HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy
estamos con el nuevo disco del francés JULIAN JULIEN “Terre II” en nuestras
manos. JULIEN se hace cargo exclusivo de las composiciones que integran el
repertorio del álbum, además de hacer las programaciones de ritmos y atmósferas
de teclado, y tocar percusiones: deja de lado su pericia al saxo y asume
fehacientemente la labor de “director de orquesta”. El ensamble instrumental
que se une a JULIEN en la aventura de “Terre II” está compuesto por el
guitarrista Guillaume Billaux, el flautista Siegfried Canto, el cornetista
Médéric Collignon, el clarinetista Rémi Dumoulin, el saxofonista Michaël Havard
y la violonchelista Adeline Lecce.
Durando
poco menos de 3 minutos, ‘Prélude’ abre el repertorio con un aura de majestuosa
solemnidad donde la guía de la flauta y la exótica prestancia de la estructura
rítmica conforman el encuadre para el bloque sonoro. Una oportuna orientación
musical para que emerja ‘Terre II’ y desarrolle una vitalidad melódica etérea,
tremendamente rica en matices y convincentemente llamativa: esta vez son el
clarinete y el saxo quienes se apoderan del rol protagónico. ‘Iris I’ es el
primero de los seis temas que portan el concepto de ‘Iris’ dentro del
repertorio del álbum: esta primera entrega se basa en atmósferas sintetizadas
que tienen algo de misterioso y también algo de siniestro, aunque este último
factor queda inmerso en una extraña incertidumbre. ‘Ailleurs’ surge para
instaurar un notable contraste frente a la pieza precedente y ponerse a
colorear todos los sitios y contornos del paisaje mental que el oyente proyecta
dentro de sí: la cálida gracilidad con la que vientos, percusiones y teclados
se engarzan para crear esta cautivadora musicalidad con una inconmensurable
inteligencia musical hace que esta pieza se alce como un cénit fundamental del
álbum. Luego sigue la dupla de ‘Iris II’ e ‘Iris III’, entregas que, al ser más
extensas que la primera, gozan de la oportunidad de mostrar otras facetas del
álbum con mayor meticulosidad: ‘Iris II’ toma la esencia misteriosa de ‘Iris I’
y la transforma en una demostración de pulsaciones cósmicas que orbitan dentro
de un sistema solar hecho música; por su parte, ‘Iris III’ se mete de lleno en
ejercicios de introspección electrónica, ahondando en lo cósmico de ‘Iris II’ y
dándole un aire más luminoso merced a la presencia del saxo (filtrado
abundantemente con efectos de computadora). La verdad que estas dos
exploraciones sónicas juntas sirven como inspiración para el talante reflexivo,
y es por eso que al darse el turno de ‘Une Attente’, el oyente está totalmente
dispuesto a dejarse llevar por el lirismo imponente que se desborda por todos
los poros del celestial esquema temático en curso. El canto de Hélène Argo se
hace destacar en la apertura y el cierre de esta pieza, enfatizando en sus contadas
intervenciones la aureola poética de la pieza.
‘Iris
IV’ nos brinda un ejercicio de tensión bajo un ropaje etéreamente minimalista,
con una corneta que exorciza los peores temores del ego: posiblemente se pueda
advertir aquí ciertas huellas del paradigma del ART ZOYD post-1982. ‘Doudou’
explora la faceta cándida de la World Music mientras la reviste del misterio
nebuloso que había marcado los pasajes más oscuros del repertorio precedente;
este enfoque sónico es pertinente para preparar el ingreso de ‘Iris V’, cuyas
abstracciones futuristas se sitúan a medio camino entre la tradición del
krautrock sintetizado (TANGERINE DREAM, CLUSTER) y el jazz electrónico. Durando
casi 8 minutos, ‘Non-sens’ se erige como la pieza más extensa del álbum.
Sucediendo a una larga introducción minimalista de corte cósmico, el núcleo
temático de la pieza consiste en un llamativo jam marcado por una cadencia
elegante que nos remonta al paradigma histórico de WEATHER REPORT pero con
aires modernistas a lo TORTOISE: volviendo a asumir un rol protagónico, la
corneta se centra esta vez en elaborar líneas evocativas, no exentas de
refulgente nostalgia. ‘Iris VI’ prosigue con el factor krautrock, esta vez con
un férreo espíritu espacial, durante un minuto y segundos, antes de abrir la
puerta a la última pieza del álbum, ‘Mr. John Barry’: su espíritu es marchoso,
muy acorde con el estándar del nu-jazz además de ostentar esa amabilidad
melódica que encontramos en el TANGERINE DREAM de inicios de los 80s.
JULIAN
JULIEN y sus compañeros/as de viaje nos han regalado un muy placentero trayecto
musical que, por tres cuartos de hora, reflejan un amplio espectro de imágenes
y sensaciones del mundo que nos rodea. “Terre II” es una agradable sorpresa
dentro del actual estado de la situación en el jazz-progresivo mundial, y no
solo eso, sino también una obra de exquisita factura. Aún si en esta ocasión específica él ha decidido mantener un perfil un tanto bajo dentro del ensamble, JULIEN debe seguir siendo apreciado
como un talento máximo de la vanguardia europea actual.
Muestra
de “Terre II”.-
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