HOLA, AMIGO DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy
contamos la historia de una resurrección, la de CASTLE CANYON, un trío de rock
prog-sinfónico estadounidense formado en 1973 en la localidad de Portland
(Oregon) y que solo duró tres años debido a que las oportunidades de grabar un
disco no llegaban, y eso llevó a una impaciencia sin solución. Dado que en el
año 2009 se editó una selección de sus viejos temas en nuevas grabaciones bajo
el título de “Gods Of 1973”, ahora nos sentimos más compenetrados con este
pedazo de historia oculta de la escena progresiva estadounidense, y de paso,
motivados para degustar su nuevo trabajo fonográfico, el cual se titula
“Criteria Obsession” y fue publicado en marzo pasado, a través del sello
independiente Bottomfeeder Records. Solo queda el teclista Erik Ian Walker de la
formación original; los demás integrantes del ensamble son el guitarrista Like
Schwarz, el bajista Bill Noertker y el baterista Paul Elias. El grupo cuenta
con el apoyo ocasional del saxofonista Jack Chandler, pero básicamente se nota
que Walker es la voz cantante de CASTLE CANYON, pues parte del repertorio de
este álbum consiste en viñetas sonoras donde él se pone a investigar en
atmósferas cósmicas de sus sintetizadores. Bueno, veamos a continuación los
detalles de este disco.
‘Wiggy
Beets’ abre el álbum con un aura de jolgorio contagioso y llamativo, al modo de
una cruza entre DIXIE DREGS y EMERSON, LAKE & PALMER, más algunos resabios
del DEEP PURPLE pre-Gillan. Muchas de las bases armónicas elaboradas en el
órgano Hammond están basadas en una composición de Beethoven: su sonata para
piano no. 1 en Fa menor. Sin duda, hace honor a su título cuando nos muestra
toda esta vitalidad tan extravagante y cautivadora. Luego nos topamos con la
composición más extensa del álbum ‘Criteria Obsession / The Mushroom Song’, que
se extiende por 14 ½ minutos. Su tenor progresivo es muy obediente de
estándares y atmósferas propias de la escena británica fundacional (YES, ELP,
incluso algo de BEGGAR’S OPERA), aunque también hay pasajes particularmente
extrovertidos donde el esplendor del rock pesado clásico (DEEP PURPLE, URIAH
HEEP) deja sentir su fuerte huella en el ideario artístico de la banda. En todo
caso, el hecho de que el grupo decida dar rienda suelta a los desarrollos
temáticos instrumentales resulta crucial a la hora de instaurar y reforzar un
aura épica que no tiene nada de timidez y sí mucho de robustez. Poco antes de
llegar a la barrera del octavo minuto, la pieza vira hacia un clima cósmico
minimalista centrado en capas flotantes y sutiles de sintetizador, las mismas
que sobriamente abren caminos para el meticuloso armado de la bucólica sección
cantada con la cual termina la pieza: en efecto, se trata de ‘The Mushroom
Song’, que suena como una balada del estilo de BREAD envuelta en una atmósfera
inspirada en el modelo del space-rock melódico de inspiración Floydiana. ‘My Lady Carey’ nos sorprende con una
nueva modalidad de música progresiva al mostrarnos a un grupo muy entretenido
con llenar espacios sónicos con sintetizadores, incluyendo al esquema rítmico
de la pieza, esquema que coquetea con el reggae en clave rockera: es casi como
un homenaje simultáneo a NOVALIS y CLUSTER pero con JEFF BECK a cargo de la
guitarra. De verdad… ¡qué electrizantes son los dos solos de guitarra con que
Schwartz engalana nuestros oídos en medio de toda esta fantasía
cuasi-krautrockera!
‘Pope’s
Cabin’ es un muestrario de atmósferas y esquemas armónicos de sintetizadores
que dura poco menos de 3 minutos; lo que hace Walker aquí es más una fanfarria
sinfónica reconstruida con intencionalidad modernista que otra aventura
krautrockera, y en realidad, su misión principal es la de prepararnos para la
experiencia de ‘Disaster’, el segundo tema más extenso del disco con sus 13
minutos de duración. ‘Disaster’ empieza con una hermosa sección de piano solo…
pero cuando menos lo esperamos, poco antes de llegar a la frontera del segundo
minuto, el ensamble entero entra en acción con un ímpetu glorioso, presto a
elaborar un cuerpo temático que suena a un híbrido de YES (tanto de la época
del “Close To The Edge” como la del “Relayer”), U.K. y WEATHER REPORT, además
de ciertas extravagancias temáticas a lo FRANK ZAPPA. El saxo de Chandler entra
a tallar sintiéndose muy a sus anchas en medio del filo elegante de los
guitarreos y la pomposidad imparable de los teclados (órgano y sintetizadores).
La última sección de este tema vira hacia una suave exhibición de jazz-fusión,
portando un groove lento de patente cariz reflexivo: las sobrias florituras de
piano y la exquisita armazón del dúo rítmico asientan el paisaje perfecto para
los fraseos solistas del saxo, muy destacados en el bloque global. En esta
pieza, el encargado del bajo es el invitado especial Fred Chalenor, quien fuera
integrante del trío original. La dupla de ‘Exit Strategy’ y ‘Zig Zag River’ se
encarga de cerrar el álbum: se trata del pretexto final para que Walker
experimente con su arsenal de sintetizadores análogos, buscando algo sutilmente
lúgubre en ‘Exit Strategy’ y algo fastuoso a lo RICK WAKEMAN-con-VANGELIS en
‘Zig Zag River’.
Todo
esto fue “Criteria Obsession”, un disco que más que un disco en sí es una labor
de rescate y reinstauración de una propuesta progresiva que se ha negado a
morir en el olvido. Es bueno prestar atención a CASTLE CANYON por un motivo
como éste y disponer de una ocasión peculiar para apreciar este pedazo de
historia del género progresivo de los Estados Unidos.
Muestras
de “Criteria Obsession”.-
Wiggy
Beets: https://castlecanyon.bandcamp.com/track/wiggy-beets
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