión internacional a los metales. De hecho, se aprecia bastante el gusto de Capel por los sonidos vintage, especialmente en el vibrato canterburyano que le da al órgano (a la usanza de SOFT MACHINE, GILGAMESH, HATFIELD & THE NORTH, ISOTOPE). Si en discos anteriores, PI generaba una amalgama inspirada en el Canterbury, la fusión 70era (WEATHER REPORT, PERIGEO), el ZAPPA de la “big band” y el space-rock, ahora este último elemento ha decrecido considerablemente, lo cual se condice perfectamente con el revigorizado protagonismo de los metales que mencionamos anteriormente. Por lo pronto, adelantamos que PI se borda enormemente con el repertorio de este disco, el cual es el más extenso de su discografía hasta ahora.
Con la ilación de ‘Acciò Col-lectiva’, ‘El jardì de las vaques alegres’ y ‘Xarramandusca’ disfrutamos de más de media hora de intensidad musical que pone los puntos sobre las íes en la renovada situación estilística de la banda. ‘Acciò Col-lectiva’ da inicio a la cosa con un aire amable y alegre, con una extroversión contenida bien reflejada en el modo en que se desarrolla la armazón sónica. Hay un solo de piano eléctrico que inicia un oportuno momento de melancolía. Más adelante, el asunto se pone un poco más denso e intenso, pero no se trata de un giro abrupto sino de una transición fluida, realizada con impecable fluidez. Este pasaje no es muy largo, pues el tema regresa a la calidez inicial para sus últimas instancias. Tras un hermoso preludio a cargo del ensamble de metales, ‘El jardì de las vaques alegres’ se explaya en un cuerpo central vibrante que encarna muy bien el dinamismo esencial de la banda. Las variantes de ambiente y compás, los ornamentos cósmicos de sintetizador, el órgano de amplias cadencias retro, el swing contundente de la dupla rítmica y los solos individuales de vientos operan a las mil maravillas dentro del encuadre general de la composición. ‘Xarramandusca’ despega desde donde terminó la pieza precedente con sus medidos flirteos psicodélicos y empuja hacia desarrollos progresivos aún más sofisticados, poniendo esta vez el acento preferente en el jazz-fusión estadounidense a fin de sopesar el inevitable lirismo grácil canterburyano al cual PI nunca renuncia del todo. El pasaje de metales orquestados es simplemente sublime. ‘Bona sort, amic meu’ es un breve nocturno de piano inmerso en efectos de granja, los mismos que ofrecen un contraste abierto frente a la lánguida expresividad de las teclas. ‘Preludis Clinics del Home-gos’ es el concepto que unifica la secuencia de los 3 siguientes temas: ‘Angioma’ y ‘Hemangioma’ siguen reflejando el espíritu de aventura melódica que ya había dado tan buenos réditos en ‘El jardì de las vaques alegres’, mientras que ‘Bisturí’ elabora un puente de relax en medio de las dos arquitecturas caleidoscópicas, muy receptivas de la traviesa agilidad que Zappa insuflaba a sus composiciones para big band.
‘Introducció de Llepavoreres’ es una sonata de piano que grita por igual las influencias de Alan Gowen y Jan Hammer, donde se instala el inicio de ‘Llepavoreres’, continuadamente guiado por el piano. Poco a poco, la reinante aureola ceremoniosa va cediendo espacio al desarrollo de un cuerpo central signado por una base melódica cautivante y un swing efectivo. Si ‘Xarramandusca’ y la tríada de ‘Preludis Clinics del Home-gos’ habían conformados picos de fastuosidad, ‘Llepavoreres’ y su introducción nos han llevado hacia máximas expresiones de la faceta más entrañable de PI.
Los 13 minutos del concepto ‘Elements imperfectes sobre quartz vermell’ se distribuyen a través de la secuencia de ‘Element de la puresa imperfecte’, ‘Element del art pur i imperfect’ y ‘Element de la persuasió imperfecte’. ‘Element de la puresa imperfecte’ tiene todas las trazas de un híbrido entre ISOTOPE y el ZAPPA del big band, amable y cálido con cierta densidad implícita pero asolapada. ‘Element del art pur i imperfect’ empieza con un discurso radiofónico sobre el sentido del arte experimental que abre campo a una aventura psicodélica marcada por la síncopa de un pitido telefónico: el ambiente general es grisáceo, casi rayano con el zeuhl de raigambre jazzera (ESKATON o ZAO), y con un sintetizador que sabe hacer sobresalir sus atmósferas cósmicas con el propósito de impulsar el derroche de fuerza emitido por la dupla rítmica. El concepto se completa con el fantástico colorido de ‘Element de la persuasió imperfecte’, un ejemplo de la faceta más bombástica de la banda. El disco se cierra con ‘El mar, i llavors sortí el sol… i el reflexe’, tema que comienza con hermosas escalas de piano y un interesante ambiente melancólico no desprovisto de cierta intensidad expresiva; luego, pasamos a una sección dominada por un swing propio de los estándares de la fusión de vieja escuela (a medio camino entre WEATHER REPORT e ICEBERG), lo cual a su vez sirve para que el grupo vaya asentando su lado más extrovertido. Hay un solo de flauta sencillamente fenomenal en algún momento del último tercio del tema, el cual concluye con una sensación climática no muy exagerada pero con paso firme. De este modo se completa le experiencia de “Optical Delusions”, una experiencia que nada tiene de ilusoria y sí mucho de brillante realidad, por lo que PLANETA IMAGINARIO se hace merecedor de un lugar preferencial en la mirada y oídos de los amantes del género jazz-progresivo.
El ensamble catalán PLANETA IMAGINARIO sigue dando pasos de gigante de forma coherente y sostenida en su misión de llevar la vertiente jazzeada del género progresivo a lo largo del nuevo milenio. Ahora que el segundo decenio del nuevo milenio acaba de empezar, PLANETA IMAGINARIO da nueva cuenta de su ingenio musical con “Optical Delusions”, por vía del sello Cuneiform Records. Teniendo en cuenta que el grupo ya no cuenta con un guitarrista en sus filas como sí lo hacía en sus dos discos anteriores, el sonido grupal asume la nueva situación con un manejo más intensivo de su ensamble de vientos (el cual, a su vez, adquiere mayor vigor con la presencia de invitados), a la vez que los teclados de Marc Capel asumen un lugar más destacado dentro del bloque sonoro a la hora de armar las bases de cada pieza. La presencia de The Hien-Trinh al trombón y Natsuko Sigao a la trompeta genera una interesante dimensión internacional a los metales. De hecho, se aprecia bastante el gusto de Capel por los sonidos vintage, especialmente en el vibrato canterburyano que le da al órgano (a la usanza de SOFT MACHINE, GILGAMESH, HATFIELD & THE NORTH, ISOTOPE). Si en discos anteriores, PI generaba una amalgama inspirada en el Canterbury, la fusión 70era (WEATHER REPORT, PERIGEO), el ZAPPA de la “big band” y el space-rock, ahora este último elemento ha decrecido considerablemente, lo cual se condice perfectamente con el revigorizado protagonismo de los metales que mencionamos anteriormente. Por lo pronto, adelantamos que PI se borda enormemente con el repertorio de este disco, el cual es el más extenso de su discografía hasta ahora.
Con la ilación de ‘Acciò Col-lectiva’, ‘El jardì de las vaques alegres’ y ‘Xarramandusca’ disfrutamos de más de media hora de intensidad musical que pone los puntos sobre las íes en la renovada situación estilística de la banda. ‘Acciò Col-lectiva’ da inicio a la cosa con un aire amable y alegre, con una extroversión contenida bien reflejada en el modo en que se desarrolla la armazón sónica. Hay un solo de piano eléctrico que inicia un oportuno momento de melancolía. Más adelante, el asunto se pone un poco más denso e intenso, pero no se trata de un giro abrupto sino de una transición fluida, realizada con impecable fluidez. Este pasaje no es muy largo, pues el tema regresa a la calidez inicial para sus últimas instancias. Tras un hermoso preludio a cargo del ensamble de metales, ‘El jardì de las vaques alegres’ se explaya en un cuerpo central vibrante que encarna muy bien el dinamismo esencial de la banda. Las variantes de ambiente y compás, los ornamentos cósmicos de sintetizador, el órgano de amplias cadencias retro, el swing contundente de la dupla rítmica y los solos individuales de vientos operan a las mil maravillas dentro del encuadre general de la composición. ‘Xarramandusca’ despega desde donde terminó la pieza precedente con sus medidos flirteos psicodélicos y empuja hacia desarrollos progresivos aún más sofisticados, poniendo esta vez el acento preferente en el jazz-fusión estadounidense a fin de sopesar el inevitable lirismo grácil canterburyano al cual PI nunca renuncia del todo. El pasaje de metales orquestados es simplemente sublime. ‘Bona sort, amic meu’ es un breve nocturno de piano inmerso en efectos de granja, los mismos que ofrecen un contraste abierto frente a la lánguida expresividad de las teclas. ‘Preludis Clinics del Home-gos’ es el concepto que unifica la secuencia de los 3 siguientes temas: ‘Angioma’ y ‘Hemangioma’ siguen reflejando el espíritu de aventura melódica que ya había dado tan buenos réditos en ‘El jardì de las vaques alegres’, mientras que ‘Bisturí’ elabora un puente de relax en medio de las dos arquitecturas caleidoscópicas, muy receptivas de la traviesa agilidad que Zappa insuflaba a sus composiciones para big band.
‘Introducció de Llepavoreres’ es una sonata de piano que grita por igual las influencias de Alan Gowen y Jan Hammer, donde se instala el inicio de ‘Llepavoreres’, continuadamente guiado por el piano. Poco a poco, la reinante aureola ceremoniosa va cediendo espacio al desarrollo de un cuerpo central signado por una base melódica cautivante y un swing efectivo. Si ‘Xarramandusca’ y la tríada de ‘Preludis Clinics del Home-gos’ habían conformados picos de fastuosidad, ‘Llepavoreres’ y su introducción nos han llevado hacia máximas expresiones de la faceta más entrañable de PI.
Los 13 minutos del concepto ‘Elements imperfectes sobre quartz vermell’ se distribuyen a través de la secuencia de ‘Element de la puresa imperfecte’, ‘Element del art pur i imperfect’ y ‘Element de la persuasió imperfecte’. ‘Element de la puresa imperfecte’ tiene todas las trazas de un híbrido entre ISOTOPE y el ZAPPA del big band, amable y cálido con cierta densidad implícita pero asolapada. ‘Element del art pur i imperfect’ empieza con un discurso radiofónico sobre el sentido del arte experimental que abre campo a una aventura psicodélica marcada por la síncopa de un pitido telefónico: el ambiente general es grisáceo, casi rayano con el zeuhl de raigambre jazzera (ESKATON o ZAO), y con un sintetizador que sabe hacer sobresalir sus atmósferas cósmicas con el propósito de impulsar el derroche de fuerza emitido por la dupla rítmica. El concepto se completa con el fantástico colorido de ‘Element de la persuasió imperfecte’, un ejemplo de la faceta más bombástica de la banda. El disco se cierra con ‘El mar, i llavors sortí el sol… i el reflexe’, tema que comienza con hermosas escalas de piano y un interesante ambiente melancólico no desprovisto de cierta intensidad expresiva; luego, pasamos a una sección dominada por un swing propio de los estándares de la fusión de vieja escuela (a medio camino entre WEATHER REPORT e ICEBERG), lo cual a su vez sirve para que el grupo vaya asentando su lado más extrovertido. Hay un solo de flauta sencillamente fenomenal en algún momento del último tercio del tema, el cual concluye con una sensación climática no muy exagerada pero con paso firme. De este modo se completa le experiencia de “Optical Delusions”, una experiencia que nada tiene de ilusoria y sí mucho de brillante realidad, por lo que PLANETA IMAGINARIO se hace merecedor de un lugar preferencial en la mirada y oídos de los amantes del género jazz-progresivo.
Concluimos esta reseña con las siguientes muestras de PLANETA IMAGINARIO.-
Acciò Col-lectiva: http://www.youtube.com/watch?v=OoBOs7jxtkE
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