HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy presentamos al genial grupo austríaco BLANK MANUSKRIPT cuya
propuesta progresiva ecléctica se centra en una intensa y sublime confluencia
de elementos jazz-rockeros, estilizaciones sinfónicas, desvaríos psicodélicos y
extravagancias de orgullosa estirpe Zappiana. Su más reciente disco, “Krásná
Hora”, fue publicado hace muy poco, el 19 de setiembre pasado, para ser más exactos: se trata de su tercer disco de estudio, y hay que tener en cuenta que el grupo también tiene un disco en vivo en su currículum fonográfico. Este ensamble fundado en la histórica localidad de Salzburgo en el año 2007 comenzó como cuarteto, pero opera como quinteto desde los tiempos de su segundo disco (“The Waiting
Soldier”, del año 2015). La alineación
a cargo de la gestación de “Krásná Hora” está conformada por Jakob Aistleitner [saxofón, flauta,
guitarra eléctrica, glockenspiel,
percusión, voz], Peter Baxrainer [guitarras eléctricas, acústica y
clásica], Jakob Sigl [batería, percusión y voz], Dominik Wallner [pianos
acústico y eléctrico, órgano, sintetizadores, clavinet, mellotrón, celesta y
voz] y Alfons Wohlmuth [bajo, flauta, botellas y voz]. Por si fuera poco el
arsenal que maneja el quinteto mismo, también hay apariciones esporádicas de la
violista Antonia Sigl, mientras que Wolfgang
Spannberger aporta algunos efectos de sampleo en ciertos temas. El nombre de este disco es de una localidad del distrito de Havlíčkův Brod en la región de Vysočina, parte de la República Checa: así pues, la connotación geográfica del título bien puede servir para interpretar a la selección de las piezas contenidas en este repertorio como una serie de distintas escalas dentro de una expedición que el colectivo de BLANK MANUSKRIPT proyecta para seguir evolucionando en su multiforme misión progresiva. Bueno, ya va siendo hora de que nos concentremos en los detalles del repertorio contenido en “Krásná Hora”, al cual señalamos desde ya como una de las obras máximas del prog europeo del presente año 2019.
El primer tema lleva el significativo título de ‘Overture’
y dura poco más de 6 ¾ minutos. Sus instantes iniciales portan una parsimonia densa sin llegar a hacerse realmente opresiva, pero esto pronto cambia por iniciativa de unas exultantes armonías de guitarra, las cuales impulsan la emergencia de un estupendo groove jazz-progresivo sobre un compás inusual. El solo de órgano se sitúa a medio camino entre los paradigmas de Jon Lord y Keith Emerson mientras la batería va incorporando sofisticados ornamentos para el swing. la sección final se desarrolla sobre un compás lento y eso es aprovechado por el ensamble para crear una atmósfera ceremoniosa de tenor sinfónico, algo así como un intermedio entre ELOY y PINK FLOYD con algunos matices a lo FOCUS. La breve parte cantada añade un matiz cordial al asunto. ‘Foetus’ sigue a continuación para mostrarnos algo diferente, una ambientación sombría e invernal encapsulada bajo un ropaje de misteriosa nocturnidad. Todo comienza en clave de minimalimo tenue, al modo de algo escondido que no parece animarse a salir a la luz de una buena vez, pero más adelante, el realce de un esquema de riffs de guitarra y las bases de órgano impulsan esa salida que el oyente aguarda. Es en este momento que se crea una elegante y relativamente constreñida tensión, un poco al modo de los KING CRIMSON de la fase 73-74... Y la furia estalla a instantes de llegar a la frontera del quinto minuto. Con el llanto de un feto y la retoma de las armonías nocturnas de guitarra que habían dado inicio a toda esta ingeniería sonora, termina la pieza. ‘Achluphobia’
es el ítem más extenso del álbum con sus poco más de 15 ½ minutos de duración. Comienza con una proyección minimalista donde se juega con una expresión serena de nebulosa psicodelia sobre un transfondo de jazz-rock en clave misteriosa. El inescrutable explayamiento sonoro que desarrolla aquí el grupo se mueve dentro de una densa calma (un poco al modo de unos ELEPHANT9 contaminados por la aureola de GODSPEED YOU! BLACK EMPEROR). Las cosas se intensifican notablemente en cuanto al fulgor rockero cuando entramos a la parte cantada, y es allí cuando estalla la guitarra y cuando la dupla rítmica gesta un groove más rotundo. El asunto ha virado hacia una versión jazz-rockera del legado de HENDRIX, algo así como un híbrido de MACHINE MASS, SQUINTALOO y FIRE!, pero con una sensibilidad melódica frontalmente delineada. La última sección está guiada por el piano, el cual traza un camino melancólico heredero de la espiritualidad nebulosa de la primera sección. ‘Pressure Of Pride’ vira totalmente de registro y se arroja a un ejercicio de colorida extroversión con saltarinas vibraciones a lo FRANK ZAPPA; también se incluye elementos de Canterbury y punk-jazz (estos últimos, apropiadamente controlados en cuanto a su energía expresiva). No se trata de algo demasiado extenso pero sí cuenta con suficiente campo de expresión como para exhibir solventemente su polícroma soltura musical.
También dueña de una duración razonablemente
generosa (casi 10 minutos), ‘Shared Isolation’ es una pieza que hereda buena parte de la soltura traviesa y el surrealismo gentil de la pieza precedente, a la par que retoma buena parte del señorío muscular que ya disfrutamos en el primer tema del álbum. Tras un exquisito y breve preludio pastoril de guitarra clásica y flauta (muy a lo ANTHONY PHILLIPS, valgan verdades), el grupo entra a tallar en pleno para instaurar una atmósfera vitalista de una manera muy elegante. La vitalidad en curso es relativamente moderada pero nada de escondida: los grooves y cadencias que se usan para la ocasión beben tanto del Canterbury como del jazz-fusion estadounidense de los 70s. La siguiente sección se enfila hacia una sección plácida en clave de balada progresiva, a medio camino entre lo Floydiano y lo Genesiano, añadiéndose algunos toques de WHITE WILLOW mientras tanto. El solo de guitarra es hermoso. Poco antes de llegar a la frontera del octavo minuto, las cosas se vuelven a dinamizar y el grupo utiliza ahora una estrategia musical emparentada con JAGA JAZZIST; se incluye un electrizante solo de sintetizador que sirve para aportar un filo árido al asunto. Todo termina con este esplendor celebratoriamente neurótico. En resumen, esta pieza perpetúa con una dosis extra de refinamiento el cénit instaurado por los pasajes más sueltos y los más introspectivos de las piezas #2 y #4, todo ello mientras se eleva hacia una dimensión más intensa de policromía musical. La genialidad creativa del ensamble sigue explorando nuevos terrenos sonoros en ‘Alone At The Institution’ mientras preserva cuidadosamente el sentido unitario del álbum. Por lo pronto, el grupo comienza las cosas con una remodelación dadaísta y deliciosamente sofisticada de la muscular extroversión con la cual había concluido la pieza precedente, siendo así que los riffs de la guitarra le añaden punche al bloque sonoro. Algunos aires Zappianos se hacen sentir aquí, así como unos elementos retro del jazz be-bop. A mitad de camino, la atmósfera nueva gesta un marco de serenidad introspectiva en base a un etéreo enlace de mellotrón y guitarra, el cuela anuncia un nuevo pasaje cantado (parece que en este grupo se da prioridad a los momentos tranquilos para las ocasionales partes cantadas). La reinante aureola de ceremoniosa elocuencia se redondea con un pasaje efímero de pomposa densidad, un efecto ilusorio que en realidad signa la retoma de la sección instrumental, la misma que elabora la coda de esta pieza. Estas dos canciones han instalado dos cumbres totales del disco.
El repertorio de “Krásná Hora” culmina con la sucesión de ‘Silent
Departure’ y ‘The Last Journey’, la cual ocupa un total de 12 minutos y pico. El primero de estos temas es una balada de talante bucólico, siendo así que la participación invitada del violín se destaca bastante dentro del ensoñador y lánguido bloque instrumental. Hay aquí un guiño a los GENESIS de la fase 70-71. Por su parte, ‘The Last Journey’ traza un nuevo ejercicio de ingenierías versátiles dentro de una arquitectura multicolor donde el jazz-rock y el prog sinfónico conviven equilibradamente. Tenemos aquí una especie de cruza entre THE FLOWER KINGS de inicios del milenio, HOOFFOOT y JAGA JAZZIST. Alrededor de la frontera del quinto minuto, emerge una sección minimalista de tenor psicodélico donde impera un aura expectante, la cual ha de trazar un sendero crepuscular hasta el instante final. Un cierre que nos toma de sorpresa pero que, a la vez, es manejado con impoluta fluidez que se siente muy cohesiva dentro del desarrollo general. Todo esto fue lo que se nos brindó en “Krásná Hora” de parte de la congregación de mentes que conforma BLANK MANUSKRIPT: estos músicos nos han entregado una estupenda muestra de ingenio y versatilidad en su ascenso por la monumental montaña progresiva que ellos mismos edificaron. ¡Recomendado al 200%!
Muestra de “Krásná Hora”.-
Pressure Of Pride [en vivo en ARGEkultur, Salzburgo]: https://www.youtube.com/watch?v=AeZR9ZdHZtU
Muestra de “Krásná Hora”.-
Pressure Of Pride [en vivo en ARGEkultur, Salzburgo]: https://www.youtube.com/watch?v=AeZR9ZdHZtU
Shared Isolation: https://www.youtube.com/watch?v=4JWWoWO48zw
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