HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Los músicos de POIL han publicado hace poco un disco nuevo y hoy nos
complacemos en presentarlo aquí: se titula “Sus” y su fecha oficial de salida
al mercado fue el 26 del pasado mes de abril. Aunque se trata de un disco
relativamente breve – no llega a completar el espacio de 41 minutos –, se trata
de otra gran muestra de música progresiva vanguardista. Este trío francés conformado
por Antoine Arnera [teclados y voz], Boris Cassone [bajo y voz] y Guilhem Meier [batería y voz]. La grabación de este disco tuvo lugar en junio de 2018, con un periodo
de mezcla y masterización que tuvo lugar en el siguiente mes de noviembre. La estructura del repertorio contenido en “Sus” consiste en dos largas composiciones (una de tres secciones, la otra, de dos) que juntas completan un espacio de poco más de 40 minutos. El grupo le saca nuevo lustre a su vivaz, travieso y oscurantista modalidad híbrida de Zeuhl y RIO con elementos de punk-jazz y psicodelia; las partes cantadas están en idioma occitano y casi todas ellas siguen patrones armónicos del Renacimiento. He aquí la fórmula para una mágica colisión entre lo modernista y los misterios de lo tradicional, colisión que ipso facto se convierte en fusión meticulosa de factores dispares que hallan justamente en su mutua divergencia la clave para una voraz y contundente convergencia. “Sus” es un disco que nos ha dejado totalmente complacidos, adelantamos esto, pero mejor es que ahora vayamos a los detalles de su contenido, ¿verdad que sí?
El primer bloque del repertorio está compuesto por ‘Sus La Peìra’,
‘Lo Potz’ y ‘Luses Fadas’. Durando casi 12 minutos enteros, ‘Sus La Peìra’
da inicio al repertorio con unas primeras líneas de sintetizador y enclaves de
piano eléctrico que en pocos instantes abre campo al trío en pleno, y cuando
hablamos de estar en pleno, nos referimos a que despliega un vitalismo
oscurantista y neurótico sobre un compás relativamente contenido. Así las
cosas, el carácter otoñal y tormentoso del motif en curso logra encarnar una
sólida mezcla de vivacidad y vibraciones macabras. Poco antes de cruzar la
frontera del tercer minutos, el clima Zeuhl imponente incorpora en su propio
núcleo un aura jazz-rockera con el propósito de introducirnos a la primera
sección vocal, la cual se desarrolla sobre un trasfondo instrumental matizado. El
desarrollo temático se va robusteciendo en ciertas partes en las que las
complejas cadencias de la dupla rítmica son manejadas con elegante agresividad
y las partes de los teclados se reparten entre cadencias mecanizadas,
ornamentos psicodélicos y desafíos al muy filudo y travieso bajo. Mientras todo
eso sucede, van emergiendo nuevos cánticos de estilo renacentista. Para los
últimos minutos de la acción, el trío se reserva los regodeos más belicosos del
exquisitamente extravagante armazón musical, usando como coda un pasaje
climático a lo PROKOFIEV. La miniatura ‘Lo Potz’ es un canto sereno, al modo de
un homenaje religioso: la parsimoniosa repetición de la última sílaba impulsa el
arribo de la cadencia inicial de ‘Luses Fadas’. Aquí, el trío se dispone a
desarrollar interesantes variantes dentro de su bloque estético proyectado para
este álbum, comenzando con una metralla vocal-instrumental que apela al uso de
sutilezas nerviosas para asentar un primer motif reconocible. La cosa no dura
mucho pues luego sigue una retahíla de esquemas sonoros elaborados sobre
grooves muy complejos, todos ellos sazonados con cánticos en algún que otro
momento. Aunque su nivel de aguerrida fiereza no iguala totalmente al que
notamos en varias secciones de ‘Sus La Peìra’, definitivamente supera a ésta en
cuanto al despliegue de inagotable nervio. Cada vez que nos topamos con un
pasaje en el que la triangulación de bajo, batería y piano eléctrico se enfila
por un sendero relativamente sobrio, sabemos que no tardará un momento en que
todo se deslice hacia un ejercicio de dadaísmo espasmódico; cada vez que nos
topemos con una relajada parte cantada, anticipamos una próxima aseveración de
tensiones surrealistas. El pasaje conclusivo de sintetizador que emula el
desgaste de una máquina es un perfecto símbolo del colapso definitivo de una
vida sonora que ya dijo todo lo que tenía que decir: una expresión de cinismo
contra lo maquinista desde el mismo corazón de la máquina.
‘Grèu Martire’ y ‘Chin Fòu’ son las piezas contenidas en el
segundo y último bloque del repertorio. Comenzamos con ‘Grèu Martire’, una
pieza que se destaca frontal y rotundamente por establecer las exploraciones
más sólidas de neuróticos contrastes y dinamismos complejos del disco. La banda
elabora y sustenta laboriosas movilizaciones musicales que combinan la garra
belicosamente excelsa del Zeuhl, el surrealismo combativamente oscurantista del
rock-in-opposition de tradición francófona y la orgullosa liberalidad del free
jazz, añadiéndose dentro de esta bizarra hibridización algunos trucos robustos
que suelen ser propios del punk-jazz. He aquí la fórmula de este tema que
encarna una de las instancias fundamentalmente elevadas del disco. El último
minuto de ‘Greù Martire’ se centra en una coral organizada sobre un trasfondo
etéreo desde el cual se proyectan los cimientos para el siguiente tema, el mismo
que habrá de instaurar el cénit crucialmente decisivo del álbum. Nos
estamos refiriendo a ‘Chin Fòu’, claro está, la pieza de 14 ¼ minutos de
duración que se encarga de poner el broche de oro a este segundo bloque así
como al álbum como un todo. Comenzando con una coral cuyo tenor ceremonioso ofrece
un contraste frente a la frescura relativamente jovial de la que había cerrado
la sección precedente, el ensamble pasa a desarrollar una sección
incendiariamente hermosa donde le da un giro jazz-rockero a su discurso Zeuhl. El
extenso solo de sintetizador incorpora elementos arábigos en sus alucinados
vuelos, siendo así que, mientras se va desvaneciendo gradualmente su última
nota sostenida, llega el turno de una nueva expansión coral. Se puede decir que
en los primeros 7 ¼ minutos de esta pieza, el grupo se ha dedicado a explorar
matices más constreñidos de su siempre inquietante esencia musical, pero una
vez pasado ese lapso, se produce un salto rupturista hacia un jam frenético
sobre un swing sofisticado en el que el machacante bajo apuntala como un
martillo neumático mientras el sintetizador se retuerce y desgarra en una serie
de solos vesánicos e inescrutables. La batería simple y llanamente parece
poseída y guiada por El Gran Engañador a través de una arquitectura
serpenteante. Pocas veces se puede escuchar a los espíritus embajadores de la
locura ataviarse con ropajes tan distinguidamente dorados, pero eso es lo que
se retrata en las enroscadas convulsiones instrumentales que el trío nos brinda
en estos momentos: música diseñada para un desfile de este tipo de embajadores.
En los últimos dos minutos y pico, la demencia sonora baja un poco con el uso
de cadencias notoriamente despejadas y una nueva serie de cánticos
ceremoniosos. Los últimos instantes están marcados por el gobierno de lo industrial bajo el dictado de la batería, la cual enhebra, al modo de un evento tribal, un contagioso swing a través de su asociación con los efectos percusivos aportados por el sintetizador y el bajo. Fin del ritual, fin de la última pieza.
Chin Fòu: https://poil.bandcamp.com/track/chin-f-u
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