MARKUS REUTER y sus exhortaciones musicales al Astro Rey
HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES
SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy presentamos aquí un disco muy
especial: “Sun Trance”, proyecto musical de MARKUS REUTER, el célebre experto
en Touch Guitar que compuso esta obra por encargo del Prof. Dennis Kuhn en
nombre del Mannheimer Schlagwerk, un colectivo formativo de música experimental
asentado en la bella ciudad alemana de Mannheim. De hecho, la suite recogida en
este disco – la cual dura casi 36 ½ minutos – fue registrada en vivo en la
susodicha ciudad de Mannheim, más específicamente, en el local Alte Feuerwache,
el 23 de mayo de 2017. Tres años y pico después después, el sello MoonJune
Records se hizo cargo de la publicación oficial de este ítem: exactamente, el 7
de agosto de 2020. REUTER, quien se hizo cargo de la Touch Guitar y los
soundscapes, estuvo acompañado por un nutrido ensamble que incluía a los
vibrafonistas Dennis Kuhn y Ti-Hsien Lai; Luis Andrés Chavarría Báez, al glockenspiel;
Lukas Heckmann, al glockenspiel y los idiófonos; los percusionistas Marius Fink
y Oğuz Akbaş; Maria Wunder, al clarinete bajo; el guitarrista Patrick Baumann;
el bajista Johannes Engelhardt; la baterista Linda-Philomène Tsoungui; y Hye-Rim
Ma, al sintetizador. Kuhn, uno de los vibrafonistas, se hizo cargo de la dirección musical del ensamble, lo cual repercutió en el énfasis señorial del rol de las percusiones tonales dentro del entramado sonoro de la suite. Definitivamente, lo etéreo y lo ondeante son las señales esenciales que definen a esta obra gestada en la mente del maestro REUTER.
Veamos los detalles de la suite misma. Las percusiones
tonales marcan la pauta inicial con su ensoñadora secuencia repetitiva que va
creando ondas delicadas y cristalinas mientras una capa minimalista de tenor
cósmico persiste en el subsuelo como lava dormida. Más adelante, alguna ligera
variación en las cadencias percusivas va gestando lo que parece ser una muy
sutil vivacidad hasta que, poco antes de llegar a la frontera del sexto minuto,
todo vira hacia un ejercicio de lirismo atmosférico con un parsimonioso
posicionamiento de elementos progresivos que se sitúan a medio camino entre el
paradigma de MIKE OLDFIELD y una modalidad onírica de chamber-rock. La labor de
la batería, que en unas pocas ocasiones abre algunas pequeñas vías estratégicas
de parco lucimiento, asienta el groove apropiado para esta gentil agilidad que
le da un giro nuevo a la neblina sonora reinante. Cuando se detiene la batería,
la combinación de percusiones tonales y vibradoras se adueña exclusivamente de
las cadencias que ahora marcan el desarrollo temático, pero también resultan
relevantes las flotantes orquestaciones de sintetizador y soundscapes que
emergen en un cercano trasfondo. Así las cosas, cuando la dupla rítmica
regresa, el bloque sonoro se siente un poco más lleno; de paso, el aura
ensoñadora precedente es sustituida por otra más melancólica, aunque el imperio
de lo etéreo persiste de manera inapelable. Los ornamentos de las guitarras (muy
Frippianos en cuanto a su estilo explicitado) están estructurados de una manera
muy cuidada, estando principalmente a cargo de llenar algunos espacios aludidos
por las orquestaciones sintetizadas… y, de paso, crear alguna sobria virguería en
el camino desde la que el bloque global puede aspirar a su nivel máximo de intensidad
expresiva. Una nueva sección emerge alrededor de la frontera del minutos 23, un
nuevo momento de introspección ensoñadora, aunque esta vez se nota un talante
un poco inquieto en el modo en que los vibráfonos asumen una impostura grave
por encima de las capas sintetizadas. Es en este momento que, una vez
reingresada la dupla rítmica, el ensamble crea una ambientación levemente
densa, al modo de una evocación de un atardecer inmemorial. El breve y vaporoso
solo de guitarra que surge en este momento está lleno de vibraciones
nostálgicas. Los cuatro últimos minutos están centrados en una remodelación del
motif y la atmósfera iniciales, pero hay dos detalles especiales en esta
sección epilogar: en el incrementado tenor abstracto que empuja al soundscape
de trasfondo, y; el color extra que aporta el clarinete mientras los vibráfonos
bajan gradualmente la tónica de sus cadencias.
Esto es lo que se nos brindó en “Sun
Trance”, un mágico y esplendoroso ejercicio de exhortaciones al Astro Rey que MARKUS REUTER compuso con tremendamente lúcida inspiración y que el ensamble de Mannheimer Schlagwerk convirtió en un estupendo manifiesto de belleza vanguardista. Pocos veces hemos presenciado cómo el talante envolventemente ingrávido del aire y la delicadeza ondeante del agua pueden enmarañarse y fusionarse dentro del arte del sonido, pero esto es justamente lo que se ha logrado con esta obra musical. Un disco fantástico que recomendamos ampliamente.
La suite Sun Trance: https://markus-reuter-moonjune.bandcamp.com/track/sun-trance-live
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