Wednesday, April 27, 2022

JETHRO TULL y el dogma del eterno retorno

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy traemos a colación un disco muy especial, pues es ese donde JETHRO TULL anuncia oficialmente su retorno a la existencia formal tras su hiato iniciado en el año 2011. De hecho, el frontman y compositor principal del grupo Ian Anderson no imaginaba entonces una resurrección, sino simplemente una fractalización de carreras musicales solistas: básicamente, la de él y la de Martin Barre, su lugarteniente de varias décadas. Pues no, resulta que ahora Anderson vuelve al ethos grupal con el nombre colectivo con el cual ha grabado discos desde el ya lejanísimo año 1968. El título de este disco de retorno es “The Zealot Gene” y su publicación tuvo lugar el pasado 28 de enero por vía del sello alemán Inside Out, tanto en CD (incluyendo una versión especial de doble CD y Blu-eay) como en doble vinilo (negro, blanco, azul, rojo o verde oscuro) acompañado del CD. Anderson, quien toca la flauta, las guitarras acústicas, la mandolina, la armónica, el flautín irlandés, la percusión menor y, como puede, canta, es el autor de todas las letras y músicas de este nuevo álbum. Los restantes integrantes son gente con la que lleva varios años trabajando en estos últimos años solistas, algunos incluso fueron parte de la última alineación de JETHRO TULL cuando Barre formaba parte de la misma: David Goodier [bajo], John O’Hara [sintetizadores, órgano Hammond, piano y acordeón], Florian Opahle [guitarra eléctrica] y Scott Hammond [batería]. El guitarrista Joe Parrish-James toca en el penúltimo tema de este repertorio, y, de hecho, es el nuevo guitarrista de JETHRO TULL tras la decisión de Opahle de centrarse exclusivamente en la producción musical en su recién estrenado estudio Rosenheim. Las primeras ideas para esta obra fonográfica de retorno brotaron en la mente de Ian Anderson en enero de 2017, y ya en marzo de ese año, la grabación de siete piezas ya estaba bastante avanzada; sin embargo, el desarrollo de tours solistas de Anderson a lo largo de 2018 y 2019, junto a la posterior pandemia, paralizaron la compleción de las composiciones y grabaciones de más canciones. No siendo un álbum conceptual de por sí, las canciones que integran “The Zealot Gene” tienen en común que tienen letras que están directa o indirectamente inspiradas en pasajes de la Biblia. La fase exclusivamente solista de Anderson comenzó oficialmente en noviembre de 2011 con la decisión de Anderson de disolver JETHRO TULL (porque Ian también hacía giras solistas ocasionales durante la vigencia de la banda) y proponer a Barre que se enfocara en su propia carrera solista: la consigna es que no había JETHRO TULL sin Martin Barre, quien era el perpetuo lugarteniente de Anderson desde los últimos días de 1968. En el nuevo milenio, JETHRO TULL solo había publicado el disco “The Jethro Tull Christmas Album” (en el año 2003, y con poco material nuevo y propio) y un puñado de vídeos en vivo. En esas nuevas circunstancias, mientras Barre hacía giras por su parte y proseguía con una discografía solista iniciada en 1994, Anderson hacía lo propio y publicó los dos discos “Thick As A Brick 2” (2012) y “Homo Erraticus” (2014). Durante el largo proceso que llevó a la concreción del disco que ahora reseñamos, Anderson se dio cuenta de que los procesos de arreglos y grabación del nuevo material habían sido el resultado de una labor de equipo, y recordó que el asunto también había sido así con “Homo Erraticus”, además de que sus músicos de apoyo eran personas con las que llevaba trabajando bastante tiempo; así pues, a los ojos de Ian, “The Zealot Gene” tenía toda la autoridad artística para exigir la firma de JETHRO TULL en el mercado fonográfico.* Y así se hizo. Y ahora pasamos a revisar los detalles del repertorio en él contenido.


Todo comienza con ‘Mrs. Tibbets’, una pieza marchosa y portadora de un punche extrovertido cuyas refinadas vibraciones rockeras son manejadas con una vivacidad bastante efectiva. Aquí tenemos uno de los pocos solos de guitarra eléctrica dentro del disco, algo que viene después de las espléndidas florituras de flauta que ocupan el centro nuclear del razonablemente sofisticado interludio instrumental. Buen inicio de álbum esta canción inspirada en el trágico bombardeo de Hiroshima (la Sra. Enola Gay Tibbets era la madre de Paul Tibbets, el piloto militar que arrojó Little Boy, la primera de las bombas atómicas arrojadas sobre esa ciudad japonesa) a partir del relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Luego, llega el turno del relativamente breve ‘Jacob’s Tales’, tema que ostenta un clima cándido y campechano con su sencillo encuadre de armónica, guitarra acústica y mandolina. Es una canción gentil con algunos sutiles matices contemplativos, un bien logrado híbrido de folclores celta y del delta estadounidense en esta proyección de cantautor. La letra, sin ser abundante, es precisa en su acidez al hacer un retrato sobre la faceta avariciosa y envidiosa del género (algo incluso bastante común en las rencillas fraternales, gente con la que compartimos estrechos vínculos consanguíneos). ‘Mine Is The Mountain’ establece un primer cénit del álbum con su progresivamente suntuosa atmósfera ceremoniosa. La imponente letra que consiste en el autorretrato de una divinidad déspota que nos recuerda que estamos sujetos a su variable voluntad halla el entorno perfecto en el grisáceo motif guiado por el piano, el cual parece retratar la cautela y el temor de quien, como Moises, debe acercarse a tan inexpugnable figura gobernante para recibir su mensaje y pasárselo a sus propios congéneres. El dramatismo inherente a la pieza es momentáneamente interrumpido por un viraje hacia un momento de peculiar expresividad en el intermedio instrumental, el cual introduce unos vivaces arreglos progresivos que nos remiten a la inolvidable fase 77-79 de la banda. Algunas secciones regresarán para la instancia final. El cuarto tema del disco justamente porta el título ‘The Zealot Gene’ y se encarga de devolvernos la polenta rockera, esta vez con una cadencia más contenida que en la canción inicial. Con una letra centrada en retratar la tendencia humana al prejuicio y la crueldad ante lo diferente, no nos extraña que el canto de Ian acentúe algunas entonaciones cínicas en su vocalización. En cuanto al esquema musical, éste tiene algunos quiebres rítmicos interesantes en los pasajes instrumentales, los cuales nos hubiese gustado que se ampliasen más, pero bueno, también está bien así. 


Llega ahora el turno de ‘Shoshana Sleeping’, una canción con un swing más pausado a fin de arropar la atmósfera que rodea a su intrigante y lujuriosa letra, contada desde el punto de vista de uno los viejos que espían a Susana bañándose, un retrato satírico del voyerismo inane y la libido pretenciosa de los viejos verdes (“Sweet sadness fills my heart. / Offered chances best not taken. / Unsullied, no vain glory. / Chapter, verse, another story. / Brushed eyelids gently closed, / Beauty framed in dawn light. / Savoured moment blessed. / A kiss, farewell and leave to rest.”). La confluencia de todos los instrumentos operantes es perfecta. En líneas generales, estas dos canciones que acabamos de describir mezclan la fineza de la etapa 77-78, el patrón de “Roots To Branches” y la garra mesurada que signó a la mayor parte de “Homo Erraticus”. ‘Sad City Sisters’ establece un retorno claro y directo al elemento folk de JETHRO TULL, con un acordeón que llena espacios y puntualiza las líneas de bajo mientras complementa los aportes de la flauta y del flautín; todo esto sirve para el asentamiento y el reforzamiento de la guitarra acústica y el canto. Lo que suena aquí es infinitamente inconfundible, así como lo es en el caso de la siguiente canción, ‘Barren Beth, Wild Desert John’. Esta pieza se perfila obedientemente por el sendero céltico de la pieza precedente, pero esta vez con un nervio incrementado al más puro estilo del folk-rock. Un estupenda labor de retoma de esa etapa de fines de los 70s, y encima, incluye otro buen solo de guitarra. ‘The Betrayal Of Joshua Kynde’ ya se centra más en lo propiamente rockero sobre un medio tiempo. Sin ser nada extraordinario en cuanto a su base melódica, las deslizantes líneas de bajo y las florituras de flauta operan muy bien dentro del entramado global; también hay otro estupendo solo de guitarra por ahí, y también nos parece que pudo ser más largo. La letra está inspirada en la traición de Judas Iscariote y, en esta ocasión, Anderson no se alejó mucho de la inspiración literal (apenas un cambio de nombre para el torturado protagonista). ‘Where Did Saturday Go?’ nos devuelve al terreno de los cantautores, exhibiendo un talante reflexivo e introspectivo, el mismo que no llega a ser abrumador merced a las hermosas líneas de flauta que llenan espacios por doquier lo largo del intermedio. Anderson, que nunca fue muy adepto a las fiestas que tienen lugar los sábados por la noche, se pregunta qué sucede de manera relevante entre el último día laboral y el remanso dominical. 


La dupla de ‘Three Loves, Three’ e ‘In Brief Visitation’ instaura una sección del disco particularmente destacada por su sortilegio melódico, el cual está bien asentado en el tránsito por el área folklórica e introspectiva de la canción precedente. La primera de estas canciones exhibe una claridad melódica bastante cristalina donde, una vez más, la flauta halla espacios para lucir su particular color dentro del sereno entramado sonoro. Su letra versa sobre los tres tipos de amor: philía (amistad), agápē (espiritual) y eros (romántico). En cuanto a ‘In Brief Visitation’, toda esa exuberancia pastoral llega a su máxima expresión dentro de esta estrategia sonora aún vigente, incorporando ornamentos de flauta, guitarra eléctrica y mandolina en varios pasajes estratégicos. Dicha exuberancia está al servicio del espíritu de sacrificio de quien recibe individualmente la culpa colectiva, el cabeza de turco, un paradigma de conveniente y facilista purga social que siempre retuerce nuestras más ávidas convicciones morales (“They still need someone to hate, / To brand with harsh accusations, to scare / The many and even the few / Who flock to the party but turn from the glare / When cuaght in the headlights and taken to task; / Cowardly persuasion behind the life mask. / They still need someone to hate. / In brief visitation, the fall guy was here.”). Visto desde esta detallada óptica, este tema se explaya en la idea central de la canción titular, a la vez que brinda un abierto contraste temático frente a la canción que le precedía. El cierre del álbum llega de la mano de ‘The Fisherman Of Ephesus’, una canción animada que ostenta un restringido vigor rockero con el propósito de reforzar el aspecto folk del folk-rock. La abundante letra expuesta en los primeros 100 segundos de la canción refleja el deseo de Anderson de expresar grandilocuentemente lo que está pensando en esta instancia terminal del álbum: el terrible complejo psicológico de la culpa del sobreviviente. En sus propias palabras, “vivir sin tus camaradas puede resultar muy duro, especialmente para Juan, quien fue el Apóstol del amor”. Eso sí, también hay un excelente solo de flauta en el intermedio, el cual resulta convincentemente vivaz y, además, anticipa su reprise para la conclusión. 

  

Todo esto fue lo que los renacidos JETHRO TULL (o sea, Ian Anderson y sus colegas del momento) nos han brindado con “The Zealot Gene”. El dogma del eterno retorno se ha encarnado de forma bastante satisfactoria a nuestros oídos en este disco que, de hecho, está siendo de los más comentados, favorecidos y cuestionados en las redes de difusión del rock. En este humilde blog, “The Zealot Gene” recibe una nota aprobatoria bastante alta aunque no nos deleita tanto como el hasta ahora último trabajo solista del Sr. Anderson “Homo Erraticus”. Permítasenos acotar que, en lo personal, nos parece un poco cuestionable que el buen Ian no haya seguido utilizando su rúbrica solista para firmar este trabajo, pero si él es el dueño y gestor de las circunstancias del legado musical de JETHRO TULL, entonces tiene legitimidad, tanto moral como estética, para retomar el nombre de este colectivo. Lo más importante de todo, al fin y al cabo, es que este disco de (eterno) retorno de JETHRO TULL es una estupenda obra que merece un sitio dentro cualquier fonoteca rockera que se precie de ser de muy buena para arriba.




* Ian Anderson llegó a afirmar que “Homo Erraticus” debió haber sido lanzado al mercado como un álbum de JETHRO TULL: https://vintagerock.com/ian-anderson-jethro-tull-scaling-the-zealot-gene/

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