Thursday, July 24, 2025

Retorno al viejo sueño prog-metalero de los legendarios DREAM THEATER


 
HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
 
Las siempre agitadas aguas del mar musical de DREAM THEATER, grupo veterano y esencial del prog-metal estadounidense y mundial, traen a buen puerto ese barco que es su nuevo disco “Parasomnia”, el primero del quinteto tras el regreso del baterista-percusionista-corista Mike Portnoy, el decimosexto de estudio en total. La veterana cuadrilla de James LaBrie [voz], John Petrucci [guitarras y coros], John Myung [bajo], Jordan Rudess [teclados] y el “hermano pródigo” Portnoy retoman, en buena medida,  los aspectos y delineamientos más agresivos de los discos que gestó el grupo a inicios del milenio, particularmente, los cuatro últimos antes de la marcha de Portnoy. El disco en cuestión se publicó el pasado 7 de febrero por vía del sello InsideOut Music, tanto en CD como en doble vinilo (azul, verde, traslúcido y azul marmoleado); también hay ediciones extensivas especiales. Fue, como no es de extrañar, todo un acontecimiento para el público devoto de esta línea rockera. Este vigésimo álbum de estudio de DREAM THEATER es un trabajo conceptual sobre los trastornos de sueño, sus maneras de reavivar nuestros temores más íntimos, su potencial de llevarnos hacia mundos paralelos, su aparente carácter mágico, sus replanteamientos del tiempo ignorado. Respecto a la existencia misma de “Parasomnia”, a pocos meses de publicado el disco anterior “A View From The Top Of The World”, el grupo ya había manifestado su deseo de crear nueva música cuando terminase la gira correspondiente, y así las cosas, no fue sorprendente que Petrucci comunicara a la prensa en octubre de 2022 que los DREAM THEATER ya se habían trazado los últimos meses del siguiente año 2023 como tiempo de inicio de composición y grabación del álbum sucesor (aunque, tal como acotó LaBrie poco después, el disco se hubo de gestar recién en el primer tercio de 2024). Lo que sorprendió hasta el punto de dejar patidifusa a toda la comunidad de fans del prog-metal fue el anuncio del regreso de Portnoy a la banda tras su amarga salida una vez terminada la gira del “Black Clouds & Silver Linings”. En retrospectiva, ya había indicios de preclaros acercamientos con la resurrección de LIQUID TENSION EXPERIMENT y la disolución de TRANSATLANTIC, el grupo al cual le había dedicado más tiempo Portnoy desde 2010 (junto a THE NEAL MORSE BAND) en medio de su miríada de actividades musicales. El anuncio de dicho retorno se hizo el 25 de octubre de 2025 junto a la partida de Mike Mangini, el gran soldado de la batería desde los tiempos de “A Dramatic Turn Of Events”. Él se ganó sólidamente el cariño de la imparable hinchada de DT y no hubo mayor drama tras bambalinas. Desde nuestra perspectiva, el maestro Mangini se labró a pulso cada letra de su apellido en grandes letras de oro forjado en el Olimpo dentro de los anales de DT. Desde nuestras perspectiva, tanto en los DVD en vivo donde aparece como en los dos últimos discos de estudio con él, Mangini se erigió como un auténtico campeón del ritmo. Pero ahora es Portnoy quien acompaña a John Peter, John Ron, Jordan Charles y James Kevin. 

 
El material aquí contenido se grabó entre febrero y julio de 2024 en el DTHQ Studio de Long Island, fungiendo Petrucci como productor, tal como lo ha estado haciendo por muchos años. Mientras tanto, Rudess estaba ocupado terminando su nuevo disco solista “Permission To Fly”. Las labores de ingeniería de sonido y co-producción estuvieron a cargo de James Meslin, mientras que la mezcla y la masterización fueron realizadas por Andy Sneap. Hugh Syme es el autor del arte gráfica, él es ya un socio de la banda desde hace bastantes álbumes. Yendo al repertorio concreto de “Parasomnia”, éste se inicia con ‘In the Arms Of Morpheus’, un instrumental de poco más de 5 ¼ minutos cuyas instancias iniciales son de tenor psicodélico tras un prólogo cinematográfico signado por ruidos de ambulancia. Una vez instalado el centro melódico, la banda transita de un pasaje trepidante a otro más solemne. El final de este primer tema se conecta con el siguiente, ‘Night Terror’, el cual despliega una gravedad ceremoniosa en su sección prologar antes de virar hacia un dinamismo electrizante que recoge los ecos de lo que hacían los DT en 2003 y en 2009. A mitad de camino, mientras el swing de la batería se vuelve más versátil, el bloque sonoro hace gala de una gracilidad más sofisticada mientras la musculatura rockera asume un renovado fulgor. ‘A Broken Man’ es un manifiesto implacable de tormentas y sismos desde el cual el grupo da un nuevo giro de tuerca a su aguerrida prestancia, una que se articula en torno a metrallas meticulosamente sistemáticas. Siendo así que hay un aumento de fuerza en el esquema de trabajo pesado, la diversidad multi-temática sigue igual en su potencial sugerente; los aportes de los teclados resultan bastante relevantes para ello debido al fuerte componentes prog-sinfónico de sus cadencias y pautas sónicas. 
 

El cuarto tema del disco es ‘Dead Asleep’ y es el segundo más largo del mismo con sus 11 minutos y pico de duración. Tras un preludio centrado en una orquestación góticamente solemne  y envolventemente melancólica, emerge un nuevo vendaval de metal estilizado donde las recurrentes vibraciones dramáticas se enriquecen con una incendiaria densidad. Las orquestaciones y solos de teclados resultan esenciales para asentar consistentemente el ímpetu del esquema musical en curso. El epílogo expectante de un piano distante y una puerta que se cierra es muy efectivo. ‘Midnight Messiah’ tiene un enfoque más frontal que los temas #2 y #3 tanto en la arquitectura musical como en el armazón rítmico. Tras un prólogo sigiloso, todo se eleva rápidamente hacia un arrebato llamativo; de esta manera, el colectivo se siente cómodo dejándose llevar por la agilidad del momento mientras el cuerpo central se afianza eficazmente en su núcleo operativo. A propósito, la letra escrita por Portnoy para esta canción menciona varios títulos de canciones de previos discos de DT en las que él hizo la letra. Un muy simpático ejercicio de metarrelato. El breve interludio instrumental ‘Are We Dreaming?’ exhibe un breve ejercicio de minimalismo atmosférico que incluye susurros reveladores de una solipsista vulnerabilidad. A partir de allí, ‘Bend the Clock’ gesta una musicalidad envolvente que se explaya fluidamente bajo el ambiente más introvertido que hemos descubierto en este álbum. Así como una bien perfilada sensibilidad melódica, también hay una emotividad señorial operando a paso firme en el meticuloso desarrollo temático. Veamos parte de la letra escrita por LaBrie: “The witching hour begins. / Can’t escape, I find myself again / Prisoner in the end, / Sinking further than I’ve ever been. / And if I, if I could bend the clock, / The passageway of time, / A better place I’d find / And no more, no more paralyzing dreams. / The midnight screams break this hold on me.” 


El cierre del disco lo trae su pieza más maratónica, ‘The Shadow Man Incident’, la misma que ocupa un espacio de 19 ½ minutos. Todo comienza con la activación de una cajita musical, la cual pronto abre paso a un despliegue de pesadez frontal cuya rudeza esencial es manejada con suma estilización. Tras una fanfarria metalera que incluye unas vibraciones marciales y un pasaje evocador dirigido por la guitarra, la primera sección cantada se inserta con un aura sigilosa con ciertos ribetes góticos. El compás parsimonioso permite la recta reavivación de los aspectos siniestros que ya aparecieron en canciones precedentes. Alrededor de la frontera del séptimo minuto, el bloque sonoro se arroja a un ímpetu sistemáticamente robusto que está oportunamente ornamentado por los teclados. A poco de pasada la frontera del décimo minuto, un enfoque pulsátil prepara el terreno para la emergencia de un nuevo despliegue de fulgores prog-metaleros: en uno de ellos aparece un hermoso diálogo de guitarra y sintetizador, un momento no muy extenso, pero significativo para el bloque general, pues solidifica el potencial de majestuosidad preciosista destilado en esta polivalente excursión instrumental. De hecho, hay florituras ulteriores del piano de Rudess que aportan un efectivo recurso de contraste al posicionar su cristalina gracilidad frente al cemento armado gestado por la asociación de los otros instrumentos. Por supuesto, no puede faltar un pirotécnico solo de guitarra después de esto. El paraje final se instala en un área más sinfónica mientras retoma algunos de los matices góticos que ya apreciamos en la primera sección cantada. Un último solo de guitarra orienta la senda de opulenta pasión signada por el núcleo compositivo epilogar. La coda repite algunos de los efectos de sonido con los que se inició la primera canción del álbum. Y... “Wake up”: el disco no se contenta con cerrar su círculo sonoro, sino que también lo sella con algo nuevo que escapa a su propia manifestación. ¿Es una invocación al simple acto de despertar al mundo cotidiano de nuestros hábitos de vigilia? ¿O es un despertar a un mundo nuevo e inesperado? Se deja al oyente determinar su respuesta favorita ante esta disyuntiva. 

  

Todo esto fue lo que nos trajo “Parasomnia”, el testimonio patente y claro del retorno que ha perpetrado el colectivo de DREAM THEATER a su viejo sueño prog-metalero generado allá en los 80. Resucitado ese sueño con esta reactivación de su segunda alineación clásica, podemos decir que hay un terreno fecundo capaz de hacer brotar este disco tan intenso y quién sabe cuántos otros en el futuro cercano. Sin pretender iniciar algún debate binario, este nuevo disco del quinteto no nos impresiona tanto como cualquiera de los dos últimos que hizo con Mangini en sus filas, pero, con su larga experiencia y su intacta capacidad creativa, aseveramos honestamente que el personal de DREAM THEATER puede navegar con pulso firme hacia su actual horizonte de nuevos ensueños musicales.

2 comments:

Anonymous said...

Excelente César! Habrá que escucharlo!

César Inca Mendoza Loyola said...

Gracias por tu comentario. Próximamente habrá reseñas de discos de Argentina, Grecia e Italia.

César Inca