HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy nos toca hablar de CUCCI-BAND, una "all-star band" de amantes del jazz de avanzada, el Canterbury, el zeuhl y la fusión de los 70s armado bajo el liderazgo y la visión de Cédric Marcucci, un baterista/percusionista francés que también resulta un solvente multi-instrumentista (teclados, guitarra, melódica, etc.) y que cuenta ya con una amplia carrera a sus espaldas trabajando en las áreas del jazz experimental y el progresivo nostálgico inspirado en el Canterbury y el zeuhl. “Bon Debarras!” es el resultado de su asociación con varios músicos unidos a él por su amor a estas instancias añejas de algunas de las vertientes más osadas del género progresivo. Este disco es, ante todo, un tributo a la gloria canterburyana de SOFT MACHINE, MATCHING MOLE y NUCLEUS, el dinamismo cósmico del GONG clásico mezclado con la fusión aventurera del GONG de Pierre Moerlen, el progresivo etéreo de unos CLEARLIGHT, el free-jazz estilizado que tan bien perfeccionó Keith Tippett en la vanguardia londinense, y cómo no, el zeuhl jazzeado de ESKATON y ZAO.
‘Elton dine sous sa tombe et Le Géant Boiteux’ y ‘Magdaleïa’ establecen honestos manifiestos de los cánones recurrentes a ser trabajados y desarrollados en el disco: el primero comienza con un cálido jam a puro Canterbury matchingmoliano en 5/4, virando hacia un motivo más explícitamente complejo y agresivo durante los últimos 2 minutos, sostenido por un repetido juego neurótico de síncopas; el segundo maneja un ambiente cadencioso de forma más consistente, en buena medida inspirado en el GONG post-Allen, y también un poco en la fusión experimental del WEATHER REPORT pre-Pastorius (hay un solo de sintetizador estupendo que yo encuentro afín a los vuelos cósmicos que Zawinul creaba en sus primeras intervenciones al sintetizador). ‘Narcisse’ es una pieza más extensa y portadora de un desarrollo más versátil a través de su firme arquitectura rítmica: sus innegables aires retro nos remiten al SOFT MACHINE del “Six”, a la faceta más propiamente jazzera de los primeros solistas de Robert Wyatt, al aura ensoñadora de los momentos etéreos del GONG clásico y al swing más acogedor de ZAO. ‘Kraöc ou Coralie se balance’ tiene una introducción cósmica que medianamente anticipa un cuerpo central organizado en torno al estándar del jazz-fusión, ocasionalmente arropado bajo sábanas cósmicas que parecen confundir CLEARLIGHT y ESKATON en un único recurso sónico. ‘Ventadour’ porta una atmósfera más aguerrida, en no poca medida sostenida por la confluencia de una batería usada con un pulso voraz, unos guitarreos neuróticos dignos del mejor MAGMA y unos arreglos de metales que magnifican un aire de amenaza pendiente. Por otra parte, el uso de atmósferas exóticas en percusiones y guitarra acústica en un pasaje intermedio ayuda a aportar un momento contemplativo, el mismo que resulta relevante para bajar un poco la garra para el jam jazzero final.
‘P’tit Robert’ recurre a un ágil compás de 7/8 para dinamizar un cuero central que destila un espíritu alegre, cercano a ZAO y al SOFT MACHINE post-Wyatt en distancias equivalentes. Poco antes de la frontera del quinto minuto, se produce un pasaje aleatorio donde lo deconstructivo se utiliza no para motivar inquietud sino una sensación de misterio metafísico. Una vez más, el motivo central precedente es retomado para la coda bajo una modalidad más suavizada. ‘Donne m’en cinq!’ sigue ahondando si cabe en el asunto Canterburyano, esta vez apelando a ambientes más grisáceos en comparación con la pieza anterior. ‘Ballade’, a pesar de su título, es una pieza bastante dinámica y grácil. El asunto principal se siente cercano al entusiasmo cósmico de CLEARLIGHT en comunión con la psicodelia lúdica de GONG y la urgencia pulsátil de MAGMA, mientras que el prístino pulso jazzero de Marcucci se encarga de enraizar el bloque sonoro oportunamente. Pocas veces un título ha sido tan alevosamente engañoso como en este caso. Los últimos cinco minutos y medio del disco están ocupados por ‘Oh joie! La Grande Gnogne est avec nous!’, pieza que capitaliza el ímpetu impulsado por ‘Ballade’ y lo transporta hacia las dimensiones más densas del disco: esto es zeuhl químicamente puro, un equilibrio perfecto entre ESKATON y MAGMA, gloriosamente culminado con un ejercicio de cacofonía tan espectral como incandescente. El efecto final del tornamesa con el brazo automático es una entrañable alusión a los viejos hábitos melómanos.
“Bon Debarras!” es como una obra perdida de los años 70s que ha sido traída a nosotros por un mecanismo de viaje por el tiempo. Merced a sus generosas dosis de creatividad y vigor, Cédric Marcucci y sus selectos compañeros de viaje en CUCCI-BAND han rescatado una serie de legados progresivos sin caer en la clonación mecánica ni en la parodia involuntaria: esto es un homenaje en los sentidos más elevados de la palabra.
Muestra de CUCCI-BAND.-
Magdaleïa: http://www.myspace.com/cedricmarcucci/music/songs/magdale-a-71141238
‘Elton dine sous sa tombe et Le Géant Boiteux’ y ‘Magdaleïa’ establecen honestos manifiestos de los cánones recurrentes a ser trabajados y desarrollados en el disco: el primero comienza con un cálido jam a puro Canterbury matchingmoliano en 5/4, virando hacia un motivo más explícitamente complejo y agresivo durante los últimos 2 minutos, sostenido por un repetido juego neurótico de síncopas; el segundo maneja un ambiente cadencioso de forma más consistente, en buena medida inspirado en el GONG post-Allen, y también un poco en la fusión experimental del WEATHER REPORT pre-Pastorius (hay un solo de sintetizador estupendo que yo encuentro afín a los vuelos cósmicos que Zawinul creaba en sus primeras intervenciones al sintetizador). ‘Narcisse’ es una pieza más extensa y portadora de un desarrollo más versátil a través de su firme arquitectura rítmica: sus innegables aires retro nos remiten al SOFT MACHINE del “Six”, a la faceta más propiamente jazzera de los primeros solistas de Robert Wyatt, al aura ensoñadora de los momentos etéreos del GONG clásico y al swing más acogedor de ZAO. ‘Kraöc ou Coralie se balance’ tiene una introducción cósmica que medianamente anticipa un cuerpo central organizado en torno al estándar del jazz-fusión, ocasionalmente arropado bajo sábanas cósmicas que parecen confundir CLEARLIGHT y ESKATON en un único recurso sónico. ‘Ventadour’ porta una atmósfera más aguerrida, en no poca medida sostenida por la confluencia de una batería usada con un pulso voraz, unos guitarreos neuróticos dignos del mejor MAGMA y unos arreglos de metales que magnifican un aire de amenaza pendiente. Por otra parte, el uso de atmósferas exóticas en percusiones y guitarra acústica en un pasaje intermedio ayuda a aportar un momento contemplativo, el mismo que resulta relevante para bajar un poco la garra para el jam jazzero final.
‘P’tit Robert’ recurre a un ágil compás de 7/8 para dinamizar un cuero central que destila un espíritu alegre, cercano a ZAO y al SOFT MACHINE post-Wyatt en distancias equivalentes. Poco antes de la frontera del quinto minuto, se produce un pasaje aleatorio donde lo deconstructivo se utiliza no para motivar inquietud sino una sensación de misterio metafísico. Una vez más, el motivo central precedente es retomado para la coda bajo una modalidad más suavizada. ‘Donne m’en cinq!’ sigue ahondando si cabe en el asunto Canterburyano, esta vez apelando a ambientes más grisáceos en comparación con la pieza anterior. ‘Ballade’, a pesar de su título, es una pieza bastante dinámica y grácil. El asunto principal se siente cercano al entusiasmo cósmico de CLEARLIGHT en comunión con la psicodelia lúdica de GONG y la urgencia pulsátil de MAGMA, mientras que el prístino pulso jazzero de Marcucci se encarga de enraizar el bloque sonoro oportunamente. Pocas veces un título ha sido tan alevosamente engañoso como en este caso. Los últimos cinco minutos y medio del disco están ocupados por ‘Oh joie! La Grande Gnogne est avec nous!’, pieza que capitaliza el ímpetu impulsado por ‘Ballade’ y lo transporta hacia las dimensiones más densas del disco: esto es zeuhl químicamente puro, un equilibrio perfecto entre ESKATON y MAGMA, gloriosamente culminado con un ejercicio de cacofonía tan espectral como incandescente. El efecto final del tornamesa con el brazo automático es una entrañable alusión a los viejos hábitos melómanos.
“Bon Debarras!” es como una obra perdida de los años 70s que ha sido traída a nosotros por un mecanismo de viaje por el tiempo. Merced a sus generosas dosis de creatividad y vigor, Cédric Marcucci y sus selectos compañeros de viaje en CUCCI-BAND han rescatado una serie de legados progresivos sin caer en la clonación mecánica ni en la parodia involuntaria: esto es un homenaje en los sentidos más elevados de la palabra.
Muestra de CUCCI-BAND.-
Magdaleïa: http://www.myspace.com/cedricmarcucci/music/songs/magdale-a-71141238
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