En esta ocasión nos complace grandemente presentar el nuevo trabajo fonográfico del grupo indonesio ATTILION, el cual se titula “Little Pony” y ha sido publicado de forma independiente hace muy poco tiempo: más específicamente, antes de que el mes de julio del 2018 llegara a su ecuador. Este trío conformado por Bowo C. [guitarra, ukelele, banjo y mandolina], Mattheus [bajo] y Josh [batería] sigue sacando lustre a su peculiar propuesta híbrida de post-rock, jazz-rock, math-rock y psicodelia refinada dentro de un esquema progresivo vivaz y orgullosamente modernizado. Este trío afincado en Yakarta y que ya tiene más de 10 años de historia tras sus espaldas nos ha dejado muy buenas impresiones con sus dos discos precedentes “It Must Be” (2011) y “Early Dawn” (2015), siendo ahora el momento de “Little Pony”, un disco que sirve principalmente para concretar expansiones ambiciosas para el ideario musical del grupo en cuestión. ¿No se tratará, tal vez, de su mejor disco hasta ahora? Volveremos a esta pregunta que nos hacemos en voz alta una vez revisados todos los detalles del repertorio contenido en el mismo.
A despecho
de su título, ‘Last Promenade’ es la pieza que se encarga en realidad de abrir
el repertorio... o tal vez su título aluda a un paseo previo cuyo fin permite dar inicio a las múltiples expansiones musicales que han de completar el presente disco. Como sea, esta pieza ostenta una etérea y parsimoniosa arquitectura sonora cuya externa sencillez temática apunta a asentar un lirismo sutil por vía de un uso moderado del punche rockero. El cuerpo central se reitera con calculada sobriedad hasta que en la última ocasión se crea un oportuno recurso de soltura al insertarse un cadenciosamente expresionista solo de guitarra, lo cual ayuda a crear una sensación de clímax concluyente. ‘The Foolish Search Of
Retarded Spirits’ sigue a continuación para explorar la dimensión jazz-rockera de la banda, primero sobre un swing no precisamente frenético pero sí más evidentemente grácil que el que se utilizó para la pieza de entrada, y luego, con un viraje hacia un compás más robusto, llega el turno para que el solo de bajo imponga condiciones protagónicas mientras la guitarra se une a la batería en el refuerzo rítmico. Todo acaba con una flotante coda minúscula, tal vez demasiado pronto pues este tema tiene bastante gancho, pero el disco tiene que continuar y su diseño está orientado ahora hacia la emergencia de ‘Opak’. Volviendo un poco al señorío sereno del primer tema pero con un enfoque muy distinto que resulta cabalmente contemplativo y hasta nostálgico, el grupo explora un swing casi bluesero para elaborar un apacible retrato de una espiritualidad estoica. En algún lugar del intermedio se luce un hermoso solo de guitarra a lo JEFF BECK y, una vez más, se abre un espacio para el resaltado de unas exquisitas florituras de bajo. El cuarto tema del disco se titula ‘The
Greatest Defeat’ y dura casi 7 ¼ minutos: su función principal es la de establecer un referente magnífico del tipo de sofisticación musical al cual aspira la banda en sus momentos más espléndidos. Desarrollando un florido y elegante ejercicio de grooves jazz-progresivos a través de una comedida diversidad de ambientes, el trío exhibe una convincente prestancia extrovertida. La batería no solo se luce en su forma de llenar espacios a través de los diferentes niveles de vibración rítmica que van teniendo lugar sino también en un momento contundente para solear. Un cénit del álbum, sin duda, un culmen de la sendas estilísticas proyectadas desde el segundo tema del álbum.
Cumpliendo con la función de suceder a un tema tan fastuoso (para los términos de ATTILION) como ‘The Greatest Defeat’, el tema ‘North Vs. South’ se encarga de gestar ciertos climas satíricos que parecen heredar tanto del estándar del math-rock como del FRANK ZAPPA de los 80s. Toda la jovialidad ocurrida durante cuatro minutos termina aterrizando en un epílogo parco y letánico, algo así como el sopor que viene después de un gran momento de gozoso alboroto. Ocupando un espacio de alrededor
de 8 ¼ minutos, ‘Epidemic Funk’ es la pieza más extensa del repertorio. ‘Ruined
Leaders’ se enfila por el sendero del post-rock con una dosis extra de agilidad rockera: el jam es relativamente simple en sus cimientos armónicos pero los ornamentos que pone la batería al swing persistente y el manejo de un electrizante solo de guitarra que llena espacios con total soltura generan una plenitud sonora especial al asunto. El penúltimo tema del disco, titulado ‘Mission 1079’, es el segundo
más largo con sus 7 ½ minutos de duración. Situado medio camino entre la inquietud lisérgica de la psicodelia space-rockera y el talante distante del post-rock en su faceta más introspectiva, este tema. ‘Nebula’ ocupa los últimos 6 minutos
y pico del repertorio y lo hace estableciendo una dinámica filuda donde los modelos del jazz-rock y del Crimsonismo 80ero se dan la mano mientras van tomando turnos a lo largo de la ilación multitemática en curso. El prólogo se sostiene sobre un porte marcial para encauzar el enclave de un motivo sereno de tenor jazzero sobre un crepuscular compás bluesero: la presencia de cadencias cósmicas en algunos pasajes del solo de guitarra funciona como un truco bastante simpático. El cuerpo central es sobrio a la par que mantiene su musculatura esencial con un razonablemente patente vigor. La última sección es netamente extrovertida, siendo así que la razonablemente intrincada arquitectura rítmica que la sostiene permite que la vitalidad reinante se encienda con particular fulgor en medio una muy cálida extravagancia progresiva: el asunto de crear un clímax tan estilizado es manejado con un pulso perfectamentemente pulcro.
Todo esto fue lo que el personal de ATTILION nos brindó con “Little Pony”, un disco fenomenal que muy bien podemos apuntar y refrendar como lo más inspirado y también lo más enérgicamente creativo que nos han brindado estos tres grandes músicos hasta la fecha. Por lo pronto, podemos confesar abiertamente que la escucha de esta obra nos ha dejado tremendamente entusiasmados, y por eso lo consideramos muy recomendable para cualquier buena fonoteca de art-rock. La visión musical de ATTILION ha conquistado aquí un punto particularmente excelso dentro de su carrera.
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